El amigo del Puerto de la Cruz ex alcalde
de la ciudad; SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió estas notas que tituló: “ESE
OTORRINO MÚSICO Y DEPORTISTA”: “…Conocimos y tratamos lo justo a Pedro
Eustaquio Chicho Pérez
García, como para contrastar su pericia profesional (era médico
otorrinolaringólogo), sus inclinaciones musicales, sus aficiones deportivas… y
su talante, el de un hombre atento, bromista, desprendido y correcto al que
conocía todo el mundo y al que todo el mundo correspondía a sus cualidades.
Ayer
dijo adiós, después de larga enfermedad a la que parecía poder vencer dado su
grado de resistencia, el popular galeno villero que era hijo predilecto, si no
recordamos mal, de la localidad de Padrón, municipio de La Coruña. De su
provechosa estancia en Galicia se trajo ese título y la licenciatura en
Medicina, cursada en Santiago de Compostela.
Hace
unos meses, en efecto, compartiendo almuerzo con algunos de sus amigos en el
Puerto de la Cruz, en las cercanías del muelle cuyos aires siempre apreciaba, las
informaciones que llegaban eran desalentadoras. Hubo tiempo para las
remembranzas que los presentes coleccionamos para deleite común, esas vivencias
que siempre saben diferente cuando el final se intuye inminente. Pero Chicho se
reafirmó y seguro que pudo seguir apreciando el sabor de la amistad y
cultivando los valores que le distinguían.
Nos
parece verle en algún partido con el Veteranos Orotava, junto a su primo
Isidoro. Esa vena deportista de los Sánchez, la dinastía, es inagotable. Era
asiduo del Municipal Los Cuartos, incluso antes de que sembraran el césped y a
su lado contemplamos más de un partido del Trofeo Teide. Fue responsable más de
veinte años de los servicios médicos de la U.D. Orotava. Pero intervenía cada
vez vez que era necesario en encuentros de cualquier categoría, incluso para
atender a los lesionados visitantes. Y le recordamos, desde luego, animando
como uno más de sus aficionados al San Isidro de baloncesto, su denominación de
toda la vida, el club que presidió durante seis años.
Asistimos
al nacimiento de Quinegua, un grupo musicovocal que se encargó de promover para
dar rienda suelta al género del bolero. Nos regaló una de sus grabaciones como
también cantara una noche memorable en la venta-guachinche de Genaro, en Santa
Úrsula, donde villeros y ranilleros congeniaban y brindaban sin la más mínima
reserva con tal de disfrutar. Era un excelente animador de este tipo de
festejos.
Un
día, hace más de una década, acudimos a su consulta, en La Orotava –también
prestó servicios en la Seguridad Social del Puerto-, después de un episodio de
epistaxis, ya casi a la desesperada después de que las hemorragias nasales nos
persiguieran desde niño. Observó e hizo lo que tenía que hacer. Fue una
intervención tan precisa que –lo confesamos- no he vuelto a sangrar desde
entonces. “Doctor, te debo una”, nos despedimos. “Pero no me pagues en sangre”,
replicó con ironía.
Así
era Pedro Eustaquio, serio en su desempeño y sandunguero con su voz y su
guitarra, cuando había que vivir la parranda y la esencia romera, “la fiesta
más bonita que hay en Canarias”. Su amigo del alma, Juan Felipe Hernández
González, le despedía ayer mismo con unas estrofas tituladas “El requinto y la
guitarra”. Las dos primeras dicen:
La
guitarra queda sola
ya
no tiene compañero,
de
su caja brotan lágrimas
que mojan el clavijero.
Las
gotas de mi dolor
humedecen tu madero,
hoy
se me ha ido el amigo
con
quien tocaba ‘Bolero’.
Hasta
siempre, doctor y amigo…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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