La
amiga de la Villa de La Orotava; CONCHI GONZÁLEZ MARTÍN, me sorprende con esta
fotografía, donde podemos presenciar el
típico “Salto de la soga”, que en el tiempo fue un juego de niñas, no sé si ya
la práctica es mixta, probablemente lo sea. Esta fantástica panorámica, me
lleva a la memoria del pasado, en la calle principal del Barrio orotavense “Los
Cuartos”, estas niñas, seguro que son de la familia González Martín y otras del
Barrio, me llama la atención, el jugar sin calzados, y el vestuario dócil de
aquellos años.
Me
sorprende de verdad, pues en esa década de los años sesenta del siglo XX,
frecuentaba casi a diario, al salir del Colegio de San Isidro, a estudiar a
casa de mi amigo y compañero de pupitre Juan Ramos Amaro, lo conocíamos por “El
Churrero”, pues su abuelo materno tenía un puesto de churros en la parada de la
Calle El Calvario, rincón que continuó su hijo, al marchar su progenitor a Santa
Cruz de La Palma. También se le conocía por “El Gomero”, esto sí que no sé por
dónde le viene, ya que su padre Juan Ramos, trabajó en el Ayuntamiento de la
Villa primero en la caseta del Fielato y después de encargado general, hasta su
jubilación.
La casa
de mi amigo Juanito, la vemos en esta fotografía en la esquina a la izquierda,
en la actualidad sigue viviendo en ella, al lado estaba la carpintería de
Quintín, probablemente en ese tiempo ya estaba ubicada. Pero lo que más me
recuerda del Barrio, que las calles no estaban asfaltadas, eran polvorientas,
las podemos ver exactamente en la foto, por lo que la soga a dar vuelta
levantaba el polvo. No había luz, y la poca que había, cuando estudiábamos, se
nos iba, o aflojaba su potenciar, debido a esto la madre de Juanito, nos ponía
velas de ceras alrededor de la mesa.
Le
tengo mucho cariño al Barrio, jugué al fútbol con su equipo en el oratorio
festivo salesiano, pero no me ha gustado que actualmente no se le ha hecho el
merecido homenaje; al que fue propietario
de los terrenos don Antonio Hernández “El de Las Tapias”, muchos los regaló por
la humildad, al entonces alcalde que consiguió las viviendas para las familias
humildes y pobres en una década difícil,
don Cándido Acosta y a María la de la Venta, que mató totalmente el hambre en
aquellos años embarazosos.
El
tradicional salto de la soga, se juega con una
cuerda en donde dos personas sostienen la cuerda y los demás jugadores pasan
debajo de ella. Una vez que todos los jugadores han pasado, los que sostienen
la cuerda la bajan un poco más, y vuelven a pasar por debajo de ella el resto
de jugadores, y así sucesivamente. Que recuerdos aquellos…
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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