El
amigo del Puerto de la Cruz; MELCHOR HERNÁNDEZ remitió entonces (17/09/2013) esta
fotografía sobre el entonces bien cuidado paraje realejero de Rambla de Castro,
correspondiente al año 1939, con estas notas: “…Si
tu tuviera que hacer una bandera con un símbolo de Canarias, sin duda pondría
un drago. Foto del año 1929 de Wilhelm Tobien, National Geographic, 1930. Drago
desaparecido actualmente de la Casona de Rambla de Castro. …”
Rambla de Castro es un paisaje protegido
ubicado en la Villa de Los Realejos compuesto por escarpados acantilados
costeros que han sido originados por el apilamiento de coladas y su posterior
desmantelamiento por erosión. Principalmente predominan los materiales
basálticos de la Serie II, junto con algunas zonas de aglomerado y otras
de depósitos sedimentarios. Destacan paisajísticamente los múltiples roques que
se pueden encontrar junto a la costa, como los Roques del Burgado o el Roque del Camello.
Cuenta con poblaciones catalogadas como especies protegidas de la flora
endémica de Canarias y especies de interés comunitario en el marco de la
normativa de la Unión Europea. Este enclave natural muestra una buena
representación del Tabiabal - Cardonal. Además destaca una importante población
de palmeras (Phoenix canariensis) de interés científico especial, acompañadas
por tarajales (Tamarix canariensis), tajinastes (Echium giganteum), orobales (Whitania
aristata) y hierbamora (Bosea yerbamora).
Entre la fauna, se puede encontrar al lagarto tizón (Gallotia galloti), la
lisa (Chalcides vindanus) o aves como la pardela cenicienta (Calonectris
diomedea), especie considerada como “amenazada” y calificada como “de interés
especial” en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, la cual nidifica en las
paredes de los acantilados e islotes. La mayor parte de la avifauna nidificante
en la Rambla de Castro es endémica a nivel subespecífico y supone el exponente
más claro de adaptación al medio natural de la isla de Tenerife y de la
evolución de cada especie. Incluye zonas de importancia vital para determinadas
fases de la biología de las especies animales, tales como áreas de reproducción
y cría de la pardela cenicienta.
Por sus senderos pasearon poetas y viajeros ilustres que la describieron
con los mayores elogios. Fue para Sabino Berthelot, que la visitó en 1825, “los
jardines de Armida sin necesidad de la mano del hombre”. Para Jules Leclercq,
que tuvo la oportunidad de conocerla a finales del siglo XIX, “las palmeras de
la Rambla de Castro le hicieron soñar con encontrarse en la célebre Alameda de
Rio Janeiro, y sus grutas le trajeron recuerdos clásicos de la isla de
Calypso”. Jean Mascart, astrónomo del Observatorio de París, que visitó la isla
en 1909, la describió como “el Edén que se extiende hasta las olas del mar”, y
José de Viera y Clavijo, ilustre polígrafo nacido en Los Realejos, dijo de ella
en 1773, en su Historia de las Islas Canarias, que era “una
hacienda deliciosa de terreno amenísimo”. Según Benigno Carballo Wangüemert,
“no hay entre la Orotava e Icod un rincón más admirable y más hermoso que éste.
Los viajeros que pasan por allí, forzosamente han de detenerse a contemplarlo
desde un balcón natural que forma la misma carretera. Sin embargo, desde esta
altura, no es posible imaginar que abajo exista un verdadero paraíso terrenal”.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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