El
amigo de la Villa de Los Realejos; JERÓNIMO DAVID ÁLVAREZ GARCÍA, remitió
entonces (07/07/2023) estas notas que tituló; “HOMENAJE A FELIPE HERNÁNDEZ
GARCÍA (1929-1978)”.
Publicado en el Programa de Las Fiestas de Mayo de Los Realejos 2023: “…Wolfgang
Amadeus Mozart, el mayor genio de la música, “vivía en un constante derroche” y murió acosado por las deudas.
Miguel Ángel, autor de los frescos de la Capilla Sixtina y la Pietá del Vaticano, era de carácter
terco y violento, de conductas inauditas, y autocrítico. Hacía estallar en
cólera a su mecenas el papa Julio II, pontífice y militar que fue, y no menos
irascible y testarudo que él; pero conocedor de la psique de hombres como Michelangelo
lo trató como un semejante. Quizás la prematura sordera de Ludwig van
Beethoven, compositor de la emblemática 9º
Sinfonía, agrió su carácter, y la propia mutilación de Vincent van Gogh,
autor de Los Girasoles, en un
momento el cuadro más valorado del mundo, habla de su inestabilidad. La
relación de artistas que rindieron cuentas a la justicia sorprenderá al lector:
Perugini, Benvenuto Cellini o Duccio, Cervantes fue encarcelado en varias
ocasiones y Caravaggio fue un pendenciero y asesino; así certifica la Historia el
carácter nada convencional de autores y artistas.
De nuevo traemos a Wittkower quien escribió: “el público en general acepta esta
personalidad distinta del artista (…) existe la creencia, casi unánime, de que
los artistas son y siempre han sido egocéntricos, caprichosos, neuróticos,
rebeldes, informales, licenciosos, estrafalarios, obsesionados por su trabajo y
de difícil convivencia”. Y concluye este historiador: “donde quiera que la imagen del artista loco
[excéntrico] tenga validez, la
conducta neurótica, difícilmente tolerada en una persona normal [del
común de mortales], es disculpada
incluso esperada de los artistas”. Los autores clásicos abordaron la
idea sobre el temperamento (genio), es el caso de Giorgio Vasari, arquitecto y
pintor que se consagró como historiador del arte. En su biografía de autores y
en el caso específico de Rafael Sanzio, autor de la Escuela de Atenas, advierte que los predecesores a él “habían arrastrado desde su nacimiento una
cierta locura y rudeza; aparte de hacerlos ensimismados y fantasiosos”.
Realejero y artista, Felipe
Serafín del Jesús Hernández García (Felipito),
nace el 26 de febrero de 1929 en el Caserío del Albornoz (residencia de la
familia materna), según certifica su acta de nacimiento. Fue hijo de Felipe
Hernández González natural de Realejo Bajo y Serafina García León. Su abuelo
materno Cipriano García González, casó en segundas nupcias con Sebastiana León
González y procrearon, a excepción de Hermenegilda nacida del primer
matrimonio, a Manuel, Ramón, Adolfo, Serafina, Elías, Juana, Efidencia,
Cipriano, Isabel, Feliciano, Ismael, Augusto y Pedro. Este ancestro suyo,
alcalde que fue de Realejo Alto (1910-1911), falleció en 1918 con 55 años; hizo
fortuna en Cuba con su hermano político, el magnate crusantero Domingo León, y
a su retorno compró las tierras conocidas como “del Albornoz”. El nombre, y parte de la propiedad actual, se
remontan al conquistador Francisco de Albornoz, quien recibió datas por el
adelantado Fernández de Lugo. Sus tierras lindaban con las de otro personaje
del siglo XVI, Francisco Castilleja, cuya propiedad limitaba a su vez, con la
de Francisco Romero. Parece evidente que los apellidos de esos terratenientes
dan origen a tres topónimos municipales: El Albornoz, La Castilleja y La
Romera; pagos que delimitan sucesivamente hacia el oeste geográfico.
Felipito,
el primogénito, residió con sus progenitores y hermanos: Berto, Cipriano
(fallecido en la infancia), Tito y Teobaldo Hernández García, en la Calle del
Medio (en esa época rotulada como Alfonso XIII, de La República, del General
Franco y de Blas Pérez, sucesivamente). El entorno familiar, plasmado por él
con frecuencia, se ubica en la esquina de la Travesía del Pino, donde poseía su
estudio, precisa su hermano Teobaldo. Su vida coincidió temporalmente con los
episodios políticos de la Historia de España de ese siglo: caída de la
Monarquía, Segunda República, Guerra Civil, Dictadura del General Franco e
instauración de la Democracia. Felipe, hombre de vasta cultura (estudió durante
unos años en el Seminario Diocesano, fue ávido lector y poseedor de una
biblioteca que aún se conserva; además de coleccionista de pintura histórica),
padeció la intransigencia por su identidad sexual, vicisitud que asumió con
dignidad.
Desde los años sesenta, con el auge económico y el cambio
social propiciados con la llegada del turismo de masas, encontró una vía para
desarrollar en plenitud su capacidad artística. Así legará a sus convecinos un
ingente espectro de lienzos de diversa temática, que abarcan paisajes,
edificios o rincones históricos (también de otros municipios), retratos,
dibujos florales para su bordado en trajes de magos, cartelería, sudarios,
diseño de escaparates y escenarios, manualidades, floristería, y la confección
de ramos de novia que las agraciadas aún recuerdan orgullosas. Incluso, cultivó
la pintura mural, como quedó patente en Bodegón
Las Ranas; ahora desaparecida. Colaboró
en la Parroquia diseñando el Monumento de Jueves Santo y plasmó su trazo de
efecto marmóreo en las basas procesionales de las santas Verónica y Magdalena.
Es dudoso que pintara, como se ha formulado, el antiguo sudario de la cruz de
plata, probablemente realizado por Emilia Mesa. Esa actividad artística local
se amplia con su labor de escaparatista en Puerto de la Cruz, Icod o Las
Palmas, razón que favoreció la venta de su obra pictórica en el exterior,
presumiblemente cuantiosa y de imposible catalogación.
Un entrañable esbozo de su personalidad, facilitado por su
familia, nos ilustrará ahora. Los calificativos: educado, serio, autodidacta
desde la infancia, con un sentido del humor irónico casi mordaz, generoso,
amigo de sus amigos, extrovertido, religioso, inteligente, melómano (apasionado
de Barry White) y poeta, detallan su carácter. Fue metódico en su trabajo, incluso
irascible en exceso en lo referente a las exigencias de su arte; singularidad
que define la personalidad de los autores como se expuso en las referencias
bibliográficas aportadas. Este hombre libre, de vestimenta refinada, bohemio, vanguardista, que paseó sus
pañuelos, bufandas y boinas; amigo de los colores, en especial el rojo, dejaría
su impronta en el pueblo. Su virtuoso trazo le llevó por calles y plazas donde
se le podía atisbar con frecuencia junto a su caballete “paleta y pincel en mano”, como refirió Álvaro Hernández.
El primer homenaje póstumo a Felipito se realizó durante las Fiestas de Mayo de 1979. Me
permito reproducir su anuncio en el correspondiente programa de actos: “viernes 18 de mayo a las 19:00 horas
exposiciones [de] fotografía, artesanía
canaria, colectiva de pintura y la exposición pictórica homenaje al artista
local Felipe Hernández García”. El Memorialista de Los Realejos ha
destacado de él “su exquisita sensibilidad como persona y
artista”, abordando una semblanza de su vida y obra de forma afectiva a
la par que documentada durante la inauguración de la exposición temática
celebrada en el Círculo Viera y Clavijo, (texto adaptado para el Programa de Fiestas de la Calle de El Medio
2019). En el último cuarto de siglo otros autores han versado sobre su
obra, como aconteció con motivo de la publicación oficial del Cincuentenario de
la Fusión del municipio (dentro de su exposición colectiva). También en textos
relativos a festividades o cultos realejeros y en volúmenes de fotografías
históricas editados por el Ayuntamiento de Los Realejos. Francisco Hernández
Fuentes aportó un esbozo personal en Realejeros,
en su edición de noviembre de 2006 y en 2012, durante la Fiesta de la Cruz de
la Calle del Medio con la colaboración de Miguel A. Hernández Ávila, se
inauguró una muestra en su casa familiar, donde se incluyeron lienzos suyos y
de Armando Lara.
A iniciativa del
vicepresidente del Círculo Viera y Clavijo, José Domingo Hernández Grillo, y
bajo el lema "Las Tertulias de
Viera", se grabó en dicha Sociedad el programa Tanemir Canario, dirigido por Isidro Pérez. Emitido en Radio Realejos,
aportó un esbozo de Felipito del que enumeraré solo estas ideas: el profundo
afecto que sentía hacia su ayudante Eduvigis Grillo; así como a Elena, Alfredo,
María Isabel y Rucaden, vecinos y asistentes, a quien añado a Rita “la cacheta”, Pilar “la rebosa” o Tata, como confirma
Elvira Grillo Fuentes. Con todos compartía devoción al Santo Madero y dirigía
el ornato de la Capilla de la Calle del Medio con flores donadas por vecinos.
Ese paso de integración le permitió instalar su bazar en la esquina de Godínez,
frente a la vivienda que fue de Melchor Suárez Albelo, trasladándose a
comienzos de la década de los setenta al local de Pablo Galán Pérez en la Avenida
Primo de Rivera (actual Avenida de Los Remedios). En esta época se inscribe
como socio del Círculo Viera y Clavijo, y diseña escenarios para las Fiestas de
Mayo y la citada sociedad cultural, marcando con su estilo, un punto de
inflexión en el ámbito artístico municipal. A lo referido, se añade el diseño
de carteles de las fiestas en sus ediciones de 1977 y 1978, que se aportan como
ilustración a este texto. Se deduce de lo expuesto durante la tertulia, tras la
lectura del programa de la fiesta y del
relato actual de algunos miembros de la Comisión de Fiestas de Mayo de 1978,
que en vista del acto previsto el 15 de mayo de ese año,“con típicas parrandas canarias y concentración final en la plaza de
Viera y Clavijo, donde estarán instalados populares ventorrillos canarios
haciendo partícipe al público asistente de la papa arrugada, gofio y vino”, la
directiva decidió contribuir con el excedente de alimentos del Baile de Magos
celebrado el sábado anterior. En esa tesitura, Felipe como colaborador que era,
aporta la idea de trasladar a la plaza la imagen de San Isidro tras la misa
para presidir el acto, lo que se solicitó al párroco y compañero de estudios
del homenajeado, Benjamín de Taoro Martín (1969-1980). El éxito suscitado
propició que en los años sucesivos las comisiones profundizaran en la
celebración del acto, con la procesión, verbena o carrozas, como reflejan los
pertinentes programas; he aquí el origen de la Romería Chica. Los autores Jonás
Hernández y José Hernández corroboran la circunstancia, aunque únicamente
aportan el nombre de Luis Delgado Anceaume, miembro de la comisión (en realidad
integrada por él mismo, Juan Carmelo González González, José Domingo Hernández
Grillo, Mirella, Angelillo, Duvi Cedrés y muchos otros).
Dicho todo lo anterior, debo coincidir con algunas de las
conclusiones expuestas en la tertulia, pues parece cuanto menos paradójico que
nuestro protagonista, favorecido por una holgada economía, tras recibir el aplauso
social y profesional, abandonara voluntariamente esta vida a los 49 años el
sábado 19 de agosto de 1978 en su domicilio, como certifica su acta de
defunción. Recibió sepultura en el panteón familiar del Albornoz, en el
Cementerio de San Agustín, día en el que “todo el pueblo estaba apesadumbrado”, en palabras de José Domingo Hernández Grillo. Y
aquí seré lo suficientemente prudente en mi exposición como para no sentenciar
sobre una decisión tan sumamente íntima como es el suicidio. Acorde a la estructura
que ha vertebrado el estudio desarrollaré mi idea expuesta desde el inicio
sobre los artistas y su temperamento y la trasladaré al caso particular de
nuestro protagonista. Como se planteó, estas personalidades difieren con
frecuencia en las actitudes cotidianas del resto de humanos, y aunque Wittkower
asevera que la tendencia suicida (u homicida) de estos autores no es
estadísticamente superior a la media de la población, sí lo evocaré para
asentar mis conclusiones por las características que enumeró sobre los
artistas. A eso debo agregar los ejemplos de Francisco de Goya, “el sordo”, que realizara hacia 1820
sus “Pinturas Negras”, en la
convalecencia de su segunda y grave enfermedad y el del pintor surrealista
Oscar Domínguez con el trastorno que le produjo su acromegalia, que unida a
otros factores desencadenó su suicidio.
Así, con estas evidencias, formularé que sería razonable
conjeturar con la idea del autor frustrado, creador nato, que logró el respeto
social, pero que fuera visitado por una enfermedad que le conllevara un
menoscabo de la capacidad artística, inclinándose por esa vía violenta de
escape vital. Infiero ese juicio a partir de la sintomatología expresada por él
mismo y lo extrapolo, como citó Álvaro Hernández Díaz, a los lienzos pintados
en blanco y negro en sus postrimerías (excepto el cartel de la Fiestas de Mayo
de 1978).
Agradezco la predisposición de sus
familiares María Irma Hernández
Hernández y Teobaldo Hernández García, a quien se presentó esta semblanza el 24
de enero de 2023 en el Círculo Viera y Clavijo. Subrayo la colaboración de José
Domingo Hernández Grillo, y deseo advertir al lector que no me compete
desarrollar el análisis artístico de la obra de Felipe Hernández García, labor
que brindo al comisario de la exposición que ahora se inaugura en la Casa de la
Cultura.
Fotografía:
·Retrato de Felipe Hernández García con su ahijada
Dulce. DULCE GARCÍA BORGES…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario