Fotografías de Nuestra Señora de la Candelaria, conocida por
la Virgen “BLANCA” del escultor orotavense Fernando Estévez de Sala (1788 -
1845), que se
venera en el Templo Parroquial y Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de
la Villa de La Orotava. Y que se procesiona los días dos de Febrero (su festividad),
debido a la promesa de la Cooperación Municipal de la Villa relativo a los
volcanes de Güimar.
En este relato, me integro en el proceso histórico de La
Candelaria, puesto que en esta fecha de 15 de Agosto se celebran sus fiestas y ofrecimientos
populares en su ciudad mariana tinerfeña “Candelaria”.
No hay acuerdo sobre el
año de la aparición de La Virgen La Candelaria, pero la opinión mayoritaria es
que apareció en la desembocadura del barranco de CHIMISAY, en Güimar, 95
años antes de la conquista de Tenerife, es decir aparecería del 1400 al 1401.
Es por tanto la primera aparición mariana de Canarias. FRAILE ALONSO DE
ESPINOSA describió la historia en 1594.
En 1826 la imagen se
perdió víctima de una inundación. Se vigilaron las costas, se enviaron barcos a
recorrer los mares de entre las islas, se removió el litoral desde la playa a
la Cueva de San Blas; pero todo fue en vano, pues la imagen no apareció, aunque
posteriormente fue creada una réplica que actualmente está en la basílica.
En la noche del seis a
siete de noviembre de 1826, se produjo un temporal que ocasionó numerosos
destrozos, arrasando el castillo de San Pedro y arrastrando al mar la imagen de
la Virgen, la ermita y parte del convento.
Después de una búsqueda
infructuosa se decidió encargar una nueva talla que sustituyera a la
desaparecida. Dado el valor religioso de la Virgen de Candelaria, los frailes
encargaron al escultor orotavense Fernando Estévez (1788 - 1845), calificado
como "el mejor imaginero tinerfeño" una nueva imagen. Sus cualidades
artísticas y el reconocimiento del sentir del pueblo hacia la Patrona de
Canarias le hicieron concebir una imagen ligeramente distinta, original,
perfecta dentro del estilo neoclásico (con formas realistas y barrocas) que, en
un primer momento - empezó a hacerla en agosto de 1827-, confundió a los
fieles, si bien pronto sería igualmente venerada..
La desamortización
extinguió, en 1835, las órdenes religiosas en España. En 1836, los religiosos
dominicos son expulsados del Santuario y el Estado se incautó de los bienes del
convento y de las joyas que se salvaron de un incendio y del aluvión. Quedó la
Virgen al cuidado del cura Juan Fernández del castillo, quien con notables
esfuerzos mantuvo la dignidad del culto después del expolio al que fue sometido
la ermita y el convento.
Según relata FRAILE
ALONSO DE ESPINOSA: “…iban dos pastores
guanches a encerrar su ganado a las cuevas cuando notaron que el ganado se
remolinaba y no quería entrar. Buscando la causa miraron hacia la desembocadura
del Barranco de Chimisay y vieron sobre una peña, casi a la orilla del mar, la
figura de una mujer que creyeron animada. Como estaba prohibido a los hombres
hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas para que se
retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción, el
brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su
cuchillo. Pero en lugar de herirla, quedó herido el mismo. Asustados, huyeron
los dos pastores a Chinguaro, la cueva-palacio del Mencey Acaymo, para
referirle lo acontecido. El Mencey acudió con sus consejeros. Ella no respondía
pero nadie se atrevía a tocarla. El Mencey decidió que fuesen los mismos dos
pastores ya heridos quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al
contacto con la imagen, quedaron sanados. El Mencey comprendió que aquella
mujer con un niño en brazos era cosa sobrenatural. El mismo rey entonces quiso
llevarla en sus brazos, pero después de un trecho, por el peso, necesitó pedir
socorro. Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una Cruz y en el lugar
donde el Mencey pidió socorro, un santuario a Nuestra Señora del Socorro.
La llevaron a una cueva cerca del palacio del rey hoy convertida
en capilla. Más tarde un joven llamado Antón, que había sido tomado como
esclavo por los castellanos y había logrado escapar y regresar a su isla,
reconoció en la imagen milagrosa a la Virgen María. Él, habiendo sido bautizado
le relató al Mencey y a su corte la fe cristiana que él sostenía. Así llegaron
a conocer a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y
tierra" (Guanche: Axmayex
Guayaxerach Achoron Achaman o Chaxiraxi) y la trasladaron a la Cueva de
Achbinico (detrás de la actual Basilica de La Candelaria) para veneración
pública…”
Según relata JOSÉ
RODRÍGUEZ MOURE: “…en un lejano atardecer
dos pastores conducen un rebaño de cabras en las costas de Güímar y al torcer
una curva del camino, cerca de la desembocadura del barranco de Chinguaro
descubrió, uno de ellos, "una mujercita con un niño al brazo derecho y con
vestidos distintos a los que usaban las mujeres de la tierra, de pie sobre una
roca lo miraba con fijeza".
Así inicia el ilustre dominico lagunero el relato que compuso
durante su estancia en el convento de Candelaria donde cuidó de su archivo y
del que se ilustró para componer el libro "La historia de la devoción del
pueblo canario a Nuestra Señora de Candelaria". Relata cómo el adivino o
zahorí Guardameñe (sacerdote aborigen) había pronosticado hacía mucho tiempo
que "dentro de unos pájaros grandes de blancas alas vendrían a la Isla,
por el mar, otras gentes que se habrían de enseñorear de ella". Estos
augurios que formaban parte de los miedos y creencias del pueblo guanche eran
del común conocimiento y había dado lugar a que los menceyes hubieran convenido
que cada uno de ellos cuidara de su territorio y que los demás le prestaran la
ayuda que necesitara en caso de peligro…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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