El
amigo de la Villa de La Orotava desde la infancia; EVARISTO FUENTES MELIÁN
“ESPECTADOR”, remitió entonces (29/04/2019) estas notas que tituló; “PUENTE CARRERA-CALVARIO EN LA OROTAVA”: “…Quizá no fuera necesario construir el
Puente entre las calles Carrera y Calvario de La Orotava (años 1960-65
aproximadamente), demoliendo para su ejecución el edificio de la Juventud
Católica y la casa vivienda y carpintería anexa. Desde los años
cincuenta, siglo XX, empezó a bullir la idea de construir este Puente. Pero no
hacía falta. Se hubiera solucionado el problema (si es que lo había) agilizando
la circulación de vehículos en la zona urbana circundante con aparcamientos,
como los que más tarde se habilitaron.
En los años
cincuenta, en localidades como La Orotava donde “nos conocemos todos”,
solamente tenían coche privado algún terrateniente de la aristocracia, el
notario, unos pocos empresarios de grandes almacenes y algún
profesional liberal. Conocí a un médico en concreto, que terminó su carrera en
1950 y se compró su primer coche cinco años después. Además de las guaguas
encarnadas, también había una parada de taxis para la gente pudiente (en el
vulgo: ‘gente rica’) y otra de coches piratas que salían hacia Santa
Cruz según se iban llenando.
Se procedió
entonces a la construcción del Puente Carrera-Calvario, que resultó ser un
mazacote de hormigón sin gracia ninguna, que deja amurallado cual muro de las
lamentaciones el costado sur del olvidado callejón de Los Rosales, situado en
cota inferior. Luego, paulatinamente, el Puente se fue mejorando con
edificaciones en el costado sur, y se embelleció con una bonita baranda con
artísticos macetones por el lado norte, desde donde se divisa una bella
panorámica rematada por nuestro inmenso océano Atlántico; es la misma
panorámica, por cierto, que se veía junto a los bancos de cemento para el
sosiego de la clase proletaria, existentes en dicha plaza desde antes de hacer
el Puente.
Epílogo.- Después
de tantos años, volver a cuestionar la idoneidad de este Puente quizá parezca
extemporáneo y anacrónico; pero estas líneas, queridos lectores, son sólo un
bosquejo crítico. En principio, ese Puente fue un adefesio en medio de un
barranco.
Como diría un mago:
“Sin necesidad ninguna”…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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