domingo, 14 de agosto de 2022

LA CANDELARIA BLANCA




Fotografías de Nuestra Señora de la Candelaria, conocida por la Virgen “BLANCA” del escultor orotavense Fernando Estévez de Sala (1788 - 1845), que se venera en el Templo Parroquial y Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de la Villa de La Orotava. Y que se procesiona los días dos de Febrero (su festividad), debido a la promesa de la Cooperación Municipal de la Villa relativo a los volcanes de Güimar.

En este relato, me integro en el proceso histórico de La Candelaria, puesto que en esta fecha de 15 de Agosto se celebran sus fiestas y ofrecimientos populares en su ciudad mariana tinerfeña “Candelaria”.

No hay acuerdo sobre el año de la aparición de La Virgen La Candelaria, pero la opinión mayoritaria es que apareció en la desembocadura del barranco de CHIMISAY, en  Güimar, 95 años antes de la conquista de Tenerife, es decir aparecería del 1400 al 1401. Es por tanto la primera aparición mariana de Canarias. FRAILE ALONSO DE ESPINOSA describió la historia en 1594.

En 1826 la imagen se perdió víctima de una inundación. Se vigilaron las costas, se enviaron barcos a recorrer los mares de entre las islas, se removió el litoral desde la playa a la Cueva de San Blas; pero todo fue en vano, pues la imagen no apareció, aunque posteriormente fue creada una réplica que actualmente está en la basílica.

En la noche del seis a siete de noviembre de 1826, se produjo un temporal que ocasionó numerosos destrozos, arrasando el castillo de San Pedro y arrastrando al mar la imagen de la Virgen, la ermita y parte del convento.

Después de una búsqueda infructuosa se decidió encargar una nueva talla que sustituyera a la desaparecida. Dado el valor religioso de la Virgen de Candelaria, los frailes encargaron al escultor orotavense Fernando Estévez (1788 - 1845), calificado como "el mejor imaginero tinerfeño" una nueva imagen. Sus cualidades artísticas y el reconocimiento del sentir del pueblo hacia la Patrona de Canarias le hicieron concebir una imagen ligeramente distinta, original, perfecta dentro del estilo neoclásico (con formas realistas y barrocas) que, en un primer momento - empezó a hacerla en agosto de 1827-, confundió a los fieles, si bien pronto sería igualmente venerada..

La desamortización extinguió, en 1835, las órdenes religiosas en España. En 1836, los religiosos dominicos son expulsados del Santuario y el Estado se incautó de los bienes del convento y de las joyas que se salvaron de un incendio y del aluvión. Quedó la Virgen al cuidado del cura Juan Fernández del castillo, quien con notables esfuerzos mantuvo la dignidad del culto después del expolio al que fue sometido la ermita y el convento.

Según relata FRAILE ALONSO DE ESPINOSA: “…iban dos pastores guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la desembocadura del Barranco de Chimisay y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la figura de una mujer que creyeron animada. Como estaba prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo. Pero en lugar de herirla, quedó herido el mismo. Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguaro, la cueva-palacio del Mencey Acaymo, para referirle lo acontecido. El Mencey acudió con sus consejeros. Ella no respondía pero nadie se atrevía a tocarla. El Mencey decidió que fuesen los mismos dos pastores ya heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al contacto con la imagen, quedaron sanados. El Mencey comprendió que aquella mujer con un niño en brazos era cosa sobrenatural. El mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un trecho, por el peso, necesitó pedir socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una Cruz y en el lugar donde el Mencey pidió socorro, un santuario a Nuestra Señora del Socorro.

La llevaron a una cueva cerca del palacio del rey hoy convertida en capilla. Más tarde un joven llamado Antón, que había sido tomado como esclavo por los castellanos y había logrado escapar y regresar a su isla, reconoció en la imagen milagrosa a la Virgen María. Él, habiendo sido bautizado le relató al Mencey y a su corte la fe cristiana que él sostenía. Así llegaron a conocer a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y tierra" (Guanche: Axmayex Guayaxerach Achoron Achaman o Chaxiraxi) y la trasladaron a la Cueva de Achbinico (detrás de la actual Basilica de La Candelaria) para veneración pública…”

Según relata JOSÉ RODRÍGUEZ MOURE: “…en un lejano atardecer dos pastores conducen un rebaño de cabras en las costas de Güímar y al torcer una curva del camino, cerca de la desembocadura del barranco de Chinguaro descubrió, uno de ellos, "una mujercita con un niño al brazo derecho y con vestidos distintos a los que usaban las mujeres de la tierra, de pie sobre una roca lo miraba con fijeza".

Así inicia el ilustre dominico lagunero el relato que compuso durante su estancia en el convento de Candelaria donde cuidó de su archivo y del que se ilustró para componer el libro "La historia de la devoción del pueblo canario a Nuestra Señora de Candelaria". Relata cómo el adivino o zahorí Guardameñe (sacerdote aborigen) había pronosticado hacía mucho tiempo que "dentro de unos pájaros grandes de blancas alas vendrían a la Isla, por el mar, otras gentes que se habrían de enseñorear de ella". Estos augurios que formaban parte de los miedos y creencias del pueblo guanche eran del común conocimiento y había dado lugar a que los menceyes hubieran convenido que cada uno de ellos cuidara de su territorio y que los demás le prestaran la ayuda que necesitara en caso de peligro…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

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