miércoles, 1 de agosto de 2018

PREFERÍA VERLA ASÍ…


El amigo de la Villa de la Orotava; JUAN ALEJANDRO LORENZO LIMA (DOCTOR EN HISTORIA DEL ARTE POR LA UNIVERSIDAD DE GRANADA) remitió entonces (01/08/2018) esta extraordinaria fotografía del año 1910 (colección R. LLANOS). Referente a la original e histórica fachada del templo Parroquial de San Juan Bautista (Villa Arriba – Farrobo) de la Villa de La Orotava.
PREFERÍA VERLA ASÍ, tal como la vemos en esta interesante fotografía del principio del siglo XX, correspondiente a la procesión de la tarde del Viernes Santo del Santo Entierro.
El efecto y la actuación de proyectos de don Mariano Estanga en la Villa de La Orotava, al principio del siglo XX, en edificaciones históricas ocasionaron un giro demasiado brutal en las mismas, pero no en las recién construidas en ese periodo como el Colegio de San Isidro, Casa de los Padres Paúles, Mansión de don Antonio Hernández etc…
“…El origen del templo parroquial de San Juan Bautista (Villa Arriba – Farrobo) en la Villa de La Orotava lo podemos situar a principios del siglo XVII, al ser el número de habi­tantes del barrio suficiente por aque­llas fechas como para demandar un lugar de culto propio y no tener que desplazarse a la iglesia de la Con­cepción a cumplir las obligaciones religiosas.
En el año 1606 se fundó una ermi­ta, pero sólo de forma documentada o sobre el papel. Don Francisco de Valcárcel, alfé­rez mayor y regidor perpetuo de Tenerife, cedió un terreno, en 1608, para que los vecinos hicieran esa ermita. La superficie cedida era de 21 x 12 metros. Y como los nobles de antaño estaban habituados a dar cosas materiales, que les sobraban, a cambio de "favores espirituales”, don Francisco puso como condi­ción que en esa ermita-iglesia se re­servara lugar para tres sepulturas destinadas a su familia. Con las contribuciones económi­cas de los vecinos y limosnas - ayudas de muy diversa procedencia, se inició la construcción el 15 de mayo de 1608. No cabe duda de que la mayor contribución vecinal sería la mano de obra, tan abundante, bara­ta y eficaz. Las obras duraron unos diez años. El documento que testifica la utilización de la ermita - iglesia para su fin, data de 1634…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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