sábado, 4 de noviembre de 2017

CARTA A MI HERMANO JOSE MIGUEL DE SALAMANCA



El amigo desde la infancia en la Villa de La Orotava; FRANCISCO SALAMANCA DE LA PEÑA, remitió entonces (16/11/2006) estas notas que tituló; “CARTA A MI HERMANO JOSE MIGUEL DE SALAMANCA”.
Publicadas en el periódico EL DÍA, el jueves 16 de noviembre de 2006: “…Mi querido hermano. El sábado cuatro de noviembre 2006 nos dejaste para siempre. Una profunda pena nos embarga a todos. Por mi profesión y dada la gravedad de tu enfermedad sabía de antemano la irreversibilidad de tu proceso. Pese a todo intercedí mucho por ti pero los designios de Dios son inexorables.
En tu funeral, un amigo común, se acercó y me abrazo fuertemente al tiempo que me decía, que su pésame era doble, porque yo no solo había perdido a un hermano sino también a un hijo.
Y qué razón tenía. Nuestro padre murió siendo tú un niño. Por entonces solo tenías quince años. ¡Que edad mas difícil y mas para ti, rebosante de inquietudes, aventurero, lleno de vida, con proyectos que te salían a borbotones y también hay que decirlo, tus travesuras!. Porque cada día nos proporcionabas una de ellas. ¿Recuerdas cuando te interesaste por la espeleología, descolgándote  en un acantilado del Sauzal donde, por cierto, hicistes un interesante descubrimiento, pero te mantuve toda una noche dentro de la cueva? ¿Recuerdas tu regreso de Inglaterra con una barba enorme, el pelo a media espalda,  una guitarra al hombro… y desde el mismo aeropuerto te llevé directamente a una barbería, sin apenas saludarte?.  ¿Recuerdas cuando te estrellaste con una pequeña Vespino conseguida en una subasta, presentándote en casa con las gafas rotas y el traje hecho jirones diciéndome al verme: hermano: ¿no te da pena?. Y anécdotas como estas, muchas, Semi, pero siempre  sin protestar aceptabas todas mis recriminaciones. Cuando te puse en manos del barbero ni rechistaste. Cuando la moto, al día siguiente la cambiaste por una guitarra eléctrica. Porque siempre me aceptaste y yo sé que me querías mucho e igualmente yo a ti. Más tarde comprendiste que tanto Pili como yo, mucho más viejos que tú,  nos comprometimos encargarnos de tu comportamiento. Si Semi, sin quererlo nos convertiste en tus padres. Mi carácter enérgico de aquel entonces, que tú también mostraste a lo largo de tu vida, y  bien sabes de quien heredamos, lo derramé en ti con el único fin de encauzarte, corregirte, y convertirte en una persona sensata preparada para la vida. Si alguna vez te llegué a herir no es necesario que te pida perdón porque por tu nobleza y cariño no me lo vas a permitir.
Pero con los años tu vida cambió. Tu ingenio, tu imaginación y tus ansias de emprendedor te llevaron a empresas de gran altura. Tú admirable sensibilidad te hizo amar la parte más bella de la vida: la naturaleza, que lograste plasmar y difundir a través de unos magníficos vídeos, películas y publicaciones. Y no digamos la pasión que siempre mostraste por tu querida Orotava que tanto estudiaste sobre su historia y tanto comentaste en charlas y programas radiofónicos.  Ese amor por nuestra Villa lo plasmabas con flores en las bellas alfombras que durante muchos años le dedicaste al Corpus Christi en la misma puerta de la Parroquia de Nuestra Sra. de la Concepción al tiempo que murmurabas que cada vez que ponías un pétalo tratabas al Señor de Tu.
Admirable tu bonito y último libro dedicado a los Calados Canarios, escrito en plena enfermedad y que como siempre hacías con tus trabajos el primer ejemplar me lo traías personalmente a casa con dedicatorias muy emotivas.
Admirable también Semi, fue tu valentía ante una enfermedad que conocías perfectamente, interpretándola  como el episodio más normal de tu vida. Jamás oímos de ti una sola palabra de desaliento ni congoja.
Tus restos fueron siguiendo tus deseos incinerados y tus cenizas esparcidas en la mar, en esas aguas de Los Gigantes en las que tanto disfrutaste con tu “Crysea”. Hiciste tu última singladura a bordo de nuestro viejo barco “Caribe” con el que te iniciaste en la afición a la náutica. Te acompañamos tu mujer, tus hijos Josemi y Maricarmen, Alicia y Cristina, tus sobrinos Mavi y Sergio, Paco, Jorge y yo. Jamás el “Caribe” llevó a bordo una carga tan triste. El rugido de su motor me parecía que también lloraba con nosotros. La mar estaba completamente llana. All llegar a la zona por ti elegida esparcimos tus cenizas que rodeamos con muchas flores, entre ellas, las amarillas, que tanto te gustaron. Sorprendentemente hicieron su aparición los delfines, aquellos delfines que tanto fotografiaste y amaste que seguro vinieron a rendirte su tributo de despedida y al mismo tiempo a ofrecerte la seguridad de su compañía para conducirte a la Eternidad. Semi, descansa en paz. Tu hermano, Pancho…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario