jueves, 21 de febrero de 2019

EL RELOJ PÚBLICO DE REALEJO ALTO (1869-2019) ( I )


El amigo de la Villa de Los Realejos; JERÓNIMO DAVID ÁLVAREZ GARCÍA, remitió entonces (21/02/2019) estas notas y fotos que tituló; “EL RELOJ PÚBLICO DE REALEJO ALTO (1869-2019) ( I )”. 
Publicadas en La Prensa- EL DÍA, 16 de febrero de 2019: “…Desde siempre el hombre ha necesitado medir el tiempo; la simple observación del Sol, el movimiento lunar o el paso de las estaciones. La técnica le permitió recurrir a máquinas ex profeso, el reloj: ese artilugio dotado de movimiento uniforme que sirve para medir el tiempo o dividir el día en sus fracciones. Sus diferentes clases son tan variadas como sus épocas y geografía: de arena, sol, agua, aceite o los relojes mecánicos, sin olvidar los modernos de diapasón, cuarzo piezoeléctrico, atómico, molecular, etc. El estudio que ahora se inicia profundizará en los relojes mecánicos, exteriores y ubicados en torres, concretamente en el reloj público de Realejo Alto, adquirido hace ahora, 150 años.
El profesor Manuel de Paz reflexiona en su obra,[1] “sobre la necesidad de medir con precisión el tiempo en Canarias (que) surge con la propia Colonización, de ahí que la catedral del obispado canariense, con sede en Las Palmas de Gran Canaria, tuviera su reloj desde principios del siglo XVI, ya que, como afirma Santiago Cazorla, lo necesitaban los prebendados para el rezo de sus horas y los labradores para las dulas de sus aguas”. Alfredo Herrera Piqué advierte como en 1785, durante su estancia en Santa Cruz, “La Pérouse se ocupó de instalar un observatorio en tierra. Emplazaron los instrumentos el 22 de agosto y determinaron la marcha de los relojes astronómicos, comprobando, asimismo, los relojes marinos de las dos fragatas”.[2] Ejemplos estos que nos informan de su desarrollo en las Islas.
Por otra parte, debemos señalar un elemento arquitectónico que complementa lo expuesto anteriormente: la torre.[3] Estas edificaciones se pierden en el tiempo y desde un principio tuvieron funciones defensivas o de seguridad (faro para navegantes), si bien su uso se diversificó en prisiones, atalayas o miradores.[4] Posteriormente en campanarios[5] o torres municipales que sirvieron para instalar los relojes públicos. Por último, las torres conmemorativas, modernas torres de viviendas o de ingeniería. Para nuestro estudio nos ceñiremos a las torres campanario y concretamente a las que poseen un reloj mecánico. Un tercer componente esencial de estos estudios lo conforman “aunque relegadas a un segundo plano, las campanas en sus diversas formas y tipologías forman parte del patrimonio histórico y artístico de cualquier templo o santuario. Incluso, como nos recuerda el especialista Josemi Lorenzo Arribas, un elemento tan característico de éstos, como es la torre o la espadaña, surgió con la única misión de sostenerlas.”[6]
Para el pretérito municipio de Realejo Alto, los estudios dedicados a torres y relojes nos remiten al Boletín Informativo Municipal de Los Realejos, primera referencia de la fuente que ahora se estudia.[7] Mientras, en Realejo Bajo anotamos las publicaciones del autor del presente trabajo y Manuel J. Hernández González.[8] Por último, debemos citar el simposio del CICOP celebrado en Los Realejos en 2015.
Parece oportuno introducir al lector en la noción de Realejo “que nos retrotrae a la Conquista. La presencia de naturales de Gáldar se asociará con la advocación a Santiago en la parroquia, siendo ésta uno de los primeros lugares de culto cristiano. El pago a las ayudas materiales y personales para el asedio sería el reparto de tierras y aguas; estos propietarios se caracterizaron por su absentismo. El sistema económico que define esa distribución quedó definido en Las Haciendas, dignas representantes del paisaje urbano y la geografía físico-económica de los futuros Realejos. La concentración en pocas manos de los medios de producción y sus frutos, como cereales, vid o caña, serán una constante hasta finales del siglo XVIII. Es entonces cuando toma el relevo político y económico la incipiente burguesía agraria local, pues la independencia jurídica de ambos Realejos frente a La Orotava, en favor de La Laguna, databa de 1651. La presión sobre las dehesas y la usurpación de los montes o los conflictos por el agua (el célebre pleito del agua del convento agustino) definen este marco. La emigración, especialmente masculina, producirá desviaciones en los censos y contribuiría a la consolidación de la burguesía citada, pues sus remesas sirvieron para la adquisición de bienes muebles, inmuebles y medios de producción. El anhelo identitario favorecería la erección de conventos, ermitas y capillas. La noción de fiesta en torno a santos protectores como San Benito o San Isidro y la devoción a la Santa Cruz y Nuestra Señora de los Remedios han acompañado desde muy temprano al municipio definiendo su idiosincrasia. El desarrollo intelectual ligado a instituciones de enseñanza y espacios de la cultura también conformarían su panorama social.”[9]  También conviene advertir sobre las circunstancias administrativas de la Diócesis Nivariense de ese momento: “la bula de erección del obispado de La Laguna fue firmada por el Papa Pío VII el 1 de febrero de 1819, pero su crecimiento estuvo rodeado de contratiempos desde el principio. El papa no pudo nombrar al primer obispo hasta pasados seis años, por el desacuerdo  entre el gobierno liberal y la Santa Sede. Don Luis Folgueras, primer obispo Nivariense, tuvo que sufrir el cierre del recién creado Seminario, las leyes desamortizadoras y la exclaustración de los religiosos. En 1851 el nuevo Concordato entre la Santa Sede y el gobierno español suspendió la nueva Diócesis, pasando a ser gobernada por los obispos de la Diócesis de Canarias como Administradores Apostólicos. En 1877 se restableció la Diócesis y don Ildefonso Infante fue nombrado segundo Obispo, después de treinta años”.[10]
La fuente conservada sobre la gestión para la adquisición del reloj municipal nos expone un detallado relato de los hechos.[11] Durante el año 1869 surge en Realejo de Arriba un contencioso protagonizado por el alcalde,[12] un sacerdote adscrito años atrás a la parroquia de Santiago, ahora párroco en el sur de Tenerife y los vecinos, que instan al edil a tomar medidas ante la iniciativa de
restaurar el Calvario.[13]
Primeramente, el mandatario realejero envía una misiva con fecha de 17 de febrero al gobierno eclesiástico que queda redactada en estos términos: “varios vecinos de este pueblo han acudido a mi autoridad pidiéndome acuda a Ud., para que mande rendir las cuentas al Venerable Cura de Guía, (en realidad había cesado y sólo era administrador, como se verá en el siguiente punto) D. Domingo Mora y León,[14] del donativo voluntario que hicieron estos vecinos y que él recaudó, para la construcción del calvario de este pueblo. Disponiendo que las cantidades que custodia las entregue inmediatamente al párroco de esta localidad D. Domingo Chávez y Pérez,[15] pues se trata llevar a efecto la obra cuanto antes. Espero que Ud” prosigue el alcalde, “con el velo que le distingue en el cumplimiento de su destino, dictará brevemente las órdenes conducentes según dejo solicitado”. El gobernador eclesiástico no responde al alcalde, por lo que en marzo éste remite una segunda carta, en la que reafirma lo expuesto en la precedente, es decir, la importancia de la resolución del problema para el interés local, el temor al fallecimiento del sacerdote y que a falta de documentación, no se recuperase el dinero.
A partir de este momento se sucede una relación de notas entre los diversos protagonistas, que nos trasladan al 9 de marzo, cuando se responde al alcalde desde el Gobierno Eclesiástico del Obispado de Tenerife en Administración Apostólica. Así, se advierte como ha sido comunicada al sacerdote la primera petición, a la que éste arguye que sus pertenencias están depositadas en su domicilio de Icod y con motivo de la Semana Santa, "pasado el transcurso de estos días tan ocupados en tan basta [en el original se escribe con b] feligresía, procuraré dar el exacto cumplimiento a la orden de V.I comunicada por su Secretaría de Gobierno."  El administrador eclesiástico se excusa por no responder al oficio remitido por el primer edil, pues esperaba la contestación del párroco aludido. En abril, el alcalde escribe nuevamente a la autoridad religiosa provincial, solicitando la rendición de cuentas y la entrega del metálico por el sacerdote, ya que los vecinos aguardaban el trámite para acometer la obra del Calvario; una vez pasado el motivo del retraso, es decir la celebración de la Semana Santa, se  deberían acelerar los trámites  por "el interés material de esta población",  reprochó el mandatario realejero.
En la fuente, el lector ha podido observar cómo la comunicación entre las instituciones y protagonistas, no se desarrolla con la celeridad deseada, pues en mayo el alcalde redacta de nuevo un escrito recriminando a su interlocutor como: "ni Ud. se ha dignado manifestarme cual sea el estado de este negocio, ni dicho ve[nerable] párroco ha rendido las cuentas de que llevo hecho merito, sin saber que contestar a este vecindario, que repetidamente me pregunta por el interés grande que tiene tanto en llevar a efecto unas mejoras en el pueblo", por lo que solicita más premura en las gestiones. Tras recibir la misiva, la autoridad diocesana notifica al alcalde, que a renglón seguido, se ha cursado la orden al párroco requerido para que “sin alzar mano rinda la cuenta”.
La prolífica relación de correspondencia prosigue en julio, cuando el primer edil escribe de nuevo al gobernador eclesiástico. A esta alturas, las condiciones del asunto han variado, ya que según advierte el alcalde en su despacho: "se recaudo en la isla de Cuba[16] una suscripción voluntaria por varios hijos de este pueblo allí residentes, para contribuir a la composición del calvario de esta localidad, habiéndose recaudado 240 escudos que se hallan en poder del Ve. Párroco D. Domingo Chávez y Pérez. Causas ajenas a la voluntad de este vecindario impidieron hacer la obra del Calvario y hoy no se hace tan necesaria, habiéndose ya ofrecido varios vecinos a reedificarlo a sus expensas. En esta virtud, algunas personas me han significado lo conveniente que sería con los 240 escudos arriba expresados y algunos arbitrios más, comprar un reloj que colocar en la torre de la iglesia que a más de la notoria utilidad que al pueblo reportaría, ganaría el aspecto público y la misma iglesia, que no tiene reloj por donde regirse. Es tan grande la necesidad de que V.I. conceda la competente licencia para la compra del reloj con el dinero citado, que no solo lo desean todos estos vecinos, sino hasta el mismo párroco, de acuerdo con el que dirijo a V.I. esta petición".
Hasta aquí la presentación del expediente para la adquisición del reloj público de Realejo Alto. Como vemos, la fuente detalla profusamente la solicitud del metálico para la reedificacion del Calvario. Ahora bien, concluida la obra del recinto sacro con otros medios y resuelto el problema, se plantea un nuevo contencioso en el que planea aún el cobro de las primitivas cantidades: la compra de un reloj público. La próxima y última entrega desglosará el resto de la fuente confirmando la adquisición de éste, además de aportar nuevas reflexiones sobre el tema.
FOTOGRAFÍAS

1.                            Iglesia y torre con su reloj público de Realejo Alto. FRANCISCO HERNÁNDEZ FUENTES.
2.                            Factura de la compra del reloj público. ABILIO MARTÍN…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL


[1]     DE PAZ SÁNCHEZ, Manuel, “Horologia Canariensis. Contribución a la historia del reloj público en Canarias”.   Anuario de Estudios Atlánticos, Las Palmas de Gran Canaria. (2012), núm 58, pp. 595-642. Respecto a Los Realejos advierte en esta obra:“el arquitecto Manuel Oraa diseñó y dirigió, a partir de mediados del siglo XIX, diversas obras que incluían relojes con vistas al público. Así, por ejemplo, sucede con la torre parroquial del Realejo de Abajo, en cuya segunda repisa se halla el cuerpo de las campanas y el reloj”.
[2]     HERRERA PIQUÉ, Alfredo. Las Islas Canarias, escala científica en el Atlántico: viajeros y naturalistas en el siglo XVIII, Gran Canaria: Cabildo Insular, D.L.1987.
[3]     En relación al norte de Tenerife, véase FRAGA GONZÁLEZ, Carmen, “Edificación de la nueva fachada en la parroquia matriz del Puerto de la Cruz” Catharum, núm. 9, Instituto de Estudios Hispánicos, Puerto de la Cruz,2009, pp. 49-59. Para la isla de La Palma, véase: HERNÁNDEZ, Mª Victoria. Historia del primer reloj público del Valle de Aridane: un reloj con más de 150 años de historia. Edit: Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane.
[4]     HERNÁNDEZ C. , Melchor.“Miradores de las casas del Puerto de la Cruz”, La Prensa-El Día, 9 de agosto de 2015
[5]     En Realejo Alto “la torre fue realizada en 1774 cuando era mayordomo Pedro González Regalado, sustituyendo al pequeño campanario levantado en el mismo lugar, a la izquierda de la fachada. Su puntiagudo chapitel cubierto de escamas de cerámica, ha sido un elemento  singular en el paisaje urbano de Los Realejos. En las primeras décadas del siglo actual (S. XX), se sustituyó la antigua balaustrada de madera por otra de mampostería. FUENTES P.,  Gerardo y RODRÍGUEZ GLEZ, Margarita en “Arte”, Los Realejos, Una Síntesis Histórica. p.124. La torre fue nuevamente restaurada en 2008 por Sebastián M. Delgado Campos. ÁLVAREZ GARCÍA, J. D. “Regencia de Don Antonio Hernández Oliva en la Parroquia de Realejo Alto (1981-2013)”. La Prensa -El Día, 27 de octubre de 2018.
[6]     TRUJILLO YÁNEZ, Gustavo. “Campanas en las Islas Orientales. Resultados preliminares”. XXI Coloquio de Historia Canario-Americana (2014) y XVII Simposio sobre centros históricos y Patrimonio Cultural de Canarias / La Laguna: CICOP, 2014. Relojes públicos de Lanzarote (de sol y mecánicos).
[7]     Historia del Reloj de Santiago Apóstol (1869), p. 21. Boletín Municipal de Los Realejos, núm. 21, junio de 1993.
[8]     ÁLVAREZ GARCÍA, Jerónimo David, “Hipótesis sobre los atentados contra el patrimonio histórico: De la espadaña a la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción”, La Prensa-El Día, 22 de enero de 2012 y HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Manuel Jesús, “A comienzo del siglo: la construcción de la torre de la parroquia matriz del Realejo Bajo”, Catharum nº 11. Instituto de Estudios Hispánicos, Puerto de la Cruz, 2011, pp. 19-22.  XVIII Simposio sobre centros históricos y Patrimonio Cultural de Canarias/Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio. CICOP, 2015. Los relojes mecánicos de la Villa de Los Realejos
[9]     ÁLVAREZ GARCÍA, Jerónimo David, “Alcaldes y anecdotario diverso de Realejo Alto desde 1926”. La Prensa- El Día 25 de octubre de 2015. ARBELO GARCÍA, Adolfo, La burguesía agraria del Valle de La Orotava (1750-1823), Idea, 2005. AA.VV, Los Realejos : una Síntesis Histórica. Los Realejos Ayuntamiento, 1996 (Lit. Romero).
[10]    SÁNCHEZ RÓDRÍGUEZ, Julio. La Iglesia en las Islas Canarias. Edit: Gobierno de Canarias, Dirección General de Cultura, 2004. p.137.
[11]    Expediente para que rinda las cuentas del donativo voluntario que recaudó para la obra del Calvario D. Domingo Mora, nº 19.  Realejo Alto, Año de 1869. Archivo Histórico Municipal de Los Realejos, A.H.M.R
[12]    Este alcalde, actor principal de la vida política, económica y social del pueblo durante la segunda mitad del siglo XIX, fue gran propietario de la burguesía agraria realejera. Hijo de Pedro González Regalado y Rosa Espínola, casó en segundas nupcias con Mª Candelaria B. de Zárate y Morales, con quien procreó a Tomás, Eliseo, Rosa, Eladia, Magdalena y Candelaria González de Zárate. Vecino de La Alhóndiga, otorgó testamento ológrafo el 14.10.1889 y falleció en Realejo Alto, por complicaciones de su “diabetes sacarina” el 18.12.1895 a los 60 años de edad. Abanderó diversos litigios contra párrocos y colectores de la parroquia de Santiago, baste citar los pleitos por la administración, titularidad y cobro de las tasas de sepultura del cementerio de la plaza, como se verá más adelante.
[13]    MESA MARTÍN, José María, en El Nazareno Franciscano de Los Realejos. Historia y culto, 2016, pp.71-72. Donde se  documenta la existencia del antiguo Calvario desde 1667 y conjetura que su antigüedad es superior, aportando la teoría por la que la ermita de San Benito fue fundada por el regidor  Benito Viña de Vergara, propietario local. Por otra parte en REMÓN PÉREZ, Orlando. “El Nazareno de Martín de Andújar y su franciscana cofradía”, en Programa de Semana Santa 2001, Los Realejos, se recuerda que “concretamente el Nazareno pasó a la Parroquia de Santiago el año 1852, por devoción del Venerable Padre Beneficiado D. Antonio Martín, procesionando el 9 de Abril de ese mismo año al Calvario donde se procedió al sermón”. Por último, la prensa histórica advierte sobre este particular en El País, número 354, de 14 de agosto de 1866. Jable, ULPGC, “de la fabricación de un Calvario en el Realejo Alto”.Es probable que la estructura del primitivo Calvario sobrepasara de una pared adosada a la de la finca rural con la que linda, y en ella dispuestas tres cruces, como se intuye de la lamina de Diston.
[14]    Domingo Mora y León residió en Realejo Alto hasta 1860, como recuerda la fuente. Trasladado a la Parroquia de Ntra. Sra de La Luz en Guía de Isora (1860-1864), ejerció como ecónomo de ésta entre 1868 y 1869. Posteriormente sería párroco de San Antonio de Padua en Granadilla (1864-1880). Boletín Oficial Obispado de Tenerife, nº 6, 7 y 8. Año 2010. Vemos pues, cómo al momento del requerimiento era párroco en Granadilla y ecónomo en Guía. En su Expediente de Clérigos, 102. Doc, 5 del Archivo Histórico Diocesano de Tenerife, consta que era religioso agustino y en 1829 se le concede licencia para confesar a todo tipo de personas. Además sabemos por el Boletín Oficial de Canarias 25.09.1877 que esa fecha era contribuyente en Icod y por Boletín Oficial de Canarias de 12.12.1879, que el Censo electoral lo declara fallecido en esa ciudad. Jable. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Aunque ha sido imposible localizar sus partidas de bautismo y defunción, con los datos aportados podemos datar su nacimiento a finales del siglo anterior o comienzo del XIX. Agradezco a Mary León y Daniel García Pulido su colaboración.
[15]    Párroco de Santiago Apóstol (1866-1870). Boletín Oficial Obispado de Tenerife, nº 6 ...
[16]    La emigración canario-americana de realejeros, concretamente la cubana, se documenta con profusión en tanto en sus actas municipales, como en notas de prensa. ÁLVAREZ GARCIA, J.  David, “Aproximación a la vida cotidiana de Realejo Alto hacia 1887”. La Prensa- El Día, 19 de enero de 2014. Una última nota concluirá con una mención a la afamada casa de relojes Cuervo y Sobrinos y sus múltiples ejemplares que viajaron a Canarias de mano de los emigrados isleños a Cuba, para ampliar este tema véase: https://www.cuervoysobrinos.com/  consulta de 01.02.2019.

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