El amigo de la Villa de
La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ. Graduado en Historia por la Universidad de la
Laguna, remitió entonces (17/06/2018) estas notas que tituló “EL USO DE
LAS CABAÑUELAS”.
Publicadas en LA OPINIÓN DE TENERIFE el sábado 16 de junio de 2018: “…El polígrafo portuense José Agustín Álvarez Rixo
(1796-1883) sería autor de una interesante obra en la que se recopilan numerosas
aportaciones desde diversas parcelas del conocimiento. En el siguiente artículo
analizaremos algunas cuestiones relacionadas con su manuscrito Cabañuelas, tal
y como hemos expuesto en alguna otra ocasión, depositado por sus herederos en
los fondos de la ULL.
Su opúsculo,
estructurado en seis partes, describe diversas señales que se llegarían a
utilizar en relación a la capacidad de poder determinar un año fértil o estéril
en las Islas Canarias. Rixo llegaría a lamentar que pese a los particularidades
de nuestro territorio, la mayoría de los habitantes atendían a “los almanaques
de la península, que siendo calculados por la latitud diferente en que no media
la perfecta analogía de situación”, olvidando las particularidades de nuestro
territorio.
No duda
en apuntar la necesidad de observar al Teide en determinadas circunstancias,
como por ejemplo cuando en su cúspide se sitúa la toca con nubes que pueden
girar en sentido Oeste a Este, o de N.O. a S.E. apuntando que se trataría de un
aviso de lluvia en 24 horas.
De la
importancia de la tradición oral volvería a citar Álvarez Rixo el caso que le
ocurrió en 1810, cuando siendo apenas un niño observó que como consecuencia de
la intensa lluvia, el barranco de San Felipe llegó a tener un gran caudal,
apuntando algunos ancianos que se trataba de una “malísima señal y Dios tuviera
piedad de nosotros, ningún caso hicimos de la prudente lamentación”.
Del año
1867 lamenta que las autoridades no hubieran tomado nota de las advertencias
publicadas en la prensa, la necesidad de desarrollar medidas que pudieran favorecer
un aumento de la producción, tal y como podría llegar a ocurrir con “el cultivo
de ciertas cumbres baldías de la isla de Tenerife”.
En torno
a 1868 enunciaría fenómenos relacionados con sequías, exponiendo como ejemplo
el florecimiento de muchos dragos durante los meses de junio, julio y agosto.
Registra algunos episodios de lluvia durante el mes de septiembre, siendo
especialmente significativo los sucesos ocurridos que se desarrollaron en el
núcleo tinerfeño de San Miguel. Junto a ese fenómeno señalaría que durante la
media noche del 14 de noviembre el campesinado observaría con gran sorpresa la
presencia de una serie de destellos que parecían ser “estrellas desprendidas
del cielo, y preguntaba, que barruntaría aquel misterio”.
El
último capítulo lleva por título “una triste comparación”. En el mismo, realiza
una dramática comprobación entre los efectos de años de sequías y la actitud
que sobre el ser humano llevaría a tales acciones. Establece los numerosos
crímenes que se sucedieron entre 1868 y 1869, el notable número de incendios,
con especial atención en islas como La Palma, donde se registraron hasta cuatro
incendios a la vez, tal y como llegaría a recoger a partir de datos en fuentes
hemerográficas, al igual que en el pueblo de San Nicolás, en Gran Canaria, o en
el Puerto de la Cruz. De este último núcleo registraría los excesos del pueblo
cometidos contra la casa de Andrés G. de Chaves, que se lograría salvar de un
incendio gracias a la actuación de los pescadores, que acudieron
apresuradamente a sofocar las llamas. Tan solo un mes después se llegaría a
desarrollar un acto similar en otra calle del lugar.
Ante esos sucesos y
como posible solución manifestaría la necesidad de proporcionar víveres con
precios accesibles y ofrecer puestos de trabajo que permitan obtener medios
para comprar los alimentos necesarios. Con todo ello se pretendía evitar la
tristeza y el estado de alboroto que se genera a partir de determinadas
situaciones del tiempo atmosférico. Rixo también llegaría a proponer la rebaja
o suspensión de cobro a aquellos que pudieran tener dificultades para cumplir
con ese hecho, con especial atención a la circunstancia que ocurría con muchos
padres de familia por la pérdida de siembra.
Una serie de
aspectos que, en definitiva, aportan cuestiones de interés para analizar
nuestro pasado desde otro punto de vista…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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