lunes, 9 de enero de 2023

LOS PIRULINES DE JOSÉ Y OFELIA

En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “LOS PIRULINES DE JOSÉ Y OFELIA”: “…En la calle de la Estopa, en La Orotava vivía el matrimonio José y Ofelia; él era mampostero y ella ama de casa, y aparte del trabajo rutinario se dedicaban a hacer pirulines: una golosina para los chic@s.

Los hacían poniendo en unos pequeñitos cucuruchos de papel de seda de varios colores en unos moldes, y después de ponerle una especie de caramelo cristalizado con esencias, le ponía un palillo para poderlo coger. No solo que valía una perra de las antiguas pesetas (diez céntimos), sino lo que costaba quitarle el dichoso papel.

Recuerdo que las latas que venían con las galletas Ki Ki Ri Ki, y un cordón era lo que usaban. Dicho matrimonio José y Ofelia para transportar de un lado para otro sus pirulines. José los repartía a casi todas las ventas de aquel tiempo. Ofelia era de Garachico, y ella iba en la guagua a vender sus pirulines a toda la isla baja.

Un poco más abajo de mi casa, enfrente donde está la entrada para la barriada de San José tuvo la venta Don Domingo Pérez; lo conocí a él y su esposa Doña María, a su hija Carmencita y a su yerno Don Buenaventura Pulido, también conocí a su hijo Don Domingo Pérez y a Doña Maximina su nuera, pero no en su venta por aquel entonces la venta la tenía arrendada Don Inocencio Navarro, que también vendía los pirulines.

Un día estábamos jugando en la calle, fui con un amigo a comprar uno, y cuando se lo despacho me pregunto a mí: ¿y tú no quieres uno? le dije que no, que yo no tenía perras (dinero), y me dijo “cómo va a ser eso, yo te lo voy a dar y cuando tengas las perras me lo pagas” y lo cogí, después no hacía nada más que pensar que si mi madre se enteraba…Estuve más de una semana, sin pasar por su venta, me daba vergüenza, y el domingo cuando me dieron las perras (dinero) para el Cine, fui, se lo pagué, y me dijo “así es como son los niños formalitos”, y sin esperarlo riéndose me regaló otro.

En verdad parece un cuento, pero nada de eso amigos, es la triste realidad de aquel tiempo que siendo niños, nos tocó vivir…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

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