El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS
remitió entonces (05/11/2019) estas notas que tituló; “CUANDO
LA CIUDAD DESPIERTA...”:
“…Pero, vamos a ver director, si voy a tener que
preguntar cómo se utiliza el móvil... Uno, que siempre ha sido muy torpe con
las manualidades. Y con tantas aplicaciones, más. Pero el día está luminoso y
los vecinos van a celebrar una fecha conmemorativa que parecía tan adormilada
como el fenómeno que los aglutinaba y se ha ido desvaneciendo. Cuando la ciudad
despierta y se lanza uno al recorrido para gozarla y sufrirla, ves ese muelle
de aguas tibias y apacibles, siempre con gente a su alrededor: algún pescador
tempranero, turistas encantados con la estampa marinera, los últimos
admiradores de la Antigua Casa de la Real Aduana y hasta algunas bañistas
bendecidas por el sol y por el Atlántico en un otoño que no es otoño. ¿Se
atreverán los vecinos, concentrados en plaza de Europa -así bautizada por el
letrado Manuel López Garcìa, sabio defensor del Movimiento Europeo- a debatir
sobre el cambio climático? Es una buena causa, desde luego, para debatir y
sumarse, no importa la modestia de los estands, donde se concentran paneles y
miniaturas sobre la realidad local, más de su pasado, con frecuencia olvidado,
pero también con afanes solidarios y miradas proanimalistas. Están tejiendo
ciudadanía, director. Con entusiasmo y con ganas, ante la mirada curiosa de los
turistas que preguntan y prueban plátanos maduritos mientras se asoman a El
Penitente a ver la mar plácida y los riscos santelmeros de tan grata
recordación. A media mañana, ya Colón es un hervidero y el corazón turístico de
Martiánez late con rapidez entre una ocupación de vía pública excesiva y
desordenada. En la avenida Venezuela, de varias guaguas se bajan extranjeros
para encontrarse con unas jardineras descuidadas y un edificio 'Iders' que
sigue sumergido en la noche de los tiempos y con su aluminosis quebradiza. La
batalla sigue labrándose fuera pero entre las ruinas se trasluce la decadencia
y la incapacidad. La ciudad está despierta y radiante en esta fecha en que se
honra a los difuntos y los blancos del cementerio católico de San Carlos
relucen entre el paseo de los cipreses y el esmero de familiares y amigos que
embellecen tumbas y nichos. A la salida, El Peñón, testigo imperturbable de
hazañas deportivas pero también del devenir de una ciudad que quiere remontar,
a sabiendas de que el esplendor de otrora no volverá. Pero nadie puede mermar
su derecho a proyectarse, con su vocación cosmopolita, al futuro entre la
renovación y la sostenibilidad. El porvenir del Puerto de la Cruz, su progreso,
es un anhelo despierto.
(Nota del autor).- Este texto
fue publicado ayer en la edición de ayer de Diario de Avisos, dando contenido a la sección Fotocrónica…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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