Mi
sobrina MARÍA DEL MAR GONZÁLEZ DE CHAVES Y LARA desde Sevilla me remite una
carta dotada de hermosura, cariño y
ternura para su querida y recordada madre MARA LARA BUZAN (mi cuñada), que nos
dejó el 23 de Junio del 2019: “…De mi madre
podríamos decir mil cosas, pero lo que sí debemos destacar es que ha sido una
persona luchadora, y así lo demostró hasta sus últimos días, una persona con una
capacidad de trabajo infinita, pero sobre todo una persona extremadamente generosa
con los demás. Alegre, extrovertida,
enérgica, valiente, decidida y dispuesta a dar un buen consejo a quien se lo
pidiera, excelente anfitriona con sus amistades y familia, muy buena cocinera y
en los últimos años una buena costurera. ¡Qué trajes de flamenca más bonitos
les hizo a sus nietas, y como disfrutaba al verlas con ellos puestos!!!
Vivió su vida de forma intensa, disfrutó de su
infancia en su querido pueblo Paradas, con sus padres, su hermano, sus primos,
sus amigos, su Chacha Mercedes y su Chacha Pepa, aunque pronto se iría a
Sevilla, para seguir estudiando como alumna interna en el Colegio de Las
Salesianas de San Vicente, siendo devota de María Auxiliadora y queriendo que
sus hijos también estudiaran en un colegio salesiano.
Estudió Enfermería, y sentía verdadera vocación por su
profesión, por su segunda planta de Neurocirugía del Hospital Virgen del Rocío,
y posteriormente en Neurofisiología, vocación por sus compañeros y sus
compañeras pero sobre todo vocación por sus enfermos, con los que se volcaba
día a día, siendo siempre su debilidad los más desvalidos.
Pero su auténtica pasión éramos nosotros, su familia y
amigos. Sois muchos los que os habéis acercado estos días a nosotros,
diciéndonos lo
Importante que había sido mi madre en vuestra vida,
muchos los que nos habéis dicho que aquel favor tan grande que os hizo nunca lo
vais a olvidar, y eso es algo que nos llena el alma en estos momentos.
Tenía un amor infinito a su familia, a su hermano y a
su cuñada a los que adoraba, a sus sobrinas y a nosotros, un amor infinito a mi
padre, su compañero de vida, a sus hijos y a sus hijos políticos con los que
estaba encantada, y un amor infinito a sus nietos. A sus cuatro nietos y a la
nieta que si Dios quiere nacerá a finales de año y que de llamará Mara, y
aunque no llegó a enterarse si finalmente sería niña, sí sabía que de ser así
llevaría su nombre, y eso la llenaba de felicidad.
Tres semanas antes de fallecer le terminó una manta
preciosa a sus nietas, que como ellas me han dicho, nunca la vamos a lavar
porque la ha tocado la abuela.
Un día antes de que nos dejara seguía haciéndoles
corazones y estrellas para decorar la habitación de Marta, Blanca, Carla y
Álvaro.
Dos semanas antes de que nos dejara nos estaba
encargando un jamón para mí hermano y otro para mí.
Porque ese fue el motor de su vida, dar, dar y dar,
así se sentía plenamente feliz.
El inmenso amor que sentía por mi padre, nació una
tarde que lo vio desde su ventana con su jersey amarillo, como a ella le
gustaba contarnos.
No tardaron mucho en casarse, a mi padre aún le
faltaban varios años para acabar la Carrera, pero no querían esperar más. En
este último mes de su vida de nuevo nos volvía a contar lo bonita que había
sido su boda. Con que cariño sus amigas y compañeras de piso le habían decorado
la casa, como habían pedido macetas a todas las vecinas para formarle un
paseíllo, como su amiga, o mejor dicho, como ellas se llamaban, su hermana
Amalia, fue la que la había llevado en coche hasta la Iglesia, y como lloraba
mi abuelo de emoción por su niña aquel día.
Y partir de ahí, construyeron su vida y nuestra vida,
en Alicante, Benamejí, Carrión de Los Céspedes y finalmente se establecieron en
Sevilla y disfrutaron mucho también de Chiclana.
En sus últimos días tanto mi hermano como yo fuimos
testigos de este inmenso amor.
Mi madre tenía a su lado al mejor cuidador que nos
podamos imaginar. Totalmente riguroso con los tratamientos, con una paciencia
infinita y tratándola con un cariño y una ternura que conmovía a cualquiera que
los viera.
No sé cuantos te quiero nos pudo regalar, y con eso nos
quedamos, con su inmenso Amor y sabiendo que cuidará de todos nosotros, de sus
amigos y de su familia, como siempre hizo, porque esa era la razón de su vida…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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