Un día soleado como hoy ocho de junio del 2017,
víspera de nuestra fiesta Mayores de La Villa de La Orotava, nuestra querida
ANITA la del “Estanco” de la Plaza del Kiosco de la Música nos dijo adiós
definitivamente.
La verdad que es un día triste para mucha genere
raciones de niños y jóvenes, que se ubicaban siempre en su estanco, en busca de
las celebres golosinas infantiles, dulces y cigarrillo de la juventud.
Anita estuvo en su Estanco de la plaza de la
Constitución de la Villa de La Orotava más de cincuenta años, todos sus convecinos y
amigos le hicieron un homenaje, y ella hasta la
fecha seguía igual que como la conocí desde mi infancia que
acudía a comprar chicles, caramelos, chocolatinas, dulces y en mi juventud a
por los primeros cigarrillos.
Anita tenía y tiene unas características singulares de una persona amable
abierta a toda la sociedad, grandes, jóvenes y niños todos forman su clan de
adquirir en ese estanco histórico de la esquina de la plaza al lado donde
estuvo instalado un Banco.
Lo curioso de Anita, hay una anécdota, que es universal, si alguien queda
en La Orotava, siempre se decía, te espero por fuera de Casa Anita. Nunca se
pierden las citas, allí en el estanco, se realizaron a lo largo de los años el
principal lugar de encuentro y reencuentro de muchísimas personas.
Siempre se le veía en su trabajo diario caminando hacia arriba, hacia
abajo, en busca de sus mercancías en el depósito que tenía en la calle de San
Agustín, mercancías que sus clientes le reclaman, recuerdo que de pequeño
siempre íbamos a por los bollitos fresquitos que Anita distribuía en exclusiva,
unos eran de chocolates y otros de moca, la verdad que eran tan deliciosos que
en varias ocasiones llegué a casa de mi madre quejándome de dolores del
estomago, no por la baja calidad si no por la cantidad que me suministraba yo
mismo sin querer, adjuntado al gusto y al sabor de esos celebres bollitos que
ya desaparecieron del mercado y por supuesto de casa de Anita como siempre
cariñosamente le decíamos, parece que procedían de una dulcería del Puerto de
la Cruz que estaba situada en la conclusión de la calle Esquivel con la Valois.
Sus amigos somos todos, villeros de verdad, éramos niños entonces y ahora
ya vamos para la tercera fase y siempre Anita nos recuerda con cariño, porque
la cola para adquirir el producto en ese pequeño estanco a veces llegaba al
desaparecido carrito de venta de golosinas de Eusebio, otras veces a los
escaparates de la firma Comercial de Casiano García Feo e Hijos SL, y en ella
formábamos tertulias de todo tipo, fútbol, baloncesto, cine, amores, incluso
hasta temas políticos, claro que la censura nos complicaba la vida, pero nunca
desgraciadamente pasó nada…
Adiós querida Anita, hasta siempre.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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