jueves, 4 de marzo de 2021

EL CAMPO DE FUTBOL QUIQUIRÁ DE LA OROTAVA Y UNA ANÉCDOTA

Fotografía: UD. Orotava en el estadio Municipal del Quiquirá, año 1948. Colección particular.

 

En estos tiempos de pandemia, sobreviviendo a ese bicho atómico mortífero, el amigo de la Villa de La Orotava; EVARISTO FUENTES MELIÁN “ESPECTADOR”, remitió entonces (04/03/2021) estas notas que tituló; “EL CAMPO DE FUTBOL QUIQUIRÁ DE LA OROTAVA Y UNA ANÉCDOTA”: “…El viejo antiguo campo de futbol Quiquirá de La Orotava está situado cerca del Paseo Domínguez Alfonso y de la avenida/ carretera de Las Araucarias, una de las salidas y entradas desde la autopista del Norte  al casco urbano principal de la Muy Noble y Leal Villa.

La cancha del Quiquirá estaba entonces rodeada de plataneras, con un muro perimetral de casi dos metros de alto hacia el interior de la cancha, pero que su altura se incrementaba hasta tres metros por el lado exterior, por el lado que daba a las plataneras.

Pues bien: en el trascurso del año 1949 (antes de la inauguración del definitivo Estadio Los Cuartos, que lo fue en 1954, con la bendición sacerdotal del párroco y arcipreste del distrito,  don Manuel Diaz-Llanos y Bautista) estaban jugando un partido de futbol en el Quiquirá. La gente joven, del género masculino, locos muchachos muy atrevidos, se sentaban con las piernas colgando, en la parte más alta del muro, para  ver los partidos. Pero en una ocasión, un fuerte balonazo desviado fue a dar de plano en  el rostro de uno de los muchachotes que había sobre dicho muro perimetral. Y le dio con tal fuerza y potencia, que el muchacho quedo colgado del revés con la cabeza hacia abajo y la espalda contra el muro en vertical y trabado milagrosamente por los tobillos, “mirando” a la platanera…

La anécdota no tuvo más trascendencia que el susto suyo y las risas de sus amigos, que le ayudaron a salir de aquel amargo trance, izándolo cual bandera a su posición normal, con su gran estatura, que a sus 17 años de edad era de 1,90 m.

Y ahí terminó la cosa. Pero yo recuerdo perfectamente quién era ese muchacho: se llama Pepe, tiene actualmente 86 años de edad y lleva afincado en el interior de Venezuela, a casi mil kilómetros de Caracas, allá donde el diablo perdió los calzones, hace más de sesenta años, y a lo largo de ellos, ha venido de vacaciones a Tenerife solamente una vez. Se fue muy joven a la diáspora, como tantos y tantos isleños canarios emigraron a Cuba y luego a Venezuela durante más de un siglo.

Y aquí paz y en el cielo…gloria…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

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