Fotografías.
1. Vista de Realejo Alto desde el
Calvario. Alfred Diston. COLECCIÓN PARTICULAR.
2. Torre de Santiago de Realejo Alto.
COLECCIÓN PARTICULAR…”
El amigo de la Villa de Los Realejos;
JERÓNIMO DAVID ÁLVAREZ GARCÍA, remitió entonces (28/02/2019) estas notas y fotos que
tituló; “EL
RELOJ PÚBLICO DE REALEJO ALTO (1869-2019) ( y II ))”.
Publicadas en La Prensa- EL DÍA,
23 de
febrero de 2019: “…La primera parte del estudio ha
aproximado al lector a la realidad socio política de Realejo Alto durante el
siglo XIX.[1]
También presentó la documentación existente para la ejecución de la obra del
Calvario[2]
del pueblo y posterior adquisición del reloj público. Las siguientes líneas
proporcionan nuevas fuentes, aportando nuestra valoración al controvertido
litigio.
Retomamos la correspondencia entre las
partes que prosigue durante el mes de agosto. El alcalde, ahora conocedor de
nuevas informaciones que pudieran clarificar el contencioso, recuerda al
gobernador eclesiástico que varios vecinos, “motu proprio”, le han manifestado que la cantidad requerida y
recaudada por el sacerdote ascendía
"a ciento y un pico de duros". Esta suma estaría reflejada en
un listado elaborado por el presbítero Mora, actualmente en su poder y que no
habría sido mostrado a las partes, por lo que sus convecinos discreparían con
el cargo entregado por el sacerdote. Finalmente,
se deduce por los documentos, que en septiembre el reverendo Mora habría
satisfecho la cantidad solicitada.[3]
Una vez resuelto el primer término de
este pleito, la secretaría del obispado expide el siguiente decreto: "vistos el oficio e informe que
preceden, el primero del Sr. Alcalde Constitucional del Realejo Alto y el
segundo del Venerable Cura Párroco del mismo; y teniendo en consideración
cuanto en ellos se nos expone, autorizamos a dicho Ve. párroco para que pueda invertir
los doscientos ochenta y cinco escudos, setecientas cincuenta milésimas,
destinadas a la fábrica del Calvario en aquel pueblo y que existen en su poder,
en la adquisición de un reloj al objeto de colocarlo en la torre de la iglesia
de su cargo, pero con las condiciones de que el expresado reloj sea propiedad
de la Parroquia y del Ayuntamiento y que queda a cargo de éste los gastos que
se irrogaren, en cualquier tiempo y cuando fuese necesario, en las
composiciones que necesita dicho reloj; cuidando al mismo tiempo el párroco
mencionado que se verifiquen las reformas necesarias en el consabido Calvario a
expensas de los vecinos comprometidos, según lo promete el mismo Alcalde en su
citado oficio”. Este documento
habría sido elaborado por el licenciado Domingo Cortes y José María Arguibay,
presbítero secretario, quienes transcriben y participan a alcalde y párroco
realejeros, cumpliendo la orden de su superior en el anterior decreto.
Obtenido el permiso de la autoridad
eclesiástica y con el montante disponible, se procede a comprar el reloj,
encargando un ejemplar a la fábrica John
Smith & Sons de Londres.[4] De la factura original fechada a primero de
noviembre del año en cuestión, se deduce la siguiente información: el reloj es
adquirido a la citada John Smith &
Sons, empresa fabricante de relojes y cajas de reloj. El recibo lo
describe, literalmente, como un reloj de torreta con poder de mantenimiento y
repetidor de sistema para completar. Éste posee una esfera de cobre de cuatro
pies y manos de cobre, esfera, mecanismo y poleas de peso completo, ascendiendo
el precio de lo expuesto a 35 libras inglesas. La campana del mejor metal,[5]
según reza la factura, tiene chapaleta de hierro forjado e importó 45
libras inglesas, además
de dos biseles forrados con estaño y
tres biseles más por 5 libras. Por lo que el total de la factura
ascendió, según documenta el extracto, a 85 libras.[6]
Los recibos que a continuación se
aportan, ordenados cronológicamente, conforman la segunda parte del expediente
en estudio. De estos se desprende los siguientes datos: nota número 7 de fecha
15 de enero de 1870, firmada por Smith donde se lee: “recibí en Londres por letra de cambio sobre Don Jorge Bruce”[7]
la cantidad de 98,13
libras. El costo del reloj ascendió a 35 libras, por el empaque 4 libras, por
el flete, seguros y desembarco 3,10 libras, que suman un total de 42,10 libras.
El precio de la campana importó las 45 libras, por el empaque 1 libra, por el
flete, seguros y desembarque son 3 libras que en total suman 49 libras. El
montante de la operación ascendió a 91,10 libras restando 7,03 libras, lo que a
razón de 95 reales de vellón por libra, resultan 680 reales de vellón.[8]
En el recibí número 5 de fecha 23 de marzo de 1870 se documenta como “recibí del Señor Alcalde Don Eliseo
González Espínola la cantidad de cuatro pesos seiscientos y un céntimos,
importe de cuatro tablas de pinsapo con 87 pies que llevo para la caja del
reloj”, Este documento está firmado en el Puerto de la Orotava por
Domingo de la Cruz García. En
la nota número 4 fechada el 24 de marzo de 1870 en la misma localidad, se
deduce como Don Eliseo González
Espínola ha comprado al Señor Goodall tablas de varias medidas de pinsapo,[9]
sumando un total de 11,1 pesetas. Afirmando el vendedor que las ha recibido del
Señor Alcalde del Realejo Alto. En este punto existe un ínterin en el
expediente, pues no existen nuevas referencias hasta el 27 de febrero de 1873,
en un resguardo sin número, donde se puede observar que ”recibí del Sr. Alcalde de este pueblo D. Eliseo González Espínola la
cantidad de tres mil doscientos reales vellón, importe de mi acción en la
colocación del reloj público. Y para que la haga constar le doy el presente que
firmo en el Realejo Alto a veinte y siete de Febrero de mil ochocientos setenta
y tres. Francisco Kreitz”.[10]
Prosiguen los extractos: en el recibo
número 3 se lee:”recibí de D. Eliseo
González Espínola, alcalde de este pueblo, la cantidad de setenta y seis
pesetas, veinticinco céntimos importe de mi trabajo de mampostero, jornales del
peón y materiales invertidos en la colocación del reloj público, según se
demuestra a continuación: Jornales 32,50 pesetas. Ídem del peón 8,75 pesetas.
Un barril de cimiento romano 31,25 pesetas. Quince almudes de cal amasada 3,75
pesetas. Total 76,25 pesetas. Y para que conste doy el presente que firmo en el
pueblo de Realejo Alto a veintisiete de febrero de mil ochocientos setenta y
tres. Miguel Hernández Albelo”. Y por último, en el vale sin
número de fecha 27 de febrero de 1873 se aclara que se recibió del Sr. Alcalde del pueblo don
Eliseo González Espínola “la cantidad
de nueve pesetas y cincuenta céntimos, como importe de la conducción del reloj
del público y demás efectos necesarios para ello de lo que fui encargado,
conforme se ve del siguiente pormenor”: La gratificación a los
conductores costó 6 pesetas, las seis argollas de tornillo importaron 1,50
pesetas y dos tiraderas por 2,00 pesetas, que hacen un total de 9,50 pesetas. “Y para que conste doy el presente en el
Realejo Alto a veinte y siete de febrero de mil ochocientos setenta y tres”. Esta
nota está firmada por José Esteves Esteves (sic).
Complementa lo expuesto hasta el momento,
el acta de 28 de febrero de 1873 del
Ayuntamiento de Realejo Alto, donde se transcribe la contabilidad
documentada sobre la adquisición del reloj. Este detallado balance es aportado
por el alcalde González Espínola, el texto en cuestión queda redactado en estos
términos: ”pueblo de Realejo Alto en
el año de 1873. Cuenta justificada que Don Eliseo González Espínola, alcalde de
este pueblo del Realejo Alto, doy al I. Ayuntamiento de la inversión de las
cantidades ingresadas y gastadas en la compra y colocación del reloj público.
Cargo en pesetas y céntimos. Primeramente son cargo quinientas pesetas
entregadas de orden del Señor Gobernador Eclesiástico por Don Domingo Mora y
León (500). Ítem setecientas catorce pesetas y treinta y siete céntimos que
asimismo entregó el V. Cura Párroco que fue de este pueblo Don Domingo Chávez y
Pérez (714,37). Y por ultimo setecientas veinte y siete pesetas recaudadas por
suscripción voluntaria de este vecindario[11]
(727,00). Total cargo 1.941,37”. El haber de esta cuenta expresado en
pesetas y céntimos, especifica primeramente las ochocientas pesetas satisfechas
a Don Francisco Kreitz por la colocación del reloj según recibo número 1.
Además del pago a Don Tomás Brito, maestro carpintero, de 131,81 pesetas según
se detalla en su recibo número 2. A Don Miguel Hernández y Albelo se han
abonado 76,25 pesetas según reza el comprobante número 3. El valor de la madera
de pinsapo utilizada se justifica en los comprobantes 4 y 5, ascendiendo a
59,69 pesetas. Se han abonado 9,50 pesetas por los gastos de conducción según
se deduce del recibo número 6. Y por último cuarenta y dos libras y diez chelines,
que a noventa y cinco de cambio importaban mil nueve pesetas y cincuenta
céntimos, costo del reloj, según carta cuenta señalada con número 7 (1009,50).
Resumen. Cargo 1.941,37, Data 2.086,75, Déficit 145,38 pesetas. De forma que
importando el cargo mil novecientas cuarenta y una pesetas y treinta y siete
céntimos y la data la de dos mil ochenta y seis pesetas y setenta y cinco
céntimos, resulta un déficit a mi favor de ciento cuarenta y cinco pesetas y
treinta y ocho céntimos de que hago gracia en obsequio del público. Realejo
Alto a veinte y ocho de febrero de mil ochocientos setenta y tres. Eliseo
González Espínola.
En la siguiente sesión del día 23 de
marzo de 1873 del Ayuntamiento de Realejo Alto, se certifican las cuentas de la
compra y se agradece al alcalde el pago del descubierto de su peculio, pues ha
supuesto un detalle para con los vecinos, como se verá a continuación: el señor alcalde puso de manifiesto las
cuentas en orden por él, relativas a la compra y colocación del reloj público y
acto seguido dejó la presidencia, ocupándola el señor primer teniente de
alcalde Don Antonio González Chávez. Leídas que fueron por orden del Sr
Secretario y visto que arroja un crédito de ciento cuarenta cinco y treinta y
ocho céntimos a favor del alcalde que tan generosamente hace gracia en obsequio
de los intereses contraídos la corporación los aprueba por unanimidad de votos
acordando dar en nombre del vecindario, las gracias al señor alcalde por su
desprendimiento en bien del público. El secretario Benito Vasconcelos
rubrica este documento con el visto bueno del mencionado alcalde.[12]
Llegados a este punto, expuesta la fuente
y en vista de la ausencia de otros documentos que faciliten una resolución más
determinante del asunto, deseamos formular al lector las siguientes
consideraciones: primero, es necesario preguntarnos por qué desde la marcha de
don Domingo Mora de Realejo Alto en 1860 hasta el año de apertura del
expediente, es decir 1869, no se había producido la reclamación del metálico;
ni por parte de los vecinos abanderados por los pertinentes alcaldes, ni por
los sucesores del sacerdote en la Parroquia de Santiago. Es cierto que en 1866
hubo una iniciativa por reedificar el calvario, como se adjunta en una nota
anterior, pero poco más. Se puede alegar como mínimo, un punto de desidia por
los vecinos y autoridades políticas y religiosas del Realejo de Arriba.
Segundo, las gestiones para recabar la recaudación comienzan en el mes de
febrero y finalizan en el verano de 1869. Se podría argumentar en favor del
sacerdote requerido, que éste se veía responsable de la custodia del dinero que
recolectó, y es lógico que sólo aceptara entregarlo a las personas pertinentes
bajo supervisión del obispado, como sucedió. Si bien la celeridad del sacerdote
en la devolución no fue mayúscula, es cierto que el tiempo es nimio si lo
equiparamos con la demora de los otros protagonistas, arriba citados. Otro
atenuante en favor del clérigo notificado, fue un primer requerimiento para
entregar otras cantidades en concepto de apertura de sepulturas en el
cementerio de Realejo Alto, como se especifica en otra nota redactada en este
estudio, y que como se señala cumplió escrupulosamente. También es pertinente
tener en cuenta que el plazo de las entregas, no es excesivo si se atiende a la
situación de las comunicaciones en el sur de la isla. Es sabido por el lector,
como en esa época, podía resultar más cómodo el uso de un barco que transitar
determinadas vías terrestres. Es más, en esa fecha, como se ha aclarado, en la
documentación consultada en el Boletín
Oficial del Obispado de Tenerife, el protagonista ejercía como párroco
de San Antonio de Padua en Granadilla (1864-1880), administrando temporalmente
la parroquia de La Luz de Guía de Isora, (1868-1869). También es pertinente
recordar, que en el año en cuestión la edad el sacerdote podía oscilar entre
los 70 y 80 años. Por último se
nos sugiere una tercera pregunta; desconocemos el motivo por el cual el reloj
facturado en Londres en noviembre del año en cuestión y desembarcado en Tenerife
en enero de 1870, no es colocado en la torre hasta 1873, como demuestran las
facturas aportadas. Quizás, el motivo del retraso se pudiera achacar a la
insolvencia para edificar el cubículo de la torre, donde definitivamente se
ubica (no consta esa documentación). Bien pudo estar retenido el reloj en el
muelle del Puerto de la Orotava, actual Puerto de la Cruz, por razones de
aduana, impago de arbitrios, etc, (pues la factura de los arrieros está fechada
en febrero de 1873). Tampoco podemos precisar si el relojero Franz (Francisco)
Kreitz, residía en esos momentos en Tenerife o se había trasladado
temporalmente a Alemania, su país natal, esta ausencia hubiese demorado la
colocación.
No obstante lo enunciado hasta aquí, no
podemos dejar de considerar a los representantes políticos, sociales y
religiosos del municipio responsables del retraso en la iniciativa por
recuperar el montante requerido al sacerdote. Las formulaciones anteriores
planteadas por el autor, para las que no se vislumbra respuesta clara por el
momento, cuestionan ciertas afirmaciones vertidas sobre el tema.
Desde estas líneas nos hacemos partícipes
de la efemérides que acontece este año en el municipio. El reloj público de
Realejo Alto, que como aclara el expediente, es de propiedad parroquial y
municipal, reportó sin lugar a dudas, una mejora en el nivel de vida de sus
vecinos…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
[1] ÁLVAREZ GARCÍA,
Jerónimo David, “Alcaldes y
anecdotario diverso de Realejo Alto desde 1926”. La Prensa- El Día, 25
de octubre de 2015. ARBELO GARCÍA, Adolfo: La burguesía agraria del Valle de La Orotava (1750-1823), Idea,
2005. AA.VV, Los Realejos: una
Síntesis Histórica. Los Realejos Ayuntamiento, 1996 (Lit A. Romero)
·
[2] La
lámina que ilustra esta publicación, datada en la primera mitad del siglo XIX,
es obra del británico Alfred Diston (1793-1861) y plasma la panorámica de
Realejo Alto desde el Calvario de San Benito. A la derecha se aprecia la
esquina de la ermita de San Benito y a la izquierda la vivienda
y venta que fue de doña Juana Fuentes
(1894-1994).
[3] Los sacerdotes
adscritos a la parroquia habían entregado al consistorio realejero, desde 1842,
las cantidades por quebrantamiento de sepulturas, demostrándose “de una manera indubitativa que el referido
cementerio es puramente civil”. En 1872 se deseó recaudar la totalidad
de tasas acordándose bajo la presidencia de Eliseo G. Espínola remitir oficios
a los alcaldes de los pueblos donde residían los que habían sido colectores de
la parroquia, a fin de que informasen de lo ingresado por esas tasas e
ingresaran el metálico en su poder, en las depositarias municipales como era
preceptivo, por ser el cementerio civil. El párroco de Santiago, Jerónimo Mora,
responde “que tan pronto se le
presenten los documentos por los cuales remite el derecho que se reclama, no
tiene inconveniente en reconocerlo.” Desde Arico se contesta que al
haber sido entregado el dinero al Dr. Domingo González de Chaves, se debía
actuar contra los herederos de ese párroco difunto. Aceptan la petición,
nuestro protagonista Domingo Mora y José Albelo. ÁLVAREZ GARCÍA, Jerónimo
David, “Apuntes a la Historia de los tres cementerios del
Realejo Alto” La Prensa-El Día, 17 de diciembre de 2011. Vemos pues,
como los litigios entre alcaldía y parroquia de Santiago vienen de antiguo y
comprobamos en defensa del sacerdote requerido, que entregó las cantidades por
apertura de las sepulturas.
[4] Si el lector
deseara profundizar en la historia de esta firma inglesa, remitimos al
siguiente enlace: https://www.theclerkenwellpost.com/design/726-the-big-time
Consulta 01.02.2019.
[5] Actualmente, el
reloj está conectado a una campana que tiene inscrito: “J.W.1803”, lo cual hace sospechar que no es el ejemplar citado.
Las campanas de la torre, a excepción de ésta, fueron refundidas en 1981 bajo
la regencia del párroco Nicasio Moreno. Sugerimos que la campana comprada con
el reloj en 1869, se encontrara en mal estado como el resto, siendo fundidas
ese año. Salvaguardándose únicamente la citada de 1803 que se reutilizó para el
reloj, pues en nuestra búsqueda por varias ermitas y capillas de la antigua
jurisdicción de la parroquia. no
constatamos su existencia. El 31 de diciembre de 2018 se efectuaron
desde la torre, las Campanadas de Fin de Año, retransmitidas por Televisión
Española en Canarias, dentro de la celebración organizada por el ayuntamiento
realejero.
[6] Esta
transcripción y traducción de la factura original fue realizada por Eirlys
Chesterton por encargo de Abilio Martín, para incorporarla a la conferencia El Paso del tiempo en Los Realejos,
que éste último impartió, junto al experto relojero Daniel Mato Jara, el 29 de
junio de 2018 en el Círculo Viera y Clavijo de Los Realejos. El documento está
redactado en tipografía Cooperplate,
habitual en los escritos de los relojeros ingleses de la época.
[7] Nació hacia
1813 en Puerto de la Cruz, pero a mediados de siglo residía en Inglaterra. En
1867, donó un pescante para colocarlo en el extremo del muelle nuevo, de esa
ciudad. En diciembre del siguiente año se hizo efectivo el donativo. ÁLVAREZ
RIXO, José Agustín, Anales del Puerto
de la Cruz de La Orotava: 1701-1872; Edit. Tenerife: Cabildo Insular;
Puerto de la Cruz: Ayuntamiento, 1994. pp. 477 y 483.
[8] En ocasiones,
las sumas de las facturas extraídas de la fuente son erróneas, como ejemplo
advertimos que 7,03 libras por 95 reales de vellón la libra, como valora la
fuente son 667,85, en lugar de 680, como dice el original. Más adelante vemos
otro error, pues 42,10 libras al cambio de 95 pesetas son 3999,5 y no 1.009,5
como se especifica.
[9] La disparidad
de monedas citadas en el texto, se entenderá aclarando que la peseta se crea en
1868. Se advertirá que cómo sucedió en el cambio de pesetas a euros, el público
utilizara ambos conceptos y metálicos durante la transición.
[10] Natural de Hamburgo, geólogo y explotador de
acuíferos, poseía conocimientos de mecánica y relojería. En 1885 restauró
el anda procesional de Nuestra Señora de los Remedios. Soltero, vecino del
Caserío de Méndez, en Realejo Alto, según su acta de defunción, convivía con
sus dos hijos naturales. Otorgó testamento ante Juan Bautista
Padrón y falleció en Realejo Alto, el 11 de agosto
de 1893, a los 76 años. Fue sepultado en el Cementerio Protestante de Puerto de
la Cruz a petición de su familia. ÁLVAREZ GARCÍA, Jerónimo David y LIMA
ESTÉVEZ, Javier en Las Fiestas
Patronales de Realejo Alto en honor a Nuestra Señora de los Remedios
(1907-1959), Nefatlí Libros, 2017.
[11] En 1860 el
Realejo de Arriba contaba con 2.693 vecinos, AA.VV, Los Realejos: una Síntesis Histórica. Los Realejos Ayuntamiento,
1996 (Litografía A. Romero, S.A.), p. 89.
[12] Secretario del
Juzgado Municipal y vecino de la Calle del Medio. Si no se especifica los
contrario, los datos biográficos han sido extraídos de los padrones municipales
contemporáneos, depositados en el Archivo Municipal de Los Realejos y los
registros del Juzgado Municipal de Los Realejos.
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