El amigo de la infancia de la Villa de La Orotava; EVARISTO
FUENTES MELIÁN, “ESPECTADOR”, remitió entonces (04/08/2018) estas notas que
tituló; “ACCIDENTES AÉREOS. COINCIDENCIAS MILAGROSAS”: “…Martes 31 de julio de 2018. Un avión
con ciento tres personas a bordo, despegó con mal tiempo tormentoso desde
el aeropuerto de Durango, al norte de Méjico. No pudo levantar vuelo y tuvo que
aterrizar de emergencia. El piloto avisó a los pasajeros de tan
terrible circunstancia, y tuvo la destreza de mantener el avión en
posición horizontal y nivelada. Se incendió al poco
tiempo, los bomberos del aeropuerto llegaron rápidamente. Todos los
pasajeros y tripulación consiguieron salir con vida y alejarse en medio del
pánico. Milagrosamente.
Sábado 29 de
septiembre de 1956.- Sesenta y dos años antes, un avión de pasajeros, entre los
que viajaban los componentes del equipo de fútbol de CD Málaga de segunda
división, intenta llegar y aterrizar en el aeropuerto de Los Rodeos, para jugar
su partido de liga contra el CD Tenerife. Pero en la maniobra de acercamiento
una fuerte racha de aire en remolino envolvente (eso manifestó luego la
tripulación) no permitió llegar a la aeronave (cuatro hélices) a la
altura de la pista. Entonces la pista principal de aterrizaje aún no se había
ampliado y el aparato tomó tierra en las cercanías de donde hoy se encuentra la
estatua del Padre Anchieta. Todos los pasajeros y tripulantes salieron por su
propio pie, no murió ninguno. Solamente fue víctima mortal una pobre viejita
que habitaba en una chabola en las inmediaciones.
El miércoles día 3
de octubre siguiente, eran mis primeros días como universitario, en el curso
selectivo de Ciencias en la ULL. Un grupo de estudiantes norteños nos acercamos
andando por los andurriales a ver los restos del avión. Mis recuerdos por la
impresión son borrosos, el aparato quedó totalmente calcinado. Milagrosamente,
no hubo víctimas entre los ocupantes del
avión.
Sesenta y dos años
separan a ambos accidentes, pero los resultados, uno despegando, el otro
aterrizando, uno en Méjico, el otro en Tenerife, fueron muy similares…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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