Colección particular
tomadas de mi cámara.
El amigo y convecino de la
calle El Calvario de la Villa de La Orotava; NAZARIO HERNÁNDEZ GARCÍA (CHILE), remitió
entonces (2004) estas notas que tituló; “EL ÁRBOL DE LOS PÉTALOS AMARILLOS DEL
OTOÑO”: “En el año
2004, la niña que podría ser la protagonista de este cuento, llamémoslo así, Tenía
4 años.
Era vivita, alegre y despierta para observar y comprender,
siempre adaptada a su poca Edad, lo que veía.
El otoño de ese año, como siempre ocurre con los otoños
orotavenses, fue pródigo en la caída de las hojas y las plazas y jardines
mostraban un encanto especial, invitando a su visión y disfrute.
A la niña le gustaba pasear de la mano de sus familiares que así
sentían un doble placer, pasear y contemplar las excelencias de
Pero el otoño es el otoño y los árboles, al desprenderse de sus
hojas secas y marchitas, sepultan las viejas baldosas de piedra cubiertas y
desgastadas por tantos andares y por el paso suave de los recuerdos.
Se extraña la niña al ver aquella alfombra floral que cubría
todo el pavimento, pero le sorprendió mucho más el color del alfombrado y
aquella lluvia de pétalos amarillos que cubrían toda la plaza. Miró hacia lo
alto y descubrió el origen de tanta belleza. Alzó sus pequeños brazos y
exclamó: ¡¡¡ Es el árbol de los pétalos
amarillos del otoño!!!
Ella en aquel momento descubrió un mundo nuevo, distinto al que
conocía y que sin duda, le servirá para apreciar la belleza en el futuro.
Tal era su sorpresa y alegría que al intentar dormir y descansar
de tanto regocijo, su sueño fue un interrogante que alborotaba su mete. ¿Por
qué aquella plaza tenía ese árbol y las otras del mismo pueblo no? , ¿Será que
ésta no se conforma con su entorno tan acogedor y siente ciertos celos de la
belleza de las otras y lanza como represalia, este arte floral que también es
efímero?
Invitó la siguiente mañana a sus parientes a visitar la plaza
alfombrada y su desilusión la hizo llorar. ¿Ya no está la alfombra de pétalos
amarillos, se la han llevado!
Afligida Y desolada reflexionó sobre porqué lo habían hecho,
privando así a otros niños de disfrutar de tan bello momento. No acertó a
comprender porqué fue destruida.
Preguntó a sus familiares lo que había ocurrido y por qué. Ellos
compartieron su tristeza y le hicieron ver que así era la naturaleza. Le
dijeron: - No te preocupes porque en el próximo otoño, cuando pasen las
vacaciones del colegio,
Los pétalos amarillos no son como las golondrinas de Bécquer que
se fueron y no volvieron, estos sí volverán.
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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