El amigo de la
infancia de la Villa de La Orotava; ÁNGEL GARCÍA GONZÁLEZ, remitió entonces
(08/08/2018), estas notas y foto que tituló; “XXXV CONCURSO DE VINOS “VILLA DE LA OROTAVA”. PREMIO “CORDON
TRENZADO 2018” AL VITICULTOR ALEJANDRO
HERNÁNDEZ”: “…Alejandro nació en La Perdoma en 1950. Cuando
tenía cuatro años, sus padres cogieron de medias la finca propiedad de Don
Ventura Hernández en El Sauce, dedicada a viña, papas, millo, frutales y a la
cría de animales. También encerraban vino. Sus primeros trabajos fueron los de
hacer mandados, repartir el vino en las cosechas y llevar tempranito la leche y
los huevos al molino de Don Ventura, allá abajo en La Piedad.
Por el día, araba con una
yunta de vacas, la “Aceituna” y la “Pajarita”, pero era tan pequeño que no tenía fuerzas para
girar y alguna de ellas aprovechaba para comerse una col y pobre que lo viera
padre .Al atardecer, bajaba a Santa Catalina a la escuela de Maestro Vicente el
Barbero y regresaba ya de noche y rendido por el camino. Por eso, a los diez años dejó la escuela, pero llevó la
primera vaca por San Isidro al Campo Quiquirá, con unas lonitas blancas recién
lavadas, y los pantalones primorosamente remendados por rodillas y culo.
A los 14 años le salió un
trabajo propio en la finca de plátanos
de don Lorenzo Machado en Las Candias.
De su pequeño salario,
quitaba medio duro al mes para pagar los sellos en la Sindical, para el día de mañana.
Así siguió hasta que fue al cuartel en
Hoya Fría, donde estuvo 13 meses, 3
semanas y 3 días, llegando a ser instructor. Por mano de don Leopoldo de la
Fuente conseguía permisos de tres días,
que aprovechaba para hacer trabajos aislados en la finca Los Altos, de don Isidoro Sánchez en la
Hacienda Perdida. Terminada la mili, se fue fijo con don Isidoro, que además de
cultivo de viña tenía una gañanía de catorce vacas, que
suministraban la leche a la heladería “El Valle”. Por ese tiempo se casó y tuvo
4 de sus 5 hijos. Y también tuvo el
primer percance serio, pues se partió una pierna cargando uvas con un caballo,
a los que se había aficionado. También siguió llevando vacas y carretas a San Isidro,
haciendo colleras con flor del mundo y limpiando las campanillas con piedra pómez.
Después de 18 años, dejó Los Altos al morir sus
dueños y se fue a una finca de la familia Salazar y Méndez en Montijos, donde
lleva ya 25 años y donde nació su hija pequeña. Aquí sigue cultivando viñas,
papas y millo y haciendo carretas por San Isidro, pero con mulas porque no hay vacas.
Su único percance fue cuando enfermó de la tripa, lo llevaron al hospital y le
quitaron siete centímetros de intestino, pero no le quitaron el vasito vino.
Desde que empezaron los Concursos de Vinos en la Sindical,
allí estaba Alejandro con sus cuatro litros,
uno de los cuales servía para la merienda con los allegados, que a su vez
traían los armaderos. En todo este tiempo ha conseguido algunos premios, como
una máquina de sulfatar, un lote de productos fitosanitarios y un valioso lagar
en miniatura, que desgraciadamente tuvo que vender, cuando cayó enfermo.
Pero hoy Alejandro considera que su mayor
satisfacción ha sido haber trabajado
toda su vida el cordón trenzado en la viña, como le enseñaron sus antepasados.
Y que, recientemente unos señores de Extensión Agraria hayan fotografiado su
trabajo ponerlo en un libro que pasará a la posteridad…
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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