sábado, 1 de abril de 2023

PREGON SEMANA SANTA DE LA VILLA DE LA OROTAVA 2023.

La amiga y compañera de  docencia de la Villa de La Orotava; Carmen Hernández Méndez, remitió entonces (01/04/2023), el Pregón de la Semana Santa de La Villa 2023, que leyó el  pasado domingo 12 de Marzo en el templo de San Francisco del ex convento franciscano de San Lorenzo. Que tituló “LA SEMANA SANTA INTERIOR”: 


“…XVI PREGÓN DE LA SEMANA SANTA VILLA DE LA OROTAVA

“La Semana Santa Interior”

Carmen Hernández Méndez

12 de Marzo de 2023

Cuatro meses con esta frase repicando en mi cabeza:

“Profe yo sé lo que quiero decir, de verdad, yo me lo estudié, pero no sé cómo decirlo”.

A ver, si es verdad que sé decirlo.

Buenas noches.

- Sr. Cura párroco de la parroquia de la Concepción y responsable de esta iglesia de San Francisco.

- Párrocos de las diferentes parroquias de esta Villa y otros sacerdotes que nos acompañan.

- Miembros de la Comisión Mixta de la Semana Santa de La Orotava

- Hermanos Mayores.

- Presidente de la Junta de Hermandades de La Laguna.

- Representantes de la agrupación Musical Orotava y de la Banda de Cornetas y Tambores de la parroquia de San Juan Bautista.

- Representante de la agrupación musical Cruz Santa.

- Sr. Alcalde y miembros de la Corporación Municipal.

- Sr. Alcalde de Adeje.

- Querida familia que también ha puesto su granito de arena en la elaboración de este pregón.

- Apreciados amigos y amigas, vecinos, gente de La Orotava y de otros pueblos. Muchas gracias por venir la tarde noche de este domingo, a escuchar este pregón que comenzó, recordando una frase de mi alumnado y que he escuchado durante 33 años de docencia y con la que estos días me he sentido identificada.

Aunque el capítulo de saludos se alargue un poco, es de justicia que dé la bienvenida a dos sacerdotes con los que siempre estaré en deuda:

Primero, a don Santiago Glez. Hdez., el primo Santiago con quien compartí destino durante dos años en Arrecife de Lanzarote, su ayuda fue importantísima, me ayudó a buscar alojamiento y a través suyo conocí a muchas personas que hicieron más fácil mi estancia en la isla, pues era mi primer destino.

Y finalmente, un saludo especial y afectuoso para don Jacinto. Sé que ha supuesto un esfuerzo para usted, estar aquí esta noche, pero no podía faltar, pues usted tiene parte de culpa, bendita culpa, de que yo esté aquí esta noche, pregonando la Semana Santa de La Orotava, 2023. De todo corazón, muchas gracias.

Cuando el emisario de la Comisión Mixta de la Semana Santa de esta villa, el amigo Ángel Díaz Guardia, me comunicó que había sido elegida para pregonar nuestra Semana Santa, la verdad que mi reacción resultó algo extraña, esto suele ocurrir con lo inesperado e impensable: me levanté de la silla rápidamente , sin respuesta, corrí hacia la nevera, abrí la puerta como si quisiera esconderme, o quizá porque el subconsciente, ese personaje que nos conoce muy bien, quiso mantener refrigerado para siempre aquel momento de tanto valor emocional para mí. (Se habrán dado cuenta de que el lugar donde se produjo el comunicado fue en la cocina. Ese lugar de la casa donde algunas veces se toman decisiones importantes y se recibe a los amigos de confianza)

Mi respuesta fue un “SÍ”, un sí alegre, pero también, lleno de responsabilidad y de interrogantes. Me tranquilizó el espacio elegido este año para su lectura. Esta pequeña iglesia de San Francisco, pero no por ello, menos importante, ya que formó parte del convento franciscano de San Lorenzo mártir, al que el célebre José de Viera y Clavijo, llamó EL ESCORIAL DE CANARIAS. De jovencita venía los fines de semana con las compañeras del grupo “Juventud en marcha” del colegio La Milagrosa, hoy conocida con el nombre de “Juventudes Marianas Vicencianas”. Pasábamos un ratito con los ancianos y ancianas alojados en el hospital de la Santísima Trinidad, como todos saben, contiguo a esta iglesia hasta hace pocos años. Igualmente, en Navidad acudíamos a cantar villancicos con el coro de la parroquia de la Concepción.

También, fue aquí donde despedí a mi gran amiga y comadre, Rosy; momentos aquellos llenos de duda e incomprensión. Pues, cuando el orden natural de salida hacia el otro lado de la vida, se altera, no encuentras respuesta. El paso del tiempo, es el encargado de reconciliarte contigo misma y con Dios. La imagino sentada junto a las estrellas más brillantes de esta noche, rodeada de otros seres queridos y escuchando muy atenta mis palabras.

Este pregón, va también por ti, amiga.

NO he sido mujer activa en la vida de las cofradías, aunque últimamente me han fichado. Pero teniendo en casa dos cofrades tan activos, entenderán que lo he vivido desde la trastienda.

Mantengo vivencias de niña, y de adolescente en nuestra semana santa, pero mi colaboración en la vida parroquial comienza a partir de la llegada de don Jacinto.

Recuerdo, un día del mes de noviembre de 1976, cuando mi amiga Julieta, actualmente en Venezuela, y yo, acudimos a su despacho a pedirle trabajo, matizo, a que nos permitiera colaborar en la vida parroquial, como nos lo había aconsejado Sor Gregoria, desde el grupo de Juventudes del colegio La Milagrosa; don Jacinto, recién llegado y con ideas nuevas, nos escuchó y animó a incorporarnos a la vida de la comunidad parroquial. A esta iniciativa se incorporaron, semanas más tarde, muchos amigos y amigas. No los nombraré porque seguro me olvidaré de algunos.

Quisiera destacar también, que con don Jacinto, resurge la Semana Santa de La Orotava, prueba de ello es que se crean varias cofradías en este periodo, al igual que se rescata alguna de las históricas. Nuestro paso por la parroquia de la Concepción, fue una época donde se consolidaron lazos de amistad, preparando moniciones y lecturas con otros colaboradores del grupo de liturgia. Reuniéndonos en la casa de Acción Católica para crear y organizar el Vía Crucis de la juventud que tenía lugar la madrugada del jueves Santo; todo ello bajo la supervisión de don Jacinto, que nos acompañaba desde la Concepción hasta San Juan, donde algunos años nos recibió don Elías (D.E.P) con los brazos y las puertas abiertas. También, los días previos al Jueves Santo, ayudando a doña Eusebia en la elaboración lenta y cuidadosa de los diferentes ramos para el Monumento y tronos; a Doña Agustina haciendo los cucuruchos de papel para las velas. A Demetrio Mesa, el sacristán que nunca perdía el humor, y del que muchos éramos objeto de sus pilladas, aún recuerdo aquel Viernes Santo en el que fruto del cansancio, me descalcé un zapato de tacón, y el sacristán, muy rápido con la caña de encender, lo retiró de mi alcance, imaginen, mi apuro para intentar conseguir el zapato, a falta de pocos minutos para salir a leer a uno de los atriles. Fueron casi cinco años de conocimiento de la liturgia, de aprender a dialogar para llegar a puntos de encuentro porque todos hacíamos falta: Hermandades, monaguillos, grupos parroquiales, catequistas, etc.

El paisaje de una parroquia durante los días de Semana Santa es un ir y venir, los tronos deben estar relucientes, mangas, ciriales, albas, casullas, jarras, champaneras y especialmente, la celebración de las eucaristías, exquisitamente preparadas, con cariño y paciencia.

Lo mismo sucedía en San Juan, recuerdo ver preparando el Monumento a dos personas que imponían, me refiero a don Santiago García y a don Jerónimo. Con los pocos medios que existían en aquel momento, hacían auténticas obras de arte, solo se disponía de orejas de burro, muy abundantes, retama fina, lluvias, claveles y poco más, ya que no se contaba con la oferta tan variada de flores que existe hoy en día. Muchas procedían de feligreses que tenían terrenos y cuidaban las flores para estos días. Al no existir las esponjas para hacer los ramos, se recurría a un preparado con serrín y agua. Decir también, que don Santiago poseía una colección de jarras que aportaba para estas ocasiones, muchas de las cuales donó a la parroquia.

Hacer el monumento o enramar los tronos no se podía prever con tanta antelación como hoy en día, pues dependías de las flores que consiguieras para poder distribuirlas.

Como anécdota de la escasez de medios económicos y de surtido de flores, les cuento, que, al entrar la procesión del miércoles santo a San Agustín, la cofradía del Nazareno recogía las flores de los tronos para aprovecharlas el Viernes Santo. También decir que el mercado de la Laguna fue uno de los pocos lugares donde las parroquias se podían surtir, especialmente de claveles. Esto es trasladable a cualquiera de las iglesias de La Orotava, nombro estas dos por ser Los templos de los que tengo más vivencias.

Pregonar la Semana Santa de La Orotava es para mí un honor y a la vez siento un pequeño temor por no estar a la altura, después de la consulta de varios pregones valiosos en conocimientos históricos y artísticos relacionados con la imaginería de nuestra Semana Santa. Por ello, he optado, como hilo conductor de este pregón, lo que llamaría, la Semana Santa Interior, y el vocabulario que surge ante la contemplación de los diferentes Pasos que procesionan en esta Villa. La Semana Santa interior brota, sin esperarla, emociones, sentimientos, recuerdos, vivencias; esas palabras abstractas e invisibles a los ojos de los demás, pero son las que de verdad dan sentido a la Semana Santa. La Semana Santa Interior nos habla a todos, bien en las eucaristías, a través de la observación directa, desde una acera, dentro del cortejo procesional o desde casa. Una Semana Santa que es referente para otros pueblos de la isla y de toda Canarias, su rica iconografía que pasea por unas calles donde se mezclan bajadas y subidas, callejones y plazas, escaleras y escalinatas, día y noche, amaneceres y atardeceres, música y silencio; unido también, a un estilo propio de llevar a hombros nuestras imágenes, siempre bajo las indicaciones del celador que a su aviso y coincidiendo con el redoble del tambor, los cargadores empiezan el lento caminar con el pie izquierdo. Todo ello la convierte en única.

También es propio de La Orotava el sistema de relevos a elección del celador, que combina los grupos por alturas, según el desnivel de las calles: en las subidas, y siempre delante, los cargadores de estatura más baja; y los más altos, detrás. Mientras que, en las bajadas, a la inversa. Todo ello, para conservar el máximo nivel horizontal posible del trono, y evitar el menor sufrimiento de los cargadores, todo ello forma parte de una antigua tradición a conservar.

Cada Semana Santa parece siempre la misma, los recorridos, las imágenes, los horarios de la eucaristías, los Vía Crucis, etc, pero nuestra situación personal y el paso del tiempo hace que la sintamos de forma diferente : miro hacia atrás y me doy cuenta de que pasé de ir de mano de mi madre o hermana, a llevar a mis hijos, dejando en medio los años de adolescente donde huyes de ir al lado de las bandas y carrerita adelante hasta llegar al sitio preferido, bien en la zona central o donde más cerca estaba el muchacho en cuestión.

Hay un momento clave en mi Semana Santa interior, cuando paralela al cortejo procesional, surge un cortejo íntimo, dejas de ser un simple espectador que contempla el paso de los tronos, hermandades, estandartes, etc. A partir de ese instante, la mirada ha cambiado, te apetece ir al paso, sentirte a solas junto a la imagen deseada, bien por la acera o con una vela en mano. La música te agrada, se ha convertido en fiel compañera de esa conversación contigo misma y de diálogo secreto entre yo y la imagen. Pura emoción y sentimiento.

Los cargadores paran, momento este para mirar hacia el rostro de un Cristo o Dolorosa, aprovechas este descansito para una petición, un agradecimiento, una emoción determinada o para observar una anatomía magníficamente lograda, llámese, Cristo de El Perdón, el Crucificado, Humildad y Paciencia, La Columna, El Calvario, El Señor del Huerto o cualquiera de las maravillosas Dolorosas que posee nuestra Semana Santa (pongan ustedes el rostro que deseen).

Por todo ello, La Semana Santa de La Orotava es un GRAN POEMA VISUAL, porque llega desde la emoción y busca provocar la emoción, porque no nos deja indiferentes, porque nos emociona, nos conmociona y nos remueve. Descubre al ser humano que llevamos dentro y como dije anteriormente, permite el diálogo con uno mismo: la llamada Semana Santa Interior.

Seguro que cada uno de ustedes, tiene guardado en su retina, momentos de diálogo personal al contemplar una imagen, de nuestra Semana Santa, bien desde una esquina, una curva, una subida, desde un balcón, una azotea. Rodeados de amigos o familiares, de pronto, camina bajo nuestra mirada, esa imagen, (vuelvo a repetir, háganla realidad ustedes) comienza el diálogo. Nadie se da cuenta, pero seguro que la mayoría de ustedes lo ha vivido o experimentado. Porque la Semana Santa va y vuelve, pero lo vivido, lo sentido, permanece.

Recuerdo, como se quedó grabado en mi mente, hace ya varios años, la mirada de una señora que observa fijamente la bajada de la procesión del Cristo atado a la Columna, en la intersección de la calle de los Tostones con la calle la Hoya. Un rostro entre angustia y agradecimiento. Esa es la grandeza de la Semana Santa; no estamos únicamente ante una sucesión de tronos, cofradías, hermandades, gente por las aceras, bandas de música, etc. Tiene que haber algo más, y La Orotava posee instantáneas visuales que llaman la atención, para algunos por su belleza iconográfica; y para otros, esa belleza, va más allá, nos interroga y emociona, porque las miramos con ojos de creyentes.

Existe otro tipo de diálogo, privilegio de unos pocos. Ahora quiénes dialogan son el escultor, imaginero y su obra. La Orotava, goza de una imaginería maravillosa y espectacular, que recorre todos los momentos de la pasión de Cristo. Se imaginan, los diálogos entre Lujan Pérez o Fernando Estévez, con sus creaciones. Y por qué no, también nuestro imaginero, Ezequiel de León Domínguez.

Los escultores imagineros se enfrentan a un mundo en blanco, sin forma, que poco a poco irá creciendo, el autor inicia un diálogo con ese elemento natural y noble como es la madera. Término femenino y por ello con una intuición especial que la convierte en fiel y agradecida receptora de los cortes producidos por gubias, formones, escofinas, etc. Modelar, tallar o esculpir son las formas que tienen los escultores para expresar una idea, un sentimiento o emoción determinada. El escultor, va dando forma, lentamente a una determinada pieza de cedro, roble, nogal, sabina y otras. La madera va conversando con el escultor, conforme va concibiendo la obra, primero en la imaginación, cuando la inspiración brota, luego en forma de boceto, es la obra a escala, para finalmente y a paso lento las manos y la madera se complementan, el diálogo avanza y la madera vive un proceso en el que se elimina material desde el exterior hacia el interior a través del desgaste y el pulido.

El escultor descansa, hay que observar cómo la inspiración del momento va quedando plasmada en lo que al principio era un bloque de madera en bruto, que va camino de convertirse en una expresión de dolor o de alegría. Las manifestaciones artísticas no responden a un horario fijo, la inspiración para componer, tallar, pintar, no sabe de mañana, tarde o noche; aparece y hay que aprovecharla. Para cualquier artista las palabras inspiración y perfección van unidas; tiene claro lo que va a expresar. Cuántos bocetos harían los imagineros de los pasos de nuestra Semana Santa, hasta conseguir la expresión de sufrimiento de un Cristo o una dolorosa; seguramente, por eso había que buscar un modelo, un autorretrato, personajes de la época próximos al autor.

La imagen está terminada, tal y como su autor la había concebido, ha llegado el momento de la despedida, un momento de dolor. Los dos sabían que este momento llegaría. Comienza otro dolor. El escultor-imaginero se despide de una obra que es una parte de él mismo, de su vida íntima. Y a la vez, también de satisfacción y alegría porque él sabe que se la entrega a unos creyentes, que seguramente volverán a establecer otro diálogo con ella, en momentos de gloria y tristeza. Para los devotos, una imagen se convierte por momentos en un refugio, ante la barrera que la vida te va poniendo.

Y con esta reflexión volvemos a los inicios de este pregón: la Semana Santa de La Orotava está llena de momentos cargados de poesía callada y en secreto.

En poesía hay dos elementos claves: el ritmo y la rima. Y en nuestra Semana Santa, esos elementos están más que presentes, gracias a las bandas de música que en ella intervienen: La Agrupación Musical Orotava, La Banda de Cornetas y Tambores de San Juan Bautista y desde hace unos años La Agrupación musical Cruz SANTA; sin olvidar a nuestros diferentes coros, corales y organistas. Fruto todo ello de la rica cultura musical de nuestra Villa y nuestro valle.

La música, realza en todo momento, la solemnidad o elegancia, la devoción o sentimientos de los diferentes momentos de la Pasión, desde “El alabaré” del Domingo de Ramos, hasta “Madrugá”, la mañana del Viernes Santo, para terminar con el toque de Silencio y “El adiós a la vida”. Volviendo a la alegría del principio con el “Gloria” del domingo de resurrección. Gracias a los músicos que acompañan nuestros pasos, se abre la puerta al significado y comprensión de la Semana Santa ya que con las emociones que generan a través de sus melodías es más fácil imaginar y sentir como si fuesen reales aquellos sucesos bíblicos que ocurrieron hace ya dos milenios.

No podemos dejar de mencionar a compositores de las diferentes marchas procesionales, a todos nos viene a la mente, nombres a nivel nacional de sobra conocidos, pero como esta noche la que brilla es la Semana Santa de La Orotava, es de justicia, acordarnos de Don Tomás Calamita, Don Domingo Delgado Febles, don José Mesa Cabrera, ya fallecidos, y de otros más recientes, como don Julio Castañeda Fumero, don Teófanes González Palenzuela, don Raúl García Mesa, don Daniel Hdez Méndez, don Borja Romero, y don Jesús Agomar Glez. Guillama. (estos dos últimos estrenando obras para la villa)

La Semana Santa Interior, surge también, de la contemplación de símbolos y atributos que acompañan a los diferentes pasos. Estos, persiguen un refinado simbolismo donde lo teológico y lo popular hacen causa común para mayor exaltación del mensaje: los dados que nos dicen que la suerte está echada, la espada o puñal de una dolorosa, palmos y olivos a la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, una copa con perfume y otra con aromas para embalsamar, un paño con el rostro de Cristo grabado a sangre, un corazón atravesado por siete puñales, en la Virgen de la Soledad que acompaña al Cristo del Huerto, y que podemos observar en esta iglesia, el gallito que delata, una columna que conforta el domingo y otra de tortura, la noche del jueves santo un martillo que clava y desclava , una túnica despojada, una sábana blanca que recoge y mantiene una madre para horas más tarde tapar a su hijo difunto. Son muchas las instantáneas que propician que el espectador se aísle durante unos segundos, que van más allá de la sola contemplación de una obra de arte.

En el libro La doble vida de los cuadros, del escritor Carlos del Amor, aparece un fragmento que perfectamente lo podríamos aplicar a nuestras procesiones: “Para mí los cuadros, tienen una vida mientras estamos en el museo otra diferente cuando se quedan solos. Una obra de arte concluye siempre en los ojos del espectador”.

Nuestras imágenes tienen una vida mientras están en los templos, pero cuando las vemos salir y avanzar algo va cambiando: El Cristo de la Salud, baja la calle León y pareciera que debido a su peso quiere ir más rápido, empujando a los cargadores. EL Señor del Huerto, sortea la estrecha y complicada puerta junto con las escaleras de la Iglesia de San Francisco, la majestuosa salida de la procesión del Mandato, casi sin dificultad, la bajada de los escalones de San Agustín con la Procesión del Cristo del Perdón o el de la Humildad y Paciencia para terminar con la Dolorosa; o la entrada de la procesión del Cristo atado a la columna, a la plaza del ayuntamiento: de frente una escalinata vacía y desolada con la coral a la espera en el atrio del ayuntamiento. Pareciese que la actualidad recodara los momentos históricos, “lo dejaron solo y abandonado”. Ya nadie puede aprovechar los lados de dicha escalera, como antaño, para sentados y casi sin dejarse ver, tener un diálogo frente a frente con quienes simbolizan el AMOR y la GLORIA, Jesús y María. Una de las estrofas más importantes del poema visual que es nuestra Semana Santa. En un contraste totalmente opuesto al otro jueves del año, donde la escalera está llena de músicos, corales, frente a un balcón decorado donde a pesar de haberlo dejado solo y abandonado, ÉL NOS BENDECIRÁ.

Continúa la visión del cambio en el exterior: Una imagen detrás de otra, a lo largo de la Calle La Carrera con la procesión del Nazareno, o la del Calvario por la Calle Tomás Zerolo y finalmente la salida del Cristo yacente precedido de su madre, tan juntos como si de una PIEDAD se tratara.

Nos damos cuenta de que en la calle algo ha cambiado; la percepción, la emoción no es la misma porque son imágenes creadas para procesionar, nada está puesto al azar, desde las ropas, los ramos, el DOBLE TOQUE de un celador, el paso de los cargadores, los descansos, unos ojos que miran desde cualquier punto, el ruido de las redomas o de las horquillas que mantienen los varales, el olor a incienso, por cierto , el gasto debe ser cada vez mayor porque la humareda suele ser bastante lucida y olorosa.

La intersección de todos esos elementos, unido a la situación vital de cada uno de nosotros es lo que da lugar a la presencia de lo que anteriormente llamé POESÍA VISUAL: sentimiento, emoción que brota de una imagen visual que nos coge de la mano, nos la aprieta, nuestras miradas se juntan, resulta imposible que ese rayo de luz invisible entre ambas, no propicie el diálogo. Un diálogo sin palabras, pero por profesión, no puedo dejar atrás, el uso de determinados términos para designar a nuestros pasos procesionales: diminutivos, apelativos, abstracciones, sustantivos y adjetivos con diferentes connotaciones:

- Comenzamos con el Cristo de la Buena muerte, Cristo de la salud, del Perdón, la virgen de los Dolores y Nuestro Padre Jesús del Despojo. Pasos que procesionan, previamente a la Semana Grande: muerte y dolor, sustantivos inherentes a la propia vida, perdonar, el verbo más repetido en la Cuaresma, pero, algunas veces, cuánto nos cuesta practicarlo. La salud, un deseo universal. Y terminamos con la palabra despojo, cuántos seres humanos son actualmente despojados de su dignidad, de vivir en Paz, una vivienda o de su propia tierra.

- No faltan diminutivos como el Señor del burrito, o el Cristo de la Cañita, el primero como exaltación, alegría triunfante, el segundo como si con la designación de “Cañita” el sufrimiento y las burlas parecieran menos.

- Un predicador que pasea por las calles en pleno mediodía, casi siempre azul y luminoso sobre adoquines y hierbas olorosas.

- Terminando con el sufrimiento de una espera y una traición rodeado de tres de los suyos, una espada, un farol, un báculo para cada uno de los tres apóstoles. Y un huerto de olivos que cobija el dolor del abandono.

El domingo del Cristo del Huerto, lo vivimos de forma muy especial en casa, tanto es así que, desde hace unos años, el olivo que acompaña al Cristo, casi siempre procede del jardín de mi madre. Son varios los amigos, fijos, Carmelo Ramos, y antiguamente MANOLO el del pencón, quienes, junto a Domingo en la mañana del sábado, buscan el gajo más elegante, apropiado al sitio donde se ha de colocar en la basa, todo un ritual donde nada queda al azar.

Me voy a permitir el contarles un poco la historia de nuestro particular Huerto de los Olivos: hasta 1969 el Señor no llevaba un olivo grande a su derecha, sino que se adornaba el trono en redondo con pequeños ramos de olivos y palmitos. Fue en 1979 cuando al colocar el Señor en el trono, don Ezequiel de León Domínguez y su sobrino don José Luis de León Torres, dieron la idea de colocar un solo olivo, más grande a la derecha del Cristo. Y aquí vino el problema: dónde conseguir un olivo con esas características; los mayores que acompañaban en los preparativos sólo conocían el que estaba en la finca de la Casa Azul, allí se encontró lo que buscaban. Pero todos los años surgía el mismo problema, dónde ir, algunos años, a la Quinta, en Santa Úrsula, y varios años en el antiguo Recodo, justo en la finca donde estaba de medianero don Gregorio Glez. Padilla.

Ante este panorama repetido año tras año, Domingo, intentó tener un olivo propio, y cuál no sería su sorpresa cuando su madre, o mi suegra Rosa, al regreso de un viaje de Algeciras tras visitar a su hermano Rafael, aparece con un ejemplar de olivo en una maceta, traído en mano en el avión. A partir de ahí y al paso de breves años ya teníamos olivo y un problema menos. Los olivos crecían bajo la atenta mirada de mi madre, Remedios, que nunca pensó en tener un huerto de los olivos en su querido jardín.

- El martes Santo, mandan las palabras Preso y Lágrimas, como si una fuera el complemento de la otra. Los grilletes y las manos atadas no lo dejan avanzar, pero tampoco se defiende. Ante el canto del gallo, el arrepentimiento se convierte en lágrimas, manos entrelazadas y arrodillado.

- Seguidamente, el miércoles por la noche salen a la calle dos palabras que convierten al ser humano en una persona sencilla, sin orgullo alguno y paciente ante las adversidades, me refiero, como todos se imaginarán, al Cristo de la Humildad y Paciencia. Malos tiempos para ser paciente, vivimos en la sociedad de la inmediatez, queremos que lo estropeado sea arreglado al momento, que nos contesten al wasap inmediatamente, que la comida sea de elaboración rápida, aunque el sabor no sea el mismo de hace unos años; quizá por eso, aquel sabor especial de los tollos de abuela Rosa y la tía Carmen, el pescado encebollado de mi madre, las arvejas de Nereida, el pescado salado con papas nuevas y recién cavadas de doña Rosario, que también continuaba con la elaboración de las torrijas de carnaval, ya que el azúcar de las mismas ayudaban a aguantar el camino de los cargadores de la familia; todo un manjar elaborado para los días grandes, jueves y viernes santo. También, esta procesión era de visita obligada a la casa de mi tía Beatriz en la calle García Beltrán, ya que mi primo Alfonso Castro Méndez, joven militar, desfilaba con la banda de la cruz roja como uno de las primeras cornetas. Años más tarde lo haría como director de la banda de cornetas y tambores de la parroquia de San Juan Bautista, siendo ya sargento de artillería. Continúa siendo miembro

de la HERMANDAD y mientras su salud se lo permitió no dejó de asistir a la misa y procesión. LA CRUZ roja no asistía solo como banda, sino también como escolta, una escuadra de gastadores para el Cristo, mandada muchos años por Manuel Glez. Padilla (a juicio de muchos entendidos era quien mejor marcaba los giros) y otra de camilleros para la virgen. El contraste entre el color negro del manto de dolor con el blanco de las polainas, y los varales de las camillas cargados al hombro, mostraba la unión entre el sufrimiento y la ayuda.

- Misericordia, Mandato, crucifixión, monumentos, latigazos, compañía, Gloria: palabras para un Jueves Santo orotavense que altera el orden de los hechos de la pasión, y que de pequeña me preguntaba por qué no al contrario, para coincidir con la realidad, como si fuera tan fácil y aceptable, pues la tradición manda. A media tarde, vemos a una Madre, vestida de negro puro, roto por el brillo de un pectoral cruciforme, perteneciente al obispo D. Luis Folgueras y Sion, I obispo de la Diócesis Nivariense. Ya, por la noche, la tristeza se viste de azul, un azul con varias tonalidades, bajo el nombre de Virgen de Gloria; qué antítesis tan real, Dolorosa y Gloria, para darnos el mensaje de que La Gloria se consigue, a través de un camino donde la alegría y la tristeza se entrelazan. No puede faltar la compañía de San Juan, primero con pluma de plata y pergamino en mano; más tarde con mirada hacia arriba (según la leyenda popular, mirando hacia los balcones).

Juan Y María presencian las tres caídas de Cristo y la cuida en todo el camino hasta el Gólgota, terminando al pie de la cruz, donde Jesús al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento él no la abandonó. Seguro que, en nuestra vida, también, hay amigos o amigas que están a nuestro lado siempre, en las buenas y las malas.

- Latigazos y crucifixión, dos palabras para el peor de los sufrimientos de la pasión, la columna amarra y la cruz clava, no hay escapatoria.

Pero tras el sufrimiento de la columna y la cruz, aparece el Mandato y la misericordia, “Amarnos los unos a los otros como yo os he amado” Qué difícil cumplirlo, en algunos momentos, pero se intenta, y a veces, se consigue.

Por cierto, hago un pequeño paréntesis, para desde aquí, tener un recuerdo para con mi padre y sus trabajadores del taller de carpintería. Tanto, cuando se acercaba la semana santa, como el primer domingo de julio, don Domingo, con quien le unía una gran amistad, siempre le pedía ayuda para bajar y subir al cristo de la columna de su hornacina, labor que se convirtió en una tradición. También su ayuda era requerida por el sacerdote, para cuantos trabajos de carpintería necesitaba, dada la cercanía del taller con la parroquia. Comento que, en una ocasión, colocando el cíngulo que ata las manos del Cristo, una de las manos se desencoló, y ante este hecho y el enorme disgusto de don Domingo, este fue rápidamente a solicitar la ayuda de Ananías, quien, con su conocimiento del oficio, resolvió el problema, con tal maestría que restauradores que luego han intervenido en el Cristo nunca han creído necesario tocar esa parte de la anatomía, demostrado en las radiografías hechas a la imagen. Decir también que mi padre fue el primer vicepresidente de la banda de Cornetas y Tambores de San Juan Bautista, a petición del párroco y de don Enrique Hdez. Jorge.

Retomamos la cronología de nuestra semana santa. Se acerca el final, viernes Santo, con un vocabulario de pasión que para nosotros tiene hondas resonancias por su capacidad explicativa de la realidad. TRES PROCESIONES que nos recuerdan de forma cronológica, las últimas horas de la pasión de Cristo.

- Temprano y silenciosamente, nos encontramos con, “ayuda, rostro, prisa y encuentro”. La cruz pesa cada vez más, la vida pesa, pero siempre aparece un Cirineo que nos la hace más llevadera. La Cruz de nuestro Jesús Nazareno, es singular por sus incrustaciones de nácar en el carey frente al resto de cruces de otros cristos Villeros que son de madera: El Cristo de la Buena Muerte, Cristo de la Salud, Cristo del perdón, Cristo de la humildad y paciencia, El Crucificado y la cruz del Calvario. Además, El paso de Jesús Nazareno, junto con El Señor del Huerto y el Calvario, son los únicos grupos escultóricos indivisibles, el resto de imágenes lo hacen individualmente en su trono correspondiente.

- El Nazareno, se separa de sus amigos, incluso de su madre, camina solo por la calle Viera lentamente con el acompañamiento de la banda de Corneta y Tambores de San Juan Bautista, mientras por la calle Tomás Zerolo, hasta llegar al entorno de la parroquia de la Concepción, su madre Dolorosa, San Juan, junto con la Magdalena y la Verónica. Tiene lugar la representación del Encuentro. Todos llegan a los pies del Nazareno; emotivos son los cuatro encuentros, cada uno diferente: La Magdalena lo mira con lágrimas de dolor y resignación y se retira, llega San Juan que lo mira con cariño y sorpresa y corre rápido a avisar a su madre. Mientras, la Verónica, llorosa le limpia el rostro manchado de sangre y sudor. Y, por último, llega el Encuentro más emotivo, de la mano de Juan, sin separarse ni un momento, llega su madre ante la presencia de su hijo, no hace ninguna venia, solo lo contempla. Mientras, suena “La Madrugá” a los acordes de la Agrupación Musical Cruz Santa, situada bajo el balcón de Correos. Todos ellos, después de reencontrarse lo acompañarán hasta el Gólgota.

Actualmente, somos espectadores de lo contrario, los medios de comunicación nos muestran desencuentros, abandono, separaciones, familias que ven cómo sus hijos, marchan a una guerra en UCRANIA, y otras menos conocidas y que parece no tener fin, ¿Será por culpa de las palabras? Quizá sí, porque cuando mandan las armas y se abandona el dialogo, la solución no llega. También, cada día se lanzan al mar cientos de personas en busca de un futuro mejor y más digno. La incertidumbre y el deseo de que la llegada a tierra se consiga, llena el corazón de muchas dolorosas que se mantienen a la espera de tan ansiado ENCUENTRO.

El viernes Santo continúa con dos procesiones, prácticamente iguales, la diferencia la marcan dos palabras, Al mediodía, la Piedad, aunque utilizamos más la de Cristo del Calvario y por la tarde Entierro.

EL calvario siempre fue una procesión a la que asistía especialmente gente del campo, quizá porque durante la semana trabajaban muchísimo, para que todo estuviera dispuesto el jueves santo al mediodía, la comida de los animales preparada, los cubos y las lecheras limpias, ya que una de las pocas labores que se hacían en la noche del jueves santo y el viernes era ordeñar las vacas y alimentar a los animales. Y al que le tocaba el agua, ir a coger la dula al canal. Quedaban ratos libres en los que entonces se podía y debía asistir a los cultos y procesiones de esos dos días. Así me lo contaba mi suegra y mi madre. No se atrevía nadie a trabajar, no fuera que algún vecino, te acusara, poco menos que de ser un hereje. LA PROCESIÓN DEL CALVARIO siempre ha sido un referente para la familia de mi marido, desde la participación de su abuelo don Domingo Hdez Quintero, uno de los refundadores de la Hermandad, allá por 1917, junto a sus amigos, don Agustín Hernández, don Ignacio Hernández el encargado de la Hacienda Grande o don Carlos Glez., el abuelo de nuestro amigo sacerdote, don Carmelo Glez. (actualmente párroco de la iglesia de nuestra señora de la luz en los Silos). Mi suegra siempre contaba que le oía decir a su padre, como fue la votación para ser aceptado como miembro de la Hermandad, a través de bolas blancas y bolas negras, como se imaginarán era aceptado el que tuviera más bolas blancas que negras.

El calvario suele ir acompañado, Junto al trono, al igual que en otras procesiones de nuestra semana santa, por personas descalzas, cumpliendo sus promesas y con varias velas. Cuando las observo, siempre pienso en las palabras de ruego que esas hermanas y hermanos le dirigirán al Cristo, el desespero seguido del agradecimiento por el favor pedido o conseguido; manifestado en un caminar, descalzos en todo el camino de la procesión, en un día casi siempre caluroso donde los adoquines y el asfalto tienen una alta temperatura. Son actitudes que actualmente, nos chocan, y no las comprendemos y más de una vez he escuchado el comentario de “Qué necesidad, el Cristo no quiere esos sacrificios”. Yo misma lo he llegado a pensar, pero quiénes somos nosotros para juzgar esa respuesta ante una petición rogada o concedida.

“No juzguéis y no seréis juzgados”. Este es otro de los detalles donde palabras como, emoción, sentimiento o semana santa interior, comentadas anteriormente, se pueden observar de una forma viva y real.

María sostiene delicadamente el cuerpo de Cristo con los brazos extendidos, reposando la espalda en las piernas maternales. Ofrece un dolor contenido que escapa por la boca entreabierta, y aparece algo ausente, ensimismada, en una abstracción de dolor. Un dolor que no es resignado ni patético, sino más bien fruto del control emocional.

Por la tarde, María contempla a su hijo yacente. La sábana que lo recogía en El Gólgota, ahora cubre su cuerpo muerto. Tras él, y como si de un solo paso se tratara, aparece con manos entrelazadas y mirada baja. Ambos paran unos minutos en la puerta del templo, el redoble del tambor obliga a que aparezca el término SILENCIO, silencio absoluto que se logra cuando la banda interpreta magistralmente el toque de oración. Abren la procesión, los llamados Santos Varones, José de Arimatea y Nicodemus, ambos, en la más estricta intimidad bajaron de la cruz el cuerpo de Cristo.

Cuantos Santos Varones, están actualmente repartidos por el mundo, personas que, de forma desinteresada, creyentes o no, luchan contra las cruces de la enfermedad, el hambre, las guerras, el rechazo a las mujeres, por el solo hecho de serlo, vacunando a niños y niñas o dando consuelo al que lo necesita. y durante la pandemia aun no terminada del todo, cuántos santos y santas, personal sanitarios: enfermeros y enfermeras, médicos, auxiliares, personal de limpieza, militares y policías, ejercieron de verdaderos santos varones.

Cuando contemplemos a nuestras imágenes pensemos, aunque sea unos segundos en lo que han hecho por nosotros, y pidamos por ellos.

La procesión del Santo entierro consta de un sinuoso recorrido: comienza por subidas, curvas, semicurvas, rectas, bajadas, como si de un tablero de geometría se tratara. Todo un entramado de calles que no hace fácil el caminar de los diferentes pasos, ni siquiera se escucha la música en la primera parte de la procesión, hasta llegar a la puerta de la Iglesia de San Francisco. Un descanso para los Santos varones, María Magdalena y San Juan. Cristo Yacente y su madre entran un ratito en su antigua casa, el antiguo emplazamiento del cenobio franciscano y donde estuvo el antiguo Hospital de la Santísima Trinidad. Comienza, a partir de aquí, un recorrido más sosegado, más recto y solemne que antiguamente se perdía en las cuatro esquinas del ayuntamiento y especialmente empezando a subir la calle León, el último tramo, un ángulo recto en toda su expresión. Cuando jovencita, este tramo daba la sensación de desorden y de un ligero caos: el caminar de los cargadores se aligeraba considerablemente, pareciese que la procesión se dividía en tres, los Santos Varones muy deprisa, alguna vez hasta de media hora de adelanto al entrar en la iglesia, luego le seguían San Juan y la Magdalena con un caminar rápido pero no tanto como el de los Santos Varones, y finalmente, El Hijo Y la Madre, siempre con el paso contenido y uniforme en todo el recorrido. Mucha gente abandonaba la procesión al llegar a la calle el Cantillo, para presenciar la llegada de la procesión a la Iglesia de San Juan, y si quedaba hueco, poder entrar, cosa muy difícil porque los que sólo llegaron hasta la calle Nueva, o a San Francisco, ya han conseguido sitio en el interior, y hasta algunas personas no abandonan el templo , una vez terminados los cultos, para poder presenciar en primera línea la sepultura del Señor, y se convierten en espectadores de todo el montaje del sepulcro ; todo este mobiliario que se utiliza para escenificar la sepultura del Señor, estuvo hace unos años, residiendo en mi casa, mientras Domingo hacía mesas y tarimas nuevas y mi hija Beatriz, marmoleaba y daba pan de oro.  

En el ansia por encontrar un sitio cercano al altar mayor, y poder estar sentada, esta que les habla, presenció a una señora sentarse en el antiguo y estrecho confesionario situado en la capilla del Carmen, el problema vino cuando la señora quiso ponerse de pie…

Personas de todas las edades contemplan como los sacerdotes, ayudados por Paco y Vilehaldo muestran a los fieles el Cristo Yacente, despojado de la KIPÁ y es inciensado y colocado en el interior del sepulcro; mientras estos ojos míos ven desde hace muchos años, la cabecita de mi vecino Jesús sujetando la tapa por el lado izquierdo, la cual con golpe seco y contundente…… cae, produciéndose un silencio absoluto.

El viernes Santo va llegando a su fin con la palabra SOLEDAD se retira el puñal a la Virgen de los Dolores para a continuación, en silencio y a la luz de las velas, ascienda por la Villa de Arriba hasta llegar a la ermita de la Piedad.

En la Parroquia Matriz tiene lugar la Procesión del Silencio cuya protagonista es la Dolorosa que procesiona en la tarde del Jueves Santo junto al Cristo de la Misericordia. La procesión, organizada desde 1953, se desarrolla en completo silencio y en penumbra, tan sólo interrumpida por la luz de las velas que emanan de los participantes del cortejo.

La Semana Santa acaba, los diferentes pasos están en sus correspondientes templos, se cierran las puertas y desde primeras horas de la mañana del sábado, empieza una de las jornadas más duras e intensas que se viven en todas las iglesias. Lo que se ha ido preparando a lo largo de toda la cuaresma se dejará recogido y convenientemente ordenado en poco más de diez horas, pues no solo se ha de recoger sino también de preparar una de las celebraciones más importantes del año litúrgico, LA VIGILIA PASCUAL.

Regresan palabras como: Resurrección: teníamos la confianza de que al tercer día resucitaría.

Esperanza: en que las nuevas generaciones, aunque no tan numerosas, sepan recoger el legado que se les entrega, sin adulterar, evolucionando, pero sin perder la esencia que identifica la Semana Santa de la Villa de La Orotava.

Gloria: La que recogemos en la resurrección, celebraremos en la Ascensión y reviviremos en el día grande de nuestra villa, la infraoctava del Corpus Christi.

Alegría: El domingo de Resurrección, donde esta vez paseará por las calles, desde cada parroquia, no una imagen, sino, la procesión de procesiones, EL SANTISIMO SACRAMENTO.

NO me olvido de las realidades de la semana santa de los diferentes núcleos de La Orotava, en ellos también, procesionan imágenes y se celebran todos los ritos de la cuaresma. Por lo tanto, esa semana Santa interior de la que les he hablado esta noche, va más allá de las parroquias y calles del casco histórico de La OROTAVA: también están presentes el dolor de una madre, columnas que atan y cruces que matan. Jesús se encuentra con sus amigos y María, su madre.

Pues “Allá donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".

Y al final, la alumna que no sabía cómo decir lo que había estudiado, calmó sus nervios, y fue capaz de pregonar la semana santa de La Orotava y siendo hija de un carpintero como lo fue JESUS que mejor que terminarlo con un poema de León Felipe, titulado:  

UNA CRUZ SENCILLA

(León Felipe (1884-1968)

Hazme una cruz sencilla

Carpintero.

Sin añadidos.

Ni ornamentos.

Que se vean desnudos

los maderos.

Desnudos.

Y decididamente rectos.

Los brazos en abrazo hacia la tierra.

El astil disparándose a los cielos.

Que no haya un solo adorno.

Que distraiga este gesto,

Este equilibrio humano

De los dos mandamientos.

Sencilla, sencilla, más sencilla.

Hazme una cruz sencilla carpintero.

FELIZ CUARESMA, FELIZ SEMANA SANTA Y, SOBRE TODO, FELIZ PASCUA DE RESURRECIÓN.

HE DICHO…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL


 

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