La amiga desde la infancia y compañera de
docencia de la Villa de La Orotava,: HERMINIA GONZÁLEZ MÉNDEZ, remitió entonces
(03/05/2019) estas notas referente al PREGÓN MARÍA AUXILIADORA 2019 que tituló;
““EL LEGADO””: “…Señor Director, Directora, hermanos
salesianos, Señor Presidente del Patronato San Isidro, miembros de la
Asociación de Mª Auxiliadora y de AMPA, cooperadores, compañeros profesores,
antiguos alumnos, alumnas, amigos todos, buenas noches. Érase que se era…un día
de febrero y no uno cualquiera. El 1 de febrero de 2018 durante la comida de
despedida de los profesores Mariela, Jesús, Cándido y Pepe Méndez, ocurrió lo
que yo no podía esperar. Don Abel con su talante diligente, confiado y bonachón
me pregunta si quiero hacer el pregón para este año, que me lo pensara. Al día
siguiente, 2 de febrero, festividad de la Candelaria, le pedí a la Virgen en la
iglesia de Santo Domingo que me iluminara con su candela para decidir aceptar
esta responsabilidad. Como estaba en blanco, también le pedí a la Virgen del
Rosario en su conmemoración el día 3, en la misma iglesia, que me ayudara.
Después de algunos días de dudas, pero con mucha ilusión por asumir este reto,
le comunico a Don Abel que sí quiero hacer el pregón, era el 14 de febrero.
Bonito día para recordar.
Me decía continuamente ¡queda un año! ¿Qué voy a contar
que no hayan contado otros pregoneros y pregoneras? Hablaré de María
Auxiliadora, lógicamente, de Don Bosco, de mi vida mariana y de mi experiencia
docente, mi relación con la comunidad, con los compañeros, hablaré de
anécdotas, de todo lo que he aprendido y de lo que humildemente le he podido
aportar a tantas generaciones de niños y niñas a lo largo de mis 41 años de
docencia. Y es que desde 1977 hasta ahora ha llovido mucho, 41 años ni más ni
menos. Muchas alegrías, muchos esfuerzos, muchos recuerdos. Toda una vida
dedicada a la enseñanza, a la comunidad salesiana, a mi familia, viendo y
ayudando a crecer también a mis hijos en este entorno de convivencia y amor.
Los días fueron pasando, el año volando y claro...no escribo nada y todo se
queda en mi pensamiento, en las conversaciones con la familia, los amigos….
¡Ay, qué tengo que hacer el pregón y no tengo nada! Pero ahí estaban ellos,
incondicionales, apoyándome en mi nueva aventura de construir este relato. Y
llegó el momento de decidir y empezar a escribir este pregón. Más que hablar de
mí, que algo diré, comprendí que con esta oportunidad podía hacer un homenaje a
los que realmente han dedicado su vida a ayudar a los demás desde la visión
salesiana y extenderla por el mundo, entregándose en cuerpo y alma.
Leí en Wikipedia el significado literal de la expresión
“María Auxiliadora” con el adjetivo "auxiliadora". Me llamaba la
atención ver lo que está recogido en este tipo de enciclopedias y decía que los
católicos significan que la Virgen María trae consigo el "auxilio" de
Dios, Jesucristo. El título de "María Auxilio de los Cristianos",
expresa la comediación de María respecto de la humanidad. Como Madre del
Redentor, por fuerza y mérito de la corredención, los católicos la contemplan
como la ayuda de la humanidad necesitada de redención; lo es también de cada
individuo, al considerársela la Madre espiritual de todos. Bueno, pues una vez,
leído esto con detenimiento, me quedo con tres palabras que me llaman mucho la
atención y necesito pensar en ellas: Auxilio, comediación y corredención. Seguí
la búsqueda de tales conceptos según el diccionario que las describen: Auxilio,
entendida como la asistencia que se le brinda a alguien cuando el mismo se
halla ante una situación de peligro, de necesidad. Comediación, referida a una
persona intercesora, negociadora, intermediaria y conciliadora que esta en
compañía de uno y de otro, capaz de gestionar conflictos en equipo.
Corredención se dice del que redime o que libra de todos los problemas o de una
mala situación. Palabras que en la actualidad me siguen sugiriendo las mismas
connotaciones para una sociedad tan necesitada de ayuda, de consuelo, de
capacidad de entendimiento y comprensión. De ahí que, uniendo una cosa y otra,
terminé pensando que había alguien que reunía todos estos ingredientes
realizando la obra de María Madre y que era un ejemplo de entrega, lucha, amor
y evangelización a favor de los más necesitados. Me refiero así a las Hijas de
María Auxiliadora, una congregación religiosa internacional cuyo objetivo
principal junto a los Salesianos, Don Bosco, es atender a la formación integral
de los jóvenes, una obra que engloba muchas acciones por todo el mundo y de
indudable valor. Me voy a ayudar del relato exacto de los inicios de “Las Hijas
de María Auxiliadora, a través de la vida de María Dominga Mazzarello y en su
encuentro con Don Bosco, el santo educador de Turín. Embajadores de la voluntad
Mariana que rompieron fronteras y extendieron su encomienda por muchos lugares,
como hoy ya sabemos. Una historia que muchos de los presentes seguro conocen,
pero para los que no, les puede ayudar a acercarse más al comienzo de tan
importante obra. El nombre de este pregón no puede tener otro nombre para mí,
que no sea este: “EL LEGADO”. María Dominga, una joven campesina de Mornés en
el Piamonte italiano, vivió su propio apostolado interesándose por la situación
de las niñas y jóvenes más necesitadas de su región.
Desde la sencillez de lo que sabía hacer y con un
carácter firme y decidido, María Dominga y su amiga Petronila abren un taller
de costura para muchachas y crean un improvisado orfanato para niñas. Era el tiempo
en que la educación de las muchachas era abiertamente descuidada y si los hijos
debían estudiar, estos eran los muchachos, razón por la cual María Dominga no
pudo asistir a una escuela y su centro de formación llegaría a ser la misma
parroquia. El padre Pestarino, el párroco, fue sensible a la realidad de las
muchachas y apoyó la experiencia de María Dominga y sus compañeras. Entre
tanto, Don Bosco había desarrollado su apostolado entre los muchachos obreros
de Turín, pero no había pensando en dedicarse a la difícil realidad de las
muchachas obreras y campesinas hasta que notables personajes le hacen sentir
que era su deber ofrecer su Sistema Preventivo para el cuidado de las niñas,
así como era con los muchachos. Dentro de su espiritualidad Don Bosco ve además
la causa como un deseo de María Auxiliadora y busca entonces el momento
oportuno para dar forma al proyecto. Este llegaría cuando encuentra al padre
Pestarino de Mornés, quien sería el punto de encuentro entre los dos santos. Es
con María Dominga y sus compañeras que Don Bosco da forma a la versión femenina
del Sistema Preventivo y funda el Instituto de Hijas de María Auxiliadora
cuando éstas se trasladan al colegio de Borgo Alto, recién terminado. Don Bosco
había prometido a la población que en cuanto el colegio estuviese terminado,
enviaría salesianos y la comunidad esperaba que fuera para los muchachos.
En cambio el 23 de mayo de 1872 llegaron allí las
primeras salesianas de la historia para sorpresa y desagrado de la población.
El evento de Borgo Alto es un ejemplo de la situación de la mujer durante el
siglo XIX no sólo en Europa sino en el resto del mundo, en una época en que
ésta era excluida casi en su totalidad de la educación. La reacción de la
comunidad de Mornés en contra de la primera comunidad de hermanas fue de una
casi total exclusión que les causó una mayor pobreza y carencias y que serían
la principal prueba en la fundación del Instituto. Sin embargo, no sería Mornés
el lugar en donde las salesianas verían el mayor crecimiento de su obra. A
pocos años de su fundación, estaban ya en camino de ir al encuentro de otras
regiones en donde la situación de la mujer era similar a la del Piamonte. En
1876 llegan a Valdocco cerca de Don Bosco, en 1877 a Niza (Francia) y en
noviembre de ese año, las salesianas cruzan el mar y llegan a Villa Colón
(Uruguay). El 14 de mayo de 1881 muere Madre Mazzarello, con tan sólo 44 años
de edad. Era la primera Superiora General del Instituto y para ese año éste
tenía 166 hermanas, 50 novicias y 22 postulantes en 26 casas entre Italia,
Francia y Uruguay. La sencillez, el compromiso y la sabiduría de Madre
Mazzarello quedaría demostrado cuando la Iglesia católica la declararía santa
en 1951 por obra del papa Pío XII. Ya antes el papa Pío XI le había dado el título
de cofundadora del Instituto de María Auxiliadora con Don Bosco.
Actualmente la Congregación está presente en África,
América, Asia, Europa y Oceanía y son más de 14.655 religiosas y seglares
repartidos en 91 países, cuya labor se acerca a las necesidades más importantes
de cada continente. Así, se van cumpliendo los objetivos de la congregación,
visitando las zonas rurales, abriendo escuelas, centros de formación
profesional, centros de acogidas para niñas y jóvenes en dificultad, centros de
promoción para la mujer, centros juveniles, oratorios, formación religiosa,
actividades sociales, de inserción, pastoral juvenil, residencias de
estudiantes y un largo etc.… de acciones a favor de la comunidad. Un caminar
día a día para lograr una mejor educación e integración de todos, avanzando con
espíritu de compromiso, igualdad, compañerismo y amor a los demás. Estamos en
una sociedad cambiante que necesita jóvenes con talento y valores, capaces de
afrontar los retos que trae este Siglo XXI. Un siglo lleno de diferencias,
desigualdades, pero con posibilidades de abordarlas con más conocimiento y
voluntad. Una labor que he podido conocer muy de cerca y que admiro
profundamente de la obra salesiana y de las Hijas de María Auxiliadora. Como
todos sabemos, queda mucho por hacer ya que siguen existiendo rincones en este
mundo donde no es fácil abrir este camino de oportunidades para todos.
En este sentido, cabe nombrar a las asociaciones de
María Auxiliadora que refuerzan el mensaje mariano de Don Bosco y que este año
2019 ha sido un año importante para esta Asociación, ya que el 18 de abril,
Jueves Santo, cumplió 150 años de su Fundación que Don Bosco comenzó en Turín
como agradecimiento a los beneficios que los fieles atribuían a la Virgen y
tendría como finalidad promover la veneración al Santísimo Sacramento y la
devoción a María Auxiliadora, las dos columnas del sueño de Don Bosco. El 30 de
mayo de 1862, Don Bosco compartió con sus jóvenes un sueño que había tenido
unos días antes: un barco estaba a punto de naufragar por los ataques que
recibía de sus enemigos, pero el Papa lo guió entre dos columnas que emergieron
del mar. Juntos interpretaron lo que años más tarde se ha considerado una
visión o una profecía: el barco representaba a la Iglesia y las dos columnas
que le permitieron entrar a puerto eran la Virgen María y el Santísimo
Sacramento. Así mismo, cada año a través de la campaña inspectorial se sigue
atendiendo con distintos proyectos, la pobreza y necesidades de los jóvenes de
hoy. Este año el lema de esta campaña ha sido “Primero los últimos” Dios no
quiere que se pierda ni uno de estos pequeños, que nos recuerda a Don Bosco que
ve en el encuentro con cada muchacho una ocasión de diálogo y de posible
acercamiento a la fe.
Si nos centramos en el aquí y ahora, podemos ver como
nuestro Centro va evolucionando hacia ese objetivo global de integración y
formación propia de estos tiempos, con actividades no sólo docentes sino
abierto a la sociedad, contagiando e involucrando a los ciudadanos en sus
proyectos de convivencia y ayuda a los demás. Cabe mencionar en este momento la
labor de cambio y adaptación a los nuevos tiempos de don Domingo González, como
Director, a partir de 1973, que pone en marcha un nuevo estilo de gestión
entregando las competencias correspondientes al Patronato del Colegio. Se
separan las administraciones del Colegio y la Comunidad. Época que se incluye
el Bachillerato mixto Unificado y Polivalente (BUP) y comienza el
funcionamiento de los Hogares Don Bosco. En 1978, toma la dirección de la Obra
salesiana don Marcelino Carreto dando un nuevo impulso, la Asociación de María
Auxiliadora, a cargo de don Antonio Jiménez Romero. Comienza el famoso «Cross
María Auxiliadora». Siguen años de cambios y consolidación de obras, y allá por
el año 1981, la pastoral juvenil va experimentando un cambio notable con los
grupos del Movimiento Luz-Vida y los campamentos juveniles de verano. Así es
como se van reflejando el cumplimiento de los objetivos, llegando a los jóvenes
con actividades formativas, educativas y llenas de vivencias y valores, también
desde el colegio.
Un colegio moderno, donde la presencia tanto de
profesoras, profesores, alumnos y alumnas es tan natural y tan igualitaria que
de alguna manera refleja el proceder de la obra y espíritu de María
Auxiliadora. Un colegio que ha visto como generaciones y generaciones de
pequeños, se nos hacen adolescentes en nuestras aulas, llegando a su madurez y
pudiendo ver que la gran mayoría del alumnado devuelve a la sociedad todo su
aprendizaje, todos los valores que han podido encontrar en un centro educativo
como el nuestro. Muchos siguen hoy aquí convertidos en profesores, en
colaboradores, emprendedores y un largo listado de profesionales que en algún
momento de sus trayectorias, recuerdan cómo el carácter salesiano, ha influido
fuertemente en sus vidas, convirtiéndose de nuevo en el reflejo del trabajo tan
importante iniciado por Don Bosco y María Dominga Mazzarello a favor de la
integración y la formación, con una visión de futuro muy avanzada en aquellos
tiempos de represión e incomprensión. Mis primeros contactos con la familia
Salesiana, fueron en la persona de Don Víctor, cura salesiano y profesor que me
dio clase de literatura en el colegio de La Milagrosa. ¡Quién me iba a decir a
mí que pasados unos años sería yo la que estaría en su casa salesiana como
maestra! en mi Villa de la Orotava, la que había “pateado” mucho, ya que, por
el trabajo de mi padre, trabajador de la platanera, vivíamos en una finca más
abajo de Los Rechazos, cerca del Bollullo.
Caminaba diariamente varios kilómetros para llegar al
colegio de La Milagrosa, donde hice mis estudios de Bachillerato, ¡qué bien me
vendrían ahora esos andares! Con sol, lluvia y viento, mi hermana pequeña y yo
hacíamos ese trayecto y no mi hermano, que aún era pequeño. Varios años después
nos trasladamos a vivir a El Ramal, ya podíamos decir que vivíamos “en el
centro” de la Villa. Crecimos felices en un ambiente en el que siempre oía a mi
madre cantar, la sonrisa en los labios y sus bromas y chistes con los vecinos.
Por fortuna me sigue contagiando con sus cantos y buen humor. Mi padre un
incansable trabajador, nunca se quejaba, nos dejó pronto, pero con un gran
legado de amor, esfuerzo y unión que ha marcado mi vida. Termino Magisterio y
siendo Don Domingo director del colegio salesiano, comienzo con mucha ilusión
mi andadura como maestra en este colegio, como ya he comentado, en el año 1977.
Mi vida profesional va tomando rumbo y a la vez la personal, formando mi propia
familia en el año 1984 junto a Antonio, mi marido, antiguo alumno salesiano con
el que he tenido tres hijos maravillosos, como diría cualquier madre. Los
cambios han sido enormes a lo largo de los años en cuanto a reformas
educativas, adaptaciones curriculares, mejoras de las instalaciones para acoger
más alumnos y más acciones que ayudaran a realizar actividades extraescolares,
acogida de proyectos educativos y como no, hasta en materiales de uso cotidiano
para impartir las clases.
Como aquellas tizas que se deshacían cuando las
apoyábamos en la pizarra y que Isaac era el que nos surtía en aquel cuarto
debajo de portería. ¡Cómo cambió todo cuando se pusieron las pizarras blancas
con rotuladores! ¡Casi nada! Pero lo que quedaba por ver… llegó la tecnología,
los ordenadores, los seguimientos de calidad y con ello muchos cursos de
reciclaje y horas y horas de trabajo extra... Trabajábamos mañana y tarde.
También los sábados, para reuniones y adaptaciones a esta nueva era digital en
la que nuestro colegio empezaba a despuntar. No ha sido sencillo y estos
cambios profundos de programaciones, de usos de herramientas nuevas me llenaban
de inquietud mientras asimilaba tanto aprendizaje. ¡Cuánto ha valido la pena!
Cuántos cambios de chips hasta normalizar cada día de clase y llevar a nuestros
alumnos lo mejor de la enseñanza. Más de cuatro décadas de docencia con muchos
momentos buenos y otros no tanto. La ilusión frente a la decepción, el ánimo
frente al desánimo, la alegría frente a la tristeza, la fortaleza frente a la
debilidad y así muchos adjetivos que pueden definir toda una vida compartiendo
con los compañeros cada hora de preparación de clases, claustros, formación,
pero también eventos increíbles de convivencias relajadas, comidas, excursiones
divertidas… lejos de las exigencias del día a día y reflejando lo que realmente
se vive en un centro educativo como el nuestro, el sentir que la docencia y la
pasión por formar en valores, es todo uno.
Aunque mi relación con los compañeros de primaria fue
más cercana al desempeñar mi labor en los primeros cursos escolares, siempre
percibí mucha afinidad con los de secundaria, sintiéndome parte de una
“familia” bien avenida. Podría ir nombrándolos uno a uno, pero la lista es
larga y no quiero dejarme a ninguno atrás. Sin embargo, podría enumerar algunos
de los sentimientos que me dejan y que llevo siempre conmigo: cariño,
comprensión, esfuerzo, constancia, superación, alegría... Por tanto, agradecida
siempre a cada uno de ellos por esta herencia que me llevo. Muchos amigos he
tenido la fortuna de hacer, algunos, aunque no estén hoy aquí, seguro me
estarán escuchando. Creo que el espíritu de María Auxiliadora me invadió desde
el inicio de mi actividad docente pero también a lo largo de mi vida. Tanto que
cualquier oportunidad que se presentara de hacer algo por Ella, en sus días de
fiesta o en los homenajes, ahí estaba yo, participando de los arreglos de la
iglesia, de las flores, las lecturas, los manteles, los altares en clase, la
catequesis, la tómbola, el Cross, los escenarios, las representaciones, las
procesiones de San Isidro, Domingo Sabio, Mª Auxiliadora en el campo de fútbol.
Un sin fin de momentos inolvidables que me llevaban más allá de mi profesión de
maestra. En medio de este ajetreo, recuerdo siempre a alguien muy especial en
el Centro y para la Comunidad Salesiana, Don Antonio, siguiendo tan cercano,
viajero, salesiano de patio, de sus niños, sus monaguillos, su incalculable
devoción a Mª Auxiliadora, sus altares, tómbolas, belenes... y por qué no
decirlo, marcando pasos con su carácter fuerte, tozudo, pero siempre receptivo.
Don Antonio cuidó mucho la devoción a María Auxiliadora a través de los grupos
de celadoras, asambleas, congresos, conmemoración de los 24 de cada mes,
estampas, almanaques... y atender a los grupos de devotos de María por
diferentes rincones de la isla como Arafo, Granadilla, Punta Brava, San Benito,
La Zarza, ... ¡Qué recuerdos! Sus chistes y canciones cuando íbamos en guagua a
algunos de estos lugares, hacía que el trayecto se hiciera más corto y ameno. Él
tuvo mucho que ver con mi novelería para estar en todo, ya que contagiaba su
hacer diario lleno de vitalidad. Fui una de las últimas personas que estuvo con
él en el hospital y no dejó de sorprenderme, incluso en esos momentos, diciendo
que lo que quería era vestirse para ir a decir la misa de la tarde. Esta
devoción a María Auxiliadora la ha continuado primero, Don José María y
actualmente Don Abel, como conciliarios del grupo de ADMA, a cuya Junta
pertenezco desde hace algunos años, como Camarera de la Virgen. También han
dejado una huella en mi desempeño como profesora y fiel seguidora de María
Auxiliadora, cada uno de los directores que coincidieron a largo de mi vida en
el colegio: D. Domingo, D. Marcelino, D. Francisco, D. Félix, Don Alberto, D. Diego,
D. Manuel Julio, que hasta su llegada tenía la dirección académica un profesor
seglar y que figuraría como director del Centro, Don José Afonso, Don Emilio
Torres, D. Ernesto, D. Abel y Mari Luz, que llega a este cargo cuando ya voy
terminando mi relación académica pero no la moral con mi querido colegio. Hoy 1
de mayo de 2019 comienza el mes de dedicación plena y homenaje a María
Auxiliadora, aunque el aperitivo de nuestra fiesta grande en honor a nuestra
Madre comienza con la fiesta de Don Bosco el 31 de enero. Es como una carrera,
el pistoletazo de salida que nos va preparando para un gran día, el 24 de mayo.
Un día que desde muy temprano se oye algún “cañonazo” que retumba en nuestro
hermoso Valle, despertando a nuestros montes, abriendo nuestro cielo y quizá
llegando el eco hasta nuestro gigante Teide. Meses de preparación para este
acontecimiento que va floreciendo en cada rincón del centro, de las aulas, con
los preparativos para tantas actividades, concursos, competiciones deportivas,
que hacen que el sentir de estas fechas traspase las puertas del colegio que
lleva el nombre de San Isidro. Una festividad que celebramos el 15 de mayo,
precediendo a la vez, los eventos del gran homenaje a nuestra Madre. Un gran
arco de frutas a la entrada, indicará el comienzo de la novena de María
Auxiliadora. ¡Algo tuve que ver en esto! que, de una tímida iniciativa de un
pequeño arco, fue creciendo hasta tener que pedirle ayuda a Don Gaspar, que nos
indicó realizarlo tal como él lo hacía en las fiestas de San Isidro. Y poco a
poco se van desgranando los días de la novena a cargo de los diferentes grupos
que conforman la familia salesiana.
Junto con estos preparativos, los niños entrenan para
las olimpiadas de atletismo que se realizan en el campo del cole, pero... ¿y
quién no habla del Cross? Se considera la carrera más antigua de Canarias y por
tanto ya ha llegado a estar marcada en las agendas de tantos deportistas,
incluso de élite, que ven esta carrera una de las más importantes a realizar en
sus vidas. Como no recordar a Don Evaristo, que preparaba junto con Pepe
Santiago y el profesorado este Cross de María Auxiliadora. Un salesiano que
dejó una gran huella en el colegio y que entre mucho de su hacer, le gustaba
tocar el pequeño órgano en las celebraciones y hacía que el himno a nuestra
Madre no faltara en ninguna de ellas. Era muy curioso con los detalles,
convirtiéndose en un gran coleccionista de fotografías con los recuerdos de
cada instante o acontecimiento de lo que ocurría en el colegio. Podría seguir
recordando muchas anécdotas, pero debo avanzar... Ya estamos en el día grande.
Los preparativos de este día 24 de mayo comienzan desde el anterior con el
enrame del trono de la Virgen, que se ha colocado en la entrada principal del
colegio. Recuerdo como Isaac desde muy temprano adornaba con mucho cariño el
trono de María Auxiliadora. Ella surgía, en el centro, como la flor más bella
entre tanto gladiolo. Esa mañana desde muy temprano, comienzan a desfilar
muchos devotos que desean ver a nuestra linda, bonita y guapa Auxiliadora, como
dice Don Abel. Por la tarde, en un acto familiar y lleno de ternura, nuestra
Madre acoge a los niños nacidos a lo largo del año y les da su bendición.
El sol va cayendo y al atardecer acompañamos a María,
la que no abandona jamás a sus hijos, hasta el “polideportivo”, nuestro “poli”,
un entorno acogedor para que todos podamos pedir su intercesión. Terminada la
eucaristía, suenan las primeras notas del himno “rendidos a tus plantas” y con
él la entonación ferviente de todos los presentes. Entre “vivas” a María
comienza la procesión. Don Bosco y Domingo Sabio salen a hombros de alumnos,
exalumnos, profesores y seguidores de la Virgen. Le abren camino acompañados
por los niños y niñas que han recibido su Primera Comunión. A la salida de la
Virgen, los pétalos de flores caen como lluvia de colores sobre su trono.
Padres, madres y muchos vecinos se arremolinan en torno a la Plaza del Llano,
que luego seguirán en el trayecto procesional. Transcurre el recorrido por la
calle Nicandro, la pendiente calle de Tomás Zerolo a buen ritmo para llegar a
la calle de San Agustín y Plaza de la Constitución, donde la Coral del Liceo de
Taoro nos deleita con sus cantos. Continúa nuestra marcha por la calle
Calvario, y a su llegada a la Plaza de Franchy, el cielo se llena de luz y
color. Son los esperados fuegos artificiales, en honor a nuestra Auxiliadora.
Hace algunos años, al paso por la Iglesia de San Agustín, las nubes decidieron
que en lugar de pétalos de rosas cayesen gotas de lluvia, dejando que María
Auxiliadora acompañara esa noche a Nuestra Señora de Gracia. A la mañana
siguiente todos los niños del colegio y la comunidad salesiana la llevaron de
regreso al colegio.
Durante algunos años se ha repetido este “imprevisto”
aunque no lloviera. Entre cantos y banderolas azules y rosas que portan los
niños y devotos a lo largo de la calle Calvario, en un ambiente alegre,
distendido y cercano, aclaman con sus vivas a María Auxiliadora hasta la
llegada de nuevo a su capilla salesiana. Se cumple así una vez más la
tradición. Casi no termina de entrar la Virgen, ya estamos pensando cómo será y
que se podrá hacer para el siguiente año. Aunque la procesión cierre las
puertas ese día, se abrirán rápidamente para continuar con los deseos de la
obra Mariana, favoreciendo nuevos proyectos, a través de la Orden Salesiana.
Proyectos que cada vez estrechen más los lazos que unan la Sociedad, la
Comunidad Educativa y la Pastoral. Ayudando a niños y jóvenes a integrarse y
crecer, siendo reconocidos por sus talentos y valores, apoyándolos para que
puedan acoger los nuevos retos que estos tiempos presentan. Un legado de María
Auxiliadora extendido por muchos países, que ha ido evolucionando desde
aquellos inicios con Don Bosco y María Dominga de Mazzarello en Turín. Una
labor en manos de salesianos, salesianas y seglares, tan integradora,
innovadora y necesaria, que aún sigue viva en este siglo XXI.
Cierro este pregón agradeciendo a Don Abel el haberme
invitado y animado a realizarlo. A Mari Lourdes por la presentación que ha
hecho de mí. ¡Gracias Don Abel! ¡Gracias Mari Lourdes! Gracias a la comunidad
salesiana, compañeros y alumnos, familia y amigos. ¡Feliz mes de mayo! ¡VIVA
MARIA AUXILIADORA!...”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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