El amigo del Puerto de la
Cruz; AGUSTÍN ARMAS HERNÁNDEZ, remitió entonces (07/07/2018) estas notas y
fotos que tituló; “LAS FIESTAS MAYORES DEL PUERTO DE LA CRUZ
EN LOS AÑOS CINCUENTA DEL SIGLO XX”: “…Las
campanas al vuelo y el compañerismo de los cañonazos en su sonar asincrónico
era la tónica agradable de cada tarde desde que comenzara el tan esperado mes
de julio. Estos sonidos ansiados unidos al tardío verano alegraban el corazón y
elevaban el espíritu de todos los portuenses nacidos a la ribera de la mar y
también de los más alejados. Se acercaban las fiestas mayores en honor del Gran
Poder de Dios y la Stma. Virgen del Carmen; de ahí nuestra alegría teniendo en
cuenta lo difícil de aquellos años de la década de los cincuenta y de las pocas
fiestas de las que podíamos disfrutar – lo contrario de hoy en día – veríamos
lo coherente de dicha alegría y ansia de estas fechas tan importantes para los
portuenses.
Veamos: en aquellos años que sucedieron a
nuestra guerra civil fueron difícilmente críticas para las arcas del Gobierno
Español y por ende para la de todos los hogares de nuestra patria. La economía
quedó por los suelos, y la crisis se acentuó y prolongó con el conflicto bélico
mundial. Los gastos que se ocasionaron con esta guerra dejaron secuelas de
variada índole, algunas de ellas aún perviven, sobre todo en lo familiar. La
austeridad que le siguió fue grande, hasta tal punto que los diferentes
municipios de nuestra maltratada geografía no podían – por este motivo – gastar
mucho dinero en fiestas. Pero… como dice el refrán: “no hay mal que por bien no
venga”. La crisis monetaria fue el estímulo para que todos los vecinos de un
mismo pueblo colaboraran con los ayuntamientos y comisiones de fiestas para que
las mismas se llevaran a cabo. En aquel entonces el ayuntamiento portuense
tenía – hoy creo que no – su comisión de fiestas y sus componentes se
alternaban en sus funciones todos los años. El presidente solía ser el alcalde,
que en aquel tiempo era D. Isidoro Luz Cárpenter. Recordemos a continuación los
nombres de algunos de estos comisionados, todos ellos ahora desaparecidos: D.
Miguel Miranda, D. Juan y D. Rafael Oramas, D. Pedro Pérez Noda, D. Pancho
Galindo (el bicho), D. Darío Franco, etc., este último organizador de las
carrozas que intervenían en las sortijas, batalla de flores, confetis y
serpentinas. A las carrozas mejor engalanadas se les solía premiar con dinero.
Veamos la cuantía de los premios que estableció la comisión de fiestas del año
1950: 1er premio – 1.000 ptas., 2º premio – 500 ptas., y 3er premio – 250 ptas.
Una nota aclaratoria en dicho programa dice lo siguiente: “si a juicio del
jurado los automóviles presentados no reúnen el suficiente mérito en su
decoración y atavío de las señoritas ocupantes, el primer premio se considera
desierto”.
Las cintas para las sortijas solían
donarlas las firmas comerciales y señoras de esta localidad, siendo pintadas y
bordadas por conocidos artistas portuenses. Destacamos a algunos de ellos: Dña.
Manuela Miranda, Dña. Clorinda Padrón, D. Jerónimo Rodríguez, etc. El coso
donde se corrían las populares sortijas era en la Plaza del Charco, y la meta
donde se colocaban las cintas estaba ubicada en la desembocadura de la calle
Quintana con dicha plaza. Las carrozas eran sin lugar a dudas de una exquisitez
artística de muchos quilates, famosas en todas las Islas y fuera de ellas. Su
fama le viene desde las que antaño hacían nuestros abuelos en los también
famosos carnavales del Puerto de la Cruz.
Por las razones expuestas, los lunes de
las fiestas del Puerto se veían invadidas de gentes venidas de los pueblos
adyacentes y también de los más alejados de la Isla.
Expongo a continuación los nombres de
algunos artífices y colaboradores de estas artísticas carrozas. Hélos aquí: D.
Benito Hernández (zapatero), D. Paco Ortiz (cartero), Dña. Etelvina Martín
Padrón, etc. Siendo sus colaboradores más destacados: Pedro Ángel Gómez, Pepe
Fregel (fotógrafo), Aurelio González Perdigón, Isidoro Herrera, etc. Colaborando
también con los constructores todas las jóvenes que participarían más tarde en
el coso citado. He aquí los nombres de estas bellezas que eran el toque final y
la gracia de las carrozas en las batallas de flores: Cándida Rosa e Hilda
González Perdigón, Conchita y Armenia Carrillo, Catuja Tamajón, Rosa y Carmita
Palenzuela, Mª Adela Hernández, Carmela Suarez, Zenaida González, etc. Todas
ellas actualmente madres de familia de una nueva generación de portuenses.
El carpintero que solía colaborar en el
ensamblaje de las carrozas era también el desaparecido D. Ángel Barroso Obrante
(Barroso), siendo su ayudante el conocidísimo Pepe Castilla (Pepín), los chasis
automovilísticos para las carrozas los aportaba la firma Hernández Hermanos; la
madera, Las Afortunadas y la Vda. Yanes; y el papel, los distintos empaquetados
de plátanos, el pegamento para pegar el papel se hacía con los restos de harina
de trigo que gentilmente cedían las panaderías de las familias Torrens.
Al amanecer del lunes de las fiestas las
carrozas ya estaban terminadas y a punto. Sólo quedaba que las guapas que las
ocuparían fueran a dormir un poco, para después dirigirse a las dos únicas
peluquerías que habían asignadas en aquel entonces, la de Marina Acosta y
hermanas Carrillo, las cuales se distinguían con sus especialidades en peinados
femeninos.
Tengo en mi poder los nueve programas de
las fiestas de julio correspondientes a la década de los cincuenta, cedidos por
el Sr. D. Andrés Carballo, poeta y colaborador de este distinguido rotativo EL
DÍA. Aunque de aquellas fiestas me quedan algunos recuerdos – pues era muy
joven – visualizando estos programas y viendo los actos culturales y artísticos
que se efectuaron entonces y los intervinientes en los mismos sólo me sale esta
expresión: ¡Aquellas sí que eran fiestas!,
teniendo en cuenta que este escrito se hará demasiado largo si entro a detallar
cada uno de estos programas; solo mencionaré algunos de los personajes
intervinientes en los actos del año 1950, dejando para otra ocasión el resto, donde
está escrita una parte importante y maravillosa de la vida cultural y artística
del Puerto de la Cruz.
“Frontispicio y Glosa” es el escrito que
dedica al Puerto de la Cruz, D. Luis Álvarez Cruz; “Callad, silencio”, de D.
Martín Pérez González y que dedica al Señor del Gran Poder; “Spes Vitae et
Virtutis”, de D. Luis Membiela de Vidal, y “La Plaza del Charco” de D. Antonio
Ruiz Álvarez, tres poesías contiene este programa dos de D. Tomás de Iriarte y
Nieves Ravelo, “La criada y la escoba” y “La rana y la gallina” correspondiendo
la tercera doña Victoria Ventosa y Cullen de Pérez.
No quiero concluir este articulito sin
destacar de este programa el anuncio de la entrada en el templo parroquial de
Nuestra Sra. De la Peña de Francia del ilustre y Rvdo. Obispo de la diócesis
Dr. D. Domingo Pérez Cáceres, acompañado de las comisiones eclesiásticas. Esto
ocurría a las 10 de la mañana del día 10 de julio. Y a las 10:30 comenzaría la
solemne función religiosa de medio Pontifical dedicado al Gran Poder de Dios
ocupando la sagrada Cátedra el MID Leopoldo Morales Armas; la música sacra
estuvo a cargo del orfeón “La Paz”…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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