miércoles, 16 de agosto de 2017

PLAZA “LA PAZ” (I)



Fotografía de la plaza de La Paz de la Villa de la Orotava, con su cruz realizada a cemento de hormigón de estilo corintia diseñada por el arquitecto Mariano Estanga, dibujada por escolares de mi época infantil.
La fotografía es un arreglo de mi compañero de docencia del IES La Orotava Manuel González Pérez del Barrio de San Antonio; DOMINGO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, el cual colocó a sus padres (Alfonso y Dominga) paseando por el lado sur de la misma plaza.
A la izquierda vemos la nueva Ermita El Calvario, también diseñada por el arquitecto Mariano Estanga, que se colocó en la Atalaya del lugar al principio del siglo XX, cuando se inauguró la carretera del Pinito que unía La Orotava con Vilaflor a través de Las Cañadas del Teide. Detrás, la casa de Isabel Hernández Méndez portando en el lateral una de la tres cruces que existieron en el Calvario antiguo, y el chorro de hierro fundido (desaparecido) de abastecimiento de agua potable, detrás el famoso Merendero de la recordada doña Antonia Calzadilla García “La Vieja de Santa Úrsula”, donde los chicharros fritos con el mojito y el buen vino de la zona Los Gómez era evidente. Una panorámica realista que ya es una leyenda histórica en la Villa.

El amigo, compañero de docencia; JUAN J. MARTÍNEZ SÁNCHEZ. En su libro “LA OROTAVA, SUS CALLES, SU HISTORIA” en las páginas  22, y 23, con la colaboración del profesor de arte de la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias, el también amigo de La Villa de La Orotava; SEBASTIÁN HERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, nos habla de una de  las plazas más importante de La Villa de La Orotava, por ser el punto de entrada a la ciudad viniendo desde La Capital Santa Cruz de Tenerife, desde el Puerto de la Cruz y desde La isla Baja“…La Villa de La Orotava, corno casi todos los pueblos canarios que pretendían abandonar de una vez el Antiguo Régimen, aprovechó el comienzo del siglo XX para tomar el impulso necesario que la colocase en la era de la civilización mecanizada.
Un grupo de burgueses (comerciantes, médicos y banqueros) junto a algunos miembros de la aristocracia local se constituyeron, al amparo de las instituciones culturales, comunidades de aguas y empresas varias, en un grupo de presión-acción económica cuyo fin fue el engrandecimiento de la población, sin despreciar la oportunidad de mejorar sus fortunas particulares.
Dicha élite comprendió a la perfección un axioma occidentalista: la imagen de la ciudad es el espejo de sus habitantes. En consecuencia se propuso de manera oficial dar rienda suelta a los antojos, en materia urbana, de las clases acomodadas. Se empezó por consolidar una "Oficina Técnica" en el Ayuntamiento y se continuó con la ordenación de las manzanas, la apertura de plazas y el ajardinado de zonas, en definitiva se dio paso a la reforma urbana.
Fue entonces cuando los miembros del grupo tuvieron la ocurrente idea de sustituir los nombres añejos de las vías históricas y colocar en su lugar sus propios apellidos. Así durante las primeras décadas del siglo XX desaparecen del callejero orotavense los nombres de la calle de las Monjas, del Agua, Verde, La Iglesia, etc.
En este contexto, una plaza de nueva creación instalada en las puertas de la Villa representa la excepción, pues a la hora de buscar una denominación despreciaron las candidaturas personalistas y se decantaron por elogiar un anhelado evento político: LA PAZ de 1918.
El comportamiento urbano de la plaza de La Paz es único entre  las plazas Históricas de la Villa de La Orotava. Su exclusividad se basa en dos argumentos: su tipología y su función urbana. Debemos remontarnos al año 1914 cuando las aspiraciones locales en materia urbanística se concentraban en conectar las calles de la Villa con la carretera general del Norte, ya abierta al tráfico rodado. Tal vía de comunicación enlazaba la capital tinerfeña con los pueblos de la cornisa Norte.
El Ayuntamiento de La Orotava emprendió entonces una serie de obras vinculadas a este objetivo y cuyo proyecto más ambicioso fue el conocido como carretera de El Pinito: una calzada que partiendo desde la Cuesta de la Villa y tras cruzar ésta desemboca en los altos del municipio. Esta obra se concibió en dos fases, la primera de las cuales transcurriría desde el emplazamiento del antiguo Calvario, puerta de la población, hasta el Ramal.
Para la realización de dicha vía se habían de contemplar dos circunstancias de carácter ineludible: la presencia del automóvil y el crecimiento de la población villera.
Estas fueron tenidas en cuenta por el arquitecto Mariano Estanga cuando en 1916 emprendió su trazado: un esquema circular, totalmente novedoso en La Orotava, que nacía con el ánimo de ordenar el espacio urbano a la vez que crear un punto de referencia que distribuyese el tráfico rodado.
La Plaza de La Paz supo conservar intactos algunos ejemplos de arquitectura vernácula enclavados en las esquinas de la calle del Calvario; pero desde hace bien poco con la instalación de una fuente luminosa, en sustitución de una cruz de piedra, y otros pastiches internacionalistas ha empezado a mostrar sus debilidades como encrucijada urbana. …”.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario