José María Hernández Delgado que conocíamos por “Pepe el de Roes”, nació en la Villa de la Orotava en el año
1939 y falleció en la misma Villa el uno de diciembre del 2023.
Estudió con su hermano Juan, en el Colegio de San Fernando de La Villa de
la Orotava, en la calle de San Francisco, en donde fueron pioneros de la
apertura del citado centro docente que regentó el maestro nacional y recordado
orotavense don Fernando Álvarez Árbelo.
Contrajo matrimonio con la dama villera Julia. Tuvieron cuatro hijos: José
Domingo, Tito, Luisi y Sandra. Cuatro nietos; Samuel, Lucas, Lucía y Diego.
Jugó al baloncesto en el CB. Liceo Taoro, en aquella afamada liga de la
segunda categoría norteña del año 1955.
Perteneció a la Coral Polifónica del Liceo Taoro, con la que disfrutó de
numerosos viajes y actuaciones musicales.
Miembro de una familia totalmente involucrada con la vida religiosa y
cristiana.
Durante años trabajó para la hermandad de Esclavitud del Cristo de la
Columna del sevillano Pedro Roldan que se venera en el templo parroquial de San
Juan Bautista. Parroquia y hermandad con la que colaboró vendiendo rifas, lotería
y demás para el bien común de familias necesitadas.
Empezó su vida laboral, cobrando recibos de los acuíferos villeros,
posterior trabajó como dependiente de una cooperativa de consumo que se instaló
en la Villa de La Orotava, en la calle Juan Padrón- callejón El Loro.
Finalmente culmina lo laboral como dependiente de la firma comercial de la
Villa ROES.
Conocí a Pepe cuando trabajaba en la Cooperativa de la calle Juan Padrón, y
mi amistad se amplió casi familiar cuando trabajó en Roes.
Por eso se le conoció con el apelativo de PEPE EL DE ROES, para
diferenciarlo e identificarlo, con tantos Pepe.
Sirvió y juró bandera en la última que se realizó en el acuartelamiento de Infantería
de San Agustín de la Villa de La Orotava.
Pepe el de
Roes como cariñosamente le conocíamos fue una persona de trato afable y
carácter sencillo, de espíritu campechano, así como un gran admirador de la
Semana Santa Villera.
Amigo Pepe descansa,
en ese paraíso colmado de fe, paz y misericordia.
Ahí te
reencontrará con tu querida esposa Julia, y sobre todo con tu Cristo, que tanto
amaste y veneraste, El Señor de la Columna del sevillano Pedro Rolda.
Un fuerte
abrazo y hasta siempre amigo.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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