El amigo de la
Villa de La Orotava; ANTONIO PÉREZ Y
PÉREZ, remitió entonces (2014) estas notas que títulos “LOS COCHITOS DE VALERO”: “…Recuerdo
perfectamente los cochitos de "Valero".
Valero era una empresa (no
sé si aún existe) dedicada a las atracciones de feria que recorría todos los
pueblos de Tenerife. Tenían varias “pistas” (como así llamábamos a las
atracciones de feria), entre ellas, una de chochitos de "esmoche"
llamada, precisamente, autopista Valero.
En época más reciente
(años 70, 80 y 90) se llegó a instalar en los terrenos que lindaban con el
solar de la actual estación de guaguas (frente al Colegio la Milagrosa), en la
Avenida Emilio Luque, en el espacio que ocupa la actual vía que comunica con la
Cruz de la Cebolla
Y Centro de Salud de las
Dehesas (avenida Mercedes Pinto. Como anécdota recuerdo que cuando nos subíamos
en el Pulpo se podían ver “desde las alturas” los jardines de la Casa de Doña
Chana), en los aparcamientos de San Agustín (aparcamientos de la "oficina
del paro", donde hoy está la Plaza del Quinto Centenario y antiguamente el
Cuartel, ocupado más tarde por los depósitos municipales), en la Plaza Franchi
Alfaro o en Carmenati. Incluso, por las fiestas de María Auxiliadora montaron
alguna "pista" en la Plaza de San Sebastián.
Recuerdo, además de los
coches de "esmoche", el Pulpo, el Saltamontes, la tómbola Antojitos,
la Chochona, la noria, "autopistas" varias, e incluso alguna vez se
montó en la Plaza Franchi Alfaro la “casa de los espejos”, en la nos veíamos,
al mirar a los distintos espejos, deformados de manera muy diversa dependiendo
del efecto que generaba cada espejo. Recuerdo que justo enfrente de la Iglesia
de San Agustín, pegada a una esquina de la Plaza de la Constitución, se instaló
durante algunos años una especie de Bingo (era una caseta bastante alta de
color azul y llena de juguetes y utensilios varios que luego serían sorteados)
al que acudíamos con la ilusión de “llevarnos” alguno de los premios.
Tampoco nos podemos
olvidar de las turroneras de Tacoronte, casetas de tiro, ventorrillos (entre
ellos el del conocido Ventura), o de los pinchos morunos de “Manolo el de los
pinchitos”, ni de las churrerías, puestos de venta de juguetes o algodón de
azúcar y almendras garrapiñadas recién hechas con su inconfundible aroma.
Tristemente, hoy nuestros
hijos no pueden disfrutar de “los cochitos” durante nuestras Fiestas Mayores.
Un saludo, amigo Bruno y gracias por tu labor de difusión…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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