Fotografía correspondiente a la portada
de la Capilla del Cementerio de la Villa de La Orotava, antes del incendio.
Portada que perteneció al destruido convento
de San José de monjas clarisas de la misma Villa.
El
amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava; EVARISTO FUENTES MELIÁN
“ESPECTADOR”, remitió entonces (07/02/2019), estas notas que tituló; “RASTRILLAR LAS CALLES”: “…Ahora
que se acerca la Semana Santa, bueno será recordar los tiempos pasados en que
se quitaban las hierbas de las empedradas y empinadas calles de La Orotava,
para que no resbalaran los costaleros que cargaban las procesiones.
Tengo un testimonio
de Facebook y el mío propio.
El que recibo de
Facebook dice que “con unos ganchos quitábamos la hierbas de las calles para
las procesiones de Semana Santa y los dueños de las casas nos pagaban algo. Los
ricos de la Calle La Hoya al final nos daban un plátano a cada uno y
arreando”….
En mi experiencia
infantil y de adolescente, de peatón viandante, yo lo recuerdo
perfectamente: rastrillar era quitar la hierba resbaladiza con el rastrillo,
obviamente. Los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, veía bajar por la
calle, a los rastrilladores, siempre creí que eran obreros voluntarios, pagados
de alguna forma por el ayuntamiento.
La calle más
empinada era la calle del León, por donde subía o bajaba-- en años alternos
(como decía el refrán: “años pares, por la calle de Los Canales; años nones,
por la calle de Los Tostones”)-- la procesión del Señor Muerto, la tarde del
Viernes Santo. La Ceremonia de Descendimiento, dentro del templo, se realiza
con una imagen estatua del Crucificado al que se le pliegan los brazos, hasta
quedar en posición mortuoria. Se realiza (o al menos se realizaba en mis
tiempos de adolescente) cada cinco años, los años terminados en cero o en
cinco.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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