Fotografía referente al día 20 de febrero
de 2016, el presidente de la UD Las
Palmas, Miguel Ángel Ramírez, le impuso a GILBERTO I (centro) la insignia de
oro y brillantes del club, en los prolegómenos del partido ante el FC Barcelona
en el Estadio Gran Canaria.
El amigo del Puerto de
la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió entonces (08/08/2018) estas notas que
tituló; “LUTO
EN EL FÚTBOL CANARIO”: “…Durante muchos años, se memorizaba las alineaciones de los equipos. Y se
tarareaba aquella: “Oregui; Aparicio o Martín Marrero, Tonono José Luis;
Castellano, Guedes; León, Justo Gilberto, José Juan, Germán y Gilberto I”, un
equipo mítico, la Unión Deportiva Las Palmas, que llegó a ser, bajo la batuta
de Luis Molowny, subcampeón de la Liga española, capaz de codearse con
cualquier rival.
Gilberto I era Gilberto
Rodríguez Pérez, nacido en Los Silos (Tenerife), en 1941. Fallecía ayer en Las
Palmas de Gran Canaria, después de larga enfermedad. Un futbolista que será
recordado por sus cualidades (velocidad, desborde, desmarque, remate...) y por
su entrega en la cancha.
Gilberto fue el jugador que
llegó asustado a la capital grancanaria en el verano de 1962 y en el que confió
ciegamente Jesús García Panasco, el todopoderoso secretario técnico del club,
aunque en realidad quien le descubrió fue Carmelo Campos. Jugó trescientos tres
encuentros vestido de amarillo y anotó setenta y tres goles. Fue protagonista
del memorable ascenso a Primera división en la temporada 1963-64 y llegó a
disputar la primera eliminatoria de una Copa de Ferias, antesala de la
participación amarilla en competiciones internacionales.
Siempre será recordado un lance
del encuentro que, en San Mamés, enfrentó a Las Palmas con el Athletic Club.
Acoso indecible de los vascos y defensa numantina de la escuadra canaria.
Faltaba muy poco cuando un despeje de la defensa amarilla propició la galopada
de Gilberto I que ve a Iríbar muy adelantado, de modo que desde la media cancha
pudo elevar la pelota y batirle. Ese gol hizo que un ciudadano de Granadilla,
Pedro Cano, fuera el único acertante del catorce quinielístico de aquella
jornada. Ganó, gracias al gol del Silense, unos treinta y ocho millones de pesetas.
En la temporada 1973-74 se
incorporó al Club Deportivo Tenerife, con Felipe Mesones en el banquillo.
Entonces, transmitíamos para la COPE los partidos del Tenerife, desde un foso
muy cercano al citado banquillo, lo que nos permitía escuchar con nitidez las
indicaciones de los técnicos locales. En cierta ocasión, recordamos el
monumental enfado de Mesones con el extremo albiazul. Era un partido muy
complicado, el Tenerife logró anotar faltando tres o cuatro minutos y el
entrenador había ordenado:
-¡Vaya a su extremo Gilberto!
Pero el delantero, ya con el
tiempo cumplido y el rival apretando, se enredó en el centro del campo, donde
dio un taconazo, perdió el balón y propició el contragolpe que,
afortunadamente, terminó en nada. En ese momento, Mesones llama a Gilberto
quien se acerca parsimoniosamente a la banda y cuando está cerca del banquillo,
tiene que escuchar la voz altisonante del iracundo entrenador:
-¡Váyase a la mierda!
Jugó un par de temporadas más
en Segunda vestido de albiazul pero no pudo materializar el sueño de otro
ascenso, esta vez con otros colores. En Los Silos, su pueblo natal, ha sido muy
lamentada su pérdida. El fútbol canario está de luto…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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