Mi amigo desde la
infancia de la Villa de La Orotava; FRANCISCO JAVIER PÉREZ BAUTISTA, “QUICO”, remitió
entonces unos artículos de su hermano el orotavense FLORENCIO LORENZO PÉREZ
BAUTISTA, Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Salamanca,
Profesor Adjunto de Medicina en la Universidad de Salamanca, Toco – ginecólogo
y Miembro de Número de la Sociedad Española de Médicos Escritores: “…EL ÁRBOL DE LA
CIENCIA”: ANDRÉS HURTADO (PIO
BAROJA): "la ciencia es la única
construcción fuerte de la humanidad "decía el médico Andrés Hurtado (PIO
BAROJA) "era uno de esos hombres que consideraban el leer como un
sucedáneo de vivir. ... “ Era un placer mientras ejercía en pueblos. Uno,
Alcolea del Campo, (no encontrado ni en enciclopedias ni diccionarios) pero si
dice que próximo a ésa localidad, había un balneario. Consultado el Espasa-
Calpe se encuentra una Alcolea, "Villa y municipio de España, provincia de
Almería... de 1945 h. Con aguas de ácido ferruginosas, recomendadas en las
enfermedades de la nutrición. "no es coincidencia que el balneario de Cestona, provincia
de Guipúzcoa, con sus aguas (27º a 31º) recomendadas en las enfermedades de la
nutrición digestivas e infecciosas, lugar en el que ejerció como médico dos
bienios.
A mi 87 años, continúan tres pasiones que he tenido
a lo largo de la vida, desde que era un adolescente: leer más novelas clásicas
que de Medicina, escribir, (componía hasta versos) y la naturaleza.
Soy un amigo de todos y cada uno de los árboles. Me
entra un gran malestar viendo como se destruye la naturaleza en los incendios,
la mayoría provocados por la mano del hombre. Así mismo, me apasiona la
Astronomía. Al vivir en un ático, tengo la gran surte de poder contemplar las
estrellas con un modesto telescopio o con mis prismáticos. No obstante, si
tuviera que elegir, me inclinaría por la lectura, el libro, siempre a mano,
dispuesto a servirte.
Microbiología. En la novela se ocupa de un centro
para tratar las enfermedades venéreas, el Hospital de San Juan de Dios. Fue un
motivo de depresión y melancolía para el estudiante Hurtado; "pensaba que
el mundo le fuera presentado su cara más fea". En un edificio inmundo,
sucio y maloliente. Visitó la casa de mujeres, "era un estercolero
inhumano". Por si fuera poco, calificaba el médico encargado como un
vejete hediondo, un canalla, un miserable que trataba con una crueldad inútil a
aquellas desdichadas allí y las maltrataba de palabras y de otros inhumanos castigos.
A Hurtado se le retorcían las tripas....
Recordemos que la novela se publicó en 1911. En 1914
se había identificado la mayor parte de las bacterias patógenas para el hombre
y los animales. La microbiología médica, la mentalidad etiopatogenia, había
nacido siglos antes, en el XVI (sífilis); XVII (peste); XVIII (peste bovina y
tuberculosis) etc.
Necesariamente, aquí y ahora nombramos a los
inmortales Davaine, Pasteur, Roux, Chamberlad, Yersin, Koch, Klebs, Pierre
Curie y su esposa María Curje, quien fue dos veces galardonada con el Premio
Nobel y muchísimos otros más.
La patología general. Enfermedades: artritis
reiterada en jóvenes. La fiebre o calentura fue entendida a lo largo de los
siglos como una enfermedad que estaba en la sangre. De ahí se explica, las
sangrías copiosas y frecuentes creyendo expulsar "el mal".
Hasta mediados del siglo XIX después de múltiples y
reciente experimentos en animales se pudo saber la etimología de muchas
fiebres. Eran micro organismos, la bacteria. La Tisis en niños y, curiosamente
sin mención, el bacilo de Koch (tuberculosis incipiente), dice un médico...
"La Tuberculosis- escribe Baroja- era una de
esas enfermedades que le producía un terror espantoso. Meses antes se había
dicho que Roberto Koch había inventado un remedio eficaz para la tuberculosis:
la tuberculina". (1890, hoy, como diagnóstico). El niño mejoró gracias por
haberse mudado a orillas del Mediterráneo, alimentación intensa, baños de sol,
vivir al aire libre, dormir con la ventana abierta y por la mañana, ducha fría
paseos por el campo, comer y después una siesta".
Por estos años, Baroja acabó la carrera. La gota,
como siglo antes, seguía existiendo. Citan cólicos, enteritis, meningitis,
pleuresía y el tétanos.
La inmoralidad estaba en la Diputación de Madrid.
Desde los administrativos hasta los internos que "vendían quinina al
Hospital, a las boticas de la calle Atocha”... se jugaba en las guardias,
funcionaba una timba constantemente". Hasta los señores capellanes
"algunos chulos" y "curas viciosos e indignos" intervenían
en el juego.... El caciquismo pueblerino, una triste realidad. El egoísmo, la
envidia, la ruindad, una constante. Que hermosa sería una revolución, pensaba
el médico Hurtado...
Madrid capital, sus vicios. Los estudiantes universitarios
de entonces, pensaban y hacían bueno y malo como los de hoy en día, con todas
las consecuencias. Diversión a raudales.
Baroja critica a la juventud sin escrúpulos, así que
amigos de ellos, no compartía "sus ideas ni sus afectos. Los tenía por
egoísta e irresponsables, canallas y chulos, engañando a madres e hijas. A las
chicas que no le gustaba el sexo, lo achacaban a la "miseria orgánica, de
la falta de alimentación y de aire... "Había comadronas con amantes y
provocaban abortos más otros delitos... toda una miserable.
Cuando el estudiante Andrés Hurtado (Baroja) empezó
a estudiar Terapéutica, se llevó una gran desilusión; un escéptico. "El
mismo profesor en sus explicaciones "consideraba inútiles, cuando no
perjudiciales, casi todos los preparado de la farmacopea. Lógico, cuando no
había nada de la Era Bacteriológica. Las enfermedades venéreas, abundaban las
casas de lenocinio también, incluso explotadas por curas la morfina como
hipnótico, conocida, no rara de leer. En un parto mal asistido, muere la madre
y el feto. El padre, hundido, se envenena con aconitina, un potente tóxico.
Sociología. Los estudiantes de Medicina, en Madrid,
asistían a las clases en varios centros universitarios. La mayoría,
"palurdos provincianos" a los que despreciaban en las postrimerías
del siglo XIX, bombín, bastón, y casi todos luciendo barba o bigotes teñidos.
Nulo respeto al profesorado. Todos versados en política, republicanos y
defensores de monarquía, otros enemigos de la burguesía, en fin, partidarios de
la clase rica y de la aristocracia.
El estudiante Hurtado era un reflejo de Baroja.
Vivían en un ambiente de optimismo absurdo: nadie o casi nadie oía al
profesorado. Insolentes, gritaban, rebuznaban e interrumpían al docente. Al
salir de las clases, producían un gran ruido con los pies y con los bastones.
Hurtado no salía de su asombro, todo absurdo, no había disciplina. Todo
grotesco.
Su preparación
para le ciencia no podía ser más desdichada. Aprobó todo menos Química.
Funcionaban las recomendaciones. Así de esta manera sacó la pendiente, pese a
que hizo un examen "detestable".
En las clases prácticas de Anatomía era una pura
diversión, una burla desagradable, en suma: no había el menor respeto al
cadáver.
Los mozos empleados los arrastraban por el suelo:
"la impresión era terrible", escribe Baroja. Se cita, como lugares de
esparcimiento los "cafés cantantes y casas de juegos", garitas
peligrosas. Baroja escribió "había muchos vicios y depravaciones en
Madrid... "
En el cuarto curso de carrera, asistía a las clases
de Don José de Letamendi. Lo retrata como a un señor, bajito, flaco, escuálido
con melenas y barba blanca. Tenía cierto tipo de aguilucho: la nariz corva y
los ojos hundidos y brillantes. Vestía siempre levita entallada y llevaba
sombreros de copa. Fue catedrático en Anatomía y Patología General. Autor de
libros de Medicina y famoso por lanzar frases muy discutidas como" el
médico sólo sabe de Medicina, ni Medicina sabe “...Gran humanista. (En la gran
Enciclopedia Larousse, recoge su retrato y su saber en general…”
Al alumno Hurtado lo alaba en varios párrafos. Lo
tenía por un genio" por los cuatros costados", ocupando varias
páginas de la novela. Letamendi nació en Barcelona en 1828 y murió en Madrid en
1897. La novela se publicó en 1911.
Para Baroja, a través de su personaje, Andrés
Hurtado, encarando otro tema, alega que la política nunca ha sido nada alta ni
nada noble., se iba inclinando a un anarquismo espiritual basado en la simpatía
y en la piedad, sin solución práctica ninguna. Seguían "las recomendaciones
"de su tío médico, Iturrioz, para poder aprobar. Le tenía "muy poca
afición a la carrera... " como diría el escritor que sólo ejerció la
carrera dos años. Le apetecía más trabajar en un laboratorio de Fisiología...
En otro orden cosas, se afirmaba que "un
aristócrata tenía derecho a todo. A la inmoralidad, al vicio, al egoísmo;
estaba por encima de la moral corriente. Se cuenta que una duquesa tenía
"un desenfreno terrible”... amantes por pares... Se hablaba del furor
"erótico de Isabel 11; la
impotencia de su marido; los vicios y enfermedades de los aristócratas...
Igual que Unamuno, Baroja- a través de sus
personajes- criticó con dureza la fiesta de los toros. A un médico de pueblo
muy aficionado a ello, incluso abandonando sus deberes, se fue a otra localidad
lejana a la suya para poder asistir a una corrida calificándole de "bruto
chantajista" al que sólo le interesaba el dinero, avaricioso con sus
clientes del pueblo. Vamos, todo un amoral. Un malísimo compañero de la profesión.
Por otra parte la violencia de género y hasta el
asesinato de la mujer se daba en' pueblos, dónde abundaban los borrachos.
Como remate final de ésta sociedad, existe el
personaje que prostituye a su mujer y él a su vez, tiene tres amantes.
En España no hay más que "chulos y
juerguitas" El chulo domina desde los Pirineos hasta Cádiz. Los políticos,
militares, profesores curas, todos chulos...
El capital español está en manos de la canalla más
abyecta, de los matones, según Baroja…”:
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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