Fotografías
tomadas en el año 1925 por el recordado fotógrafo Señor Francisco Roda en el
histórico Jardín del Marquesado de la Quinta Roja (se conservan todos sus
elementos originales) de la Villa de La Orotava, referente a mis padres; María
del Carmen Abréu González y Juan Álvarez Díaz, ambos con 17 años edad.
Esta denominación proviene de la palabra “Charanga”, o “fanfarria”
que es un grupo reducido de músicos con instrumentos de vientos y
percusión que, en el Norte de la península Ibérica, se encargan de animar y
amenizar festejos, desfiles, despedidas, u otros.
Otra acepción del término corresponde a las
agrupaciones musicales con las que, a finales del siglo XIX y principios del
XX, contaban algunos regimientos militares españoles. Fueron creadas según
circular de la Dirección General de Infantería el 16 de julio de 1847.
Desconozco como este simpático apelativo “Charanga”,
se le atribuyó como mote entre comilla a la familia de mis abuelos
paternos José Álvarez Luque natural de Antequera (Málaga) y Engracia Díaz
Márquez natural de la misma Villa de la Orotava.
Parece ser que mi abuela Engracia mandó a mi tío
Ricardo Álvarez Díaz a buscar un pescado en las tradicionales ventas villeras
de entonces, por lo visto gritó desde la ventana de la calle; “Ricardo vete a
por una Charanga”.
No existe un pez con ese apelativo en el
diccionario de la biología marina universal, pero simplemente, llamar a un pez
“Charanga”, sea un nombre de guerra, de cualquier peje.
Es un caso insólito la atribución, por parte de
vecinos orotavenses, por lo que esta cariñosa y extraordinaria palabra
“Charanga”, me la he tomado con mucha filosofía, tranquilidad y esperanza,
mientras que otros miembros de mi familia, no la han acogido con toda la
naturalidad.
Mis hijos y sus primos hermanos de la familia Álvarez
Abréu, la han bautizado por “EL CHARANGAZO”, con toda la humildad, respeto y
filosofía. Para celebrar la comida de fraternidad, convivencia anual, por el
aniversario del nacimiento de su abuela María del Carmen Abréu González (mi
madre).
Ellos siempre han simbolizado como cobijo bienhechor a
mi madre María del Carmen Abréu González y a mi tía Consuelo Abréu González (mi
segunda madre), puesto que gracias a ellas; vivieron sus infancias en la casa
familiar de la calle El Calvario de La Villa de La Orotava, se divertían con
ellas, en juegos de la imaginación infantil, celebración de cumpleaños y
festividades y sobre todo en su crianza. Para ellas van todos sus recuerdos,
añoranzas y esperanza en la vida.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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