miércoles, 6 de septiembre de 2017

DON BERNARDO HERNÁNDEZ LEÓN UN NOTABLE CRUSANTERO



Nació el 18 de febrero de 1890 en la Cruz Santa, hijo de Don Esteban Hernández Perdigón, undécimo nieto por varonía de Luis Perdigón, originario de Villafranca, en la isla de San Miguel, una de las Azores, poblador de Tenerife, avecindado en Higa, esposo legítimo de Beatriz Hernández, con quien había. Casado en la mencionada isla portuguesa. Todo ello consta en la información que pasó en el año 1642 ante Bartolomé Hernández Romero, escribano público de Los Realejos y en otro documento.
Fue Don Bernardo Hernández el mayor de los cuatro hijos nacidos del matrimonio del nombrado Don Esteban Hernández Perdigón y Doña Úrsula de León, al que seguían sus hermanos: Don Félix, que pasó a residir en Cuba, donde falleció soltero; Don Antonio, muerto en la infancia; y Doña Amelia, casada en la parroquia de Santiago Apóstol el 16 de julio de 1910, con Don José González Regalado, cuyo matrimonio alcanzó larga descendencia. Doña Amelia falleció viuda, ya nonagenaria, el 29 de mayo de 1983, en Santa Cruz de Tenerife.
Nuestro biografiado perdió a sus padres cuando contaba sólo 9 años, en estas circunstancias se hizo cargo de él y de sus hermanos Doña Francisca Fernández de Acosta, viuda de León, su abuela materna, admirable mujer que cuidó de sus nietos con abnegación y amor.
En La Cruz Santa realizó sus estudios elementales, dirigidos por el maestro Don Pascual García, a quien siempre recordó con gratitud. Con 12 años se trasladó a Cuba, donde residía su tío materno, Don Domingo de León, que en la Gran Antilla poseía una despejada situación y podía proporcionar a su sobrino una adecuada formación, difícil de conseguir para él en Tenerife. En Cuba residió 18 años, primero bajo la tutela familiar, y luego por sus propios medios. De La Habana se trasladó a Holgín, capital de la provincia de Oriente, conocida como el "Granero de Cuba" donde trabajó en una importante empresa tabaquera, en la que fueron tan apreciados sus servicios que la gerencia le comisionó para representarla en viajes comerciales por la isla, y más tarde por los Estados Unidos, de los que Cuba era tan dependiente; en ellos conoció el enorme poder e importancia de la nación yanqui. Luego fundó, en Holgín y en comandita, una empresa para el tallado y venta de gemas que gozó de buen crédito y prontas ganancias. Por esa época, nostálgico de su tierra canaria, recibió noticias de su abuela que "no quería morir sin abrazarle otra vez" y regresó a Tenerife, por sólo una semana que el destino transformó en toda su existencia. En Cuba había dejado dos décadas de su vida, su primera juventud trabajo e ilusiones y había recibido a cambio una adecuada formación para el trabajo, amplitud de horizontes y acumulado con esfuerzo y afán unos pocos caudales. 
Se avecindó en la Villa de La Orotava, colaborando como asociado en la firma textil "Miguel Herreros", para separarse posteriormente y fundar en el año 1926 su propia empresa; un comercio de similares características al que con anterioridad se había asociado; sito en él n°. 4 de la calle Carrera, este pequeño negocio fue pronto ampliado con un local situado en el n° 1 de esta misma vía, casi frente al anterior, que se corresponde al centro de La Orotava, población de primera importancia en Tenerife. El comercio fundado por el señor Hernández León proporcionó empleo y riqueza en el Valle de la Orotava y se expandió por di versos lugares de la Villa y el vecino Puerto de La Cruz; hoy es propiedad de sus herederos y lleva los nombres comerciales de "Sucesores de Bernardo Hernández León", "Galerías Lys" y "Prunella”.
También fue nuestro personaje cofundador en Barcelona de la compañía "Tinerfeña para la Exportación de Tejidos", el 29 de septiembre de 1947, en ella ocupó el cargo de vicepresidente, el presidente fue el conocido fabricante y financiero catalán Don Agustín Montal Biosea, y el cargo de secretario lo ocupó el hijo de este último, Don Joaquín Montal Galobart.
Después de las iniciales dificultades, superadas con duro trabajo, ya que había dedicado en exclusiva su inteligencia y energía a los negocios, gozó de estabilidad económica y entonces aparecieron ofertas, en algunos casos prometedoras para dedicarse a otros asuntos, la política entre ellos, pero siempre se negó a aceptadas ya que opinaba que negocios y buena política no casaban.
Formó una considerable empresa agrícola uniendo al exiguo patrimonio familiar nuevas adquisiciones que constituyeron buena herencia. Mutualista de la FA.S.T. (Federación de Agricultores Sindicados de Tenerife), formó parte como accionista y directivo de muchas compañías de agua. Impulsó el cultivo del tabaco, que tanto había conocido en su juventud cubana, labor que fue en las medianías buena fuente de ingresos; trabajó asimismo en la mejora del cultivo de la vid, y en una más adecuada y moderna elaboración del vino.
Fue socio activo de entidades culturales y recreativas como son los Casinos de Orotava y el de Tenerife, éste en Santa Cruz, así como del Liceo de Taoro.
De sus características personales destacaremos que era físicamente alto, distinguido, de rasgos regulares, mirada franca que ocultaba bajo sus gafas oscuras, lo que le daba fría y seria apariencia, diluida con sus maneras afables. Amante de los placeres de la vida, poseía habilidad para divertirse, lo que le garantizaba afectos y simpatías en su entorno, versátil por sus negocios y viajes.
Se casó en la parroquia de Nuestra Señora de Las Mercedes, en La Cruz Santa el 26 de octubre de 1921, con Doña Gregoria González de Cháves, unión feliz, pues su esposa fue eficaz ayuda en todas las situaciones, mujer inteligente, identificada con su marido, laboriosa, y excelente madre, dulce y generosa. De ellos procedieron dos hijas, la mayor Doña Aída, actualmente viuda de Don Emilio Luque Moreno, médico de inolvidable y grata memoria; y Doña Coral Hernández esposa de Don Ángel Pizarro Alzamora, licenciado en Ciencias Químicas, que sacrificó su prometedora carrera para dirigir las empresas de su suegro haciéndolas prosperar, y en las que ha dejado por su dedicación, inteligencia y honradez profunda huella que le han valido la estima y el respeto de su familia y de cuantas personas se relacionan con sus negocios.
Don Bernardo Hernández León falleció en Madrid el 22 de noviembre de 1966. Sus restos mortales fueron trasladados a Tenerife y descansan en el cementerio de La Orotava según era su deseo. Doña Gregoria González de Chaves viuda durante más de 26 años, continuó ejerciendo la saludable influencia con las virtudes que la sagrada escritura atribuye a las personas que llegaron a semejante estado; rodeada del afecto de tantas gentes que de ella recibieron favores y ayuda. Falleció en su residencia familiar de La Orotava, el 4 de noviembre de 1993, y sus restos descansan como los de su marido en el cementerio de dicha Villa.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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