Fotografía referente a mi colección
particular tomada de mi cámara.
El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA
LLANOS remitió entonces (02/04/2022) estas notas que tituló; “EL DOCTOR CHICHO,
DEL PUENTE A LA ALAMEDA”: “…El doctor Pedro Eustaquio Pérez
García, Chicho, tuvo
ayer el reconocimiento que se merecía. Por la respuesta institucional y
popular; por los contenidos de las celebraciones; por los reencuentros; por los
abrazos pletóricos de sentimentalidad; por la evocación hecha emotividad, hasta
el punto de casi no dejar hablar a su amigo del alma, Cayetano Mejía; por los
testimonios videográficos llegados desde Galicia y desde tierras americanas.
Todo envuelto en un aire de bolero, el género al que el doctor Chicho, como le
citaron varias veces, dedicó buena parte de sus ratos de ocio y diversión,
compartidos, como prefería, con sus amigos y allegados.
Ya tiene su nombre en el callejero
orotavense, del puente a la
alameda, un pasaje que transitó en innumerables ocasiones. Con su
viuda, Marisela, hijos, numerosos familiares y amigos (muchos venidos desde
Galicia), siendo testigos de aquella voluntad de perpetuar en la memoria el
quehacer de un hombre apreciado, como tuvimos oportunidad de contrastar los
presentes. Lo decía David, su hijo menor, que leyó un sentido texto alusivo. De
alguna forma, todos estábamos descubriendo que esta respuesta es la mejor
prueba del respeto y del afecto que se granjea en la vida. Lo valoró en su
intervención el alcalde, Francisco Linares, destacando la unanimidad del
acuerdo.
Después, al Liceo Taoro. Música y
palabras, introducidas por Cándido López, tan sobrio como siempre. De nuevo
Cayetano Mejía y luego Isidoro Sánchez que se adentraron en el proceso de los
preparativos, Chicho in
memoriam, que cristalizaba precisamente allí, donde arrancaba, por
cierto, el compromiso de una cita anual, cada 1 de abril en torno a Chicho.
Quinegua entre amigos, Los soles del
Paraguay, Chago Melián (que improvisó algunas estrofas con el nombre del
homenajeado), Trío Ucanca, el arpista José Luis León (que entusiasmó al público
con un recorrido de interpretaciones inspiradas en varias películas), y hasta
Arístides Galán, cantaron e hicieron más inolvidable al médico fallecido. Y el
aire del bolero envolviéndolo casi todo.
Su trayectoria, por cierto, en el ejercicio
de su profesión, en el deporte, en la música y en el alfombrismo, quedó sellada
en un tomo que lleva por título Chicho
y punto (Le Canarien), distribuido al final del emotivo acto. A él
pertenece el siguiente texto, Chicho,
ese otorrino, músico y deportista:
“Conocimos y tratamos lo justo a Pedro
Eustaquio Chicho Pérez
García, como para contrastar su pericia profesional (era médico
otorrinolaringólogo), sus inclinaciones musicales, sus aficiones deportivas… y
su talante, el de un hombre atento, bromista, desprendido y correcto al que
conocía todo el mundo y al que todo el mundo correspondía a sus cualidades.
Una tarde desapacible dijo adiós, después
de larga enfermedad a la que parecía poder vencer dado su grado de resistencia,
el popular galeno villero que era hijo predilecto, si no recordamos mal, de la
localidad de Padrón, municipio de La Coruña. De su provechosa estancia en
Galicia se trajo ese título y la licenciatura en Medicina, cursada en Santiago
de Compostela.
Hace unos meses, en efecto, compartiendo
almuerzo con algunos de sus amigos en el Puerto de la Cruz,en las cercanías del
muelle cuyos aires siempre apreciaba, las informaciones que llegaban eran
desalentadoras. Hubo tiempo para las remembranzas que los presentes
coleccionamos para deleite común, esas vivencias que siempre saben diferente
cuando el final se intuye inminente. Pero Chicho se reafirmó y seguro que pudo
seguir apreciando el sabor de la amistad y cultivando los valores que le
distinguían.
Nos parece verle en algún partido con el
Veteranos Orotava, junto a su primo Isidoro. Esa vena deportista de los
Sánchez, la dinastía, es inagotable. Era asiduo del Municipal Los Cuartos,
incluso antes de que sembraran el césped y a su lado contemplamos más de un
partido del Trofeo Teide. Fue responsable más de veinte años de los servicios
médicos de la U.D. Orotava. Pero intervenía cada vez vez que era necesario en
encuentros de cualquier categoría, incluso para atender a los lesionados
visitantes. Y le recordamos, desde luego, animando como uno más de sus
aficionados al San Isidro de baloncesto, su denominación de toda la vida, el
club que presidió durante seis años.
Asistimos al nacimiento de Quinegua, un
grupo musicovocal que se encargó de promover para dar rienda suelta al género
del bolero. Nos regaló una de sus grabaciones como también cantara una noche
memorable en la venta-guachinche de Genaro, en Santa Úrsula, donde villeros y
ranilleros congeniaban y brindaban sin la más mínima reserva con tal de
disfrutar. Era un excelente animador de este tipo de festejos.
Un día, hace más de una década, acudimos
a su consulta, en La Orotava –también prestó servicios en la Seguridad Social
del Puerto-, después de un episodio de epistaxis, ya casi a la desesperada
después de que las hemorragias nasales nos persiguieran desde niño. Observó e
hizo lo que tenía que hacer. Fue una intervención tan precisa que –lo
confesamos- no he vuelto a sangrar desde entonces. “Doctor, te debo una”, nos
despedimos. “Pero no me pagues en sangre”, replicó con ironía.
Así era Pedro Eustaquio, serio en su
desempeño y sandunguero con su voz y su guitarra, cuando había que vivir la
parranda y la esencia romera, “la fiesta más bonita que hay en Canarias”. Su
amigo del alma, Juan Felipe Hernández González, le despedía ayer mismo con unas
estrofas tituladas “El requinto y la guitarra”. Las dos primeras dicen:
La guitarra queda sola
ya no tiene compañero,
de su caja brotan lágrimas
que mojan el clavijero.
Las gotas de mi dolor
humedecen tu madero,
hoy se me ha ido el amigo
con quien tocaba ‘Bolero’.
Hasta siempre, doctor y amigo”…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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