Trabajo y fotografía que remitió entonces (04/05/2021) mi
amigo de la Villa de Los Realejos; JERÓNIMO DAVID
ÁLVAREZ GARCÍA, y que tituló; “CUADRAGÉSIMO ANIVERSARIO DE LA REFUNDICIÓN DE LAS CAMPANAS DE SANTIAGO
APÓSTOL (1981-2021)”.
Publicado
en el Programa de Las Fiestas de Mayo 2021 de Los Realejos: “…Ningún realejero es ajeno a
los sentimientos que se suscitan en el mayo festivo; el estruendo y el olor a
pólvora del Tres de Mayo o los enérgicos y alegres repiques de las campanas, a
la salida del trono de Nuestra Señora de los Remedios, en su lunes festivo.
Egipcios, hebreos, griegos,
romanos y orientales utilizaron este recurso sonante en múltiples formas,
tamaños y aleaciones; pues "las
campanas constituían unos instrumentos sonoros plenos de simbología en algunas
de las civilizaciones que han existido a lo largo de los tiempos"(1).
El Occidente Cristiano las generalizó en los templos desde la Alta Edad Media;
su finalidad primera y principal, ha sido y es, convocar a los cultos, (pueden
tener función civil, ya que algunas campanas ubicadas en iglesias eran de
propiedad comunal). La campana como utilidad pública para aviso de incendio o
alerta a los vecinos, se acogía a las disposiciones de antiguos Códigos de
Derecho Civil.
El Cristianismo hace “del tañido de la campana la luz por
excelencia para convocar a los fieles a la iglesia, la devoción y la plegaria,
(…) [pero] los toques manuales
y tradicionales de campanas se fueron perdiendo y cesó la transmisión
campanero-aprendiz del oficio, forma ancestral de enseñanza. El envejecimiento
y muerte de los últimos campaneros y sacristanes campaneros condenó al silencio
la mayor parte de las campanas, los toques de las que se siguieron tañendo, por
impulsos eléctricos, pasaron a ser monótonos y poco expresivos"(2).
Gigantescos ejemplares penden de dignas torres; como en la Catedral de Colonia
con sus 27.000 kilogramos, en la basílica de Montmartre (Francia), la Catedral
de Viena acoge la Pummerin, en
las catedrales de Erfurt (Alemania), Pamplona, San Pablo de Londres y el
Vaticano. Finaliza la relación con la Tsar Kolocol (campana del zar) del
Kremlin de Moscú, con sus 180 toneladas es la mayor campana del mundo o las de
Birma en Amarapura (Birmania), Kioto (Japón) y Van–Che–Srun (Pekín).
La Literatura las inmortalizó
en Por quién doblan las campanas de
Hemingway y reveló sus usos en Réquiem
por un campesino español, cuando narra: “el bautizo entraba en la iglesia, las campanitas menores tocaban
alegremente. Se podía saber si el que iban a bautizar era niño o niña. Si era
niño, las campanas, una, en tono más alto que la otra, decían: no es nena que
es nen; no es nena que es nen. Si era niña cambiaban un poco, y decían: no es
nen, que es nena, no es nen...”.
Técnicamente se componen de cabeza
o armas (parte alta), corona de asas (sujeción) y cuerpo que encierra el badajo.
La literatura científica que las analiza en Canarias, cuenta con Rodríguez Mesa
y su “El lenguaje de las campanas de la Catedral de Canaria a mediados del
siglo XVIII”, donde explica:“en Canarias están unidas a la presencia de
la Iglesia en cada isla. Instrumentos claves para orientación de los
parroquianos, en ocasiones fueron substraídas por algunos invasores. Es el caso
de los holandeses mandados por Peter Van der Does, que en 1599 se apoderan de
la mayor de la parroquia de San Sebastián de La Gomera y de las de la catedral
de Canaria”(3). Por su parte, José Lorenzo Chinea Cáceres profundiza con
“Las campanas del municipio de Güímar: Lenguaje, historia y tradición” y “Las
Campanas de Tijarafe y sus repiques tradicionales”. Manuel de Paz Sánchez en “Horologia Canariensis. Contribución
a la historia del reloj público en Canarias”, cita un ejemplo realejero:“el arquitecto Manuel Oraá diseñó y dirigió,
a partir de mediados del siglo XIX, diversas obras que incluían relojes con
vistas al público: así, por
ejemplo, sucede con la torre parroquial del Realejo de Abajo, en cuya segunda
repisa se halla el cuerpo de las campanas y el reloj”(4). Manfred
Bartmann con “El toque de campanas, parte integrante de la música procesional
típica de la isla de El Hierro” y
Gustavo A. Trujillo Yánez con “La campana flamenca de la iglesia de Ntra. Sra.
de la Concepción de Jinámar (Telde, Gran Canaria)”, son ejemplos del estudio
regional. Se suman los escritos de índole local publicados por quien suscribe y
por Manuel J. Hernández (5).
Su noción intrínseca de ruido y
estruendo invoca a Santa Bárbara, cuya azarosa vida fue redactada en la Vida de los Santos. Es patrona de
artilleros, mineros y canteros; en nuestro pueblo de honda tradición pirotécnica,
se venera en su retablo del templo de Realejo Alto; muchas campanas ostentan su
nombre. Las fuentes alusivas a este útil en el municipio remiten al estudio de
José Siverio en Los Conventos del
Realejo, donde recoge el incidente del Sábado Santo de 1788 cuando las
campanas del Convento de San Juan Bautista no repicaron al unísono con las
parroquiales, como era uso. El Libro
de Cuentas de Fábrica (1898-1903), de la Parroquia de Nuestra Señora de la
Concepción, recoge la compra de una campana que su Ayuntamiento sufragó
con 148,20 pesetas. Tenemos publicado que durante la Segunda República fueron
robados los badajos en algunas torres. En el verano de 1936, según las actas
del Ayuntamiento de Realejo Alto, se protestó ante éste por los repiques sin el
pertinente permiso municipal, a excepción de los casos de incendio; discusión
sin mayor recorrido. Gregorio Hernández Díaz (1914-2005) y José Hernández Hernández“el Sacristán” (1946), son fuentes orales
que certifican antiguos toques: a misa o diversas oraciones u oficios, dobles por
difuntos, con una campana pequeña por la muerte de un niño y toque de alerta o
fuego. Falta reseñar que el tejado de la sacristía norte tenía una campana que
se utilizaba para avisar al párroco (6). Por último, Lorenzo Santana Rodríguez
aporta su reflexión sobre la procedencia de la “Campana de los Reyes Católicos”; argumenta que ésta no tiene
grabados los atributos de esos monarcas: escudo, yugo y flechas o lema, pero sí
luce los atributos de Santiago Peregrino y otras alusiones, entre ellas un bordón que avisa
sobre la procedencia de la campana; ya que corresponde con el que ostenta el
apóstol en la tabla del “Tríptico de
Santiago” traído de Flandes y ubicado en la capilla del Evangelio;
deduce el autor que esta campana también proviene de esa región europea. (7)
Adolphe Coquet visitó Realejo
de Arriba en el siglo XIX, aseverando en Una
excursión a las Islas Canarias, que el pueblo "se distingue por su campanario que se ve desde lejos y por el
hermoso drago que destaca su silueta sobre el fondo de las montañas”. En
1980 toma posesión como párroco de Santiago, Nicasio de Jesús Moreno y Moreno
(1930-1981), (quien falleció repentinamente oficiando misa, seis meses después
de la refundición de las campanas). El sacerdote tomó el empeño de refundirlas
en vista del mal estado, coordinando a la Junta Parroquial. Su enérgica y a la
par, dadivosa personalidad, queda reflejada en la prensa (8), donde se notifica
tanto su condena una vez fallecido por injurias al alcalde de La Victoria de
Acentejo, como la inauguración de un paseo con su nombre en esa villa, en agradecimiento
a su labor social desarrollada con los vecinos.
La refundición de las campanas
se financió con una rifa, en la forma de la que se organizó para restaurar la
techumbre del templo. Distribuida a feligreses y colaboradores costeó la
totalidad de la empresa. Julio González Hernández (1942) miembro de la junta,
relata una anécdota: “en la Calle del
Agua un ventero que arrendaba el negocio de Nicolás el Choqueras, se negó a
adquirir la rifa, un vendedor le recordó que la iglesia no tenía campanas ni
para doblar a los muertos; accediendo finalmente el ventero a comprar la
participación”. El devenir propició que cuarenta días después de izar
las campanas a la torre, éstas doblaran por el alma del citado comerciante.
Para la refundición se contactó
con Industrias Manclús, cuya
sede según reza en la factura, se domiciliaba en Calle Industria, 37 de
Valencia y fue casa fundada en 1830 (9). La correspondencia entre la empresa y el párroco desvela que el
presupuesto de 5 de febrero de 1981 para refundir las seis campanas enviadas
ascendía a 269.740 pesetas, con una garantía de 20 años. Una segunda nota de 1
de abril informa sobre la conclusión del trabajo apremiando su retiro; e
indicaba que una campana pequeña perteneciente a una ermita se había pintado de
rojo para diferenciarla. Advertía de las precauciones a tomar con la campana
eléctrica y la solicitud del cheque nominativo conformado. La factura de 1 de
abril de 1981, número 23 por importe de 515.740 pesetas (10) y remitida al Sr.
D. Nicasio Moreno y Moreno, cura párroco de Santiago Apóstol, quedó redactada
en estos términos: “Refundir seis campanas
enviadas por el cliente de los kilogramos siguientes: 350 kg; 250 kg; 35 kg; 28
kg; 35 kg; y 33 kg; con un total de 731 kg a 240 son 275.440 pesetas. Mermas de
re-fundición de 731 kg, al 12 % son 97 kg que restados de los 731 kg quedan 634 kg. Como nosotros entregamos seis
campanas de unos pesos de 331 kg; 204 kg; 42 kg; 35 kg; 33 kg y 28 kg con un
total de 672 kg, hay una diferencia a mi favor de 38 kg que a razón de 700 son
26.600 pesetas. Seis badajos para estas campanas anteriores son 24.100 pesetas.
Una campana nueva de 152 kg a 700 son 106.400 pesetas. Un repique eléctrico
colocado interior de la campana con un contactor tipo AGUT, electro imán EL 15,
por 48.000 pesetas. Una campana de 30 kg, pintada el asa en rojo a 700 son
21.000 pesetas. Un badajo para esta campana de 30 kilos son 2.650 pesetas. 62
kg colocar inscripción campana a 25 pesetas cada letra son 1.550 pesetas.
Embalaje de la mercancía 10.000 pesetas. Total, s.e.u.o 515.740 pesetas”. El
6 de abril se expide nota con el importe del transporte realizado por la
empresa Viuda de Don Vicente Morell
Mulet de Sueca, que ascendió a 7.000 pesetas.
Los apuntes contables reflejan
un monto de rifas vendidas por 920.000 pesetas, los premios donados sumaron
27.500 pesetas, el pago de premios ascendió a 298.500 pesetas y los incobrados
importaron 12.800 pesetas; restando un saldo disponible a la Parroquia de
636.200 pesetas. Los gastos ascendieron a 608.440 pesetas y generaron un
superávit de 27.760 pesetas; los pagos detallados en el balance se reflejan
así: el 15 de febrero se abonó por descolgar las campanas 6.000 pesetas y un
brindis a los voluntarios que colaboraron, cuyo coste fue de 650 pesetas. El
día 17 se emitió factura por el transporte de las campanas con Hermanos Pacheco
por 2.500 pesetas. Los trabajos de
cerrajería importaron 50.000 pesetas y fueron realizados por los cerrajeros
locales Luis y Guillén, (elaboración de herrajes, montaje y preparación de
badajos). Al maestro carpintero Baldomero Hernández Oramas se abonó por
realizar los yugos y una base para San Juan Evangelista, la cantidad de 47.000
pesetas (43.800 y 3.200 respectivamente). La factura de la fábrica valenciana
por refundir seis campanas y fundir una nueva ascendió a 492.090 pesetas, (tras
restar el valor de la campana de la ermita). El transporte de las campanas por
Grúas Bonet desde el interior de la Península hasta el Puerto de Valencia
importó 7.000 pesetas. Al camionero que entró las campanas en Realejo Alto se
le gratificó con 300 pesetas, (el cruce del tráiler por el Puente de Piloto lo
corrobora este autor (1973) desde su domicilio). Finalmente, el almuerzo
servido en Restaurante Las Ranas
a los hombres que izaron las campanas a la torre ascendió a 2.900 pesetas.
Prosigue su relato Julio
González advirtiendo, que las campanas se enviaron a Valencia gratuitamente en
un contenedor fletado por Miguel Hernández, mayorista local de frutas y
verduras. Baldomero Hernández talló los yugos a los que se uncieron las
campanas en la plaza, e instaló una T con una polea para izarlas a la torre.
Nuestra fuente narra emocionado, cómo el sábado 18 de abril decenas de hombres esperaban la llegada del
contenedor al pie de la torre; las de mayor peso se elevaron por tracción
mecánica y las pequeñas por estos voluntarios. Al día siguiente, Domingo de
Resurrección, tras la misa, se bendijeron por el párroco Moreno y repicaron con
la expectación de los feligreses que colmaban la plaza. Como fuente final, quien suscribe aporta la inscripción de la
campana mayor: “Restauradas seis
campanas y adquirida una nueva. 1981. La Junta Parroquial”.
Señalada la función social de las
campanas en la Historia, enfatizamos en la cohesión de los vecinos de Realejo
Alto con motivo de la refundición, detallada ahora. En la era digital las
campanas mantienen su utilidad, prueba de ello acaeció el año 2020, cuando
avisaban del fallecimiento de los realejeros durante la pandemia originada por
el COVID-19; pues el confinamiento impuesto a la población impedía despedirlos
según la usanza. La excepcionalidad de esas semanas conllevó que el Viernes
Santo de ese año, a las 3 de la tarde, las campanas que se estudian, doblaran
por la muerte de Cristo; algo inaudito, pues como es sabido, según antigua
tradición se prohíbe tañirlas ese día.
Como las numerosas manos de los
hombres que izaron las campanas a nuestra torre negra aquel Sábado Santo,
múltiples han sido nuestros informantes; para ellos, al personal del Juzgado de
Paz, párroco de Santiago Apóstol y Don Julio González Hernández, mi gratitud. Dado
en el Realejo Alto, en el 40º Aniversario de la refundición de sus campanas.
1. SÁNCHEZ FERRER, José (2003).
Antiguas Campanas de torre de la
provincia de Albacete. p. 11.
2. SÁNCHEZ FERRER, José, op.
cit. pp. 12-13 y 15
3. RODRÍGUEZ MESA, Manuel, “El
lenguaje de las campanas de la Catedral de Canarias, a mediados el siglo
XVIII”. Revista de Estudios Canarios, XXXIX, 1995,
p. 210.
4. DE PAZ SÁNCHEZ, Manuel,
“Horologia Canariensis. Contribución a la historia del reloj público en
Canarias”. Anuario de Estudios
Atlánticos, nº 58, 2012, p. 623.
5. ÁLVAREZ GARCÍA, Jerónimo
David, “Hipótesis a los atentados contra el patrimonio histórico: De la
espadaña a la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción”, La Prensa-El Día, 22 de enero 2012 y
HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel Jesús, “A comienzo del siglo: la construcción de la
torre de la parroquia matriz del Realejo Bajo”, Instituto de Estudios Hispánicos, nº 11, 2011, pp. 19-22.
6. HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ José (2001). El
monaguillo, Iglesia y Sociedad (1940-1980), p. 14.
7. SANTANA RODRÍGUEZ, Lorenzo,
“Las portadas jacobeas del Beneficio de Taoro, en la isla de Tenerife”, Anuario de Estudios Atlánticos, nº 48, 2002,
p. 278.
8. https://elpais.com/diario/1982/03/23/sociedad/385686006_850215.html
[Consulta de 13 de febrero de 2021], y Diario
de Avisos, 9 noviembre 2010, p.12, Biblioteca Universidad La Laguna,
respectivamente.
9. Expediente de adquisición de
las campanas (1981) y Libro de contabilidad del periodo. Archivo Parroquial de
Santiago Apóstol de Los Realejos.
10. El salario mínimo mensual a
1 de abril de 1981 por Real Decreto 1326/1981 ascendía a 25.620 pesetas (153,98
euros). Para 2021, el 30 de diciembre de 2020 se publicó en el BOE, el Real
Decreto Ley 38/2020 que lo prorrogó provisionalmente en 950 euros.
FOTOGRAFÍA
1. Antigua vista sur de la
torre de Santiago Apóstol. FRANCISCO HERNÁNDEZ FUENTES…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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