El amigo de la Villa de La Orotava ISIDRO FUENTES MELIÁN
“MÉDICO” remitió entonces (19/03/2024) estas notas y fotografía que tituló “AZÚCAR. DIABETES. OBESIDAD. (III
DE IV)”: “…Siempre haciendo un relato muy simplificado, muy simplista, tratando de
aclarar conceptos más generales y básicos, la Diabetes Tipo II engloba en
diferentes estadísticas entre el 80 y el 90 % de todos los diabéticos.
También este Tipo II
(no insulinodependientes)... ...nunca se llegaría a ser diabético, sean
cuales fueren su forma de vida y/o hábitos alimentarios. Siempre estará relacionado con alteraciones genéticas de los cromosomas.
Una compleja interacción entre múltiples genes y diversos factores ambientales
aún no completamente entendidos. Sin esta condición genética nunca se
llegaría a ser diabético, llévese el tipo de vida y hábitos de comida que se
lleven…..
Los páncreas de estos
diabéticos fabrican insulina, pero con baches en su producción, digámoslo asi,
y , tal vez, defectos en su “construcción” a los que se puede sumar, para
complicar más las cosas, cierta “resistencia” del motor (las células ) para
utilizarla en el momento que la necesite. Es decir, el coche tiene gasolina,
que puede ser de dudosa calidad, que a veces falla o es insuficiente y otras,
para colmo, se encuentra con que el motor tiene dificultades para
utilizarla,(¿problemas del “motor” en estudio?) aunque, mal que bien, la
utiliza.
Esto conlleva una serie grande
de casos de diabéticos que van desde los más benignos, incluyendo a los
prediabéticos, que solo han heredado la propensión a padecerla pero aún no son
diabéticos, a los más graves con semejanzas a los insulindependientes o Tipo I,
que ante la menor o mayor contrariedad como enfermedad añadida, procesos
quirúrgicos, infecciones graves, problemas vivenciales, angustias, ansiedades,
iras, cabreos mantenidos, o excesos de gula, obesidad, hipertensión
arterial, colesterol del malo elevado, sedentarismo y cosas por el estilo,
pueden entrar en descompensación o en la grave cetoacidosis diabética. .-
Ya hay estudios genéticos que apuntan a un cierto tipo de
diabetes, sui generis, que está a caballo entre la Tipo I y la Tipo II.
En ese ranking entre los
extremos, desde más benignos a más graves, colocábamos a los diabéticos según
ciertos parámetros: las glucemias ya en ayunas, ya postprandiales o tras
sobrecarga con glucosa, (tomar una cantidad de glucosa determinada y ver cómo
evolucionan las glucemias en las horas siguientes); también la sintomatología
del inicio del proceso y, para mi muy importante, la glucosuria: la mayor o
menor cantidad de glucosa que se pierde en la orina. También la
importancia de la historia familiar y, por supuesto, la alimentación y los
hábitos de vida, junto a la existencia o no de otros llamados
“factores de riesgo” como hipertensión, colesterol, obesidad, etc. que abren muchos
interrogantes a los clínicos, incluidos los médicos de cabecera, y a los
investigadores.
Desde luego , en el primer
plano de mi experiencia, estaban: a.- las glucosurias (glucosa en la orina) ;
b.- los niveles de glucosa en sangre a lo largo del día, con tantas determinaciones
como fueran necesarias; c.- los antecedentes familiares; es decir, los
específicos defectos genéticos, tan de boga en la actualidad, que abren
la esperanza a la solución de tantas incógnitas que siguen sin respuestas
en esta enfermedad que se puede catalogar ya como “Epidemia Mundial”.
La importancia de saber los
niveles de glucosa en sangre en determinados momentos junto a la cantidad
de glucosa en la orina eran claves para el buen control del diabético
insulindependiente.
Conocer la glucosuria fue uno
de los métodos, para mi imprescindible, durante muchos año. El paciente recogía
la orina de 24 horas, desde la primera hora de la mañana a la misma hora del
dia siguiente, la medía y me traía una muestra en un frasquito bien
limpio o esos de plástico propios para análisis de orina. Con el método de
Bénedict, sencillo y bastante exacto, se cuantificaba la glucosa en gramos por
litro de orina (Grs./Litro) y esa cifra de glucosa, “derramada” por “rebosar”
en tu cuerpo, te indicaba cuantas unidades de Insulina necesitaba el
enfermo como tratamiento. Luego vinieron las tiras reactivas para la orina con
escala de colores según cantidad de glucosa, que sustituyeron
satisfactoriamente al sistema Benedict.
En el uso y dosis de la
Insulina siempre se ha intentado imitar, remedar, al páncreas, cosa harto
difícil, si no imposible, ya que el páncreas segrega la insulina según
necesidad y en la cantidad justa, como un reloj de precisión. Se ha intentado
lo mismo con insulinas de acción rápida, semilentas, lentas y hasta ultralentas
y por último las “Bombas de infusión continua” de insulina. Lo mismo ocurrió
con los antidiabéticos orales para los enfermos que no necesitaban insulina
prescritos para tomas cada 3-6 horas, cada 8 o 12 o incluso cada 24
horas…. :un solo comprimido al dia.
Foto de Internet.-“Bomba de
infusión continua” de insulina.¿ Aun poco utilizada en España en
relación con el resto de Europa? ( Verificar con estadísticas actuales).
Como era lógico, ninguno de
estos tratamientos lograba imitar al páncreas en su secreción de insulina, pero
el uso de la insulina sí que alargó, y muchísimo, la vida de estos
pacientes lo que dio lugar al aumento estadístico de las complicaciones tardías
de la enfermedad y la necesidad de estudios más profundos en busca de sus
causas. Siempre ha estado sobre el tapete, con miles de estudios, con
detalles controvertidos, buscando la relación entre complicaciones tardías y su
relación con su bueno, no bueno, mediocre, malo o muy malo control de las
cifras de glucosa en la sangre.
En los años noventa aparecieron
dos estudios que, creo, marcaron la pauta a seguir que se ha mantenido hasta la
actualidad. Aclaro: digo creo, pues ya los contactos con los enfermos se
perdieron dada mi jubilación. Uno se hizo con diabéticos Tipo I, se publicó con
el nombre “Diabetes Control and Compliction Trial”, conocido por “DCCT” y el
otro como “UKPDS” (United Kingdom Prospective Diabetes Study) con diabéticos
Tipo II.
El “DCCT” se hico en EE.UU.
durante 10 años con 1.441 pacientes, entre 13 y 39 años de edad, sexos H/V al
50%, todos con al menos un año de diagnosticada la diabetes y no más de
15 años padeciendola.
(Continua)…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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