El amigo de la
ciudad de Tacoronte; NICOLÁS PÉREZ GARCÍA, Remitió entonces (14/08/2011) estas
notas que tituló; “TACORONTE
HISTORIA Y ORÍGENES DEL AYUNTAMIENTO: Primero: “…Conforme a los acontecimientos que registra la historia, y así
se colige de la certeza irrefutable de los documentos que lo testimonian, en la
mayor parte de los cinco siglos de la era moderna de esta tierra, la voz del
pueblo y la representatividad en las instituciones han estado mediatizadas y
coartadas por las diferencias seculares de desigualdad entre clases;
especialmente por el acusado desequilibrio entre ricos y pobres; entre nobles y
plebeyos, entre la clase dirigente y el pueblo ignaro, entre los muchos
vecinos que perseguían su particular beneficio y medro personal, sin interés
alguno por el bienestar común. Sin embargo, no miremos con resabio lo que
parece ser un reflejo del signo de los tiempos y de la propia evolución. Mejor
analicemos los hechos para conocer los detalles de una época donde no existía
el sentimiento democrático, y también para comprender cómo se llegó a los
tímidos cauces de participación del pueblo, aún con extrema parcialidad debido
al régimen autocrático de entonces.
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, con la aparición de
lo que podríamos llamar pseudo política, se intentó consagrar el principio de
representatividad en la composición de los ayuntamientos constitucionales,
pero el ideal de un liberalismo tambaleante y poco sólido tropezaba con revueltas,
interrupciones y golpes de mano del absolutismo, durante un largo periodo ominoso
que no pudo romper con las amarras del Antiguo Régimen hasta bien avanzada la
centuria decimonónica.
Los ayuntamientos que nacieron al amparo de las Cortes de Cádiz
no lograban la plena representatividad, viéndose sometidos a la estrecha
tutela del Estado o poder regio, atrapados bajo la influencia del caciquismo y
subordinados a una brutal intermediación, En estas islas, la situación
era de parálisis y conformidad forzada,
cuya realidad social y cultural empeoraba por el aislamiento, la distancia y la inevitable insularidad.
Paradójicamente, durante la dictadura de Primo de Rivera es
cuando se presta más atención a los municipios rurales ampliando el ámbito de
las competencias, aunque las corrientes políticas de aquel tiempo estaban más
pendientes del poder que del bienestar social, y así, con la II República llegó el
colmo de la incoherencia que forzó la confrontación civil para detener tantas
actuaciones contrarias a: los ideales de la auténtica convivencia, a costa
del enfrentamiento de las dos España. En fin, sobre este aspecto de nuestra
historia la suerte de los criterios es demasiado heterogénea como para conciliar
una opinión consistente. Quizá, lo más válido sea la enseñanza que habremos
podido sacar de la perspectiva histórica de aquellos hechos, a pesar de que muchos
se empecinan en interpretar y manipular la Historia a su manera.
Obviando el paréntesis franquista, en el transcurso de los años,
después de la serie de disposiciones parciales sobre régimen local que se ha
producido desde 1975, se llegó por fin al texto de aplicación general, la Ley Básica de Régimen
Local de 1985, a
la que se han ido añadiendo textos posteriores que la complementan y que hoy
sirve para regir las municipalidades.
Pero debemos volver la vista a la historia pasada para
comprender las valiosas enseñanzas de ayer en una materia tan compleja y
fundamental como lo es llegar a todos los ciudadanos con la inmediatez social
que éstos requieren, de una forma equitativa y proporcional. Aun así, los caminos
han estado llenos de obstáculos de todo tipo, hasta que se llega a la
conclusión de que el municipio debe ser el marco de la convivencia civil por
excelencia, donde la célula familiar es la base trascendente por natura.
La ciudad de Tacoronte nos sirve hoy de señuelo práctico para
este estudio histórico sobre la evolución de su ayuntamiento, ya que a través
de un análisis concienzudo del pasado hemos podido percibir cuáles han sido los
avatares que han servido de testimonio para llenar nuestra curiosidad acerca
del concepto municipal, acerca del inicio y desarrollo de los primeros
vestigios que apuntan hacia una mínima corporación local organizada que vela
por los intereses vecinales y del común.
Vamos de puntillas sobre el acontecer más lejano, años después
de la conquista castellana a comienzos del siglo XVI, cuando arrancó el tenue
desarrollo del lugar de Tacoronte, inclinado necesariamente a la exclusividad
agraria, controlada prácticamente por los terratenientes de La Laguna, que únicamente
generaba servidumbre y medianería en el común de aquella incipiente población.
En aquel entonces, nadie se ocupaba del estamento familiar en
una situación que podríamos calificar de feudalismo desarrollado en pequeña
escala, primando el interés particular y la opresión oligarca sobre la mano de
obra barata sumida en el drama de la supervivencia, de la integración y mestizaje
de los naturales con toda su problemática. Sin embargo, fue la Iglesia la institución
que tuteló de algún modo a la familia, de manera que a través de normas y preceptos
impuestos basados en el temor de Dios, fomentaba por otra parte un ideal de
convivencia coherente con la época y con los principios inalienables del
cristianismo en aquel tiempo, logrando paso a paso la puesta en práctica de
comportamientos y costumbres adecuadas en el vecindario. La actitud eclesial
fue elemental para el atraigo de unos valores que fabricarían el cimiento
esencial de una población abriendo senderos en medio de dificultades de
diversa índole.
No fue precisamente el altruismo de los señores de la tierra lo
que motivaría el surgimiento de una comunidad medianamente organizada, ni
siquiera la Corona
a través de los corregidores. Fue la
Iglesia la que, investida de amplia influencia y conocimiento,
propiciaría una organización familiar básica en medio de los marasmos agrarios
y rurales, en unos tiempos de penuria y exentos de estímulos humanos y sociales.
A lo largo del siglo XVI, el lugar de Tacoronte, partiendo de
cero acumuló una población de mil habitantes a fines de la centuria, cuya
evolución iba de menos a más gracias al celo eclesial, y no nos cansamos de
repetido.
Sin entrar en los detalles, pues haría falta todo un tratado
histórico, el siglo XVIII constituyó el auténtico sillar en el que se sustentó
el pueblo de Tacóronte. Al amparo del brazo clerical, los vecinos demandaban
nuevas cosas a medida que aumentaba el número de habitantes, y fue así que en
1618 se constituyó el Pósito o Arca de
Misericordia, la primera entidad comunal del lugar; un instrumento
social que se ocupó de regular la producción, distribución y comercialización
del trigo como alimento esencial y como moneda de cambio y simiente para las
tierras de pan..
Con la distancia temporal que nos separa, podemos enjuiciar que
el Pósito llenó un hueco civil y social en el pueblo, evolucionando de una
forma práctica y fundamental al permitir qué .la vecindad se ajustara a una
norma equitativa y proporcional, como lo requiere todo municipio que se precie,
aun cuando el sentido democrático se encontraba a años luz. No obstante, se
puede decir que con. El Pósito comenzó a funcionar un hipotético ayuntamiento,
puesto que su fundamento radicaba en el bien común a través de la colaboración
y aportación de cada ciudadano capaz de producir. En una simple percepción de
ideas, lo referido no dejar de ser la filosofía elemental de cualquier
municipio de hoy en día.
La figura del Pósito fue proverbial a medida que incrementaba su
caudal con las ganancias que obtenía en las transacciones del grano, sin ningún
sentido lucrativo ni especulador, pues los beneficios del fondo común revertían
en las necesidades comunes del vecindario, como arreglo de caminos, tomas,
canales, fuentes, abrevaderos, ayuda a la parroquia, pago de impuestos;
vigilancia de montes y manantiales, auxilio a los pobres de limosna, etc. En
síntesis, la entidad comunal se valía del esfuerzo y trabajo de la comunidad
para mejorar la estabilidad del conjunto y posibilitar el desenvolvimiento de
la población sin discriminación ni exclusión.
La creación del Pósito no supuso un alejamiento de la Iglesia en los asuntos del
pueblo, puesto que los agentes decisorio del Arca de Misericordia eran el cura párroco y el alcalde, además
de la participación de cierto número de vecinos, formando todos la jurita
vecinal restringida que actuaba bajo la fórmula de concejo abierto y las
decisiones eran vinculantes para todos y cada uno de los moradores del lugar.
Efectivamente, el concejo abierto funcionó como un ente municipal a lo largo
del siglo XVII y gran parte del XVIII, de suerte que el Pósito de Tacoronte
adquirió mucha importancia, siendo uno de los opulentos de la isla de Tenerife.
De la importancia del Pósito como entidad local organizada nos
.habla su historia. Todas las Instrucciones, mandas y autos del corregimiento
de la isla sobre procedimientos de actuación vecinal circulaban a través del Pósito, quedando
registrados en sus libros para surtir los mismos efectos de un código o
compendio de normas de obligado cumplimiento.
Desde sus arcas salieron los reales de vellón que contribuyeron a la
construcción y mejora de la mayor parte del patrimonio arquitectónico de
Tacoronte. De Sus alhóndigas salieron las fanegas de trigo para paliar tiempos
de sequías, incendios del monte, temporales, plagas de langosta, tercio de
milicia, malas cosechas, etc. No se conoce ningún otro pueblo que tuviera,
como tuvo Tacoronte, las alhóndigas o graneros; de alto y bajo, que albergaba
cada una más de mil fanegas de cereal, además de la carnicería, la cárcel y la
munición de la milicia. Culminando el siglo XVII, Tacoronte se había acercado a
los 3.000 habitantes. El auge que atravesó en la segunda mitad de esta centuria
fue espectacular, pues en dicho periodo nacieron los edificios más emblemáticos,
la mayoría de ellos perduran hoy testimoniando un acontecer fructífero.
Como se ha referido, el Pósito se creó en 1618, siendo su fondo
inicial las 26 fanegas de trigo que aportaron los labradores. En 1700, su
caudal líquido era de algo más de 2.370 fanegas de trigo, registrando unas ganancias
anuales medias superiores a 4.500 reales por la capitalización de dos reales de
crez pupilar por cada fanega,
aunque ya la intermediación de la autoridad cabildicia crecía notablemente
hasta Conseguir el control total de estas instituciones comunales en toda la
isla. Bien es cierto que los pósitos, a nivel del Estado, se habían convertido
en elementos básicos en los pueblos o parroquias aunque la participación
vecinal aparecía coartada por la manipulación y fiscalización de los
corregimientos y audiencias reales.
Si bien en la
Península el pósito se convirtió en un instrumento social de
control en manos de las oligarquías, no lo fue tanto en estas Islas Canarias,
ni por supuesto en Tacoronte, donde continuaba cumpliendo con su fin primordial
como eficaz remedio para la agricultura, mediante créditos baratos a la
producción y al consumo, especialmente en tiempos de precariedad, y aportando
semilla para la sementera.
El siglo XVIII inicia su singladura con el cambio de signo
monárquico. El régimen de los Austria se extinguió con el malogrado Carlos II El Hechizado, cogiendo las riendas
del reino el Borbón Felipe de Anjou (Felipe V), cuyo primer cometido fue hacer
frente a la Guerra
de Sucesión, uno de los desgraciados eslabones del siglo de las luces, aunque
ninguno de estos acontecimientos cambiaría el quehacer cotidiano de Tacoronte,
al menos hasta bien avanzada fa centuria. La dinámica municipal descansaba en
el concejo abierto de sus vecinos, dirigido por el párroco y el alcalde, a
pesar de que el Pósito aparecía más mediatizado por el Cabildo. Aun así, se
cumplía la premisa principal de su cometido ofreciendo la garantía del
sustento y del laboreo de la tierra.
De hecho, el alcalde recibía órdenes directas del corregidor o
comandante general mientras que el funcionamiento del Pósito iba por otro lado.
Los vecinos participaban en las decisiones pero éstas debían someterse a
ulterior ratificación, modificación o denegación de la autoridad, lo que quiere
decir que los corregidores eran los agentes del poder regio y presidentes de
los estamentos locales, llámense ayuntamientos o juntas vecinales, cada vez
más subordinados al poder y a la excesiva centralización. Una muestra
documental de aquellos años resulta reveladora…”
Segundo: “…Tacoronte era un lugar
de paso obligado entre las ciudades capitalinas y los pueblos principales del
norte, entre los que se cruzaba el comercio existente, razón por la cual el
corregidor ordenaba repetidamente al alcalde que tuviera los caminos expeditos
para la circulación de transeúntes, carruajes y caballerías, especialmente en
lo que tocaba al Camino Real, importante vía de penetración entonces.
Sin embargo, con todo esto, la dinámica municipal no languidece,
a pesar de carecer de representación alguna para elegir a su alcalde, cargo
que venía impuesto desde el Cabildo con el nombramiento de personas ajenas al
pueblo, salvo raras excepciones. Por otra parte, el cultivo del millo y de la
papa fue la novedad que proporcionó un nuevo acicate para el labrantío, que se
diversifica con estos productos mejorando la dieta de los lugareños y haciendo
descender la circulación del trigo. .
Ya por 1711 se observa que en la nimia nomenclatura municipal
formada por el cura y el alcalde, se percibe la figura de un apoderado o
personero que se ocupa de los intereses generales de los vecinos. No se
advierte cómo surge este cargo en época tan temprana, pero es el caso del
presbítero Lázaro Rodríguez Leonardo, que también ostenta el cargo de ministro
del Santo Oficio de la
Inquisición y administrador de la fábrica de la iglesia
parroquial de Santa Catalina. Sin Que existan antecedentes, el presbítero se
descarga con un pedimento al teniente general, licenciado Montalbán, respecto
a las muchas deudas que tiene el Posito sin cobrar, y también solicita se tomen
medidas en cuanto al control de la munición de la milicia que se custodia en
una alhóndiga. Lógicamente, el licenciado Montalbán asume el pedimento al pie
de la letra y requiere su cumplimiento al alcalde bajo la pena de 50 ducados de
sanción.
Resulta evidente que el gobierno municipal radica en el Pósito,
y así debía ocurrir en la mayoría de los pueblos de España, dado que en 1751,
desde el poder central se crea la figura de un superintendente general, máximo
responsable para rendir las cuentas de las fundaciones pías ante el Rey y el
Consejo de Castilla. Años después se promulgaría un reglamento para regular el
funcionamiento de los pósitos, dada la importancia que habían ganado como entidades
básicas para la vida cotidiana.
Hasta ahora, los vecinos no han tenido apenas oportunidad de
intervenir en los asuntos comunes del pueblo. Su cometido ha estado sometido al
laboreo del campo y a los dictados de unos pocos. Con la llegada de Carlos III
y su ministro de Hacienda Squilacce; muchas
cosas van a cambiar a marchas forzadas, dando lugar a innovaciones que afectarían
de manera decisiva a la participación vecinal en la cosa pública, además de las
normas que se impondrán para un régimen municipal con leves tintes
democráticos.
El Motín de Esquilache de 1766, revolución y protesta exaltada
del pueblo de Madrid contra las reformas del ministro siciliano auspiciadas
por el monarca, fue la piedra de toque que originó una serie de medidas
tendentes a suavizar los ánimos violentos de un populacho que se revolvía entre
penurias civiles, sociales y humanitarias. Aquel suceso no tendría por qué
afectar a Tacoronte ni a ningún pueblo de estas islas, pero las leyes que se
dictaron no contemplaban distinción alguna y eran de acatamiento obligado bajo
severas penas. Las leyes, pragmáticas e instrucciones no se hicieron esperar
para mitigar el ambiente exacerbado que había surgido, y todas ellas tuvieron
efecto hasta en el último rincón del Estado.
No había transcurrido ni dos meses después del citado Motín de
Esquilache, cuando se reciben en Tacoronte las primeras instrucciones para
celebrar elecciones locales para elegir a los oficios públicos, llámense los representantes vecinales,
concejales o regidores del común, quienes de facto formarían la primera
corporación municipal con un cometido definido sobre la vida vecinal y
todos los ingredientes del día a día.
La Instrucción de 5 de mayo de 1766,
circulada por el Cabildo el 24 de junio del mismo año, establece la elección de
los diputados y personeros mediante un sufragio de segundo grado. Los vecinos
de todo el pueblo; por parroquias (Tacoronte: una parroquia), podrán elegir a
24 electores o compromisarios y éstos se reunirán posteriormente para proceder
a la elección de los cargos públicos por
mayoría de votos, en caso de empate lo desharía el alcalde con su voto
particular y decisorio. Este sistema de elección va a perdurar y tendría
aplicación en la elección de los diputados a Cortes según la Constitución de Cádiz
de 1812, también en las de los ayuntamientos que se crearon según la misma
constitución.
El auto acordado en la
Villa de Madrid al
cinco de mayo de 1766 por los señores del Consejo de Su Majestad, alude a la
insurrección y arbitra duras medidas contra los violentos del motín o de cualquier otra asote nada popular, dicta medidas
concretas, sobre el régimen de
abastos y precios de los alimentos,
sobre todo el pan. Con referencia a las elecciones, el capítulo seis de dicho
auto señala: "Si el Pueblo fuere
de dos mil vesinos (entiéndase familia. O unidad familiar) a baxo, él número de Diputados del común
serán de dos tan solamente pero su Elección y funciones se honran la forma
que queda prevenida pata los cuatro Diputados de los Pueblos mayores"
El documento tuvo asiento en los libros del Pósito el nueve de
julio de 1766. Según el número de vecinos, a Tacoronte corresponde elegir dos
diputados del común y a La
Laguna cuatro. En el capítulo siete se dan instrucciones
para que se elija también a un procurador síndico o personero, el cual pasará
a formar parte del ayuntamiento.
El 30 de junio de 1766, el alcalde de Tacoronte, Francisco
Suárez de Miranda, mandó publicar un bando: dijo que debía mandar, y mando se convoque todo el Pueblo a toque
de caxas, y sesite para el dia Domihgo trese del que corre par que se halle a
las dos de la tarde en la
Yglecia Parroquial de este dicho lugar para determinar y executar
loque se ordena en el RL Auto, y se manda hazer [...]" (Libro-del
Pósito, 306-1766).
La elección de los diputados del común era un tanto peculiar.
Siendo dos los elegidos inicialmente, en la siguiente renovación sólo se
removería uno, quedando el otro ejerciendo un año más, de manera que éste
pudiera instruir y asesorar al nuevo que entrara en el grupo de gobierno; y
así sucesivamente. Por eso se aludirá a ellos como diputado antiguo y diputado
nuevo o moderno. Además, el diputado antiguo tenía el carácter de teniente de
alcalde, ya que sustituía al primer regidor en caso de ausencia o enfermedad.
Nuevas instrucciones se van desgranando. Las elecciones se han
de realizar al término de cada año, de modo que los cargos electos juren su
compromiso el primero de enero. Como se observa, el emergente sistema
electoral no contempla al alcalde, que sigue siendo de nombramiento directo por
parte del Cabildo, al menos hasta 1772, año en el que también entra en la ronda
electoral como el resto de los cargos. Así se aprecia en el siguiente
documento que procede de una cédula real de aquel año: "Sres. Alcalde mayor de la Villa de la orotava = y Alcaldes de los defhas Puebs desta Ysla.
Mui Sres mios: En cumplimiento de las órdenes con qe. me hallo del Supremo Consejo
y RL Aud". destas Yslas, dirijo aVms (vuestras mercedes) los sinco testimonios de ellas qe. acompañan
la presente y son como se siguen: [...] La tersera dispone qe.la eleccion de Alcdes. Peda"eos de los Pueblos
de Canaria Thene y la Palma
se haga todos los años pro el tpo qe. se executa la de los Diputados, y
Personero y con las mismas formalidades, y ciréunstancias qe. estan mandadas
observar en dhas Eleciones pro Rs. ordenes; y po. qe. no se ofresca duda digo
qe. en el mes de Dize. de cada año el Alcde. del Pueblo debe flXllr ecditos.
avisando alos vezos. del dia de fiesta qe. señala po. qe. en la tarde concurran
a la Ygo. luego que oigan la campana qe. los comboca adonde assi mismo
assistira dho Alcde. acompañado de el essn". (escribano) o fiel de fhos, y dé el Sindico, y
Diputados, y en su presencia resivira pro escrito los votos de dhos vezinos
nombrando cada veinte y quatro suxetos po. electores, recono.sidos qe. sean
los veinte y quatro qe. hai'gan salido con maior numero de votos, los sitara
po. qe. en el sigte. dia deJiesta assistan a la ora qe. señalare a la cassa
donde comunmte.. se tienen las Juntas, y en ella en presenciti de dho Alcalde y
del essnoo o fiel de fhos con el Sindico y Diputados los referidos veinte y
quatro electores daran sus votos en primer lugar po. Alcalde del sigte. año, y
quedara nombrado .él que tenga más a su favor, e" segundo votaran alos
Diputadós; en tersero al Sindico, y en quarlo al fiel deJhos donde da haverlo,
y si ocurtiere qe. dos personas salgn .con iguales votos po. un mismo empleó
quedara elegida aquella Ii quien se aplicare el voto desisivo del Alcalde assi
ejecutado seles pasra avisso alos nombrados po. qe. en el primo. del año
comparescan en 'el paraxe acostumbrado Ii qe. seles ponga en posesion desus
Empleos pro elAlcaldti que acaba (su mandato) quien les resevira JUrllmto. pro ante el essno. o fiel de Jhos de usar
bien y fielmte. sus empleos de defender la puresa de la Concep"nde Maria
Santissima, a los Pobres y gúardilr stcreto en los cassos neses"s. yse
ejecutaran las demos Ceremonias de estilo qe. se acostumbran en semejantes
actos po. qe. el Pueblo los reconosca, y desde luego entren al uzo de sus
empleos quienes inmediatamente me pasilran aviso pro testimonio desu
nombramto. p". mi inteligencia. [...].NroSorGueli Vms ms. as. (Nuestro
Señor Guarde a Vuestras Mercedes muchos años) Ltlg". Y Agt" 17 de 1772 .¡. B. L M. de
Vmes. Su Mor. Servor. (Besa Las Manos de Vuestras Mercedes Su Mayor
Servidor) = Martin Josef de
Roxas" (Libro del Pósito, 18-7-1772).
Las instrucciones referidas provienen de una orden del mismo rey
para su aplicación en las tres islas de realengo. Para las de señorío
(Lanzarote, Fuerteventura y Gomera), los comisarios electores deben proponer
temas de candidatos para el cargo de alcalde. La orden regia termina así:
"l.. .J. y quiero
se tenga como Ley Munisipal e invariable e~ aquellas YslasJ a cuyo fin den los
órdenes y providencias fue para su observancia fueren necesarias colocandola
entre las ordenanzas de aquel trivunal para qe. sientpre conste y se cele su
cumplimt". qe. assi es mi Voluntad: Dada en el Pardo á catorse de Enero de mil seteztOs. setenta JI dos
== Yo el Rey ="
Conciliando en lo posible todas las instrucciones que versan
sobre la materia, a comienzos de 1768 tenemos la primera corporación de
Tacoronte por vía de elecciones
restringidas, las primeras en la historia del pueblo según las premisas reales
y del Consejo de Castilla, que
es lo mismo. Los hechos
barruntan la aparición de algunos sesgos políticos que aparecerán prontamente,
y el mismo monarca refiere ya una Ley Municipal que debe regir en las islas. Es
lo que dice la historia.
Así, pues, y para concluir, podemos decir que la primera
corporación o junta municipal estructurada de Tacoronte se formó en 1768 con
los siguientes individuos:
Alcalde: Francisco Suárez de Miranda (sargento de caballería de
milicias).
Diputado: Rafael Jerónimo de la Torre (capitán de milicias)
Diputado: José Hernández Ramos (alférez de milicia).
Síndico: Andrés Agustín de Torres Perdomo (teniente de capitán
de milicias).
Secretario: Lucas Hernández Izquierdo (fiel de hechos, fedatario
o escribano).
Y no olvidemos
al cura beneficiado de la parroquia, el licenciado José Antonio Fernández de Ocampó, quien paulatinamente se verá
descolgado de las decisiones vecinales y relegadas a su cometido principal
como cura de las almas de la parroquia, aunque en un próximo relato daremos a conocer otros detalles sobre el
particular.
En cuanto a los cometidos
de los miembros del
Ayuntamiento, estas instrucciones del ministerio de Gracia y Justicia que figuran
en un libro del Pósito con fecha
9 de junio de 1772:
"Tengan el gobierno del Pocito el alcalde, procurador sindico
y un diputado y un depositario, que han de nombrar el ayuntamiento"
"Alcalde, Diputado y Depositario han de tener cada uno llave distinta del
arca del dinero”. "Antes del Panadeo se practique por el personero del
Común y Diputados, con intervención dé los administradores, el peso de una fanega de trigo que
harán amasar para que sacados los costos, se vea la ganancia que produce, según
las onzas de cada pan cocido para que por esta se regule lo. Demás….
El síndico procurador, en su papel fiscalizador, revisaba,
censuraba y ponía los reparos pertinentes a las cuentas del Pósito antes de su
envío al corregidor y, además, debía vigilar las actuaciones del alcalde y
demás claveros.
En los años que siguen se reciben diversas órdenes que van
complementado. Las anteriores, subsanando errores o modificando actuaciones
por las imperfecciones que surgen de leyes apresuradas y condicionadas por los
acontecimientos.
Hasta aquí .esta primera parte que trata de los antecedentes
históricos que conducen a la formación del primer ayuntamiento de Tacoronte. En
un próximo trabajo continuaremos relatando las circunstancias y vicisitudes
por las que atraviesa la incipiente corporación…”
Tercera: “…En la primera parte de
esta historia, dejamos la crónica por el
año 1772, con una corporación municipal de Tacoronte ya estructurada de
acuerdo con las ordenanzas e instrucciones dictadas por el Consejo de Castilla,
bajo la égida del monarca Carlos III. Decíamos entonces que la incipiente
entidad local que empezó a tomar forma desde 1766, era el punto de partida para
los períodos sucesivos que habían de ir recogiendo otras normas complementarias
conducentes a la definición de un cuerpo legal más suficiente y capaz de regir
los destinos de la municipalidad, si bien los problemas de todo tipo convivieron
en medio de la trama que comenzó a fraguarse mediante unas tímidas elecciones
restringidas que dieron lustre a los primeros amagos de democracia y de
liberalismo en aquel tiempo tan lejano, y todo como consecuencia de las graves
revueltas conocidas como Motín de Esquilache.
Las primeras elecciones de 1766 tuvieron una importante
trascendencia de cara al futuro que se avecinaba. Fue un punto de inflexión en
el que se constata cómo el Antiguo Régimen empieza a perder cierta hegemonía,
cediendo en parte su poderío y absolutismo en oposición a la participación
popular que, aunque con sufragio indirecto, aprovechó la coyuntura para perder
el miedo y atreverse a romper algunas amarras del pasado, empreñándose de
sentimientos de libertad y protagonismo en la vida pública. No obstante, conviene
reparar en que fue la Corona
la que propició el edificio municipal, llámese ayuntamientos.
Aquellas primicias electorales para designar los oficios
públicos en los pueblos, contenidas en el auto del Consejo de Su Majestad de
fecha cinco de mayo de 1766, por lo que respecta a Tacoronte tuvieron la
siguiente secuencia cronológica:
13-7-1766: un domingo a las dos de la tarde en la iglesia
parroquial, el vecindario nombra por diputados o personeros al capitán D.
Rafael Jerónimo de Torres y Perdomo y al teniente de capitán D. Andrés Agustín
de Torres y Perdomo.
21-12-1768: un domingo a las dos de la tarde en la iglesia
parroquial, el vecindario elige por fiel
derechos a D. Lucas Hernández Izquierdo, que hará las veces de escribano
o secretario, levantando acta y dando fe de los acuerdos. .
17-8-1772: Se reciben instrucciones para proceder a le elección
de alcalde al igual que se hace con los diputados y personero, en la misma
jornada electoral y con idénticas formalidades. Consta expresamente que para
la elección de los cargos de Justicia (concejales o regidores) se recibirán los
votos de los vecinos nombrando cada veinticuatro sujetos que salgan con mayor
número de votos, quienes posteriormente son los que eligen al alcalde,
diputados, síndico personero y fiel de
Fechas;
11-12...,1774: primeras elecciones completas que se celebran en
una de las alhóndigas, al haber sido excluida la iglesia como lugar de reunión.
Tampoco se permite la participación del párroco en cualquier acto civil. En una
primera jornada, el pueblo elige a dos representantes para asistir a las
elecciones de Cabildo en La
Laguna. En la misma jornada también se elige a los 24
electores compromisarios que luego son convocados para votar a los miembros de
la corporación local, cuyo resultado fue el siguiente:
-Electores para el Cabildo: Juan Hernández Abad y Nicolás
Hernández Centenero.
-Alcalde: Juan Hernández Abad (teniente de milicias).
-Síndico personero: Nicolás García Gómez (teniente de milicias).
Diputado nuevo: Francisco Rodríguez López.
Fiel de fechos: Miguel Antonio Calvete
de Villar.
El diputado antiguo, Antonio Francisco Chirinos, que proviene de
la elección anterior, continúa un año más con el fin de instruir al diputado
de nueva elección, estando así dispuesto por las normas. Los primeros
sufragios, aun siendo de grado inferior, fueron la piedra de toque para la
nueva andadura municipal, quedando configurados la corporación con un alcalde,
dos diputados, un síndico personero y un secretario o fiel de hechos. El Pósito
había de ser administrado por un depositario (antiguo alhondiguero) y el
gobierno de esta entidad comunal por sus tres claveros: alcalde, diputado de
alhóndiga y síndico personero, cada uno de ellos con una llave distinta del
arca donde se guardaba el dinero. El síndico actuaba además como un procurador
del común, una especie de fiscal o censor de las cuentas municipales, que en
realidad eran las del Pósito, ejerciendo también vigilancia sobre la actuación
de los demás claveros, ya que su papel era básicamente defender los intereses
de la comunidad vecinal.
Se determina que anualmente se han de remitir las cuentas a la Contaduría General,
con expresión clara de su desarrollo y justificación, quedando fiscalizado el
destino de los fondos por la autoridad superior. En la renovación anual del
depositario o administrador del Pósito se rinden las cuentas del ejercicio, se
procede al inventario y previa censura del síndico se envían a la Contaduría, la cual, previo
examen, las remite al Corregidor para la sanción definitiva. Desde 1772 se
ordena que el traspaso de cuentas se realice en el mes de julio (anteriormente
era a finales de noviembre). Para el reparto de trigo con destino a la sementera
y el panadeo, se precisa autorización del Corregidor, cuyos autos y licencias
circulan a través de verederos que cobran una cantidad del Ayuntamiento y otra
partida estipulada para el Corregidor por cada despacho que suscribe.
Para acceder a los-préstamos de trigo, a los labradores se les
exige presentar una declaración jurada con las tierras que tiene para sembrar,
nominando a sus fiadores. En caso de descubrirse datos inciertos, se les
sanciol1aba con la restitución del doble de la cantidad que hubieran Sacado. Eh
los préstamos hasta 20 fanegas de grano se obliga el deudor principal y sus
fiadores; para cantidad mayor se formaliza una escritura ante escribano público
(notario), en la que constan las garantías prendarías (casas, tierras, frutos).
Por otra parte, los tres claveros que componen la junta interventora del
Pósito deben cerciorarse de que el trigo expedido no se emplea en cosa distinta
a la solicitada. .
Las instrucciones establecen los salarios y gratificaciones a
retribuir por el Pósito, según los casos y personas. Al alcalde y al diputado
de alhóndiga se les gratifica con medio maravedí a cada uno por cada fanega de
trigo que se reparta y por cada una que se reintegre, y al síndico y al. Fiel
de hechos un maravedí a cada uno por cada fanega que se reintegre al Pósito.
También se le paga al medidor de los granos medio I maravedí por cada fanega
medida. La
Superintendencia manda que de cada pósito de la Isla se saque un maravedí por
cada fanega de grano incluyendo el caudal en dinero, que Se reducirá a fanegas
de trigo para el cálculo. Esta cantidad se ha de pagar anualmente al tiempo de
la rendición de cuentas, quedando a disposición del Corregidor, quien la hará
seguir a la Corte. La
Contaduría se lleva diez pesos anuales: cinco para el contador, cuatro para el
asesor y uno para el escribano.
En esta etapa del rey Carlos III, las relaciones entre la monarquía y el clero atravesaban
una fase muy delicada después de la expulsión de los jesuitas, acusados de
conspirar y conjurar en el Motín de Esquilache. Los clérigos regulares son
objeto de normas rigurosas que le impiden salir de su clausura, salvo licencia
de sus superiores, ni mezclarse en negocios ajenos, ni siquiera administrar sus
haciendas. La repercusión para Tacoronte afectó al cura párroco José Antonio
Fernández Ocampo, quien desde 1774 fue apartado de toda gestión municipal o
asunto concerniente con lo civil. Como es sabido, desde siempre el cura del pueblo
había participado en la vida municipal con voz y voto decisorio junto al
alcalde, siendo ambos las personas relevantes del lugar hasta 1766.
Los 24 compromisarios elegibles están sujetos a ciertas normas
de incompatibilidad respecto a los miembros del Ayuntamiento. Determinados
grados de consanguinidad y afinidad se interponen por vía legal para evitar
parcialidad e influencia en la elección de los cargos.
En las elecciones celebradas en Tacoronte el 11 diciembre de 1774 comparecieron más de
200 vecinos, entregando cada uno su cédula (papeleta) para elegir 24 vocales
compromisarios, quienes, una vez electos, se les cita posteriormente para
elegir los oficios a regir en el año siguiente. Efectivamente, nueve días
después se llevó a cabo la votación en una alhóndiga saliendo elegido alcalde
Juan Hernández Abad (teniente de milicias), y acto seguido el personero,
diputado nuevo y fiel de hechos.
El día primero de enero toman todas posesiones de sus cargos en
la iglesia parroquial, ante el alcalde saliente y con este juramente; « ...el que hago por Dios, y una señal de =
Cruz segun forma dé dro (derecho),
usar, bien, j fielmente el
mencionado Empleo, defender la pureza d.e Maria Ssmá, en su Contepcion desde su
primer instante de su ser natural, a los pobres, yguardar secreto en las cosas
que debo guardar y se nessecite»
Sé observa ya la existencia de un ente municipal debidamente
organizado a través de un sistema electoral cuyo recurso económico radica en
el Pósito... Las transacciones del trigo no sólo persiguen la. Finalidad
básica de garantizar el sustento de la población y el labore de la tierra, sino
también obtener un beneficio o crez
pupilar que cumpla con la función hacendística de atender los servicios
fundamentales del pueblo, como arreglo de caminos y calzadas, canales,
trastejo de graneros, panadeo, sueldo de los administradores, aportación a la
fábrica de la iglesia (3ª parte de las ganancias), costo de los sermones de
feria (Semana Santa), impuestos y otras cosas.
De todo ello, un capítulo muy importante estaba dedicado a los
caminos, los cuales debían estar en buenas condiciones para el trajín de los
agricultores y el tráfico de carretas y caballerías. Uno de los obstáculos más
serios se presentaba en las calzadas de los barrancos, ya que el tránsito tenía
que sortear los cauces por los puntos más accesibles, cuyas laderas de uno y
otro lado debían estar bien firmes y empedradas para permitir la circulación de
los carros y cabalgaduras de los transeúntes ante la carencia de puentes, especialmente
en los cuatro o cinco barrancos que atravesaban el Camino Real.
Respecto a las calzadas y su mantenimiento, especialmente por
el Camino Real, importante vía de penetración desde La Laguna hacia el norte de la Isla, el ayuntamiento de
Tacoronte libró algunos contenciosos con el Cabildo, alegando que la travesía
era competencia de la autoridad provincial. Sin embargo, el corregidor tenía
mucho peso y argumentos para forzar las situaciones. En unos asientos de gastos
de las cuentas del Pósito a fecha 31 diciembre de 1774, aparecen estos datos:
«125 reales, costo de los cabuqueros
que sacaron 87 carretadas de
piedra para las calsadas que se han de haver en las barranqueras del Camino
Real por mandato del Sr. Corregidor. Mas
gasto de peones, carreteros; carga y- descarga, arrancar la piedra [...];
22 carretadas de piedra para la
calsada del barranco Álvaro Báez».
En distinto sentido, bastante serio lo ponía el corregidor
cuando se daba el caso dé una cosecha abundante y, por, consiguiente, escasa
demanda de trigo, con lo que el Pósito corría el riesgo de perder el grano
existente en los graneros por la infección del gorgojo y porque habiendo trigo
nuevo nadie quería el viejo. Al
respecto, siendo drástica la solución que se arbitra, resulta ser la más
lógica, solidaria y necesaria, según se advierte del siguiente texto:
«Stª
Cruz, y Marzo 19 de 1776, El Exmo.Sr.:
Marques de Tavalosos Goverruidor y
Comte. Gral.destas Yslas, Presidente de su Rl. Audª y Subdelegado gral de Posítos, y Alhóndigas
en ellas etc. En virtud de la
Junta que antecede = Dixose proceda inmediatamente por el
Alcalde y demás interventores de las dos Alhóndigas del lugar dé Tacoronte a repartir el trigo existente
entre ellas entre sus vecinos
según y con la misma regla :que lo han .ejecutado en años faltos apremiándoles
a ello por todo rigor, dar lugar con su
omisión a la menor quiebra, ni atraso de dhas Alhóndigas pues será de cuenta, y
cargo de dicho alcalde e interventores a mas de la multa a cada uno de treinta'
ducados aplicando en la forma ordª. Y así lo mando y firmo con
parecer del Sr. Alcalde Mayor. Tavalosos. Lizdº Zumbalo (Alcalde Mayor,
asesor, Bartolomé Hernández Zumbado., Escribano publico y de guerra, Bernardo
Joseph Uque y Freyre) >...
Es evidente que la municipalidad
gira en trono al Pósito, del qué provienen los recursos para el
mantenimiento de lo cotidiano. Por ello corregimiento se muestra bastante
riguroso e insistente en la buena administración de los fondos, aun cuando los
sufridos alhondigueros Se vean obligados a poner toda la carne en él asador, es
decir, hilando muy fino con las cuentas y observando a rajatabla el
cumplimiento de las normas. En las cuentas de 1776 se observan los reparos que
pone el contador Miguel de Grijalva:
«[...] otras adicciones
de menos consideración producen estas quentas, las que tendran presentes los
Señores Interventores para que en lo sucesibo no se daten (paguen) partidas que no sean Justas, legitimas y
arregladas a la Real
Instruccion que deven tenerse muy presente para todos los
cassos que miran al govierno de la Alhondiga, u beneficio, y utilidad, pues de ello depende
la sustancia (subsistencia) del
Pueblo; en inteligencia de que serán responsables en todo tiempo de
cualesquiera omisión y mal bersacion qué se note en el fondo deste posito siempre y quando se conozca al practicar se
la Visita General por esta Subdelegación = Lagnª ocho de Mayo de mil septªs. setenta y seis =
Miguel de Grijalba»
Los años 1779-1780 fueron extremadamente duros y difíciles,
debido a la aparición de la langosta, a un incendio en el bosque que duró 18
días, a la arribada de cuatro navíos ingleses por el Valle de Guerra y a la
dureza del corregimiento de la. Isla. Durante varios días fueron más de 200
hombres los que trabajaron en la extinción del incendio, mientras que otro
contingente con guardia en los predios de Valle de Guerra y Tejina, ante una
posible invasión pirática.
Previamente a estos sucesos se había recibido una dura
comunicación del corregidor, cuyos términos se reproducen seguidamente:
«Para impedir de algún
modo las fatales circunstancias que ofrece la carencia de granos, y subvenir á
los Labradores de ese Pueblo, en las próximas siembras, con las cimientes que
sean necesarias á ocupar los Terrenos que respectivamente poseen; prevengo á
vuestra merced, que luego que reciba este oficio, se dirija con los demás
Interventores de esa Alhóndiga á formar lista legal, y exacta de lo que adeudan
esos vecinos, la cual deberá vuestra merced remitir, en el perentorio termino
de veinte días, ,á la
Contaduría general: procediendo así mismo con el mayor rigor
á exigir de cada uno su total descubierto, sin permitir 'espera, demora,
contemplaciones ni otros respectos que embaracen el cobro, por deber quedar
precisamente reintegrada dicha Alhóndiga en el presente año [. ..]; pues de lo contrario (además de no admitirse
en mi Tribunal recurso alguno suplicatorio que intente ese Personero á nombre
del vecindario, para conseguir decreto de espera) será vuestro merced, y sus
secuaces conducidos a uno de los Castillos de esta Marina, y multados en
trescientos ducados, que se destinan desde ahora para entonces, á el fomento, e
ingreso de la referida Alhóndigas, y para cuya combinación, y debido
procedimiento bastara la posición de tres" testigos que noten en vuestra
merced falta de observancia en el todo, Ó parte de lo que se le lleva
prevenido. Sírvale á Vuestra merced de gobierno y esfuércese á acreditar su
conducta, y eficacia en una materia en que tanto me intereso, y en que seda
cumplimiento a las ordenes de S. M
que directamente ceden en alivio y beneficio del común. N. Sor. Guarde á
vuestra merced muchos años. Santa Cruz mayo 17 de 1780. Al Alcalde del Lugar de
Tacoronte (Firma ilegible)>>,
Mal año el de 1780. La precariedad' la época hizo recapacitar al
gobernador marques de la Cañada, después de
comprobar los infortunios que padecía la mayor parte de la provincia.
Arrepentido de sus amenazas, al menos en Tacoronte se recibió otra comunicación
suya de lamento y compasión, disponiendo la suspensión de apremios y sanciones,
sugiriendo ahora. El arbitrio suave y benéfico para los deudores imposibilitados
de pagar, a los que se otorgaba una moratoria razonable.
El marqués introdujo unas novedades que no satisficieron
al pueblo. Modificó el salario de los alhondigueros ordenando que se les
pagara el cuatro por ciento dé lo que recaudaran, y que la dotación anual a la Contaduría General fuera de
20 pesos en lugar de los 10 estipulados anteriormente. Lo del cuatro por ciento
se anuló posteriormente a petición del personero que actuaba en nombre del
vecindario.
El sindico personero parece imponerse en su cargo, vigilando las
operaciones de la municipalidad y velando por los intereses del vecindario.
Como censor de las cuentas del Pósito, sus reparos aluden a veces a la mezcla
indebida del trigo con avena, centeno y cebada, además del perjuicio que se
causa al trigo por falta de paleo, llamando la atención a los administradores
que permiten estas contravenciones. También les llama al orden para que
suspendan la aplicación de agua salada para sanear los graneros porque, según
arguye, causa más daño que beneficio.
El nuevo orden de cosas que se va imponiendo en la vida diaria
hace aflorar procedimientos que antes eran inexistentes. En 1781, la
corporación tacorontera hace presente al corregidor una serie de obras a realizar
en el pueblo, como la conservación de la naciente Madre del Agua, la reparación
de las canales de madera, la construcción de algunos estanques o abrevaderos y
la composición de los caminos intransitables. Para sufragar los gastos, expone que se les permita disponer de 150
fanegas de trigo del Pósito, puesto que hay un sobrante de más de 200 de su
fondo de 1.500 fanegas, siendo este límite intocable por constituir la garantía
pata el suministro de la población.
El corregidor señala que
Se haga una especie de presupuesto de cada obra mediante personas entendidas
que evalúen el gasto.
Así se hace, con toda clase de detalles en los primeros
proyectos de obra conocidos en el pueblo,
de los que ha de hacerse publicidad en carteles por un plazo de nueve
días, licitándose las obras para escoger a los postores más económicos. El
corregidor ordena también que se suspenda la entrega del tercio de las
ganancias5 a la fábrica de la parroquia, bajo apercibimiento y multa, según
oficio del 28 de octubre de 1781. Con esta orden se rompe el último vínculo
con la iglesia parroquial, que tendrá que depender de sus propios recursos.
En las elecciones de diciembre de 1781 se da el primer caso de
impugnación de unas elecciones municipales en Tacoronte. Los 24 electores
dieron 13 votos al alcalde, 10 votos a otro candidato y el restante a otro
individuo. Uno de los 24 electores, Nicolás Hernández de Barrios, presentó una
queja solicitando la anulación del sufragio por irregularidades en la votación.
Efectivamente se anularon las elecciones y volvieron a realizarse, saliendo
los dos candidatos más votados con 11 votos cada uno, deshaciendo el empate el
voto decisorio del alcalde, que se lo concedió a Lucas Rivero, quedando electo
alcalde.
Pero el citado Nicolás Hernández no estaba conforme y volvió a
solicitar la anulación, cosa que consiguió del corregidor, quien ordenó al
alcalde que citara a los 24 electores para una nueva convocatoria, aunque esta
vez mandaría un representante del Cabildo (alcalde mayor Manuel Pimienta
Oropesa) para vigilar y autorizar la jornada electoral. Esta se celebró el seis
de enero de 1782., saliendo elegido alcalde Lucas Rivera con 13 votos, además
de votarse los demás oficios públicos.
Las primera confrontaciones electorales fueron caldo de cultivo
para alguna irregularidades, falta de formalidad o desconocimiento preciso de
las instrucciones cursadas, por cuya causa se recibieron normas
complementarias recordando el contenido exacto de las pragmáticas y amenazando
con sanciones a los infractores, con el fin de desterrar abusos y fraudes.
La ley electoral conocida estaba contenida en la Real Instrucción
de 26 de junio de 1766, circulada poco después por la Audiencia Real tras
evacuar diversas consultas al Consejo de Castilla. Estas eran las normas
básicas;
-Donde haya una parroquia se eligen 24 electores compromisarios
(es el caso de Tacoronte).
-Donde haya dos parroquias se eligen 12 electores en cada una
(caso aplicable a La Laguna).
.
-La elección la hace el vecindario, sin que se entrometa nadie
más, ni eclesiásticos ni religiosos.
-Se castigará la parcialidad, interrupción o discordia.
-No podrá recaer la elección de un cargo para el mismo sin pasar
dos años, pero para otro bastará uno.
-No podrá haber parentesco de segundo grado de consanguinidad,
ni primero de afinidad respecto a los miembros del Ayuntamiento, ni que sean
deudores morosos al Caudal público.
-Sólo se admitirán como votantes los vecinos contribuyentes que
constituyen en cabeza de familia.
-No se dará validez a votos ni nominaciones por escrito de
otras personas, sino el sufragio personal, in voces y en secreto.
-Se prohíbe influir sobre los votantes ni hacer propaganda por el pueblo.
Para elegir a los 24 compromisarios se convocaba a los vecinos.
Cada uno de ellos daba en secreto sus votos para 24 personas elegibles, que se
anotaban en una lista, y así sucesivamente. Terminada la votación, cuadradas y
cotejadas las listas, se proclamaba el escrutinio, resultando electos los
primeros 24 que hubieran obtenido mayor número de sufragios. Esta acción
electoral podía durar dos o más días. El siguiente día festivo se citaba a los
24 compromisario s para la elección de los cargos públicos (alcalde, diputado
nuevo, síndico personero y fiel de fechas), los cuales juraban el cargo y
tomaban posesión el día primero dé enero.
Poco a poco, los defectos iniciales sé van solucionando y,
aunque se habla de prohibiciones
erróneas de las reglas, también hay que aludir a los "pucherazos" y
malas artes de gente avispada para arrimar el ascua a su sardina. Estas
irregularidades, impugnaciones y anulaciones llegaron a conocimiento de la Real Audiencia, que
dictó una providencia prohibiendo los votos por poder, debiendo concurrir
personalmente los electores. Pero ante el problema de la lejanía de algunos
pueblos que tenían que enviar a sus representantes para la elección del
personero general de la Isla,
se arbitró lo siguiente:
Y para en adelante
hayan de concurrir preciso y Personalmente a las Elecciones de la Capital (La Laguna) todos los Electores nombrados por los Pueblos, que estén a distancia de cuatro
Leguas; y los que estén a mayor distancia, puedan Ymbiar sus votos serrados a la Junta de Electores, de la Capital, en la que indispensablemente
se haya de abrir al tiempo de la
Elección, y en su lugar correspondiente, sin jamás se
permitan poderes pº votar (provisión
18-1-1786).
Sin duda es un antecedente bastante. Genuino de lo que hoy es el
voto por correo" aunque este asunto. Tampoco afectaría a Tacoronte, ya que
la distancia hasta La Laguna
era de dos leguas escasas, por lo que sus representantes siempre acudían en
persona al Cabildo.
En 1786, la llegada de un nuevo comandante general á las islas,
marqués de Branciforte (Manuel de la
Grúa y Talamanca), trajo consigo la intención de crear en
Tacoronte un montepío de viñateros, pretendiendo la aportación inicial de un
medio diezmo de las cosechas para crear un fondo con la finalidad de potenciar
el cultivo de la viña, tratando de rescatar la floreciente historia vinícola
del siglo XVII. Fueron varias las reuniones que se celebraron en la Alhóndiga, pero los
viñateros se negaron repetidas veces aduciendo sus razones, aunque la
impresión es que recelaban de la idea prohijada por el marqués.
La experiencia y la práctica, así como las impugnaciones y
anulaciones, van permitiendo mayor facilidad y comprensión acerca de las
instrucciones para cumplir con los requisitos electorales, especialmente en lo
que concierne a la elección de los 24 electores compromisarios, por constituir
este cuerpo la base esencial de todo el proceso que se realiza al final de cada
año para la renovación de los cargos públicos o de Justicia.
En 1787 consta una circunstancia especial en la pequeña
corporación tacorontera. Los dos diputados embarcaron hacia La Habana dejando sus oficios
vacantes. El personeroo Juan Esteban Rivero elevó consulta al corregimiento de
La Laguna
solicitando instrucciones sobre el particular. La autoridad pidió las listas
de las últimas elecciones y tirando de la relación de los candidatos votados,
dictaminó que uno de los diputados podía sustituirse por otro que obtuvo un
solo voto. Para el segundo diputado ordenó que se convocara nuevamente a los
24 compromisarios para realizar una votación ad hoc, con lo que se resolvió la incidencia. El diputado más
antiguo sustituía al alcalde en caso de ausencia o enfermedad.
La situación se va normalizando y se acomoda a la realidad que
impone el reinado de Carlos lIl, un buen monarca que antes de su muerte
(14-12-1788) dejó al país en una extraordinaria efervescencia intelectual a
pesar del desfavorable momento social. Bajo su reinado se crearon
escuelas, academias, museos, etc., y se establecieron los cementerios fuera de
las iglesias por motivos de salubridad pública. Por lo que respecta a
Tacoronte, la desaparición del rey y el
inmediato comienzo de la Revolución
Francesa no afectarían al desenvolvimiento de la población, ajena totalmente a estos trasuntos
tan distantes de su feudo.
En los últimos años del siglo de las luces, Tacoronte parece
mejorar en su dimensión como pueblo, disponiendo de una corporación organizada
aunque restrictiva, de una escuela de primeras letras, de Una carnicería, -de tina
haciendan municipal que es el Pósito y de una producción agrícola estimable
para las 3.623 personas que habitan en 960 casas. Se advierte que el cultivo de
la papa va ganando cuota en detrimento del trigo. Sin embargó, la propiedad de
la tierra está en su mayor parte en poder de terratenientes de La Laguna y La Orotava, mayorazgos y
congregaciones eclesiásticas y regulares, de ahí que los labradores sean unos
simples colonos que subsisten por una determinada renta, lejos de compensar su
sudor y fatiga.
Bajo esta dinámica se llega a los albores del siglo XIX, siglo
que se caracterizó de manera muy especial por los grandes cambios que se
produjeron; tanto a nivel económico como político y social En 1804 visita
Tacoronte el corregidor y capitán a guerra de las islas de Tenerife y San
Miguel de La Palma, Marcos Herreros y
Torres, quien realiza un prolijo examen de los libros del Pósito, dando
instrucciones al alcalde sobre algunos cambios que introduce en la forma dé
llevar la administración. En concreto ordena que se lleven las cuentas a través
de un solo administrador para evitar confusión, utilizando dos libros, uno
para las entradas y otro para las salidas, además de otro libro donde se
asienten las fianzas rubricadas con las firmas de los deudores principales y
sus fiadores.
De otra parte reduce el salario de los paleadores y los gastos
de comida en el acto de traspaso al nuevo administrador, y asimismo dispone
que no se pueda librar o gastar cantidad que exceda de cien reales sin expresa
licencia de la
Subdelegación de Pósitos. El corregidor estuvo cuatro días en
el pueblo, cobrando en concepto de tasas por su inspección 630 reales vellón,
más 476 que cobró el escribano público y 120 el alguacil, quedando en el arca
del Pósito un saldo de 2.065 reales y 32 maravedíes, además del grano existente
en las dos alhóndigas.
Los primeros lustros del XIX son convulsos y llenos de
confusión. La invasión napoleónica despierta un espíritu patriótico admirable
en medio de la pobreza real del país. Insurrectos, revolucionarios y guerrilleros
forman una amalgama humana que surge espontáneamente al abrigo de algunos
militares valientes y arrostrados contra el invasor, - mientras la escena
política se debate con encono en Cádiz, donde se inauguran las Cortes con el
ánimo de arreglar los problemas. De estos acontecimientos poco o nada se conoce
en Tacoronte, prácticamente anclado en su medio rural, si bien muy pronto
acabarán por influir en su deber.
Así llegamos a 1812 con la naciente Constitución de Cádiz entre
aires liberales, que parece querer desplazar al absolutismo del Antiguo
Régimen. Sin embargo, no se logra una completa democratización del sufragio, ya
que las elecciones son de tercer grado, tomando a la parroquia como unidad
básica, pues no hay otra, en la que se eligen los llamados electores de
parroquia. Ello revierte en la organización de los ayuntamientos, electivos,
los cuales se van a convertir en la piedra de toque de la penetración popular
en las corporaciones locales.
Desconocemos el capítulo constitucional que alude a la fórmula
electoral para los ayuntamientos. Hemos comprobado que hasta ahora, la
corporación se componía de un alcalde dos diputados y un síndico personero, a
más del fiel de hechos o secretario, Meses después de proclamadas las Cortes,
á fecha cinco de noviembre de 1812, el ayuntamiento de Tácoronte aparece formado
por las siguientes personas:
-Alcalde Real: Antonio Felipe Dorta.
-Síndicos Procurador: Juan Esteban Rivero.
-Regidores (concejales): Antonio Perera, Antonio Pérez Díaz,
Pedro Hernández, Tomás Hernández y Cayetano Nicolás Ramos.
-Fiel de fechas: Antonio Cabrera.
-.Escribano público: Jerónimo Ganges y Prieto.
La versión inicial del régimen local constitucional, regulada
en Cádiz, continuó con altibajos en medio del absolutismo de Fernando VII y
los interludios revolucionarios de la época. Pero el sistema avanzó a pesar de
las interrupciones, bajo un estrecho control económico y una férrea
centralización. Entre un marasmo de acontecimientos de toda laya, lo más
positivo y sustancial es el principio de representatividad de las entidades
locales y la participación del pueblo, tímida pero prometedora participación
que a lo largo del siglo XIX se mantendría entre numerosas vicisitudes
políticas…”
Cuarta: “…Dejamos relato
anterior en -el significado año de 1812, con - el primer alcalde
constitucional, Antonio Felipe Dorta, y seis regidores (concejales) además del
secretario o fiel defechos. Fue
el incipiente gobierno municipal nacido de las urnas a través de unas
elecciones restringidas, aunque al fin y al cabo se sentaron los principios
básicos de una representación popular. Sin embargo, nunca fue fácil conseguir
una mediana democracia municipal debido a la acusada diferencia de riqueza
entre los mismos convecinos, si bien parece lógico considerar que este hándicap
social fuera normal en aquellos tiempos.
El último tramo del siglo XVIII aportó la novedad de un
ayuntamiento de capacidad limitada, pero ayuntamiento al fin y al cabo,
surgido de un sistema electoral que emerge desde la propia revolución de 1766
contra el ministro Esquilache de Carlos III. Paso a paso y no exento de
altibajos, el siguiente eslabón alcanza a las Cortes de Cádiz de 1812, nacida
también desde el fragor de batallas, aunque fue un acontecimiento importante
que marcaría el futuro de las corporaciones municipales a pesar de los avatares
que se cernían en un siglo, el XIX, convulso y sacudido por golpes de estado,
guerras civiles, revoluciones y etapas constitucionales cambiantes y acomodadas
a cada signo político que se incorporaba al poder.
A medida que transcurre el tiempo, la historia nos va mostrando
nuevas circunstancias, relegando al pasado la relativa parsimonia de un
vecindario que ha permanecido obediente ante el poder que ostentaban unos
pocos. Y no por ello debe considerarse en sentido negativo, por cuanto que la
dinámica social y económica de los siglos XVII y XVIII estaba sujeta a un
sistema de gobierno piramidal y autócrata sin otras alternativas posibles. Las
leyes y ordenalizas se desgranaban desde la Corona a través del Consejo de Castilla,
circulando por la Audiencia
de Canarias y el Cabildo de La
Laguna, recalando en la meta final que era el pueblo, regido
por un alcalde real, el cura de la parroquia y unos pocos vecinos de los más
suficientes. A ciegas se acataban las ordenanzas que emanaban de la realeza y
de su Consejo como norma para regular la convivencia, sin intervención del
ciudadano de a pie, ya que éstos, mayormente labradores, únicamente se
ocupaban del labrantío de la tierra sin participar en la cosa pública, excepto
unos pocos que sabían leer y escribir.
En el contexto insular de 1814, Tacoronte era un pueblo
importante que contaba con una población de 900 vecinos (más de 3.600
habitantes). Naturalmente, apenas se sintió el eco de la guerra de la Independencia, ni
siquiera en ningún otro ámbito del archipiélago, ya que en este hecho la
lejanía insular fue el obstáculo, siempre insalvable, que puso a cubierto el
alcance de aquellos infortunios bélicos. No obstante, la deflación que siguió al conflicto napoleónico
produjo el estancamiento de los ingresos fiscales, y como consecuencia de ello
la penuria de unos impuestos leoninos para paliar el déficit hacendístico que
generó en una pesada losa de tributos sobre los noveles ayuntamientos. El
gravamen había de ser soportado por los ciudadanos mediante el reparto de los
descubiertos presupuestarios y la imposición de tasas y sobreprecios en determinados
artículos y especies de consumo perentorio.
El recién constituido Ayuntamiento celebraba sus reuniones en
una de las alhóndigas del Pósito, presumiblemente la. "de arriba",
la que afortunadamente hoy subsiste, aunque no tenían un lugar seguro para guardar
el arca con los caudales, libros y documentos, los cuales se custodiaban en la
casa de uno de los regidores.
De las cortes de Cádiz nacieron los ayuntamientos y, por
consiguiente, todo lo que puede acarrear una corporación municipal en cuanto a
la obtención de medios para el desenvolvimiento de la población. No cabe duda
de que el comienzo de la etapa constitucional fue importante, si bien muy
pronto se le planteó a los munícipes la cuestión económica. No se disponía de
ninguna fuente de recursos, salvo los beneficios
de un Pósito en ligera decadencia y fuertemente fiscalizado por la
superioridad. A comienzos de 1813 se siente la necesidad de tales recursos
económicos, por lo que se eleva una petición para poder atender los gastos básicos.
Con lentitud y cierta indecisión, el Ayuntamiento va tomando
conciencia de su cometido municipal. La escuela pública y el abasto de
comestibles son asuntos a proteger a tenor de las hormas que se van asumiendo.
La escuela de niños atravesaba un estado muy precario, tanto por falta de
cuidados como por la desatención de los padres, que llevaban sus hijos al
trabajo del campo desde muy pequeños. El alcalde y regidores acordaron
publicar edictos advirtiendo a los padres de familia sobre el particular,
nombrándose una comisión para dedicar más atención a la enseñanza y detectar
los defectos para establecer el método más apropiado.
Más adelante; la única escuela pública que había se estableció
en una casa del miliciano Juan Díaz mediante el pago de alquiler, situada-
entre el calvario viejo y el Pósito, lugar escogido por ser el más cómodo para
la asistencia. Asimismo se formó un censo por barrios de los padres de familia
con hijos que no recibían enseñanza, para obligarles a su escolarización.
En cuanto a los comestibles, es bien sabido que la subsistencia
cotidiana dependía de la agricultura, siendo muy escasos los artículos
procedentes de otros lugares. El diezmo era un viejo tributo que permanecía
vigente como gravamen a la producción, aunque también constituía un negocio
para avispados trajinantes. A este respecto, en una reseña de la época consta
que un vecino de La Victoria
apellidado León había comprado el diezmo de las papas inverneras de Tacoronte,
y las tenia engraneradas sin proceder a su venta con el propósito de especular
y obtener mayor beneficio en tiempo de escasez y necesidad. Pero la Corporación, haciendo
gala de su autoridad, emplazó al diezmero y le obligó a la venta de las papas
de forma racionada (no más de tres almudes por partida) y al precio que coma
en la capital (seis pesos la fanega -un peso, 15 reales-), hecho así para que los vecinos más
pobres pudieran socorrerse.
Asoma otro principio de autoridad y de coherencia municipal con
referencia a las construcciones clandestinas o arbitrarias, como el caso del
vecino Juan Palmero, que levantó dos pajares donde no, debía, en el Camino Real
siendo denunciado y conminado a derruirlos en el plazo de 48 horas por
ocupación ilegal de terrenos püblicos. En caso de incumplimiento se llevaba el
asunto a los tribunales del, Partido Judicial de La Laguna; de esta manera, los
procedimientos y normas municipales corrían de boca en boca como advertencia
para los logreros y usurpadores del bien común.
Pero sin duda, la gran preocupación de la Corporación estaba
centrada en el monte y en la naciente de las aguas que hacía fluir el preciado
liquido desde la zona boscosa del monte de Toledo (Madre del Agua): Estos dos
elementos naturales, monte y agua, eran cosa sagrada, imprescindibles para la
supervivencia del vecindario, como lo ha sido secularmente. Durante siglos, el
tema aludido fue el caballo de batalla de los regidores municipales, tanto
desde el inicio del poblamiento de Tacoronte como hasta bien avanzado el siglo
XX, cuando en los años cuarenta de esta centuria la prospección de aguas
subterráneas se convirtió en un negocio de mucho auge, sobre todo en los
bosques de Agua García y Barranco de Las Lajas.
En la época de está narración. Que recoge lo acontecido en los
años subsiguientes a la constitución gaditana, el nuevo status municipal relegó al Cabildo de La Laguna al simple papel de
un ayuntamiento más de la Isla,
al crearse otros órganos superiores como la Diputación Provincial
y el jefe superior político. Sin embargo, La Laguna conservó su hegemonía como cabeza de partido
judicial. Y fue en 1813 cuando el ayuntamiento lagunero quiso detentar el
control del monte de Tacoronte, fundando su pretensión en los destrozos que se
habían cometido en predios montuosos de otros pueblos, juzgando, por ende, a
todos los municipios por igual.
Ante aquel propósito, que no dejaba de ser una intromisión, la
corporación tacorontera saltó como un muelle en defensa de su monte propio,
utilizando todos los argumentos a su alcance. Entre otras consideraciones,
argüía la Corporación
reunida en sesión.
Prosigue el relato aclarando que la corporación de Tacoronte
solamente rendirá cuentas a la Diputación Provincial o a su presidente, de quien
recibirá y acatará las ordenanzas que prescriba. Por otra parte presenta
quejas a la superioridad sobre diversas arbitrariedades cometidas en el monte
por parte de guardas forestales de La
Laguna y La
Esperanza.
Las noticias llegan a Tacoronte por medio de decretos, autos y
oficios, de manera que el pueblo ya no permanece ignorante de lo que ocurre en
otros lugares del exterior. Así se enteran de la derrota de los franceses en la
desastrosa campaña de Rusia, en plena guerra de Independencia española. El hito
histórico se celebró en Tacoronte, como igualmente se haría en los demás pueblos.
Respecto al documento que alude al hecho se tomó el siguiente acuerdo: cumplir
lo prevenido se envió Un oficio al cura párroco y se fijaron bandos para que el
pueblo asistiera a la misa mayor.
Para establecer la sede de la recién creada Diputación
Provincial se barajaban las islas de Tenerife y Gran Canaria. El jefe superior
político formuló consultas a los ayuntamientos para recabar su parecer. El
ayuntamiento de Tacoronte contestó a la pesquisa sugiriendo que fuera Tenerife
el lugar escogido por ser la isla más poblada, más rica y de mayor comercio,
además de residir en ella el comandante general de Canarias y las oficinas de
la Hacienda Nacional,
indicando que el lugar ideal podría ser La Laguna, debido a su mejor inmediación respecto a
los demás pueblos.
Por primera vez, en 1813, la corporación de Tacoronte designa
alcaldes de barrios con el fin de paliar los escándalos que acontecían en
horas de la noche. Entonces no había policías y los mismos concejales tenían
que velar por el orden y seguridad de la población, aunque también se solicitaba
el auxilio del gobernador de armas del pueblo, quien tenía bajo su mando un
grupo de milicianos. Entonces fueron nombrados alcaldes de barrios los siguientes:
-Barrio del Marañón: Juan Díaz de León.
-Barrio de la
Iglesia y calle Calvario hasta la Placeta: Domingo Ramos.
-Barrio del Cantillo, ciudad de Ubaque y Casas Altas: José Rodríguez Feo.
-Barrio de Los Perales: José García de la Cruz.
:-Barrio de San Juan hasta las Presas (de Ocampo): Juan de Noda.
-Barrio de La
Caridad: Francisco Rodríguez Feo.
-Barrio de Agua García: Pedro Palmero.
Asimismo nacen las primeras ordenanzas, las cuales afectan
monográficamente al suministro del agua de abasto a causa de los desórdenes que
se registran en las canales de madera y en los abrevaderos. En consecuencia,
se fijan edictos en los parajes acostumbrados informando de los puntos de
suministro para personas y animales, a saber: dornajo de Agua García, chorro
del Cantillo, pila de la plaza del Convento y la fuente del Alcalde, siendo
éste último el lugar más importante para surtirse de agua. Se dictaron penas
pecuniarias para los infractores, incluso cárcel para los reincidentes.
La nueva vida municipal que emerge permite que el pueblo, a
través del Ayuntamiento, disponga de una información somera del exterior
conforme a la documentación que se recibe. Las Cortes, como se sabe, abolieron
la Inquisición,
cuya noticia se vio en la sesión del 18 de julio de 1813. A resultas de ello se
quitaron los pasquines y carteles en los que se consignaban los castigos por
herejía y demás contravenciones, para lo cual se cursó un oficio al párroco
titular en tal sentido.
El artículo 323 de la Constitución determinaba que los ayuntamientos
eran responsables del buen funcionamiento e integridad de los pósitos. El de
Tacoronte era uno de los importantes de la Isla, con un fondo de 1.800 fanegas de trigo
administradas en sus dos graneros (alhóndigas), pero también padecía muchos
atrasos con los reintegros de grano y deudas pendientes de regularizar, las
más de las veces por negligencia del fiel encargado de la administración.
También se tiene constancia del primer funcionario público con
nómina. A instancias de un oficio del jefe político provincial, el
Ayuntamiento ha de asignar un sueldo al secretario para que, según la superioridad,
ejerza con acierto y seguridad y cuide debidamente de los fondos públicos,
según instrucciones provenientes de la Regencia del Reino. Se estipuló un sueldo anual
de 250 pesos corrientes al secretario, que no sólo se ocupaba de sentar las
actas y certificar los acuerdos, si no de la intervención de cobros y pagos,
constituyendo un elemento clave en el desenvolvimiento de la municipalidad.
En la elección del primer ayuntamiento constitucional de
Tacoronte, que tuvo lugar en octubre de 1812, surgieron problemas de orden
público. Por tal motivo, la que se celebró en diciembre de 1813 estuvo
presidida por el jefe político provincial, a quien se le proporcionó hospedaje
en una celda del convento de San Agustín, previa solicitud al padre prior. En estas
elecciones resultó elegido alcalde Cristóbal Pérez Sarabia y siete regidores o
concejales.
En la referida jornada también se suscitaron discrepancias
electorales por obra de un personaje bastante polémico, el capitán de milicias
Nicolás Hernández de Barrios, gobernador de armas del pueblo, quien presentó un
recurso al jefe político de la provincia solicitando la anulación de las elecciones,
alegando una serie de irregularidades respecto de muchos votantes que,
según él, no tenían derecho al sufragio por diferentes motivos, y de otros que
teniendo derecho fueron rechazados por el alcalde saliente, que presidía la
mesa de escrutadores.
Respecto a la creación del futuro cementerio, el Ayuntamiento
tiene conocimiento del mismo por una circular del mes de diciembre de 1814, en
la que se ordena la instalación de un camposanto fuera de poblado y en paraje
ventilado. La citada circular aludía a una Real Cédula de tres de abril de
1787 promulgada por Carlos III, desconocida por la Corporación, en la que
se disponía la prohibición de enterramientos dentro de las iglesias por
razones sanitarias. La
Corporación solicitó una copia de la cedula que
el Cabildo de la Laguna. No circuló en su día, para cumplir con el requisito
impuesto, y, debatido el asunto, finalmente se eligió una parcela de nueve
celemines de terreno en la hoya Machado, cerca de la iglesia de Santa
Catalina. De todas formas, el pequeño cementerio se inauguró en 1835, el día que se enterró el primer
difunto.
El año 1814 marca el fin a la guerra de la Independencia,
Fernando VII es liberado del cautiverio de Bayona y asume nuevamente la corona
de España con ostensible apoyo de la cúpula militar, lo que da pie para que el
monarca utilice su poder decretando la abolición de toda la obra de las Cortes,
en lo que pudiera calificarse como un golpe de Estado. Además, suprime la
libertad de expresión, restablece la Inquisición, introduce la censura previa,
elimina los jefes políticos y concentra todo el mando en capitanes generales.
Más tarde vuelven los jesuitas. La dictadura fernandina supone un retroceso
hacia el Antiguo Régimen a la par que el inicio de insurrecciones populares. La
implicación para Tacoronte no es otra que la imposición de una nueva
corporación que en el año tuvo cuatro alcaldes: Cristóbal Pérez Sarabia,
Antonio Felipe Dorta, Miguel Franco Rivero y Nicolás Hernández de Barrios,
además de regidores anteriores a la época constitucionalista.
En adelante se abre un período que históricamente recibiría el
apelativo de "Los seis mal llamados años", en medio de un - gobierno
absolutista similar al estado anterior a 1808. De 1814 a 1820, la impresión es
de hundimiento y bancarrota en el orbe nacional. Sin embargo, Tacoronte parece
permanecer ajeno a la enorme trama del sexenio aludido, observando su
tradicional convivencia según reflejan las actas de sesiones corporativas
presididas por el alcalde real. En estos años abundan las referencias a todo lo
que afecta al funcionamiento del Pósito, auténtica hacienda municipal; al
suministro del agua para el abasto público y al control en los precios y en la
circulación de comestibles. En el siguiente episodio, los albores de 1820
apuntan a otra historia que vale la pena recordar…”
Quinta: “…Los años treinta del
siglo XX registran bastante actividad en la corporación local. Votado y
discutido el presupuesto para 1933, se aprueba por 94.961,28 pesetas. Los
recursos para cubrir los gastos salen de la imposición municipal, es decir,
impuesto sobre inmuebles, bienes rústicos y comercio, que supone todo más del
50%, Y el resto se suple de lo establecido en las ordenanzas: cuotas,
recargos, derechos y tasas. El tributo vecinal o reparto de utilidades se lleva
a cabo por medio de una comisión supervisada por el gobernador civil, la cual
se encarga de evaluar los bienes de cada contribuyente para fijar la cuota
correspondiente en base a los datos del cuaderno de amillaramiento, que se
ajusta con las variaciones de propiedades en el año. Por ejemplo, el edificio
Alhóndiga más próximo al Calvario tiene un valor en venta de 5.387 pesetas, por
lo que su propietario, Francisco Pérez y Pérez, tendrá que pagar el 16% en
concepto de impuesto. Además, las cuotas por contribución territorial e
industrial se incrementan con una décima (10%), con destino a obras públicas
para remediar el paro obrero, en virtud de la reciente creación de la Bolsa de Trabajo en el
municipio. Tal recargo quedará acuñado "Décima", y tendrá vigencia
años adelante.
Otras entradas dinerarias proceden de la vigilancia de
establecimientos, licencias de construcción, venta de fosas en el cementerio,
derechos de apertura de negocios, de tratantes con vehículo y a pie, de colocación
de anuncios, etc. Los vendedores de sustancias inflamables y explosivos han de
pagar 0,01 pesetas por litro o kilo de los que introduzcan en el municipio. Las
licencias de construcción tienen diferente tarifa según se edifique en zona de
primera o segunda categoría, sistema similar que se emplea en el canon que se
aplica en la apertura de comercios. La cuota por consumo de electricidad se
recarga un 30% y la venta de rinconeras y sobrantes de caminos propiedad del
común se tasa a peseta por metro cuadrado. En el capítulo de personal rigen
estos sueldos anuales: secretario, 6.000 pesetas; oficial primero, 2.492;
oficial de colocación obrera, 2.492; oficial temporero, 1.000; portero del
ayuntamiento, 1.200; sepulturero, 1.200; médico titular, 2.469,70; recaudador
de impuestos, 2.492; guardia municipal, 2.000.
El cerramiento del cementerio que incluye tres puertas en su
frente se adjudica mediante subasta a Antonio Ramos Segovia por 14.500
pesetas, obra que se espera concluir a mediados de este año 1933. Se pone piso
de cemento en el salón bajo del convento para los ensayos de la banda de
música. En la plaza Antonio A. Domínguez (La Estación) se proyecta
construir la carnicería con bloques de cantería. En Agua García se alquila una
casa a Domingo Medina por 420 pesetas anuales para escuela de niñas, y otras
480 se pagan por la vivienda de la maestra. Se autoriza a la alcaldía para que
nombre un sereno que será retribuido por los comerciantes. Se aprueba el
proyecto presentado por el Cabildo para construir la central de teléfonos en
la carretera Tacoronte - Tejina.
Mal año este 1933 por la pérdida de casi todas las cosechas como
consecuencia de sequía y plagas, lo que motiva una petición a la Mancomunidad Provincial
para condonar la contribución por rústica. La penuria también se ceba con la
escasez de agua, lo que obliga suspender el suministro a las casas particulares
y controlar estrechamente los chorros, fuentes y abrevaderos, en los que está
prohibido surtirse para obras. El manantial Madre del Agua sólo produce seis
litros por vecino y día, y para paliar el problema se arriendan los depósitos
de la comunidad Las Lajitas y se gestiona la compra de agua a la trilladora de
Los Naranjeros con vistas al verano.
En las escuelas graduadas del convento no hay agua para beber y
se compra un bernegal. La falta de agua da lugar a protestas vecinales y
consiguientes sanciones de la alcaldía al interpretar la existencia de
manifestaciones y escándalo público. Tal es el caso de los parroquianos Juan
Sánchez Pérez, Natalio Almenar Domínguez, Juan Febles Pérez y otros, que esperando
turno para proveerse en la fuente pública no pudieron hacerlo porque un guardia
municipal cerró los chorros, lo que motivó reclamaciones a la primera autoridad
local.
La corporación municipal
se ha quedado casi sin concejales debido a las suspensiones por diversos
motivos. Así se dan casos como el de una sesión plenaria de segunda
convocatoria a la que asisten solamente el alcalde Juan Ramos Hernández y el
secretario Leopoldo de la
Rosa Olivera. Al respecto, el gobernador civil comunica en el
boletín oficial de la provincia haber nombrado en uso de sus facultades
concejales interinos para cubrir las vacantes producidas, a saber: Los nuevos
concejales exhiben sus credenciales y toman posesión. Al respecto no falta la
arenga del edil republicano Cándido Fuentes, señalando que, el gobernador no
se ha comportado como un caballero, calificando de canallada no haber nombrado
obreros y que la designación de las sesiones en domingo es para hacerlo a
espaldas del pueblo'. Algunos recriminan estas manifestaciones y piden que
conste en acta, replicando el aludido que no le importa ir a la prisión de Paso
Alto, abandonando seguidamente su escaño.
Crecen las denuncias por sacar leña del monte, casi 300 casos en
1933. Se nombra portero interino del ayuntamiento a Manuel Severo Martín
Dorta, y recaudador de impuestos a Eulogio Díaz Dorta en pugna con el que él
era, Isaac Galán Hernández, éste acusado por algunos concejales de la
apropiación indebida de 6.000 pesetas, a quien se le incoa expediente.
Abundan los vendedores ambulantes en el pueblo. El administrador
de Correos crea dos peatones (carteros) para Agua García y San Juan. Las
horquetillas para la viña corren al precio de 1,50 pesetas el centenar; una
docena de escobas, 3,60, y una dula de agua, 0,30 la pipa. El jornal diario
oscila entre 4 y 5 pesetas. La fiesta del Cristo rinde un ingreso de 4.544,80
pesetas por 4.495,80 de gastos.
Problemas personales del alcalde con el maestro nacional de la
escuela de Los Naranjeros, Alfredo Mederos Cruz, a quien le ha instruido
expediente por incapacidad física e intelectual y que se ha hecho incompatible
por sus costumbres con la manera de ser de aquel vecindario, estimando que debe
ser trasladado. En defensa del maestro intercede el concejal Ismael Fernández
Dorta, rogando que la
Corporación se dirija al gobernador civil ante la injusta
persecución dé la que es objeto el docente, dado que en la localidad no existe
información contraria al mismo.
En 1934 se maneja un presupuesto de 106.074,09 pesetas, pero la
situación económica del ayuntamiento es muy mala, con problemas para pagar el
alumbrado público. Por otra parte, varias decisiones del alcalde son
cuestionadas por sus concejales. El primer mandatario suspende de empleo al
portero municipal Manuel.
Severo Martín por ser interino y llevar más de seis meses en el
cargo. César Galán protesta la destitución hecha y acusa al primer regidor de
usar atribuciones que no le faculta ninguna disposición legal, añadiendo que
había otros empleados en igual situación. En esto, el edil Galán hace un buen
repaso de la legislación vigente sobre la materia arremetiendo contra el
alcalde Juan Ramos Hernández, reclamándole además el cumplimiento de otros
asuntos acordados.
El industrial Emilio Rosa Acosta solicita instalar una cabina
cinematográfica en su propiedad, sin duda el antecedente del Cine
Metropolitano. La sociedad Unión y Recreo del barrio El Cantillo que preside
Salvador Fuentes Ramos prohíbe actos políticos en el local y dinamiza la
actividad del centro con la compra de una mesa de billar de carambolas y una
radio gramola para amenizar matinés, colaborando el vecino Tomás Siliuto con
un altavoz. No existe parada de taxis en el pueblo, pero hacen la función de
tal: Avelino Alonso, Ezequiel de la
Paz, Aurelio Martín, Juan Figueroa y Domingo Domínguez. Se
prohíbe la cogida de agua en los abrevaderos de los animales y en la fuente del
Cantillo se fija un edicto señalando turnos para llenar los recipientes.
Voto de censura al
alcalde. Llevaba Juan Ramos Hernández poco más de un año de alcalde
cuando recibe un voto de censura de sus propios compañeros de corporación, tal
como reza en la sesión del 14 de enero de 1934: A petición del Sr. Amaral (Eloy Amaral Trujillo) se traen a la vista
los justificantes de venta de productos forestales en los dos últimos años,
siendo examinados por los Sres. Amaral y Galán que piden se haga constar que
el Alcalde llevó en el año mil novecientos treinta y tres mil horquetillas, y
que del libro llevado en Secretaría no consta haya satisfecho su importe,
haciendo constar el Sr. Amaral que el Alcalde lo ha hecho para perjudicar a la
corporación y que en el año mil novecientos treinta y dos llevó carbón sin que
lo haya pagado tampoco. El' Sr. Alcalde manifiesta que debe tener los
recibos en su poder y que los presentará en la sesión próxima. El Sr. Amaral
manifiesta que en vista de lo expuesto y de lo señalado al comienzo de la
sesión pidió un voto de censura para el Sr. Alcalde, acordándolo los presentes.
Asimismo pide se nombre una comisión para que se le forme expediente acordándose
así y nombrando al Sr. Galán (César Galán Hernández) para que en unión del
Secretario lo instruya.
Con lo que se dio por
terminada la sesión firmando los concurrentes de que certifico”. En la sesión
siguiente, el alcalde censurado se defiende, niega las acusaciones, alude a
maniobras políticas y rebate los argumentos de sus opositores. Al propio tiempo
saca a colación determinadas irregularidades de Eloy Amaral, al que amenaza con
una querella por falsedad y calumnia si no retira sus palabras, pero éste
insiste en el voto de censura e, incluso, añade nuevos detalles sobré las
actuaciones punitivas del alcalde. Se evidencia que en el ayuntamiento existen
dos bandos: una minoría republicana-socialista que gobierna y una mayoría
opuesta por parte de concejales que aquellos denominan "caciques". De
tal manera se definen las dos posturas y se introducen en el terreno político
con acusaciones de parte y parte. César Galán, que hace causa común con Eloy
Amaral, en adelante acabará siendo portavoz de la mayoría y principal
protagonista a favor del voto de censura contra el alcalde.
Pasados unos meses, el alcalde Juan Ramos presenta la baja por
enfermedad (fosfaturia) y Francisco López Ríos asume el cargo interinamente. En
este espacio de tiempo se estaba tramitando un asunto de la máxima importancia
para el municipio, como era la negociación con los propietarios de los terrenos
por donde. debía discurrir la carretera a Agua García o Camino al Bicho
(Caserío de Bicho), una vieja aspiración que se abordó por primera vez en 1918
para conectar el pueblo de abajo con el de arriba. Los dueños de los terrenos
habían impuesto la condición de que cederían el paso por sus terrenos mientras
no estuvieran en el ayuntamiento ni Juan Ramos Hernández ni Eloy Amaral Trujillo.
Llegada la sesión el 2-8-1934 y con motivo de darse de alta Juan
Ramos e incorporarse a la alcaldía, se reanuda la moción de censura con mayor
virulencia: "Se da lectura a una
propuesta de voto de censura para el señor Alcalde presidente Don Juan Ramos
firmado por los concejales presentes, que es confirmada por los mismos y que
dice: Los concejales que suscriben, ante la torpeza y contumaz conducta del
Alcalde propietario, don Juan Ramos Hernández, de entorpecer por todos los
medios a su alcance el normal desenvolvimiento de fa Corporación municipal, se
ven en la necesidad de repetir contra el mismo el voto de censura que ya
formularon en sesión del día catorce de enero de mil novecientos treinta y
cuatro, esta vez con la enorme agravante de darse de alta para impedir la
realización de una obra de la mayor importancia como lo es la continuación del
camino de Agua García, entorpeciendo al mismo tiempo dar solución al paro
obrero, que ya empieza a acentuarse con la ocupación de los brazos que en él han
de ser empleados. Envuelve esta maniobra de la peor índole realizada con una
intención, cuyo calificativo exacto no nos atrevemos a emplear como la
gravedad del caso merece, de que en el preciso momento en que se habían vencido
las dificultades del permiso de los dueños para cruzar dicho
camino, condicionado a que no actuaran de Alcalde ni el citado don Juan Ramos
Hernández, ni el primer teniente de Alcalde don Eloy Amaral Trujillo durante el
desmonte de los mismos, por considerarse aquellos lastimados con la actuación
de estos dos señores dentro de la Corporación municipal; y en el momento en que el
último de estos, un poco más comprensivo, se daba de baja para solucionar el
asunto, el señor Ramos, con el deliberado propósito de obstaculizar dicha obra,
se da de alta en la Alcaldía,
sabiendo que es la única forma de impedir que el camino se haga, después de una
prolongada y sospechosa enfer medad de
seis meses que sólo le impedía asistir a las sesiones municipales, pero no dedicarse a todas las demás ocupaciones a
que venía destinado, como es público y notorio. Lleva también el de impedir que
el repetido camino se pueda continuar, una maniobra política, y la de castigar
aquel barrio, que ya le mira con recelo, por haber envuelto con su torpe
conducta, en un conflicto de aguas, en un proceso a numerosos vecinos de la
intachable conducta y del que gracias a la reciente amnistía se vieron libres.
Su conducta anterior en la venta del carbón como Alcalde, por la que se le
hicieron por el señor Amaral cargos gravísimos todavía por aclarar; así como su
conducta con el contratista de abastecimiento de carnes, rebajando en
doscientas pesetas mensuales de lo arrendado, sin acuerdo del ayuntamiento,
que entre otros cargos se le hicieron en el voto de censura anterior, y que
consideramos más que suficiente, para que e! señor Ramos, al ver que le falta
la confianza de la mayoría de los concejales y verse desautorizado por estos,
había de presentar la renuncia de! cargo de Alcalde como lo hubiera hecho la
persona menos sensible que
pudiéramos haber sospechado y en lo cual el Alcalde se ha superado como
desaprensivo a cuanto podíamos imaginar, dejándonos sorprendidos.
Los concejales que
firman este voto de censura y que constituyen como se deja expuesto la mayoría
del ayuntamiento se ven en la necesidad, ante la incomprensible y funesta
conducta del alcalde, no sólo de repudiar por todos los medios a su alcance
esta desastrosa labor, sino de elevar al Excmo. Sr. Gobernador la
correspondiente queja, a virtud de los cargos que dejamos expuesto y los ya
formulados y que obran en el Gobierno Civil. [...] Creemos que para no entorpecer más tiempo la
construcción del camino de Agua García y cortar esta y otra jugada que se
intente para ello, se siga el trazado primitivo y único que se puede imponer a
la fuerza y legalmente, y con ello acabar de una vez con la zancadilla política
que se viene esgrimiendo de hace tiempo, simulando un enorme interés por el
mismo y en la sombra laborando para que no se haga. Pablo Álvarez, Franco
López, Gregorio Gutiérrez, Romualdo Rodríguez, Juan Febles, Juan García, César
Galán, Valeriano Pérez. Rubricados…”
Sexta: “…De una forma somera,
en el capítulo anterior se puso de relieve el devenir de los inicios
constitucionales a partir de las nacientes Cortes de Cádiz de 1812, y con ello
la génesis del ayuntamiento de Tacoronte bajo aquel ordenamiento pionero y
prometedor, no exento de aires liberales. Sin embargo, enjuiciando los hechos
desde la ventaja que nos concede la distancia temporal, las ilusiones
liberales y democráticas de entonces no dejaban de ser algo quimérico, tanto
por que la intrusión napoleónica estaba aún latente y amenazante, cuanto por la
inexperiencia, provisionalidad y falta de solidez del nuevo sistema de gobierno.
Efectivamente, aquel liberalismo constitucional sólo resistió
dos años, ya que el regreso de Fernando VII a finales de 1813 desde su exilio
carcelario de Bayona, dio lugar a que muy
pronto el monarca recuperara la égida absolutista mediante un golpe de
Estado en connivencia con las facciones militares. Todo el trabajo de las Cortes
se vino abajo por un plumazo real, suprimiendo la Constitución gaditana
y retornando al sistema del Antiguo Régimen, con lo que todos los poderes
volvieron a concentrarse en la persona del Rey. A fuero de objetivos, la
liberación de Fernando VII no fue celebrada por el hecho en sí, sino más bien
por el final de una pesadilla, la guerra, ni tampoco por el absolutismo ni por
su "graciosa" majestad.
¿En qué grado pudo afectar este episodio a un pueblo como
Tacoronte? Pues la consecuencia inmediata fue sustituir a todos los miembros de
la Corporación
por aquellos que lo habían sido a partir de 1808 hacia atrás. Precisamente en
1808 era alcalde real de Tacoronte Sebastián Pérez Yanes, figura fallecido en
1814, padre del conocido como Sebastián Casilda, creador del importante museo
(Gabinete Casilda) que tuvo en la calle del Calvario en el último tercio de
este siglo XIX.
En este tiempo, el término jurisdiccional de Tacoronte consta de
dos pagos o demarcaciones: desde el límite de El Sauzal hasta el barranco
Álvaro Báez, y desde este punto hasta el Valle de Guerra (hoy límite con La Laguna). Para cubrir su
vigilancia el Ayuntamiento convoca cada año a los labradores en concejo
abierto, con el fin de elegir mediante votación a los correspondientes
cuidadores o guardas rurales para celar los cultivos, prevenir que el ganado
dañe las sementeras y denunciar cualquier robo, además de otras prevenciones.
El cometido de estos guardas rurales era importante, dado que el único recurso
del pueblo dependía de la agricultura. Ellos recibían de cada labrador una
remuneración en especie (trigo, millo, papas, etc.) mediante prorrateo, proporcional
a la extensión de cada cultivo.
Conviene aclarar el papel que juega el "acompañado"
que da fe del acuerdo. El Ayuntamiento no tenía secretario y utilizaba los
servicios de un escribano público, por lo general residente en La Laguna quien no siempre
podía asistir a las sesiones. En este caso, la corporación nombraba de oficio a
uno o dos vecinos, más o menos instruidos, para redactar y certificar los
acuerdos o cualquier otro documento, los cuales se conocían como
"acompañados".
También era objeto de vigilancia por parte de la Corporación, el peso,
la medida y los precios de los comestibles. Los venteros debían colocar en la
puerta una tabla con los precios señalados por la autoridad. Los precios de
mostos y vinos se fijaban en función de la zona de cultivo mediante consenso
entre compradores y viñateros, y en caso de discrepancia el Ayuntamiento
ejercía su laudo, siendo habitual que tomara la media de las diversas posturas
en discusión. Tenían mayor precio los caldos de la medianía baja y de todos
ellos la malvasía era el más caro. Asimismo, el suministro de agua era una
constante preocupación por la incomprensión de los muchos vecinos que se
surtían directamente de las canales, impidiendo que el líquido llegara a los
domajos, abrevaderos y llenaderos. A pesar de las multas y arrestos de cárcel, las
infracciones se sucedían con reiteración.
Finalizado el sexenio que los historiadores han bautizado como
"los seis mal llamados años" (1814-1820), cuya repercusión apenas
tuvo eco en Tacoronte, el pronunciamiento del general Rafael del Riego (1-1-1820)
consigue restablecer las antiguas autoridades constitucionales, que el rey se
obliga aceptar y jurar el siete de marzo de 1820. Renace nuevamente el
liberalismo anticlerical y contrario a cualquier aspecto del Antiguo Régimen.
El ataque a la Iglesia
se traduce en la supresión de los jesuitas, ciertas vinculaciones y muchos
establecimientos monacales, además de la desamortización eclesiástica que se
pone en marcha. También se planteó la extinción de los diezmos, que fue
resuelto a medias por las Cortes entre ásperos debates.
El período que se abre no deja de ser una revolución contra el
absolutismo, si bien es verdad que los nuevos dirigentes no estaban bien
cualificados en cuanto a prudencia y talento político, por lo que el Trienio
Liberal iba a ser una época de inestabilidad, miedo y confusión; planeando
sobre él las ideas republicanas dentro de un régimen liberal con pocas
posibilidades de supervivencia.
LAS consecuencias para Tacoronte
afectan a la composición de la corporación municipal, que recibe con
marcada satisfacción el regreso del marco constitucional-liberal.
El día señalado se llevó a cabo la publicación de la Constitución, para lo
cual se prepararon tabladillos y enramados y se gratificó a la tropa que
asistió, costando la celebración 78 1/2
reales de vellón. El día siguiente se señaló festivo y se ofició un acto
religioso en la parroquia y más adelante se convocaron elecciones municipales,
previo el nombramiento de los componentes de la mesa (dos escrutadores y un
secretario). Realizada la votación y subsiguiente escrutinio resultó elegido
alcalde José María Rodríguez García, además de ocho regidores, concejales o
diputados. Posteriormente se eligieron dos presbíteros y dos vecinos para
acudir a la capital de cabeza de partido (La Laguna) en calidad de compromisarios, al objeto
de intervenir como votantes en la elección de los diputados provinciales.
Abundando en el sistema electoral; se observa la novedad que se
implanta en el Trienio Liberal (1820-1823). Los vecinos que por su capacidad de
contribuyentes adquieren el derecho de Ciudadano, son los que pueden ejercer el
voto para elegir los empleos de Justicia, o lo que es lo mismo, a los
representantes municipales. Por el mes de diciembre de 1820 se celebra la
llamada Junta de Parroquia con asistencia del cura párroco, quien previamente
oficia una misa. Luego se dirigen al Ayuntamiento, cuya sede es una de las
alhóndigas, y a pluralidad de votos eligen un secretario y dos escrutadores de
entre los Ciudadanos presentes. Seguidamente Se eligen los 31 compromisarios
que Son los que finalmente votarán para alcalde y resto de concejales, así como
los cuatro mandatarios que han de acudir a la capital para la elección de diputados
provinciales. A comienzos del año siguiente se procede al juramento del nuevo
equipo municipal ante el alcalde saliente, "jurando por Dios y los Evangelios,
guardar la
Constitución Política de la Monarquía Española
sancionada por las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación y ser fieles al
Rey".
Durante el Trienio Liberal se pusieron en práctica algunas
medidas desamortizadoras decretadas en su día por las Cortes de Cádiz, las
cuales no llegaron a cristalizar en su momento por la restauración de Fernando
VII. En 1821 se constata que el convento de San Agustín es suprimido como tal,
celebrándose la última misa el 30 de junio a las siete de la mañana. El
edificio conventual
Pasa al poder civil y la corporación tacorontera aprovecha la
coyuntura solicitando el uso del mismo, así como la apertura del templo
(Santuario) para la celebración de las funciones religiosas y para rendir
devoción a la imagen del Cristo de los Dolores.
El Ayuntamiento recibe órdenes para establecer el cementerio en
el pueblo, el cual debe ubicarse en lugar ventilado y apartado de las casas.
Sobre este asunto, la corporación y la parroquia no se ponen de acuerdo ni
tampoco existen fondos para acometer la obra correspondiente, que se dilatará
en el tiempo.
Se llega al año 1823 y parece inminente que el Ayuntamiento vaya
a tomar posesión del convento suprimido, así como trasladar la parroquia de
Santa Catalina al templo de dicho convento, que ambas cosas habían sido
aprobadas por la superioridad.
CUANDO ocurren estas circunstancias en el quehacer cotidiano de
Tacoronte, da la impresión de que no se tiene noticia de una nueva invasión
francesa en la península, la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luís por el
Bidasoa el siete de abril de 1823 al mando del duque de Angulema, tomando
Madrid el 23 de mayo. Con ello, el Trienio Liberal o Constitucional deja de
existir para instalarse otra vez el despotismo ilustrado de Fernando VII,
emergiendo una nueva orientación política en el país que tendría lógica
repercusión en todos los pueblos.
En Tacoronte, la resonancia de tales hechos se percibe en una
dimensión no conocida hasta ahora, con clara demostración de un sentimiento
político que ya no es ajeno a lo que ocurre en el exterior, y así se constata
en la sesión corporativa cuyo contenido se reproduce en toda su extensión,
destacando las duras reprensiones de los dirigentes municipales entre las
connotaciones que aluden al momento por el que se atraviesa.
En cuanto al traslado de la parroquia al templo del extinguido
convento, al que consideran más seguro y más cómodo para la feligresía, el
edificio necesitaba algunas reformas y para ello el Ayuntamiento solicitó a la
autoridad eclesiástica la enajenación de toda la plata considerada superflua
para coadyuvar en parte a los gastos de reforma y mejora, aunque no consta que
Se cumpliera este requisito.
El trigo continúa ejerciendo la cualidad de moneda de cambio e
instrumento de pago, según se aprecia. En la cuenta de gastos del estanque o
abrevadero que se está construyendo en la Fuente del Alcalde.
En este tiempo, los vecinos que no se hallan alistados en la Milicia Nacional
deben pagar cinco reales. De vellón. Son los maestros del pueblo Cristóbal
Faustino Andueza, presbítero, y Joaquín Hernández, percibiendo cada uno un
estipendio de diez fanegas de trigo del Posito. También por esta época, se
proyecta una obra muy importante para el pueblo, consistente en sustituir las
canales de madera del agua por una atarjea, con la finalidad de solucionar los
problemas que se vienen planteando en detrimento del abasto público.
Con el comienzo de la conocida década ominosa (1823 – 1833), la
mayoría de las iniciativas del Trienio Liberal quedan suspensas, La
pretensiones de situar el consistorio tacorontero en el convento de San Agustín
queda sin efecto, por lo que ha de continuar en una de las alhóndigas. La
iniciada obra de la ansiada atarjea para el suministro de agua queda paralizada
por falta de fondos. La idea de trasladar la parroquia de Santa Catalina al
templo del convento agustino no llega a cuajar. Y por el contrario, el Posito
se ve obligado a desembolsar el equivalente a 12.000 reales (205 fanegas y 9
celemines de trigo) reintegrables a favor de la Diputación Provincial
para sufragar los gastos de dietas y representación de procuradores canarios
en las Cortes. En esto, la tenaz oposición de la corporación tuvo que ceder
ante la superioridad. El préstamo resultó fallido pues no llegó a recuperarse.
En el capítulo de festejos, para celebrar el día de la patrona
del pueblo, Santa Catalina, el Ayuntamiento no dispone de recursos ni
autorización para obtenerlos del Posito. El alcalde y sus concejales se divide
el pueblo por zonas y salen a pedir donativos a los vecinos para sufragar la
fiesta....
Respecto a la festividad del Cristo de los Dolores, que se
celebra el tercer domingo de septiembre, para cubrir los gastos la corporación
acuerda fijar un bando con los precios parillas puestos públicos:
-Neberías (tiendas de bebidas),
tres pesos corrientes.
-Tiendas de mercería, un peso cada una.
-Ventorrillo de caña, seis reales de plata.
-Ventorrillo de sábanas, cuatro reales.
-Caja de turrón, coderas y demás, un tostón. .
Por el momento dejamos esta historia en el año 1825, cuando una
de las mayores preocupaciones para los ediles de Tacoronte sigue siendo la
construcción de la atarjea para encauzar el agua desde la naciente del monte de
Toledo (Madre del Agua) a los dornajos, estanques, llenaderos y abrevaderos
del pueblo de abajo, donde habita el grueso de la población. En ello seguirán
empeñados recurriendo a todos los medios a su alcance para obtener recursos,
aunque las dificultades alargarán la obra durante varias décadas…”
Séptima: “…LOS relatos continúan
con rigor cronológico situando el momento histórico en el año 1825, cuando es
alcalde de Tacoronte Domingo Ramos, en una época de cierta precariedad porque
el Ayuntamiento carece de fondos para atender las cosas más elementales,
siendo una prioridad apremiante la construcción de una atarjea para canalizar
las aguas de la naciente de Madre del Agua en Agua García, única fuente de
suministro para la población. La necesidad de un acueducto de piedra y
argamasa es la alternativa viable para sustituir las canales que se vienen
utilizando desde el siglo XVI, ya que esta conducción de madera resulta ya
anacrónica y ocasiona innumerables problemas por rotura, cuarteo, daño por
elementos naturales y comportamiento poco cívico de vecinos que desvían la
corriente para surtirse, por lo que el agua apenas llega a los puntos de
embalse donde se abastecen las personas y animales. Un problema añadido es la
dificultad para conseguir el acopio de madera y el costo de abrir los troncos
en canales, considerando que el esfuerzo y el gasto que conlleva se toma poco
menos que infructuoso.
Para conseguir fondos, la Corporación obtiene autorización del corregidor
para realizar la venta de algunos sobrantes de terrenos, acudiendo también a la Real Audiencia
solicitando la concesión de 600 fanegas de trigo del Posito, además de lo que
se pueda conseguir por vía de donativos voluntarios del vecindario. La
intención es comenzar la obra enlazando la fuente del Alcalde con la del
Cantillo, que son los puntos principales de suministro.
La dinámica municipal continúa su pulso conforme a la normativa
en vigor que sustituye a la implantada durante el Trienio Liberal, de modo que
finalizando el año se elige nuevo alcalde y regidores, y de forma similar se
procede con los alhondigueros-administradores del Posito. A su vez el Ayuntamiento
tiene facultad para nombrar otros empleos menores, como guardas rurales, de
monte, porteros, alguaciles, etc. En 1828, la única escuela de letras primarias
se ubica en la casa de Rafaela Hernández Ramos, a la que se paga de alquiler
siete pesos y seis reales cada año. El nuevo párroco (beneficiado curado) de
Santa Catalina es Rafael José Bacallado García Oliva. Una de las alhóndigas
acoge la sede consistorial y entre los prestatarios del Pósito aparece
Sebastián Casilda (Sebastián Pérez Hernández), importante personaje de
Tacoronte nacido en 1792.
En 1830, tras el nacimiento de la futura reina Isabel II, se
produce un cambio en las elecciones de los cargos públicos, de manera que los
mayores contribuyentes, en igual número de concejales, que son cuatro incluido
el alcalde, se asocian con éstos para designar a los que han de sucederles,
proponiendo temas separadas de tres candidatos para cada cargo: alcalde real,
primer y segundo diputado y síndico personero, y también para primer y segundo
alcalde de barrios. El testimonio del acuerdo se envía al corregimiento de la Isla y éste devuelve en un
sobre cerrado un pliego con valor de título indicando las personas que deben
ejercer en el año venidero, habiendo precedido oportunos informes sobre la
moralidad e idoneidad de los propuestos, los cuales deben jurar y tomar posesión
en los primeros días de enero. Todas las formalidades se realizan en el mes de
diciembre para que la respuesta se reciba antes de finalizar el año. La norma
contempla que dentro de los ocho días siguientes al de la publicación de las
elecciones se pueden proponer tachas o excusas legales sobre los sujetos
electos, si bien la parte denunciante queda responsable en caso de calumnia o
mala fe. Se iniciaba así un proceso para impulsar la figura de los
ayuntamientos.
R. D. de 23-7-1835 dicta un nuevo reglamento para la
constitución de las corporaciones. El equipo gobernante se ha de formar con
ocho edil es que han de elegir 80 compromisarios procedentes de todos los
barrios, y que a su vez son elegibles. En el pueblo debe haber un alcalde, un
teniente, cinco regidores-concejales y un procurador del común. Estaba
prescrito que los compromisarios supieran leer y, escribir, pero esto no fue
posible en Tacoronte -sólo 34 reunían tal requisito"-, por lo que se elevó
consulta a la superioridad para obtener dispensa, la cual fue concedida
siempre y cuando los individuos afectados se adornaran de las otras cualidades
contempladas en las normas electorales.
El sufragio se celebró en una sala del ex convento a partir de
las cinco de la tarde y durante varios días, compareciendo 193 electores. Se
abstuvieron el párroco, tres presbíteros y otros tres vecinos, lo cual estaba
penado. Ninguno de los ocho ediles obtuvo la mayoría, o sea, la mitad más uno,
repitiéndose la votación. Finalmente salió elegido alcalde real Antonio Felipe
Dorta; teniente, Lucas Fernández del Castillo; primer regidor (y decano),
Sebastián Casilda; procurador del común, Salvador Rodríguez Galván; y cuatro
regidores más para totalizar el número de ocho miembros. El juramento,
poniendo las manos sobre los Santos Evangelios, ser fiel a la reina Doña
Isabel II, y durante su menor
edad, a su augusta madre. Actuó de secretario Antonio de Acuña y García, y los
que no votaron fueron citados a comparecencia para exponer los motivos de su
abstención.
Hasta ahora, el Ayuntamiento ha venido utilizando una de las
alhóndigas,-supuestamente la de arriba- como casa consistorial. Con la
ocupación del ex convento, aunque provisional, se cumple una vieja aspiración
muy importante para organizar la vida municipal, instalar la escuela pública y
otras dependencias necesarias.
La composición de los. Ayuntamientos vuelve a cambiar en agosto
de 1836 con el restablecimiento de la. Constitución de Cádiz a raíz del motín
de la Granja. Otra
vez borrón y cuenta nueva, proclamándose la jura con toda solemnidad en una
fiesta que le cuesta al Posito 160 reales de vellón. Cesa la corporación actual
y la nueva se integra por el alcalde (Tomás de Torres Hernández) y los
concejales que lo fueron en 1823. El sistema de gobierno ha cambiado.
Los hechos nos llevan a 1837. Entre los cometidos del alcalde,
como tal justicia, se contempla el de juez de paz en delitos menores y faltas,
tales como daños cometidos por animales, cuestiones de linderos, robos,
insultos y agresiones, no devolución de cosa prestada, problemas familiares,
etc., resolviendo juicios de conciliación y dictando sentencia mediante el
concurso de hombres buenos. Desde luego, se impartía justicia en el pueblo, con
rigor y con flexibilidad, buscando el consenso y evitando males mayores. En
realidad eran juicios rápidos y eficaces, pues en la generalidad de los casos
se limaban las diferencias a la par que se instruía a los litigantes para
fomentar la buena vecindad. El ganado cabrío ocasionaba no pocos problemas, y
los asuntos que requerían resolución jurídica eran derivados al partido
judicial de La Laguna. '
Con motivo de la expropiación del convento y la retirada de los
religiosos que lo servían, el templo anejo (Santuario) quedó desatendido y el
culto a la imagen del Cristo de los Dolores abandonado, por lo que el Ayuntamiento acuerda dirigir una súplica al
obispo.
En un oficio posterior dirigido al obispado se propone a Manuel
de Torres y Molina y á Mariano Salazar como mayordomos de la cofradía del Cristo.
En estos años aciagos la situación es precaria, el hambre y la
miseria aumentan cada día, y el Posito, único motor económico del pueblo, atraviesa
un mal momento porque los labradores se ven imposibilitados de pagar sus
préstamos de trigo. Por otra parte, un comisionado de la
Diputación está realizando el desilinde de los montes
entre Tacoronte y El Sauzal y, por el momento, la única zona montuosa
disponible es la del Cerro Gordo, a donde acuden los vecinos para cortar leña;
latas y demás madera para el consumo público ante la carencia de otros
recursos. En los años que siguen va á estar muy presente la problemática que
surge en el monte de Tacoronte con motivo de rozas clandestinas, daños
forestales, roturaciones y otros perjuicios en el denominado "monte
prohibido" (Madre \ del Agua e inmediaciones).
Asimismo agravan la situación los numerosos impuestos en vigor,
siendo " el más importante la contribución de Paja y Utensilios, que gira en el cálculo y riqueza del pueblo,
cuya evaluación está a cargo de peritos y concejales, los cuales deben
guardar riguroso sigilo y reserva sobre los datos para evitar confrontaciones
entre vecinos. Los ingresos del Ayuntamiento son exiguos, pues se reducen a
algunos derechos sobre la carnicería, dos o tres multas y la tasa por aferimento
de pesas y medidas, que en conjunto no cubren el sueldo del secretario y los
gastos .de secretaria.
Finaliza la década de estos años treinta con la elección para
reemplazar al equipo gobernante que termina su mandato anual. Se convoca
mediante edictos a los vecinos con cualidad de Ciudadanos, que son los qué
tienen capacidad para ejercitar el voto. Reunidos en la sala de sesiones se
procede al nombramiento de dos escrutadores y un secretario para formar la
mesa electoral, y seguidamente se reciben los votos para los nueve
compromisarios electores. Posteriormente, unos días antes de finalizar el año,
los nueve compromisarios eligen los cargos de justicia (6 concejales),
saliendo electo Casimiro González Negrón como alcalde primero para ejercer en
el año entrante de 1840. El censo de población acusa una ligera disminución:
797 vecinos, o sea, 3.800 habitantes aproximadamente…”
Octava: “…EN las postrimerías de
1839 preside el Ayuntamiento su alcalde primero constitucional, Nicolás
Hernández de Barrios, veterano oficial de la milicia (teniente coronel) de 67
años de edad, quien junto al segundo alcalde, un síndico procurador y cuatro
regidores (concejales), completa la nómina del equipo gobernante que fue
elegido por nueve compromisarios electores, a tenor de lo dispuesto en las Cortes de 1812 en su decreto de 233-1821,
que trata sobre la formación de Ayuntamientos Constitucionales en base a los
censos de población. Son malos tiempos para los ochocientos y algo más de vecinos
-unos 3.600 habitantes'- de Tacoronte, que se quejan de las calamidades y
malas cosechas que han precedido. Entre otras cosas requieren de las
autoridades un facultativo en el pueblo para curar a los enfermos. Ante la
calamidad pública de falta de lluvias se solicita al párroco que haga una
rogativa de nueve días a la imagen del Cristo de los Dolores, y al efecto se
nombran nueve vecinos honrados para recoger limosnas en la vecindad para
sufragar los costos de la rogativa. En total se recaudaron algo más de 26
pesos.
La única escuela pública que existe en el pueblo no atraviesa un
buen momento. Muchos alumnos se han pasado a educarse con personas
particulares, a quienes sus padres tienen que pagarles además de contribuir
también para la dotación del maestro municipal. El nuevo plan de instrucción
primaria exige que se forme una comisión de seguimiento, que al respecto se
integra con el párroco, Rafael Bacallado Oliva, y los vecinos Sebastián Casilda
y Antonio de Acuña. La comisión conviene en que la escuela sea ubicada en las
casas consistoriales que ocupa el extinguido convento de San Agustín, con lo
que se ahorran los seis pesos de alquiler que se pagan a un particular. La
primera escuela pública de Tacoronte se creó a finales del setecientos, siendo
vecinal con 20 fanegas de trigo del Posito para el salario del maestro.
Entonces, y para cumplir con tal obligación, se aumentó la crez pupilar
(ganancia) tres cuartos de real sobre cada fanega de trigo.
La festividad del Cristo de los Dolores concitaba gran cantidad
de gente de otros puntos de la
Isla. En el pueblo no existía ninguna especie dé policía
municipal o similar, sino algunos milicianos. Para contener el orden en la
tarde-noche del sábado previo a la festividad dominical, el alcalde cursa un
oficio (17-9-1840) al gobernador militar local solicitando diez soldados y un
cabo desde las cuatro de la tarde.
Por otra parte, la municipalidad persiste en la defensa del
monte para que no les falte el agua de abasto y la provisión tan necesaria de
madera. Desde que comenzó el deslinde del monte en 1835, el vecindario se
viene lamentando de la esquilma que sufre el bosque de Agua García, y del
monopolio que ejercen los ricos con las roturaciones, si bien se consigue que
la Diputación
suspenda aquéllas y, por consiguiente, se paralicen los destrozos que se
Cometen en el arbolado. A los que trabajan en el arreglo de los caminos se les
gratifica con medio almud diario de trigo procedente de la creces pupilar del
Posito, aunque cada vecino tiene la obligación de tener en buenas condiciones
la parte de camino que le corresponde, siendo multados con cuatro ducados á los
que se muestran pasivos.
A finales de 1840 se recibe una circular sobre la formación de la Milicia Nacional
en los pueblos, afectando a los varones útiles entre 18 y 50 años que no hayan
perdido los derechos de ciudadano y que tengan algún medio de subsistir,
quedando exentos los meros jornaleros.
Habría que releer todo el suplemento del periódico "El
Atlante", publicado en la villa orotavense el 9-11-1837, para comprender
la situación del momento. El periódico hace un canto de alabanza de las
antiguas Islas Afortunadas, precisando que lo eran mientras estuvieron libres
de los asaltos de la ambición y codicia de los europeos, y aun después de la
conquista y agregación a la corona de Castilla también lo fueron hasta las
primeras décadas del siglo XIX, cuando comenzó una decadencia notable debida a
los conflictos internacionales y la emancipación de los países sudamericanos.
También hace un canto de impotencia ante los efectos de la
pesada tributación que se suma a las adversidades climáticas que se padecen
desde hace una década.
Las dependencias municipales instaladas provisionalmente en el
convento suprimido están en precario por el mal estado del edificio. El
maestro carpintero Francisco Rivero, que había sido nombrado perito por el
intendente de la Junta
de Enajenación, declaró que las celdas estaban en malas condiciones y que el
ex convento sólo podría rentar de alquiler quince pesos anuales. Después de
estos trámites, con fecha 19-10-1840 se da por entregado el inmueble al
Ayuntamiento con la obligación de pagar el citado alquiler. Todavía quedan
algunos clérigos en la casa convento, por lo que tienen que I contribuir con su
parte de alquiler.
También está en precario la corporación municipal, pues no tiene
fondos ni para lo más elemental. Sólo le queda el recurso del Posito, aunque es
precisa la autorización superior para sacar grano de las alhóndigas. La
construcción de la atarjea para el agua lleva tiempo paralizada por falta de
recursos y las canales de madera existentes necesitan de constantes reparos.
Para solucionar el problema, los mismos ediles se distribuyen por los barrios
del pueblo exhortando a los vecinos más pudientes para que contribuyan
voluntariamente. A más de ello, se publican edictos en la Fuente del Alcalde y en el
Cantillo, previniendo sanciones contra los que hacen un mal aprovechamiento
del agua, tanto en los estanques como en los abrevaderos públicos.
Con referencia a la política nacional, la Ley Municipal
aprobada el 14-7-1940 fue la que provocó el enfrentamiento entre Espartero,
jefe del Gobierno, y la regente María Cristina; - que fue sustituida por aquél
en las funciones de regencia. La citada ley facultaba al Gobierno para designar
alcalde y tenientes de ayuntamiento entre los elegidos. Un año más tarde,
Espartero paraliza la venta de los bienes desamortizados, suprime el diezmo y
aplica la Contribución
General de Culto y Clero, debido a la situación de miseria en que habían quedado
muchos conventos. Y clérigos.
El ayuntamiento se compone de seis ediles incluido el alcalde.
En 1942 lo preside Juan Baeza y Aguilar y le sigue como teniente Domingo Pérez
Díaz. Los diputados son Antonio Rodríguez Goyas, Cristóbal Rivero y Lucas
Fernández del Castillo, y síndico personero, José Domínguez Galán. Secretario,
Félix Pérez de Sossa (sargento segundo del regimiento provincial de milicias
de La Laguna).
El maestro de la escuela es el clérigo de menor Miguel Casimiro de Lara, el
colector de bulas o contribución de culto y clero es Manuel de Torres y
Molina, y de la recaudación de arbitrios se ocupa José María Rodríguez. A
comienzos del año se ha de enviar el presupuesto municipal de gastos a la Diputación Provincial,
según la ley de 3-2-1823.
Las frecuentes reuniones municipales quedan anotadas en las
actas de papel sellado, y de ellas se desprende claramente cómo se desenvuelve
la vida en el pueblo. Los asuntos vitales de la comunidad son el suministro
de agua, el aprovechamiento del monte y el estado de las calles y caminos del
tránsito, ya que estos tres elementos son fundamentales para el desarrollo de
la agricultura, actividad principal, siendo muy pocas las ventas y comercios.
Para el cobro de la contribución de carácter eclesiástico, la
parroquia de Santa Catalina tiene que hacer un presupuesto de los gastos por
las funciones que se realizan: procesiones, aleluya del Sábado Santo, pasiones
del domingo de Ramos y Viernes Santo, función de Ánimas, estipendios del
sacristán, sochantre y monaguillos, y un largo etcétera, sumando todos 688
pesos. Dicho presupuesto debe tener el visto bueno del Ayuntamiento, que en el
caso presente limitó la concesión de algunas cosas, quedando reducido a menos
de la mitad, es decir, 350 pesos.
Siguiendo una vieja costumbre, también se observa en estos años
iniciales de la década de 1840 cómo el
Ayuntamiento se preocupa de que los vecinos blanqueen las casas, rocen los
bardos; limpien y pongan transitable s las calles en los días previos a la
festividad del Cristo de los Dolores, además de que el santuario sea
debidamente adecentado.
En la festividad de 1842 se plantea una incidencia protocolaria
por parte de Tomás de Castro, vecino de La Laguna, que dice ser titular de una de las
capillas de la Iglesia-santuario
que perteneció al convento agustino suprimido. Este Tomás de Castro parece ser
sucesor de Tomás Pereira de Castro y Ayala, valedor del convento que trajo la
imagen del Cristo de los Dolores de tierras, castellanas en 1661. Según los
documentos de la época, Tomás Pereyra y su tío Diego figuraron como patronos
con ciertos privilegios, como el derecho a tomar asiento preferente en los
actos litúrgicos, derecho que pretende seguir ostentando el supuesto
descendiente, a lo que se opuso el Ayuntamiento argumentando que el convento
estaba suprimido y que ningún particular debía tener preferencia sobre la corporación
municipal en el templo. Sin embargo, para aclarar la discrepancia se cursó un
oficio a la autoridad provincial solicitando el laudo procedente.
Casi en el ecuador del siglo XIX, el acontecer va reflejando lo
cotidiano del momento y los hechos que afloran en una época marcada por los
cambios políticos. En Tacoronte, los hacendados forasteros constituyen los
dos tercios de la riqueza del pueblo, pero muchos no pagan a la espera de que
las contribuciones recaigan en los vecinos y arrendatarios, que son pobres, y
el Ayuntamiento carece de fondos.
El alcalde de primera elección, Juan Baeza y Aguilar, en enero de
1842 dicta un bando con las ordenanzas que deben regir en la comunidad, que a
grades rasgos son las siguientes:
-Que se amarren los perros para que no hagan daño a las viñas.
Pasados seis días de advertencia, los viñateros los podrán matar si los encuentran
en sus propiedades. Que los perros no acometan a las personas.
-No ofender ni faltar obediencia a la Augusta Religión,
o al Gobierno. No faltar el respeto a los superiores.
-Se prohíbe trabajar en días de fiesta sin grave necesidad, que
harán constar para obtener su autorización.
-Se prohíben reuniones en las puertas de los templos, lo mismo
que en cualquier otro punto del pueblo, con ningún objeto que sea sospechoso y
perjudicial.
-Se prohíben los juegos de naipes, viro y otros en las casas particulares, en las tabernas y en las
plazas y calles del pueblo.
-No transitar por el pueblo después del toque de las Ánimas para
evitar los desórdenes repetidos con tanta frecuencia.
-Los taberneros y traficantes tendrán buen cuidado de no faltar
en lo más leve de las reglas de policía y salubridad, dando su peso y medida,
vendiendo y comprando géneros lícitos y útiles.
-No causar perjuicio a las aguas abasto público, ni darla a
tomar a animales fuera de los abrevaderos y puntos designados para ello.
-Se prohíbe las talas y cortes en los montes
"prohibidos", con pena de prisión y multa o días de trabajo en los
caminos.
-Se apercibe bajo multa a los criados domésticos que ocasionen
desórdenes en los caminos y abrevaderos públicos por no conducir las bestias y
ganados con la formalidad que es debida, y a los pastores de ganados mayores y
menores o los yerberos que ocasionen algún daño a los sembrados o terrenos
ajenos.
-Se ordena quitar las aguas inmundas, escombros, malezas u otros
objetos incómodos que estorben el tránsito por los caminos públicos.
-Ninguna persona de extraño domicilio se admitirá en este pueblo
sin que acredite bastantemente ser honrada y no venir a ser gravosa o
perjudicial.
-El que se haya establecido de dos años a esta parte debe cumplir
las precisas obligaciones.
Consta que antes de firmar estas ordenanzas dijo el alcalde:
"mal empleado trabajo para no hacerlo cumplir"…”
Novena: “…SEGUIMOS con estos
relatos en 1852, cuando ya se ha trazado el camino de la carretera que
atraviesa la mediana de Tacoronte, luego conocida como Carretera Provincial y
posteriormente como General del Norte, la que seria por mucho tiempo la vía más
importante de la Isla
pues a su vera se fueron formando y creciendo los núcleos poblacionales desde La Laguna hasta Buenavista.
Con el propósito de que el firme de dicha vía no se estropeara con el paso de
carretas y carromatos, el gobernador de la provincia dicta unas normas al
respecto según se observa en el siguiente mandato municipal:
"Dios e cuenta por el Sr. Presidente (alcalde de Tacoronte)
de la conferencia que tuvo con el Excmo. Gobernador de la Provincia sobre el
Tránsito de las Carretas por el Camino de la Carretera, esto es
respecto de aquellas (carretas) que no se hallan construidas con arreglo a lo
mandado, y en su consecuencia se acordó fijar los correspondientes edictos á
fin de que toda Carreta que se construya de nuevo, sea bajo las reglas
adoptadas por la
Superioridad, y que las que existen construidas de otra
manera, se abstengan de transitar por dicha línea en la parte que se halla
construida, valiéndose sus dueños de otros Caminos para la recolección de
mieses, y que caso de que tengan que cruzar dicha Carretera por alguna parte,
será de cuenta de los mismos la composición de lo que en ella se deteriorase"
(Acta 15-5-1852).
Para determinar el impuesto que debe pagar cada contribuyente,
cada año se forma una junta pericial que se encarga de formalizar el cuaderno
de amillaramiento que recoge todas las propiedades, clasificadas en tres
categorías según la importancia de los sembrados. La cochinilla se cultiva
exclusivamente en las medianías de costa (San Juan, Los Perales, Tagoro, San
Jerónimo), sumando un total de 30 fanegadas de nopales en todo el término.
Entre los propietarios forasteros se encuentran los Madan, Cambreleng,
Machado, Ossuna, Llarena, Colombo, García Pówer, García Mesa. Entre los
propietarios vecinos más importantes figura Sebastián Casilda. En el ramo de
comercio hay 16 ventas y 2 tahonas (molinos de gofio).
Casi nada escapa a los impuestos de aquel tiempo: pajares,
cerdos, ovejas, vacuno, asnos, etc. En cuanto a los morosos por contribución se
investigan las causas antes de formar el expediente de partidas fallidas, las
cuales han de ser razonadas y expuestas al público seis días antes del acuerdo
definitivo del administrador de Rentas del distrito. Realmente, los vecinos de
Tacoronte llevan algunos años padeciendo malas cosechas, con gran incidencia
en la producción de papas, que junto con el trigo es un recurso alimentario de
primer orden. También, las cabezas de ganado, segÚn su especie, están sujetas
a la contribución territorial, produciéndose muchos casos lamentables, como los
ejemplos que se citan a continuación:
"[...] se le impuso una cuota de 8 reales 17 maravedíes
sobre una cabeza de ganado ovejuno y otra de cerda que en la enfermedad que
padeció, como Único recurso, dispuso de ellas para poderse alimentar, cuota
que no puede hacer efectiva.
[...] que Francisco Jacinto Rivero, a quien se le impuso una
cuota de 12 reales 25 maravedíes sobre una cabeza de ganado Vacuno que tuvo al
tiempo de formar el padrón (de ganadería) y que dejó de tenerla antes del
reparto de papeletas, es tan pobre que no posee bienes de ninguna clase; pues
a la Casa pajera
que habita de que también se le impuso la oportuna contribución, es propiedad
de su suegro, y por consiguiente debe ser partida fallida" (Parcial del
acta 20-4-1853).
Tan grave se tomó la situación que los dirigentes municipales
formaron un expediente de calamidad general para solicitar de la autoridad
superior el perdón de la parte proporcional de la cuota de contribución debido
a la pérdida de la cosecha de papas, la más cuantiosa del término. Pero el
intento resultó infructuoso ya que la Administración de Hacienda determinó que no había
lugar a la condonación por no llegar el perjuicio a la cuarta parte de la
riqueza total imponible del municipio. En cuanto al expediente de partidas
fallidas por notoria pobreza de algunos contribuyentes, si bien se autoriza,
al mismo tiempo se ordena que su importe engrose el presupuesto del año próximo
como si fuera un tributo más a repartir entre la masa tributaria.
Desde la
Junta Provincial de Beneficencia se proyecta el
establecimiento de un hospital e hijuela de la cuna de expósitos de La Laguna en Tacoronte, pero
las autoridades municipales no encuentran medios con que sostener este centro
asistencial. Por otra parte se reciben instrucciones para constituir una Junta
de Beneficencia en el pueblo, que debe estar formada por el alcalde, el cura
párroco, dos concejales, cuatro mayores contribuyentes y un médico o practicante.
Dicha junta local debe informar sobre las enfermedades más frecuentes en el
municipio, los medios de asistencia y otros detalles. El informe cursado es bastante
ilustrativo:
"[. . .] que las enfermedades más frecuentes son algunas
viIiosas ligeras; que los medios para curar a enfermos pobres es el auxilio de
los vecinos que siempre han cooperado; que el número anual de enfermos de esta
clase podrá ascender de 6 a
10 que no perecen por abandono y que nunca han sido conducidos á ningún
hospital; pues de 10 en 10 años se da el caso de que acudan al de la Ciudad de la Laguna de una o dos
personas por ataques de enfermedades venéreas; que el edificio que consideran
aparente para dedicarlo a hospital es una parte de la Casa Convento, a
pesar de necesitar reformas; que pueden contener de 30 a 40 enfermos […]; que los
niños espositos recién nacidos se llevan a la Laguna.
No existen medios facultativos en el pueblo ni practicantes
aprobados, pero si D. Mariano Salazar, que se dedica gratuitamente a curar a
toda clase de personas, y D. Antonio Solís que ejerce la facultad de Sangrador.
Desde hace 7 años muchos han emigrado por las calamidades en las cosechas. La riqueza
vecinal ha pasado a la forastera por la continua enajenación de sus mejores
fincas, constituyéndose una gran mayoría en colonos de los contribuyentes
forasteros, en una época de exorbitante emigración de los que en otros tiempos
se contaban felices. Así lo acordaron" (Acta del mes de julio de 1853).
En octubre de 1853 se ve un oficio del Sub gobernado del
distrito (La Laguna),
en el qué se transcribe la real orden de Su Majestad por la cual se ha servido
conceder autorización al pueblo de Tacoronte para celebrar una feria anual en
los cinco días que preceden a la festividad del Cristo de los Dolores. El
ayuntamiento lo había solicitado al gobernador provincial el 308-1851, sin
saber que este tipo de asuntos descansaba: en la competencia de la Corona.
Una tradición que se pierde en este tiempo es la celebración en
honor a San Sebastián, uno de los primeros patronos de Tacoronte, titular de la
ermita que se construyó en el último tercio del siglo XVI, en cuyos cimientos
se levantó el santuario del Cristo de los Dolores por 1664. Al menos, hasta1854
consta que se le hizo la fiesta al mártir asaetado, que tenía lugar cada
veinte de enero.
Por primera vez aparece en los archivos el calificativo de
"Ciudad" para un barrio de Tacoronte, según consta en la siguiente
trascripción:
"Manifestose por la Comisión de Caminos y Tomas de que en la segunda
visita que ha efectuado hallaron: que la toma situada en la ciudad de Waque
que atraviesa por terrenos de D. Eugenio Reyes, Benito Luís Chávez y otro (Valerio),
no está suficientemente abierta para recibir todas las aguas, por cuya causa
hace daño en el camino [...]" (Acta 14-1-1854).
El dato resulta curioso por el apelativo "Ciudad" y
por el topónimo "Waque", aquél por la singularidad del calificativo y
éste por ser un vocablo extranjerizado del que se desconoce su razón. El nombre
original corresponde a Uba que, término aborigen que también equivale a
Bubaque. En cuanto a la mención de "Ciudad de Waque", existe la
versión de que desde el camino Real que atraviesa los altos de Tacoronte; se
divisaba este caserío cercano al Cantillo bien compacto y agrupado, dando la
apariencia de una pequeña ciudad desdé la lejanía, por lo que la gente empezó a
utilizar esta referencia para identificar el sitio, quedando así acuñado en la
memoria popular. A mayor abundamiento, en el Nomenclátor de las ciudades,
villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España, formado por
el Instituto Nacional de Estadística con referencia al 31-12-1950, en lo que
alude a Tacoronte aparece el caserío Ciudad de Waque, a 550 metros de altitud y
con 172 habitantes de derecho en 51 casas.
En 1855 tiene lugar el segundo gran proceso desamortizador del
siglo, llevado a cabo por el liberal progresista Pascual Madoz, a la sazón
ministro de Hacienda. La llamada Ley Madoz o de desamortización general, fue la
última y más importante etapa liquidadora del decimonono, pues no sólo se
incautaron los bienes de la Iglesia
sino también todos los amortizados, es decir, los pertenecientes al Estado y a
los municipios. Se trataba de vender en pública almoneda todos aquellos bienes
raíces que no pertenecieran a individuos privados. La ley rigió durante toda la
segunda mitad del siglo XIX y los bienes se vendieron al mejor postor, lo que
implicaba que los compradores habrían de ser gentes de posibles para poder
pujar y sobrepujar. Los campesinos pobres y los más necesitados no teman
medios para acceder a las subastas, pero más allá de eso, la desamortización
propició que se pusieran en cultivo grandes extensiones mal explotadas, sin
explotar o no cultivadas.
Casi todos los bienes de las cofradías y congregaciones
religiosas fueron puestos a la venta, adquiridos mayormente por gente pudiente
de La Laguna, La Orotava y Santa Cruz,
entre los que caben citarse a José Monteverde, Patricio Madan, Juan
Cambreleng, José Maria Siliuto y Antonio y Vicente Bonnet. En este proceso, el
hasta ese momento convento de San Agustín, pasó a ser propiedad municipal convirtiéndose
en sede del ayuntamiento, aunque ya lo venia ocupando desde 1835 en régimen de
alquiler. La desamortización también incluía a los bosques tacoronteros, pero
afortunadamente no fueron sacados a subasta y se mantuvieron como propiedad
municipal, lo que permitió a muchos seguir obteniendo algunos ingresos para
subsistir.
En 1856, los ingresos de la hacienda municipal provienen
mayormente de la venta de productos forestales, del sobrante de las aguas de
abasto y de lo que se cobra a los alumnos que asisten a las escuelas, cuyo
monto total asciende a 6.760 reales. Siendo el gasto municipal presupuestado
superior a los 24 mil reales, el déficit resultante se enjuga mediante un
recargo a la contribución territorial, y si esto no bastara se gravan otros
productos. En el pueblo hay 17 ventas, 3 tahonas, 1 agrimensor y 1 ambulante
que vende géneros. El censo señala que viven 730 vecinos, o sea, poco más de
3.000 habitantes. Aparece un nuevo impuesto sobre el consumo, afectando,
entre otros, a los campesinos que se dedican a endulzar y vender chochos. Dieciséis
dé ellos se niegan a pagar y elevan sus quejas argumentando que la expresada
venta no está sujeta a contribución, pero finalmente tienen que pagar a razón
de 50 céntimos de real por cada fanega de chochos dulces, según tarifa aprobada
por la Diputación.
Entre estos chocheros se encuentran Pablo Sereno, Juana
Galván, Petra Domínguez, Juan Cañero.
En 1860 se rotulan las calles por primera vez mediante tablillas
fabricadas por el maestro carpintero Juan Fariña. Se construye el puente en el
callejón de Los Laureles, cuyas piedras esquineras se compraron a Benito
Domínguez, y las piedras labradas para los arcos a Gregorio Viera. Se pagaron
150 reales de vellón a José Calzadilla por los 150 libros de instrucción de
los cedidos por D. Juan de la Puerta Canseco, cuyo importe se destina a la
guerra de África. En el antiguo convento y sede consistorial se realiza una
importante reparación; donde se emplean 500 pies de tablas de
pinsapo, 60 esquinas de piedra y 30 fanegas de yeso en la construcción de
paredes y en la obra de carpintería.
En este tiempo, el Posito ya no es lo que era, disminuyendo
sobremanera su actividad en la regulación del trigo y sometido a la exigente
intermediación de la autoridad provincial, reciben préstamos se hacen en grano
(trigo y millo) y en dinero al 6%, creciente esta fórmula y decadente aquélla.
En 1861, durante la visita del subdelegado de Positos se revisó el expediente
de deuda contra la
Diputación Provincial por 205 fanegas y 9 celemines de trigo,
equivalente a 12.000 reales, cuyo préstamo reintegrable data de 1822, Se trata
de la deuda más importante que tuvo el Posito de Tacoronte en sus tres siglos y
medio de historia, y que nunca cobró a pesar de las múltiples reclamaciones.
En 1864 viven en Tacoronte 3.400 personas (801 vecinos). Es
alcalde Anastasio Hernández; secretario, Juan Pérez Marrero; depositario de
fondos del Posito, Félix Pérez de Sosa, y párroco, Rafael Bacallado Oliva. La
riqueza de forasteros ha disminuido hasta 232.220 reales de vellón, y la de vecinos
y colonos (medianeros encargados) asciende a 459.130 reales de vellón. El 16 de
marzo nace José Izquierdo Domínguez, quien sería secretario del Ayuntamiento
durante 41 años y fundador-director de la banda de música del pueblo, hoy bajo
la administración de la
Agrupación Musical Santa Cecilia.
Otros datos:
Superficie labrada………………………………………………. 18,8 km2
Comerciantes……………………………………………………..22
Jornaleros-obreros.............................................................1.345
Pobres de solemnidad……………………………………………33
Contribuyentes por rústica………………………………………721
Contribuyentes por pecuaria……………………………………207
Contribuyentes por urbana…………………………………….…11
Después de casi treinta años, el problemático deslinde del monte
público de Tacoronte llega a su final, quedando fijados los linderos en el acta
levantada el 26-8-1864 por el ingeniero operador Juan Bautista de la Torre (Conde de Torrepando),
jefe del Distrito Forestal de Canarias. Ante las discordias entre los
municipios de Tacoronte y El Rosario, el ingeniero acordó la colocación de
mojones en los puntos Laguneta de Palo Hondo y montañas de Fagundo y Homaca.
Respecto al lindero entre Tacoronte y El Sauzal, el punto fronterizo quedó
fijado en el Salto del Naranjo, siguiendo una línea recta descendente por la
montaña del Pastel.
De acuerdo con los datos que obran en los archivos, la
superficie del término municipal de Tacoronte ha sufrido variaciones: en 1866
consta que tiene 20,7
kilómetros cuadrados; en 1950 aparece con 26,4 y
actualmente figura con 30,3.
En este 1864, por primera vez aflora una normativa urbana para
las construcciones cercanas a la nueva Carretera Provincial. La instancia de
solicitud para construir debe acompañar de un plano, que ha de ser refrendado
por el ingeniero jefe provincial de Obras Públicas. En este tiempo comienzan a
proliferar las peticiones para edificar junto a la citada carretera, lo que
llevará á un mayor crecimiento urbano y comercial en el último tercio del
siglo, en detrimento de la primacía que venia ostentando la zona de la histórica
calle Calvario. Mientras tanto, las obras de la carretera prosiguen hasta La Orotava.
La Isla de Cuba es el destino
preferente para los que se aventuran a mejorar su suerte, produciéndose varios
embarques en esta época. Los peticionarios han de cumplir ciertos requisitos,
citándose como precedente el siguiente caso:
"Sixto Díaz Hernández y Mirabal, libre y de espontánea
voluntad, sin sugestión ni compromisos de ninguna especie y con el consentimiento
de mi familia, he deliberado embarcarme para la Isla de Cuba con el fin de mejorar de fortuna,
verificando mi viaje á flete pago por costear con medios suficientes para
ello, y como hasta que emprenda mi viaje me es forzoso acreditar que soy de
buenas costumbres y que no tengo ningún obstáculo que se me oponga a ello. A.
V. Suplico se me reciba la oportuna información de testigos para acreditar lo
expuesto, y siempre que así resulte disponer que por la Sisa se faciliten los
oportunos certificados para con ellos obtener el debido pasaporte pues así es
de justicia que pido" (Documento 22-12-1865).
En 1868 la población registra un ligero aumento: el padrón de
habitantes señala 819 vecinos-familias, que conforman las 3.667 almas que viven
en 808 casas. La estructura por edades es la siguiente:
Hasta 10 años................ 24%
Entre 10 y 20 años…………………20,2%
Entre 20 y 40 años…………………30,8%
Entre 40 y 75 años…………………24,7%
De entre los seis octogenarios que hay en el pueblo, el más
anciano tiene 84 años.
Existen dos escuelas: la de niños que lleva Odón Fernández
Oliva, y la de niñas que instruye Adelaida Duarte González.
En el inventario municipal figura la casa-convento (sede del
Ayuntamiento) por un valor de 2.000 escudos, y el resto de muebles y enseres
por 314 escudos 182 milésimas.
Las dos casas paneras (alhóndigas) figuran inventariadas a
nombre del Pósito…”
Decima: “…Se reanuda la crónica
en el año 1842, siendo alcalde constitucional de Tacoronte Juan Baeza y
Aguilar, síndico personero, José Domínguez Galán, y varios regidores
concejales los que se reúnen para requerir nuevamente a la Diputación Provincial
la solución a diversos problemas pendientes que no se han resuelto. Entre ellos
se encuentra el deslinde de la jurisdicción montuosa y la asignación de la
parte que se pide en proporción al vecindario, ya que se carece de los recursos
forestales que son vitales para la agricultura. Otro asunto afecta al
extinguido convénto de San Agustín, donde se encuentra el consistorio sujeto
al pago de alquiler, solicitando que el inmueble sea cedido gratuitamente
para establecer todas las dependencias municipales, la escuela de primeras
letras, el cuartel de la milicia y otros locales de conveniencia. De otra
parte, el Ayuntamiento se ve obligado a tomar medidas contra varios propietarios
de terrenos qUé, no tienen encauzadas las escorrentías para el agua: de lluvia,
con el consiguiente destrozo a los caminos. Asimismo se plantea un asunto de
trascendencia para la municipalidad, ya que el secretario, Félix Pérez de
Sosa, se ve forzado a dejar la
Secretaría para incorporarse a la guarnición de milicias de
Santa Cruz, por cuanto que es sargento segundo de la 68 compañía del regimiento
provincial de La Laguna:.
Apenas existe en el pueblo alguna persona con conocimientos para ejercer de
secretario.
Respecto al expediente del deslinde de montes que gestionó el
comisionado Antonio Baeza desde hace unos años, aún pendiente de dictaminar,
en la zona de Juan Fernández, junto a Huerta de Vicho, el potentado vecino de
La Esperanza,
Domingo Francisco Bacallado, se está aprovechando indebidamente de los pastos
ajenos, vendiéndolos y apacentando sus animales en ellos, utilizando la
extorsión, el escándalo y la amenaza contra los pobres vecinos inmediatos que
tienen allí su ganado con todo derecho. En el ayuntamiento se aborda este
problema: ".. .hasta llegar el
caso de llevárselos a su pueblo á donde les ha costado ir por ellos y pagar lo
que se les exige, todo con mengua y grave perjuicio de los daños e intereses de
este Ayuntamiento y de sus vecinos, por un hombre sin más méritos, servicios y
título ó facultades que su desmedida ambición e impunidad [...] ...se acuerda que se pase oficio al alcalde
de la Esperanza
para que advierta a Domingo Francisco Bacallado, que con ningún pretexto
continúe en el desorden que hasta aquí [. . .] .. .apercibido que de lo contrario se tomarán
otras providencias; todo sin perjuicio del nuevo deslinde que se ha solicitado
de la superioridad, de la retasa ó comprobación de medidas [...]"
(Acta 20-2-1842).
El caso es que, mientras no se sustancie el expediente del
deslinde de montes entre Tacoronte y los pueblos limítrofes" no se puede
cortar madera, dándose el caso de que, para reparar el acueducto del agua para
el abasto público, hay que recurrir a otros pueblos para comprar canales de pino.
Resulta curioso conocer en este tiempo de qué forma se sanciona
a un edil por reiteradas faltas de asistencia a las reuniones municipales, o
por revelar cualquiera de los acuerdos. La corporación impone una multa al
regidor (concejal) José Antonio Rodríguez López, consistente en una silla de
madera de las que se fabrican en La
Victoria o Santa Úrsula, con destino a la sala de sesiones,
cuyo costo oscila entre 10 y 15 reales de vellón. Para debatir el acuerdo se
hizo salir al concejal afectado.
Entre los impuestos señalados al pueblo por la Diputación Provincial,
figuran la contribución para manutención de presos pobres, el Subsidio
Industrial y de Comercio, el de Culto y Clero, el de Paja y Utensilios y la
asignación para los gastos de leña. Los presos pobres están recluidos en la cárcel
de La Laguna y
el importe que se recauda se envía al ayuntamiento de aquella ciudad. El
sistema tributario funcionaba a través de los presupuestos (Ley 3-2-1823) que la Diputación imponía a
cada pueblo, tomando por base la riqueza territorial, cuyo reparto se anunciaba
en el Boletín Oficial de la
Provincia. A su vez, cada ayuntamiento repartía el importe
del déficit presupuestario entre todos los vecinos y forasteros
contribuyentes, en función de las propiedades y rendimientos de cada uno. A
efectos de fijar las cuotas de la contribución "territorial (Paja y
Utensilios), él ayuntamiento nombra un número de peritos que se distribuyen
por los barrios del municipio con el fin de evaluar la riqueza de cada
contribuyente. Entonces los barrios eran: Centro del pueblo, Guamasa, Marañón,
San Juan, los Perales y el Monte.
El funcionamiento del Pósito gira bajo el control de la Diputación, a la que
hay que solicitar autorización para sacar trigo. Para sufragar el arreglo de
los caminos es necesario extraer una cantidad de fanegas de granos, así como
pata los vecinos que lo solicitan para amasar el pan. Esto ha de hacerse antes
de los meses de mayo-junio, por la sencilla razón de que, durante la época
estival parte del otoño, todos los labradores estarán enteramente ocupados en
los trabajos rurales, principalmente la recolección del trigo, cuya siega más
temprana comienza en los terrenos de la costa a finales del mes de mayo. Demás
está por decir que los graneros del Pósito deben quedar totalmente vacíos y
saneados en el tiempo de la trilla (agosto), para que el nuevo trigo sea el
graneado con garantías de su futura conservación.
Casi todas las incidencias que surgen en el pueblo tienen que
ver con la agricultura y la ganadería. A continuación vemos un ejemplo
ilustrativo: "Los yerberos y
pasteros de ganado han ocasionado daños en todos los terrenos. Se aconseja
establecer un Montaraz como se ha hecho en los pueblos colindantes, señalándole
una cantidad que paguen los dañadores (infractores) con el fin de ver si se logra la corrección
y enmienda de semejantes abusos" (Acta 17-4-1842).
Llegado el mes de diciembre se pone en marcha el sistema
electoral vigente para componer la corporación que ha de regir en el año
venidero. El acto se realiza con carácter anual, y los vecinos con calidad de
"ciudadanos", es decir, con capacidad para votar según determinada
cuota de contribución, son convocados anticipadamente mediante, edictos. Estos
"ciudadanos" han de ejercer el voto para elegir a los nueve
compromisarios electores que corresponden al pueblo. Previamente, para
formalizar la mesa se eligen dos escrutadores y un secretario, siendo éste el
del ayuntamiento. La mesa o junta se constituye bajo la presidencia del alcalde
y seguidamente se recogen los votos para sacar los nueve compromisarios electores,
que a su vez serán los que elijan al alcalde y los cinco concejales que compongan
el consistorio. Será alcalde el que obtenga mayoría. El juramento y toma de
posesión se realiza el día primero de enero siguiente.
PLEITO POR LA CONSTRUCCIÓN DE
UNA CASA EN LA PLAZA DE
LA CARIDAD. Junto a la plaza de la Caridad existe una casa construida en 1845, dato
que figura en una inscripción de piedra adosada a la fachada. La historia de
esta casa se remonta a 1843, cuando Pedro Fernández del Castillo, vecino del
Valle de Guerra, sin el debido permiso empezó a construirla dentro de la
superficie que ocupaba la plaza de la ermita, derribando un gran árbol que
estaba allí. Por entonces, Valle de Guerra tenía su ayuntamiento y alcalde, y
el de Tacoronte le cursó un oficio para requerir a Pedro Fernández que
suspendiera la obra, pero éste argumentó que había comprado el solar y que
tenía su escritura en regla.
Se incoa un expediente y se remite al jefe superior político
para su resolución, aunque éste se inhibe alegando que es competencia del
Tribunal de Justicia. El ayuntamiento de Tacoronte impone una multa de 500 reales
de vellón a Pedro Fernández para que se abstenga de continuar la obra, pero el
sancionado sólo se da por enterado y trata de demostrar que el solar no es
público. El pleito toma forma y el ayuntamiento insiste en que se suspenda la
construcción referida, aduciendo que ha estado en posesión de la plaza de la
ermita desde hace más de cien años.
Se llama a declarar a Juan García Gómez, en su calidad de
poseedor del vinculo o patronato de la ermita, declarando que la plaza es
aneja al templo y que por ella se hace la procesión de la imagen. Se solicita
el dictamen de varios jurisconsultos de La Laguna, que dan la razón al ayuntamiento de
Tacoronte y declaran que ha habido mala fe por parte de Pedro Fernández del
Castillo. Pero éste presenta una denuncia contra la corporación tacorontera en
el ayuntamiento de El Sauzal y se señala día para el juicio de conciliación,
que se celebró el cuatro de junio de 1843. El ayuntamiento perdió el caso y lo
recurrió, siendo condenado al pago de las costas. El procedimiento siguió
adelante con apelación ante la Audiencia Real de las Palmas, pero lo cierto es
que todo resultó inútil y se originaron más gastos judiciales. Finalmente, la
casa se construyó y todavía permanece allí junto a la plaza. Uno de los
letrados nombrados para defender al ayuntamiento de Tacoronte tildó de
increíble el fallo.
En el año 1843, que fue el de la proclamación de la mayoría de
edad de la reina Isabel II, el padrón vecinal de Tacoronte registra unos 700
vecinos o familias, es decir 3.154 habitantes (1.432 varones y 1.722 hembras).
La mayor población se concentra en el barrio de Guamasa, calle Real del
Calvario, La Placeta
y El Cantillo. Son tiempos calamitosos por la falta de lluvias y las malas
cosechas de los últimos tres años, por lo que el ayuntamiento solicita del
obispo que se haga una rogativa al Santísimo Cristo de los Dolores. Por
entonces, la imagen desclavada gozaba de mucha devoción por parte de los
vecinos y de toda la Isla,
estimándose que unas cinco o seis mil personas podrían asistir a su fiesta el
tercer domingo de septiembre.
Reseñamos otra festividad muy antigua que ha tenido y tiene
mucho arraigo en Tacoronte. La referencia es bastante sucinta pero no deja de
ser curiosa: "Se trató sobre el
gasto necesario para hacer la festividad del Corpus que se celebra el jueves
próximo. El Ayuntamiento carece de recursos y se dispone hacer una distribución
entre todos los individuos (de la Corporación) señalando a cada uno medio duro para el completo de los siete pesos y
un tostón que importa todo, incluso el duro que se le paga al tambor. Hasta que
el presupuesto se recaude" (Acta " 1-6-1844).
La escolaridad en el pueblo es francamente deficitaria. Sólo
existe una escuela pública de instrucción primaria elemental e incompleta a
cargo de Miguel Casimiro de Lara, maestro nombrado por el ayuntamiento, sin otro
título que ese, cuyo salario anual consiste en 20 fanegas de trigo y cinco más
para los utensilios de la escuela, que se le pagan de los fondos del Posito
según está establecido desde 1763 por la Audiencia Real.
Sólo asisten a la escuela 66 niños, todos varones.
Como se ha referido, el extinguido convento de San Agustín había
sido cedido al ayuntamiento en régimen de alquiler para establecer en él las
oficinas municipales y otras dependencias. Después de solicitarlo repetidamente
a las autoridades provinciales, se le concede el uso pleno del inmueble por
Real Orden de 22-121843. Al mismo tiempo se cursa una súplica a la Administración de
Bienes Nacionales para que se sirva condonar el pago de los alquileres
devengados desde el 19-10-1840, fecha en que fue entregado el convento con la
condición de satisfacer quince pesos anuales de renta.
En 1844, todavía colea la deuda que originó la construcción del
cementerio en 1837, para lo cual el cura párroco (Rafael Bacallado Oliva)
pidió dinero a varios particulares en calidad de préstamo, bajo la promesa de
devolverlo con el importe de 100 fanegas de trigo procedentes del Pósito, aún
pendientes de librar y que reclama insistentemente.
Entre las tasas de índole municipal, una de las importantes era
el aferramiento (sinónimo de aforamiento, en el sentido de calcular la
capacidad de un recipiente). El ayuntamiento cobraba un tributo a los
establecimientos y venteros por adherir los juegos de pesos de hierro, medidas
para licores y aceite, la vara de medir tejidos, la capacidad de los barriles
para vino, etc. Y respecto a los cereales: la fanega, media fanega, cuartillo,
almud y medio almud. En cuanto al antiguo tributo de la Sisa, éste consistía en
rebajar las medidas de los comestibles, especialmente vino y licores, en
proporción al impuesto fijado.
Después de atravesar unos años de malas cosechas y faltos de
lluvia, en el mes de noviembre de 1844 los campos se encuentran inundados por
una plaga de langostas, causando graves daños y perjuicios a los sembrados. La
solución pasa por reunir a todo el pueblo para extinguir los voraces insectos,
atacándolos en aquellos puntos de mayor concentración. La invasión de la
langosta dejó al pueblo en un estado de pobreza y calamidad nunca visto
anteriormente.
El deslinde de los montes entre Tacoronte y los pueblos
colindantes de El Sauzal, Valle Guerra y La Esperanza es un trago
muy amargo que está sufriendo la corporación. El mal se agrava cuando el
comisario del deslinde, Antonio Baeza, pretende posesionarse de 53 fanegadas
de terreno, equivalentes al avalúo de las dietas por su comisión. Sobre este
particular, el ayuntamiento eleva una queja a la superioridad, de cuyos
términos se trasluce fielmente la situación del momento: "El Ayuntamiento acude a V. S. exponiendo los perjuicios incalculables que
se le ocasionará a este vecindario, si tuviese que entregar a D. Antonio Baeza
el único terreno montuoso que resta en esta jurisdicción, además de el
naciente de sus aguas y en el que por lo mismo no puede hacerse corte de
ninguna especie, recordando que las dietas devengadas por Baeza en la Comisión de Montes, sólo
una cuarta parte, cuando más, es la que debe satisfacer este Ayuntamiento, la
misma que con exceso cree tenerlas cubiertas, con las 18 fanegadas de terreno que fueron tomadas por
aquél, y que vendió al Coronel Ayala [...]. Si tuviéramos que entregar este monte, seria reducido a cultivo como lo
han sido las 18 fanegadas que
el mismo vendió al expresado Coronel Ayala, las muchas que el D. Juan López
posee y las muchísimas que han dejado sin arbolado de ninguna especie el
Subdiácono Ángel Peraza, Francisco Lorenzo Pérez y otros varios a quienes la Excma. Diputación
dispuso se les tributare, prescindiendo de la justa resistencia que en todas
ocasiones a prestado a ello esta Corporación [. ..]" (Acta
6-3-1845).
Siempre, en toda época, las autoridades locales defendieron el
monte con ahínco, ya que era un recurso fundamental para la supervivencia del
vecindario. Con razón consideraban al monte como "cosa sagrada", ya que
en él nacía el manantial (Madre del Agua) del que se surtía la población a
través del acueducto de madera que conducía el líquido hasta los abrevaderos y
estanques. El monte donde estaba la naciente-aún sigue allí-, era intocable,
siendo considerado como "monte prohibido", "monte vedado",
en el que no se podía cortar ni un palo, sencillamente por la importancia de
brotar allí el único acuífero que alimentaba a las personas y animales. Con
justa razón y lógica, la municipalidad estaba convencida de que si se
esquilmaba el monte de la Madre
del Agua (bosque de Agua García), el manantial podría secarse, y el pueblo, al
quedarse sin agua, se vería abocado a vivir en otros lugares ante la carencia
de elemento tan vital e indispensable.
Derivado de nuevas instrucciones electorales, Tacoronte cuenta
con dos sectores: el distrito de "arriba", con 85 electores, que
comprende toda la calle del Calvario hasta el Lomo Colorado, y el distrito de
"abajo", con 63 electores, desde el Lomo Colorado hasta el Molino de
San Agustín (El Peñón). Lugares de votación: las salas consistoriales y la
ermita de La Caridad. La
jornada electoral dura tres días, desde las nueve de la mañana a las dos de la
tarde, y la votación se hate mediante papeletas escritas, por lo que se sabe
quién se abstiene. La corporación se ha de componer de once miembros, incluido
el alcalde.
El Real Decreto de 23-5-1845 crea el impuesto de Inmuebles,
Cultivo y Ganadería, llamado también Contribución Territorial. Asimismo
aparece la cédula personal (el D.N.I. de nuestro tiempo), un tributo que es
considerado regresivo porque grava por igual pobres que a ricos. El
ayuntamiento expone bandos en los parajes acostumbrados invitando a los
vecinos a que presenten relación de los bienes inmuebles, cultivos y ganadería
sujetos a la contribución, pero la mayoría no sabe leer ni escribir y han de
valerse de otras personas, lo que demora el procedimiento. La finalidad es
formar un registro o amillaramiento de las propiedades para el cálculo de las
cuotas, el cual se reforma cada año con las variaciones que se produzcan. En
principio -abundó el fraude por la ocultación de propiedades. Para el cálculo
de la riqueza (base imponible) se nombra una junta pericial compuesta de las
personas más ilustradas, tanto de Tacoronte como de otros pueblos donde residen
los propietarios forasteros.
En este punto queda la historia, casi tocando la mediana del
siglo XIX, cuando la cochinilla adquiere cierto auge como alternativa a la
crisis que se padece, paliando en parte el flujo migratorio y la despoblación
que afecta de forma desigual a los pueblos de la comarca de Acentejo. Tacoronte
ha perdido muy poca población en los últimos años, registrando 3.011 habitantes.
El Sauzal permanece estancado con poco más de 900. La Matanza acusa una
situación crítica en el Pósito de cereales, con un censo de 1.437 almas. La Victoria sufre un
descenso continuado y alcanza los 1.878 habitantes. La crisis vinícola se agudiza
en Santa Úrsula, bajando su población hasta 1.417 personas. Y más hacia el
norte, por citado como referencia, La Orotava se mantiene con 7.600 moradores…”
Undécima: “…SE reanuda la crónica
en 1846, cuando las novedades gubernativas traen la figura del Fielato, que se
implanta en el pueblo para la recaudación de los derechos de consumo, uno de
los impuestos importantes en aquel tiempo. Los que introduzcan mercancías en el
pueblo deben pagar previo examen de los géneros, y lo mismo para los que hayan
matado animales o que los sacrifiquen durante el año para consumo de carne. Se
nombra responsable del Fielato a Gregorio Rodríguez de la Sierra, ya que vive casi en
el centro del pueblo. A los defraudadores por eludir los derechos que cobra el
Fielato se les sanciona con el cuádruplo del derecho defraudado, y en tanto no
paguen la multa se les decomisa la mercancía; y en caso de reincidencia se les
privará del uso del establecimiento. Y en otro orden de cosas, a las criaturas
nacidas de padre desconocido se les apellida "de Santa Catalina"
(nombre de la patrona del municipio). En el aspecto militar, según la Ley de Reemplazo, Tacoronte
debe contribuir con un cupo de 50 mozos (quintos) para el batallón provincial
de La Laguna.
Todo lo relativo al monte es asunto latente y de máximo interés
para la corporación municipal. El siguiente documento es bastante explícito
por cuanto que su contenido refleja la situación que se vive:
"El monte se ha
consumido enteramente. Se acerca el tiempo de recolección de las mieses y los
vecinos no tienen a donde concurrir para proveerse del preciso y necesario
combustible (carboneo). El Ayuntamiento señala el Monte de /as Cabezadas de la
montaña del Serro Gordo, comprendida desde la piedra de herradura siguiendo la
vereda que atraviesa dicha montaña hasta llegar al Camino de Juego de la Pina, quedando prohibido todo
otro corte de leña en los demás montes de esta jurisdicción, prohibiendo
igualmente en ellos él pasto de toda clase de animales, carboneo, corte de helecho
verde, seco, o sisco de éste, los estiércoles y sacó de raíz para alimentar
los cerdos [...] ... .se señala
para dicho objeto la parte de terrenos y montañas de esta jurisdicción del
Salto del Naranjo arriba que no contenga arbustos leñosos, cuyas disposiciones
llevan el saludable fin de dar tiempo suficiente de descanso á los montes prohibidos,
para que se reproduzcan y adelanten para que sean útiles a SU debido tiempo.
Para controlar esto se nombra una junta competente” (Acta 27-4-1846).
Otro asunto espinoso alude a las 53 fanegadas de monte que
reclama el comisionado del deslinde Antonio Baeza, que en pago de sus dietas
mandó escriturar a su favor la
Diputación Provincial. El ayuntamiento ha agotado todas las
acciones posibles para impedir la posesión de los terrenos, pero los imperativos
legales pueden más que su voluntad. Sin embargo, la municipalidad no se da por
vencida y a ultranza decide adoptar una decisión bastante sacrificada en favor
del bien común. Al respecto se toma un acuerdo que dignifica en mucho a los
representantes municipales por su defensa del monte propio:
"...y considerando la Sala (Corporación) el gran perjuicio que se sigue de que se discurre
una gran parte de los montes que le quedan a estos vecinos, se acordó: que se
exhiba al Antonio Baeza el importe de dichos terrenos cuyo valor asciende a
7.041 reales 19 maravedíes,
dejándolos a beneficio público y como propiedad de este Pueblo. Y mediante no
haber fondos de ninguna especie de que echar mano para este desembolso,
suplíquese al Sr. Presidente de esta Corporación se sirva facilitarla tomándolos
de algunas personas a un moderado premio (interés) a nombre de la Corporación, [...]
tomando dicha suma del fondo de la Alhóndiga en clase de
reintegro. Comisionado al mismo Sr. Presidente (alcalde) para que á nombre de esta corporación
celebre el documento que corresponda " (Acta 22-12-1846. Alcalde,
Domingo Hernández Leal).
La población ha aumentado hasta 802 vecinos, equivalente a unos
3.500 habitantes, de los que 147 tienen capacidad para ser electores en el
sufragio restringido que permanece en vigor. En todas las sesiones municipales
siempre se toca el tema de los impuestos, verdadera lacra para un pueblo que
sólo depende de la agricultura, pues el comercio que existe es muy escaso. El
sistema tributario recaía con esta fuerza sobre los pobres que sobre los ricos.
Escasamente se encuentra en esta historia de Tacoronte algún
detalle puntual sobre asuntos de índole social-familiar. El relato que viene a
continuación sorprende sobremanera en cuanto a la determinación que toma la
autoridad ante la petición de una joven casamentera cuyos padres se oponen a
su matrimonio:
“Juana Hernández
Álvarez, vecina de este pueblo, hija legitima de (...) ante V. con el respeto
debido paresco y digo: que habiendo: que habiendo dado palabra de Casamiento a
Ramón Domínguez de este vecindario, y de cuyas resultas estoy sufriendo un mal
tratamiento de los citados mis padres, en cuya atención, ocurro (acudo, apelo) a la autoridad de V. a fin de que se sirva
depositarme en la Casa
de un vecino honrado que V. tenga a bien elegir, y por tanto, Suplico: se sirva
acceder a esta mi solicitud en méritos de justicia [. . .] A ruego y como testigo firmo, Eleuterio
Rodrígue (…) En el mismo día, el Alcalde, auxiliado del Alguacil y el
Secretario en defecto de Escribano Público, pasó á la casa habitación de D.
Pedro Hernández Mayor (padre de la muchacha) donde se halló éste [...] se
procedió a la saca y depósito de la expresada Juana, cuya persona fue
depositada en la casa de Eleuterio Rodríguez [...] de honradez y demás cualidades [...]"
(Acta 115-1846. Todos firman el documento).
Estamos en 1847, sin que cesen las discrepancias sobre los
límites territoriales, tanto por la parte que toca al monte como por lo
poblado. Los ayuntamientos de Tacoronte y de El Sauzal no se ponen de acuerdo y
las relaciones entre ambos municipios son cada vez más tirantes. En cuanto a
los impuestos, los vecinos son remisos a declarar sus bienes por temor a más
impuestos y recargos. Las cuentas municipales y las simples operaciones aritméticas
son patrimonio casi exclusivo del secretario y del primer oficial, pues ni
siquiera los miembros de la corporación, incluido el alcalde, saben hacer tales
operaciones, ni mucho menos el vecindario. Son tiempos de penuria y de
hambruna, lo que obliga al éxodo emigratorio de muchos, siendo Cuba el destino
preferente, si bien en Tacoronte no tuvo tanta incidencia como en otros
lugares del norte de la Isla.
La estrecha fiscalización de la autoridad provincial sobre los
movimientos dinerarios de la hacienda municipal apenas permite que se gaste un
real si no es mediante el correspondiente presupuesto y su aprobación. Es el
caso del gasto que se realiza en la composición de las canales de madera que
conducen el agua para el abasto público, cuya urgencia no admite espera. Para
remediar la perentoria necesidad, la corporación autorizó la extracción de 50
fanegas de trigo del Pósito sin la autorización previa de la superioridad, lo
que acarreó una seria reprimenda del jefe superior político y la multa de 200
reales de vellón a satisfacer de mancomún por los miembros del consistorio.
En un comunicado que se recibe sobre la utilidad de los caminos
existentes en el pueblo, el ayuntamiento forma una relación recomendando
mejoras en los que se consideran más importantes, como son los del Calvario,
Perales, de la Fuente,
del Convento y de los Abares, para cumplimentar el Reglamento de Caminos de 8
de abril de 1848. A
lo largo del tiempo hemos visto cómo ha variado la denominación de algunos de
aquellos caminos:
- Camino de Habares (de La Laguna a El Sauzal), hoy
carretera general del Norte.
- Camino de la
Fuente, hoy calle Valerio J. Padrón.
- Camino del Convento, hoy calle Sebastián Machado.
- Camino de la
Estopa, hoy calle Ismael Domínguez.
- Camino de las Alhóndigas, hoy calles Herrería y Guayonge
unidas (hasta el barranco de San Jerónimo).
- Del antiguo camino de Habares o Habales queda un trozo de
calle con el actual nombre de Abales; que enlaza con la del Chupadero que sube
hasta Agua García.
- El antiguo camino del
Calvario discurría desde El Sauzal atravesando Tacoronte hasta El Chapatal (Los
Naranjeros), y proseguía hasta el Molino de San Agustín (El Peñón), fronterizo
con La Laguna
por los Llanos del Rodeo.
En 1848, la capital (Santa Cruz) ya está unida a la ciudad de La Laguna por la que hoy se
conoce como carretera general, y desde La Laguna hasta Tacoronte por un tortuoso camino. La Diputación Provincial
se propone continuar dicha vía desde La Laguna hasta la Villa y Puerto de La Orotava, para lo cual cursa
un oficio al ayuntamiento para que el pueblo participe con arbitrios y
recursos, además de las prestaciones personales, en el tramo que circula por
Tacoronte. Ante la difícil situación por la que atraviesa el pueblo, la
corporación manifiesta a la superioridad:
"[ . ..] que en
atención a no ser este el tiempo oportuno (mes de agosto) para que este Ayuntamiento pueda obligar a
estos vecinos a la prestación personal para emprender los trabajos que sean
consiguientes, por hallarse ocupados en las labores de los campos, sumamente
recargados con las cargas de contribución territorial y vecinal, y al mismo
tiempo reducidos a la mayor indigencia por la escasez de todos géneros de
cosechas que apenas pueden volver a recoger las semillas que plantan la mayor
parte en terrenos a medias y de renta, se sirva disponer que la Carretera supuesto que
es o ha de ser un Camino del tránsito general de toda la Isla, sea costeada de los
fondos provinciales, teniendo también en consideración que estos vecinos no son
los que más han descuidado la reparación de sus caminos vecinales, puesto que
en casi todos los años concurre con sus prestaciones personales a mejorar los
puntos que reclaman primera necesidad. Así lo acordaron y firmaron todos los
Sres. que saben [...]" (Acta 10-8-1848. Alcalde, Antonio Franco el
menor).
Los datos de 1849 dicen que Tacoronte ha perdido población:
cuenta con 774 vecinos, que vienen a ser 3.070 personas. De los habitantes
exceptuados 65 son indigentes, 239 mayores de 60 años, y 1.217 menores de 18.
En el pueblo hay 305 acémilas, 27 carros y 140 yuntas. No hay otro comercio que
la agricultura, tan desgraciada en estos años. El ayuntamiento acuerda el
nombramiento de Julia Barroso, vecina de La Laguna, para ejercer de maestra en la escuela de niñas que debe crearse en el
término. Los vecinos con derecho para votar en las elecciones de diputados a
Cortes adquieren esta premisa al pagar más de 400 reales vellón por
contribuciones directas. Entre ellos se encuentra Sebastián Pérez Hernández,
conocido como Sebastián Casilda, que ostenta el cargo de alcalde de mar en el
pueblo. La riqueza imponible de los 308 propietarios forasteros alcanza 325.370
reales de vellón, y la de los 566 propietarios vecinos, 191.297. Uno de los
forasteros más ricos es Rafael Tabares, de La Laguna.
En 1850 ya se está construyendo el camino o carretera provincial
(hoy general del Norte) en el tramo que atraviesa Tacoronte; para cuyos
trabajos se permite extraer cabos y madera del monte para la fabricación de
herramientas y cestos para el acarreo de materiales. En la prestación personal
obligada se señala a cada contribuyente dos jornales al año por cada una de
las especies: trabajo personal, yuntas, carretas, caballería, etc. El vecino
que no realiza la prestación personal está obligado a satisfacer su conversión
en dinero: un peón, 4 reales; un mampostero, 10; una caballería mayor, 6; una
caballería menor, 3; una yunta de tiro,
12; una carreta con dos yuntas, 30. En el pueblo no hay ningún médico ni facultativo y se recurre a
Antonio Solís, que ejerce el
oficio de sangrador y lo demás análogo á dicha profesión, al que se les asignan
300 reales vellón al año por su servicio a los pobres.
Una circular inserta en el boletín oficial de la provincia del 6
de junio de 1851 previene sobre el peligro de contagio del cólera morbo
epidémico que apareció en el barrio de San José de la ciudad de Las Palmas,
declarándose como de patente sucia todas las procedencias de la expresada
isla, que no deben ser permitidas en ningún puerto. En la isla vecina se habían
contagiado unas 700 personas sin que se pueda precisar el número de
defunciones. Por este motivo el alcalde de Tacoronte, que asimismo es
presidente de la Junta
de Sanidad municipal, edita un bando de gobierno y advertencia a la población:
"1.- En toda casa
se procurará de que se vacíen las aguas de lavar, fregar, ete. A medida que se
produzcan, efectuándolo en puntos donde no se queden empozadas.
2.- Se tendrá el mayor
cuidado en reparar, limpiar y poner expedito el curso y conducto de dichas
aguas, de las de pozos inmundos, sumideros, corrales y patios.
3.- Habrá igual esmero
en asear, barrer, y ventilar las casas y sus dependencias.
4.- Se prohíbe poner
estiércol; excrementos y despojos de animales y vegetales en los patios Juntos
de tránsito común de las casas de habitación, e inmediaciones de las calles
públicas.
5.- No se harán crías de
puercos, conejos y gallinas, pichones, ete. En patios u, otros puntos poco
espaciosos y privados defaire.
6.- Se procederá a matar
los animales enfermos e inútiles y se enterrarán los muertos de cualquier
clase que sean, en hoyos profundos, a fin de que desaparezcan por tal medio los
depósitos de estas materias animales en putrefacción, que han solido hacerse
en distintos puntos del pueblo.
7.- No se permite
arrojar a las calles, caminos o plazas, aguas inmundas o cualquiera otro
objeto fétido o insalubre, como basuras, desperdicios y demás que puedan
alterar la composición del aire.
8.- Al menos una vez a
la semana aseará y barrerá cada vecino la testada de calle que le corresponda,
debiendo comenzar a cumplirse esta disposición desde el presente día.
9".- Sin embargo
de hallarse prescripto por la Ley, se recomienda a mayor abundamiento a los
dueños de establecimientos de bebidas y comestibles, el aseo y limpieza de los
útiles de ellos, y ellos tener en los mismos vinos irritantes ni ácidos, ni
comestibles nocivos a la salud; pues por esta me prometo con especialidad no
perder de vista la pena marcada para imponerla severamente. Ya fin de que se
cumplan las precedentes disposiciones dictadas en beneficio del común de
estos vecinos, mando se fije el presente, en la inteligencia de que cualquiera
falta u omisión que se note en su cumplimiento, y que habrá de resaltar de las
visitas generales y parciales que se ejecutarán a la mayor brevedad por la
junta que presido o comisiones que nombre, será castigada con todo el rigor de la Ley. Tacoronte Junio 12
de 1851. Alcalde, Antonio Maria Rodríguez. P.M.D.S.A.
(por Mandato Del Señor Alcalde) Juan Pérez Marrero, Secretario”.
La autoridad municipal insiste en que una de las prevenciones
más eficaces es el aseo de las casas, que comprende el albeo interior y
exterior, advirtiendo al vecindario de que dispone de ocho días para realizar tales
medidas profilácticas bajo la sanción correspondiente. También se cursan
sendos oficios al comandante de armas del pueblo (José López) y al alcalde de
mar (Sebastián Casilda), para repartir vigilantes por toda la costa y los
barrios del término con el fin de impedir la arribada de barcos pesqueros y de
cabotaje procedentes de Las Palmas. Se redobló la vigilancia en los puntos
costeros más importantes: Guayonge, Puerto de la Madera y Juan Fernández, en
los que patrullaban paisanos y militares mediante turnos rigurosos. Los partes
de novedades se enviaban al gobernador civil, Antonio Halleg. En tomo a este
tema se produjo una denuncia calumniosa contra Tacoronte por una supuesta
falta de celo, acusación falsa que fue defendida y rechazada por el ayuntamiento.
La vigilancia de tierras y cultivos estaba encomendada a los
guardas de los pagos o cuarteles, pues así designaban a las diversas zonas de
labrantío, con el objeto de prevenir robos y daños por el ganado, sobre todo
el cabrio. El ayuntamiento fija estos salarios que se cobran una vez concluida
la recolección, de modo que los guardas recibían de los propietarios entre
seis y doce almudes de trigo por cada diez fanegadas de terreno a vigilar,
dependiendo del lugar. El guarda del cuartel del Peñón cobraba una fanega de
trigo; los de los cuarteles de Ascanio, Ganoya, Lomo de las Piedras y montaña
Pastel cobraban nueve almudes de trigo. En las medianías hacia el monte, el
estipendio era menor.
En 1952 no hay médico en el pueblo ni fedatario que dé razón en
los contratos y documentos que se suscriben (En septiembre de 1851 había
fallecido el escribano público, Juan Fernández Oliva, que ejercía en Tacoronte
y varios municipios cercanos). En ambos casos, los vecinos tienen que desplazarse
a La Laguna, con
el perjuicio que conlleva el traslado en carros o cabalgaduras por malos
caminos. En tanto que se solicita al gobernador un facultativo para tratar a
los enfermos, un buen número de vecinos, en su nombre y en el de todos los
demás, suscriben un acuerdo con el doctor Manuel Pérez, médico
"cirujano" de La
Laguna, con la obligación de asistir una vez por semana para
visitar, recetar y curar a todos los enfermos que hubiese, incluso las
familias que vienen de Santa Cruz y La Laguna que acostumbran pasar la temporada de
verano, pero no a los demás vecinos de los pueblos limítrofes. El acuerdo lo
firman más de 30 vecinos, el médico y el alcalde, Antonio María Rodríguez.
También se solicita la asistencia del escribano lagunero Juan Navarrete, aunque
sea dos veces por semana, para entender en los documentos, sobre todo testamentarías…”
Duodécima (ultimo): “…PROSIGUE esta historia
en 1934, siguiendo el relato de la moción de censura contra el alcalde republicano-socialista.
Juan Ramos Hernández, cuyo primer intento quedó en suspenso al causar baja por
enfermedad (fosfaturia, pérdida excesiva de ácido fosfórico). El debate se
agudiza cuando al cabo de seis meses se da de alta y vuelve a la alcaldía en un
momento delicado por lo que atañe al proyecto de la carretera a Agua García,
puesto que se había llegado a un acuerdo con los propietarios de los terrenos
para franquear el trayecto, bajo la condición de que el censurado alcalde Juan
Ramos y el primer teniente Eldy Amaral continuaran fuera de la Corporación.
En febrero de aquel año, Juan Ramos y Eloy Amaral en sus cargos
de alcalde y teniente, se jactan de
decir que ellos hubieran obligado forzosamente a los propietarios de los
terrenos por donde estaba trazado el camino, a ceder gratuitamente la parte que
a cada uno le afectara. Por el contrario, los propietarios se pronuncian en el
sentido de no estar dispuestos a ceder gratis por mandato o influencia de
tales individuos y que, siempre que éstos no intervengan como miembros de la Corporación, podían contar
con el terreno necesario sin indemnización alguna.
La incorporación de Juan Ramos a la alcaldía motiva la
reanudación de nuevas sesiones tempestuosas en un Ayuntamiento dividido en dos
facciones: la minoría republicano-socialista y la mayoría conservadora. Son
varios los argumentos que se esgrimen de parte y parte, así como acusaciones,
insultos, descalificaciones y la alusión a connotaciones políticas de toda
laya, pero 10 que prima es la construcción de la importante carretera que une
el pueblo de abajo con la parte alta de la ciudad, una vieja aspiración que
arranca desde 1918.
En la sesión del 2-8-1934 argüían los censurantes: "Los concejales que suscriben, ante la
torpeza y contumaz conducta del alcalde propietario, don Juan Ramos Hernández,
de entorpecer por todos los medios a su alcance, el norma! desenvolvimiento de la Corporación municipal,
se ven en la necesidad de repetir contra el mismo, el voto de censura que ya
formularon en sesión del día catorce de enero de mil novecientos treinta y
cuatro, esta vez con 14 enorme agravante de darse de alta para impedir la
realización de una obra de la mayor importancia como lo es, la continuación del
camino de Agua García [...] .. .de
que en el preciso momento, en que se habían vencido las dificultades del
permiso de los dueños para cruzar dicho camino, condicionado a que no actuaran
de Alcalde ni el citado don Juan Ramos Hernández, ni el primer teniente de.
Alcalde don Eloy Amaral Trujillo durante el desmonte de los mismos, por
considerarse aquellos lastimados con la actuación de estos dos señores, dentro
de la Corporación
municipal; y en el momento en que el último de estos, un poco más comprensivo,
se daba 'de baja para solucionar el asunto, el señor Ramos, con el deliberado
propósito de obstaculizar dicha obra, se da de alta en Ia Alcaldúz, sabiendo
que es la única firma de impedir que
el camino se haga, después de una prolongada y sospechosa enfermedad de seis
meses que solo le impedía asistir a las sesiones municipales, pero no dedicarse
a todas las demás ocupaciones, a que venía destinado, como es público y notorio
[…]".
La respuesta defensiva de Juan Ramos es pródiga en todo tipo de
recursos y calificativos: "Ante
todo, como corresponde a hombres de dignidad y honradez, declaro que esa
petición encierra una vil maniobra política del viejo estilo. Y hago constar
que, cuantos concejales suscriben tal voto de censura, son unos mentirosos y
calumniadores, pues mienten descaradamente y a sabiendas en cuantos cargos me
hacen. y hombres que mienten, revelan la bajeza de su actuación pública y hasta
de su condición persona{ Nosotros, los socialistas, los que sustentamos ideas
de completa renovación, que procedemos en todos nuestros actos con honradez y
pulcritud, rechazamos con el mayor desprecio a quienes no saben ser hombres
dignos pues lo último que un hombre puede hacer, es incurrir en la mentira [...]
Ni soy insensible ni desaprensivo;
soy un hombre integro que no se deja sorprender, sugestionar, ni vencer por la
vileza que encierra este voto de censura, a todas luces injusto, indocumentado
y reflejo exacto de la mezquindad, bajeza y miseria moral de la mayoría".
La respuesta a esta arenga no se hace esperar por parte de su
más ferviente acusador, César Galán Hernández, quien representando a la
mayoría, en la sesión del 19-8 - 1934 da lectura a un escrito que dice:
"La contestación
del señor Ramos al voto de censura, revela a todas luces la falta de razón que
le asiste, pues al que insulta generalmente le faltan argumentos, y recurre a
estos desplantes, cómodos para el que se precia en poco, y que revela el nivel
moral de quien los profiere, para desorientar, pero a nosotros que conocemos de
antiguo al Alcalde y no nos sorprende y nos pasan por debajo 'del zapato sin
rozarnos, tales injurias, y nos damos perfecta cuenta de su propósito.= Si no
fuera por la consideración que nos merece la Corporación y sobre
todo, porque este voto ha de ir a conocimiento del Excmo. Sr. Gobernador, quien
desconociendo a unos ya otros e ignorando la manera de ser del señor Alcalde,
pudiera dejarse sorprender, poniendo en tela de juicio cuanto decimos en el
voto de censura, nos limitaríamos a entregar dicha contestación injuriosa a los
tribunales de justicia; pero por las razones que dejamos apuntadas nos vemos
en la necesidad de refutar las afirmaciones, que en su escrito hace y al mismo
tiempo probar los extremos señalados en el voto Secretario se libre copia
certificada de cuanto al voto de censura hace referencia, e incluso de la
contestación del Alcalde, remitiendo todo ello por conducto regular al Excmo.
Sr. Gobernador Civil de la Provincia".
Interviene Eloy Amaral diciendo que: "quiere hacer constar su honradez y nobleza durante su actuación
como Alcalde accidental y a lo que se refiere el escrito presentado en la
última sesión respecto a que dándose de baja el Alcalde y primer teniente de
Alcalde, dice que e1 no solamente ocho días como dicen en su escrito, sino los
que sean necesarios se da de baja comprometiéndose a estar dado de baja
mientras duren los trabajos en los terrenos donde existe oposición de /os
propietarios para las obras de la
Carretera de Agua García"
En la sesión del 2-9-1934, concedida la palabra a César Galán: Que se ratifica en el voto de censura dado
al Sr. Ramos, por creer cierto /o dicho en el escrito presentado por la misma,
no habiendo demostrado lo contrario el señor Alcalde de /os cargos que se le
hacen […].
Y más adelante, en la sesión del 25-11- 1934, presidiendo
Francisco López Ríos, consta: ''Se da
cuenta de los Boletines Oficiales y comunicaciones de la semana, entre ellas
una del Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia dando cuenta de haber
suspendido, en uso de sus atribuciones, a los concejales Don Juan Ramos
Hernández, Don Ismael Fernández Dorta, Don Cándido Fuentes Lara, y Don José Acosta Pérez, y habiendo nombrado
para sustituirlos, a los señores Don Julio Rodríguez Pérez, Don Juan Medina
Hernández, Don Luís López González, Don Manuel Dorta Mendoza y a Don Felipe
Miguel Fuentes, en la vacante existente en la actualidad en la Corporación. Los
concejales designados se presentan en este acto habiendo estado expuestas las
credenciales en la secretaría de esta corporación con dos días de antelación,
tomando posesión de sus cargos y devolviéndoseles por el Secretario las credenciales.
Figurando entre los
suspendidos el señor Alcalde Don Juan Ramos Hernández, se acuerda por once
papeletas a favor del segundo teniente Alcalde Don Francisco López Ríos, que
el mismo desempeñe la
Alcaldía, habiendo obtenido una el tercer teniente Don César
Galán Hernández, Seguidamente se posesiona el indicado Don Francisco López
Ríos, quien da las gracias por la designación".
Con esto acaba prácticamente el contencioso corporativo que
dio .lugar a la destitución de un alcalde, Juan Ramos Hernández, quien, según
puede colegirse, llevó al terreno político y personal un asunto de máximo
interés para el municipio, como lo es el trazado de la carretera a Agua García,
vía también nombrada como camino vecinal al Bicho, por el que se venía
laborando desde 1918.
Las precarias condiciones de habitabilidad motivan que el
puesto de la Guardia
Civil abandone la9asa que tienen por cuartel, propiedad de
Antonio Guerra Marrero, situada entre la calle del Durazno y la plaza de Santa
Catalina, donde ha estado guarnecida la tropa. Ademas, el jefe provincial del
cuerpo, solicita que el Ayuntamiento construya un cuartel propiamente dicho,
cosa imposible de momento por la difícil situación económica local. Como
alterativa, la Corporación
mantiene el ofrecimiento de otra casa más amplia y de mejor inmediación en la
calle del Calvario, Propiedad de Federico García-Ramos Mejías, que se muestra
dispuesto a alquilarla por 2.100 pesetas anuales y plazo de 10 años, previas
las reformas necesarias, todo ello para restablecer el servicio en el pueblo.
(Se trata de la casona donde estuvo ubicado el Gabinete Casilda en el siglo
XIX, cuyas dependencias podrían albergar siete u ocho guardias),
Tampoco funciona la banda de música por falta de alumnos y tocadores,
y se ven obligados a traer músicos de La Laguna para completar el conjunto y poder
amenizar los actos de la fiesta del Cristo, ocupándose de este asunto. Natalio
Almenar. Asimismo existe el proyecto de construir un kiosco para los conciertos
en la plaza del Convento, sin que se haya acometido aún.
En octubre de 1934 es presentado y aprobado por unanimidad el
proyecto de reglamento por el que ha de regirse la Agrupación Municipal de
Música, a financiar con fondos del Ayuntamiento. El documento muestra toda la
normativa en 32 puntos, contemplando una plantilla de 24 músicos que ha de ser
nombrada por consenso previo examen de ingreso ante un tribunal presidido por
el alcalde e interviniendo como vocales el profesor de la agrupación, el concejal
inspector de la banda y el secretario de la Corporación; estos
músicos tendrán un haber mensual de 12 pesetas cada uno; al profesor se le
asigna un sueldo de 166'60, al auxiliar 25 y al conserje-archivero 10. De
momento la agrupación carece de uniformes y la falta a ensayos y tocatas está
penalizada. Los instrumentos se compran a la casa Sánchez de la Higuera, se designa
concejal inspector de la banda a César Galán Hernández, es director Francisco
Bas Gómez y alcalde accidental Eloy Amaral Trujillo.
En relación con el desastre ocurrido en Oviedo con motivo de los
pasados sucesos revolucionarios, todos los ayuntamientos de España contribuyen
para la reconstrucción de la ciudad, aportando el de Tacoronte 50 pesetas.
Según una orden del Ministerio de la Gobernación, los empleados municipales han de
proveerse de carné de identidad al precio de pesetas cada uno.
La elaboración del presupuesto para 1935, de pesetas 106.461
'48, muestra numerosos detalles sobre la vida en el pueblo y la estructura
vital de la Corporación.
Las escuelas graduadas están en el ex convento y las de los
barrios se encuentran en casas alquiladas en: San Juan, Los Naranjeros, El
Cantillo, Agua García, Barranco Las Lajas, La Caridad, Adelantado. Los
surtidores de combustible que hay en el pueblo son de: Antonio Morales
Expósito, Juan Díaz Jiménez y Ernesto Darías, y la oficina de telégrafos se
única en la casa de Aurora Reyes, de alquiler.
Los empleados en activo con su sueldo anual en pesetas:
En 1935 nace el primer equipo de fútbol de Tacoronte, cuyo
antecedente data del 11-1-1935, según consta en el libro de actas de la
sociedad "Unión y Recreo" de El Cantillo. La junta directiva
presidida por Salvador Fuentes Ramos acuerda autorizar la formación de un
equipo de "football" y nombra una comisión para alquilar un trozo de
terreno donde ubicar el campo de deportes, y al efecto se llega a un acuerdo
con su propietario, Manuel Porta Mendoza, en el barrio de Waque o Ciudad de Ubaque,
por 450 pesetas anuales. Se abre una suscripción popular para recaudar fondos y
se allana la tierra con una arrobadora. El equipo queda denominado Club
Deportivo Tacoronte, vistiendo pantalón negro y camiseta roja que costean los
jugadores. Es primer entrenador Víctor Perera, segundo Timoteo Domínguez Pérez,
y capitán Daniel Díaz Dorta. El masajista del equipo es Honorio Miranda Padrón.
El nuevo campo de deportes se inaugura en el mes de noviembre de
1935 con un encuentro entre el equipo titular y otro de la capital, siendo
madrina Catalina Álvarez (miss Tacoronte) a quien acompaña Carmita Pérez
Álvarez (miss Circulo Mineiva), y madrina de honor Alicia Navarro Cambronero
(miss Europa ese año). La sociedad Unión y Recreo había pedido a la Corporación que
patrocinara un homenaje a la belleza europea del año, acordándose de
conformidad. Posterior al partido se celebró un banquete en el Hotel Camacho al
precio de 10 pesetas el cubierto por caballero y dama.
El Campo de deportes produce unas 200 pesetas mensuales, por lo
que se piensa en la compra del terreno y amortizarlo con lo que se satisfaga de
alquiler. Muy pronto se ponen redes en las porterías y se instala un baño que
le cuesta diez céntimos al usuario. Al cabo, el entrenador Daniel Díaz Dorta
es sustituido por Alberto Dorta del Castillo y entre los equipos rivales que
contienden se cuentan: Duggi, Arsenal, Badalona, Catorce de Abril (La Orotava), 11 Rojas,
Derrota (Guamasa), Piratás F. C., Club Deportivo Hierro, Olivares, Rosario F.
C. (Valle Guerra), C. D. Vencedor, etc.
La iniciativa del fútbol en Tacoronte tiene éxito y los equipos
que visitan la ciudad crean un elemento más de relación de los jóvenes
forasteros, que en el -tiempo encontrarían su mejor alianza femenina en los
afamados bailes del Hotel Camacho, Círculo Minerva o la sociedad Unión y Recreo
de El Cantillo, este último el más popular y frecuentado…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
Más allá del abismo generacional que haya entre nosotros ¡infinitas gracias por este magnífico ensayo! Destila trabajo y esfuerzo, así como honestidad en todas sus aseveraciones.
ResponderEliminar¿En que fecha se creó la Sociedad Unión y Recreo? Felicidades por su trabajo y Muchas gracias.
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