sábado, 30 de marzo de 2019

PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE PUERTO DE LA CRUZ DE 2019




El amigo de la Villa de La Orotava: PEDRO ÁNGEL GÓMEZ BARRETO, remitió entonces (30/03/2019), estas notas y fotografías, que tituló; “PREGÓN DE LA SEMANA SANTA DE PUERTO DE LA CRUZ DE 2019”: “…Dignísimas Autoridades, Religiosas y Civiles, Sras. y Sres.; amigos todos, es para mí un auténtico honor y al propio tiempo, una inmensa alegría, asumir la enorme responsabilidad que supone atender el encargo que la Agrupación de Hermandades y Cofradías “Santo Madero”, de esta ciudad, ha tenido a bien encomendar a un servidor, y en consecuencia ser el Pregonero de la Semana Santa de Puerto de la Cruz del presente año 2019.
Quien me iba a decir a mí que, cincuenta años después, de que aquel niño de apenas 5 ó 6 años, que acudía casi todos los fines de semana, acompañado de mi padre Bernardo y mi abuelo Ángel, a casa de mis tíos abuelos: América, Domingo y Paulino Gómez; situada a pocos metros de esta Parroquia, en esta conocida y popular Calle de San Felipe, esquina con Mazaroco; y que, asimismo, correteaba la calle con el resto de chicos y chicas del lugar y como no, también disfrutaba de dos grandes tradiciones arraigadas en nuestro pueblo portuense, como lo son la Colombicultura y la Canaricultura, en las que mis tíos abuelos Domingo y Paulino, dedicaban muchísimas horas, y yo, con curiosidad les acompañaba en el cuidado, por un lado de palomas y tórtolas, y por otro de los pájaros canarios.
Pero, a pesar de este recuerdo imborrable en mi memoria, les puedo decir que de la misma manera, y un poco mas especial, entrañable si se quiere, tengo siempre presente una estampa que está directamente relacionada con estas fechas de Semana Santa. Ahí toda mi familia, de amplia tradición católica, creyentes, participaba de esa Procesión tan nuestra y querida de este popular barrio portuense, como es la del Santísimo Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Piedad, a la que tanta admiración, respeto y devoción profeso.
Y no sólo era el hecho de participar en dichos cultos religiosos que llevaba a cabo la  citada Hermandad, lo que propiciaba en mí una alegría interior, sino que además, me siento muy orgulloso que tanto mi Padre, Bernardo Gómez como mi tío Pedro Ángel Gómez, que Dios los tenga en la gloria, hayan tenido un protagonismo destacado en la fundación, allá por el año 1955, de esta organización religiosa, como supone la Hermandad del Santísimo Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Piedad, como miembros integrantes de la primera Junta Directiva fundadora, en sus respectivos cargos de Vocal (mi padre) y Maestro de Ceremonias (mi tío Pedro Ángel), a los que quiero recordar, si ustedes me lo permiten y que sin duda alguna, estarían hoy más que satisfechos que su hijo y sobrino esté aquí, ante ustedes para pregonar la Semana Santa Portuense. 
Me toca no sólo hablarles de la Semana Santa, debo tratar fundamentalmente que mis palabras, mi mensaje a través de este Pregón, llegue a todos ustedes y les anime a vivir intensamente este período de tiempo que es el más importante de la Historia de la Humanidad; es decir, el momento más solemne para todos los cristianos del mundo católico, y de forma especial para todos nosotros, los de esta ciudad. 
No podemos ocultar que, en este tiempo de modernidades en pleno Siglo XXI, que nos ha tocado vivir hoy en día, esta época que como he mencionado anteriormente, viene a significar el momento litúrgico mas intenso de todo el año; pero para algunas personas significa tiempo de vacaciones y fin de semana largo, esperando con ansias la llegada de estas fechas; pero para muchas otras, que, evidentemente somos la gran mayoría, todos nosotros, como católicos, la Semana Santa tiene un significado aun mayor y profundo, y no debemos olvidar lo esencial, dedicar este tiempo de recogimiento y devoción a la oración y a la reflexión que nos muestra diariamente los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús, para aprovechar así, toda la gracia y satisfacción interior que ello nos trae.
Se trata de recordar, celebrar y participar activamente, dando continuidad a una serie de actos religiosos que, dos mil años después, aún hoy seguimos conmemorando con todo respeto y profunda fe, los hechos más relevantes acaecidos en ese momento trágico y doloroso en la vida de Jesús de Nazaret. La Semana Santa conocida como SEMANA MAYOR, es un período de ocho días que comienza con el llamado Domingo de Ramos y culmina con el Domingo de Resurrección, durante el cual, todos nosotros como cristianos, conmemoraremos el llamado Triduo Pascual, es decir, recordar los momentos de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo.
Como habrán podido comprobar, estamos hablando de unos hechos realmente grandiosos, de algo maravilloso en la historia de la humanidad, único, del que, nosotros como cristianos, nos prestamos a vivir un año más. Evidentemente, esto supone para un servidor, como paisano vuestro, una enorme responsabilidad personal, que unida a la enorme valía y calidad humana de las personas que me escuchan, y del respeto que profeso a cada uno de vosotros, es por lo que me daré por satisfecho si a la conclusión del mismo he podido conseguir, a través de la lectura de este Pregón, que se presten a participar activamente de nuestra Semana Santa.
Tarea complicada pues, pero por eso mismo, les pido benevolencia, por lo realmente difícil que resulta elaborar un texto del agrado de todos, que resulte gratificante y que al menos pueda igualar los magníficos pregones que en años anteriores me han precedido, los cuales fueron disertados por extraordinarios portuenses, hombres y mujeres de nuestra ciudad, con lo cual el panorama que se me presenta es harto complicado.
Como ya conocemos estamos inmersos en tiempo de Cuaresma, palabra que proviene del latín y que significa “cuadragésimo día”, es decir, viene a identificar el período que precede a la celebración principal del cristianismo: La Resurrección de Jesucristo; y también en el que se recuerda el tiempo de preparación de cuarenta días que pasó Jesucristo en el desierto.
Lo importante de este tiempo de Semana Santa no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y Resucitó. Tratamos de revivir su entrega a la muerte, por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la Tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.
Y dicho esto a modo de preámbulo, conozcamos también qué es un PREGON:
Y su significado nos dice que “Es una palabra que se refiere a una proclama que se pronuncia públicamente para que la mayor cantidad de gente posible tome conocimiento de la información difundida”.
Por tanto, PREGON es un acto de dar a conocer un asunto de interés público y, particularmente, el acto con el que se inicia una celebración, y que en este caso en concreto, un servidor, a través de mis palabras intentaré ensalzar esta efeméride universal y animar a los vecinos y visitantes de nuestra ciudad, a participar de estos días de asueto, como supone vivir intensamente la SEMANA SANTA DEL PUERTO DE LA CRUZ de 2019.
Dicho esto, les adelanto que el texto del Pregón que he preparado y que seguidamente les daré a conocer,  constará de  tres partes, que se complementan entre sí, pero que están bien diferenciadas unas de otras:
Comenzamos pues con una Primera Parte que yo denomino “Vivencias Personales”:
Me siento afortunado de haber nacido y crecido en una familia profundamente católica, como ya he mencionado anteriormente y desde corta edad, solía acompañar a mis padres y abuelos a los cultos y procesiones de la Semana Santa del Puerto de la Cruz; lo que, claro está, que despertara en mí, una profunda fe, unido al propio tiempo, de una satisfacción de participar en los actos que conforman la misma.
Sirva como simple curiosidad, y que es una época de mi vida que aún hoy, bastantes años después, guardo con cariño en mi pensamiento. Les comento que desde muy pequeño, quizá con 5 o 6 años de edad, nos situaríamos en el tiempo, casi a finales de los años 60 del siglo pasado, tenía una curiosa afición, por así denominarlo, y que ustedes me entiendan. Y esta consistía en que solía recortar la gran cantidad de fotografías de imágenes que salían en procesión en Semana Santa, de distintos lugares de Tenerife, y que aparecían publicadas diariamente en los periódicos de la época como por ejemplo fueron los casos de “EL DIA” y “LA TARDE”, etc; que mi padre traía a casa, y luego una vez en mi poder esos recortes, organizaba yo mi desfile procesional por el suelo de mi casa, con todas esas imágenes recortadas.
Ustedes me preguntarán, y que quiero decirles yo al contar esta experiencia, pues primeramente que no creo que haya muchos niños que a esa corta edad hicieron lo que yo hice, y segundo, esa anécdota o afición, como se quiera denominar, captó en mí, el amor por un ser humano extraordinario llamado JESUS DE NAZARET, y que como ya indiqué con anterioridad, durante muchos años, en edad infantil y siendo adolescente, acompañé siempre a mis padres y mi familia, a participar de los cultos de Semana Santa, principalmente acompañando al Santísimo Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Piedad.
Esa bien ganada vocación por todo lo que rodea la vida de un cristiano y querer colaborar con los cultos que desde la Parroquia Matríz de Nuestra Señora de la Peña de Francia se celebraban, dio pie para que siendo joven, principios de los años 80, participase cada año en la Semana Santa de Puerto de la Cruz, de forma activa, siempre con mucha fe y devoción. Y es aquí, precisamente, donde quiero hacer hincapié en mis “vivencias personales” de la Semana Santa portuense más contemporánea, entendiendo un período aproximado de los últimos treinta años.
Varios años pasó un servidor colaborando con el trono procesional de Jesús Nazareno y Simón de Cirene, y lo hacía empujando el pesado carro, el más grande de la Semana Santa portuense, que siempre llevaban dos grandes amigos, Peyo y Chirrín. Un servidor acompañado de otros amigos jóvenes recuerda, la tremenda fuerza que teníamos que realizar los que en la parte posterior del carro empujábamos el mismo para que se moviera, sobre todo este sobreesfuerzo se notaba en las cuestas, como por ejemplo al subir por la calle Quintana hacia la Iglesia, y sirva este momento para recordar a tres buenos amigos que, tristemente, ya no están con nosotros; dos jóvenes fallecidos en accidente de moto, Jesús y Lolo, grandes deportistas de nuestro pueblo, al igual que también otro noble portuense Sixto Trujillo, también desaparecido; y junto a un servidor,  cada año, en Jueves Santo y Viernes Santo, como mi fiel amigo José Manuel Martín, nos prestábamos a colaborar y aligerar así el recorrido del pesado carro del Nazareno.
La vida son momentos que a veces resultan gratos o no recordarlos, pero que con el paso del tiempo, podría darse la ocasión de volver a repetirse; y vaya que si se repitió, en mi caso, pues he formado parte de la fundación y funcionamiento de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de la que actualmente soy su Secretario.
Estamos como dije en los años 80, y aquí ya, nuestra ciudad, impulsada por el fuerte movimiento turístico, comienza a “romper”, permítanme la expresión, el silencio, recogimiento y profesión de fe, que en años anteriores imponía durante esos días la celebración de la Semana Santa y sus procesiones.
Para un servidor, acostumbrado desde corta edad a participar activamente de los cultos religiosos de Semana Santa, y atesorar para mi interior, mi devoción y mi fe, unido al silencio y respeto al recordar, cada año en esta fecha, los tremendos momentos de dolor y amargura que se dieron en la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, ya se pueden imaginar, mi cara de bastante asombro cuando los bares y las llamadas salas de fiestas, que antaño por estas mismas fechas estaban cerradas, abrían ahora sus puertas en estos días sagrados de nuestra Semana Santa.
Tal es así que, que respecto de lo que acabo de comentar, retengo en mi memoria, con bastante asombro un hecho acaecido precisamente en un Viernes Santo, cuando acompañado de mis padres, como solíamos hacer siempre y muchos portuenses también participan, y era el acompañar a la Procesión de Madrugada del Cristo Crucificado; y esa sensación ingrata que me afectó, sucedió cuando la comitiva procesional a su paso por la Calle Blanco, e incluso el murmullo de los fieles que acompañaban la procesión, tomó protagonismo, siendo mayor que los propios acordes de la banda de música; y todo fue originado al observar como la antigua Panadería de Torrens, situada en esa calle, se encontraba abierta al público y su personal trabajando como cualquier día normal de la semana, y claro está, estábamos hablando de la madrugada de un Viernes Santo, nada más y nada menos. Hoy quizá contamos estas anécdotas a los más jóvenes que aquí nos acompañan y no le darán mayor importancia pero les digo, ciertamente que un servidor, como muchos que íbamos en la procesión, nos causó un sobresalto, nos habíamos criado desde niños a respetar y guardar silencio en estas fechas, en la que ni jugábamos si quiera, y estábamos hablando de un Viernes Santo, en el que se conmemora la muerte de nuestro Señor Jesucristo.
Sin embargo a pesar de este sobresalto, la Semana Santa sigue activa, muy activa, y es precisamente, en esa década de los año 80 y principios de los 90 del siglo pasado, donde había formada, imaginariamente, una pequeña organización de colaboradores de la Semana Santa de Puerto de la Cruz, y que cada año, jóvenes comprometidos de nuestra ciudad acudían a prestar su ayuda, para sacar los diversos tronos procesionales. Es por ello que como les indique, en este período contemporáneo de la Semana Santa, merece la pena recordarles porque con su ayuda hicieron posible la continuación de las tradiciones den nuestra Semana Santa y que, además, son personas, un poquito mayores hoy en día, que aún acuden, como público expectante del paso de las distintas procesiones y que, gracias a su desinteresada colaboración, en aquella época, fue posible la salida de los carros portando las sagradas imágenes desde la Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia.
Así tenemos que por ejemplo, entre otros, contábamos con la siempre colaboración de estos jóvenes portuenses como por ejemplo:
José Luís Barroso, quien nos acompaña, siempre portaba y así sucedió durante muchísimos años el paso de la Virgen Dolorosa, una estampa que aún hoy en día mucha gente le recuerda cuando lo ven; otro también que durante bastante tiempo estuvo fiel al paso de San Juan Evangelista fue Juanma que nos llegaba desde el Barrio de San Antonio; sin olvidar a los ya antes mencionados Peyo y Chirrín con el paso del Nazareno y Simón de Cirene; así como el Cristo Crucificado que era portado por Yayo, ya tristemente fallecido, y también por los Hermanos del Santísimo, principalmente Esteban y Máximo, que a su vez solían hacerse “responsables” de sacar en procesión las imágenes del Cristo atado a la Columna, y del Señor de la Humildad y Paciencia.
Mención aparte quiero tener con un verdadero penitente y colaborador nato de nuestra Semana Santa, de esos que trabajan en el anonimato y que también está aquí con nosotros como gran portuense que es, muchos años guiando el carro procesional del Gran Poder de Dios, nuestro amigo Francisco García, popularmente conocido por Pancho, dando paso posteriormente a Lope Afonso (q.e.p.d.) que participó muchos años después; y tampoco debo olvidarme de una extraordinaria persona como lo es Esteban Martín, quien como miembro de la Hermandad del Santísimo Sacramento, prestaba su colaboración con los pasos antes citados, pero además era el que tenía “adjudicado”, entre comillas, el paso del Señor Muerto.
Y he dejado para el final, la participación activa de un servidor, acompañado de mi buen amigo Manolo, durante muchos años portando la imagen de mi Patrón, San Pedro, lo que hacia con mucho orgullo y devoción.
Les pido disculpas si les resulto cansino recordando estos momentos o vivencias personales, pero creo honestamente que también es grato reconocer a estas personas que durante años propiciaron con su ayuda la pervivencia de nuestra Semana Santa.
Quiero mencionarles aquí, precisamente, en este apartado de colaboración personal lo acaecido a un servidor, portando el carro de San Pedro Penitente, dos anécdotas que me sucedieron y les comento con el mayor de los respetos, y no las menciono para buscar en ustedes una sonrisa, sino para que comprendan el enorme susto, agobio y si se quiere hasta miedo que produjo en mí estos hechos; y ambos sucedieron en sendos días de Semana Santa y que tuvieron lugar mientras transcurría la Procesión Magna de un Viernes Santo.
Antiguamente se tenía por costumbre que, llegada la Procesión Magna al costado Norte de la Plaza del Charco, se  detenía momentáneamente y proceder a escuchar desde uno de los balcones del Edificio Banco Exterior, el célebre Sermón de las 7 Palabras; y que, años después, por la proximidad de la Plaza del Charco, y el bullicioso ruido que generaban los allí presentes, se decidió cambiar a la calle San Juan, esquina con Calle Quintana.
Y es precisamente, aquí en la Calle San Juan, en un Viernes Santo, y cuando el Sacerdote da inicio a su Sermón, necesito imperiosamente acudir a los baños públicos de la Plaza del Charco, suponiendo que la oratoria del religioso sería de larga duración; cosa que no sucedió, fue muy breve. Y cuando salgo de los servicios, al intentar regresar, oigo un redoblar de tambores, y creanme que mi corazón dio un salto del disgusto, y me produjo un agobio, una agonía, sudores, y comencé a correr despavorido, entre el gentío, por el popularmente denominado “Canal de Suez”, en busca de mi carro que portaba a San Pedro; todo ello con la procesión ya en marcha y de regreso a la Parroquia. Al final llegue, conseguí nuevamente llevar el carro, ya que un Hermano del Santísimo había ocupado provisionalmente mi puesto, y este hombre al ver mi rostro desengajado, agotado, sudoroso se imaginó lo sucedido y no medio palabra entre nosotros. Sinceramente ese mal momento no se lo deseo a nadie, porque como humano cometo errores, pero cuando asumo una responsabilidad soy muy estricto conmigo mismo.
Y el otro momento angustioso que me sucedió, fue también un Viernes Santo, al iniciarse la Procesión Magna y me toca a mi, una vez más, con el paso de San Pedro y tras este paso, solía hacerlo el del Gran Poder de Dios, pero con el elevado número de hermanas y hermanos de su Venerable Hermandad que acompañan al “Viejito”, debo adelantar el paso bastantes metros para organizar la procesión, y justo cuando va a salir el Gran Poder, comienza a llover, de manera torrencial, en un abrir y cerrar de ojos, pese a que esa misma mañana había lucido un sol de verano; y claro, imagínense ustedes el panorama que se dio, uno totalmente empapado, aunque eso fue lo de menos, con un tremendo agobio para procurar cuanto antes, introducir nuevamente el carro en la Iglesia, evitando de esta manera el deterioro de la Imagen de San Pedro, debido a la gran cantidad de agua de lluvia que caía. Pero todo se complicó mucho, fue todo una labor de destreza sortear a la gente, que corría a resguardarse de la lluvia, de un lado a otro, y tener asimismo que dar la vuelta al carro, en tan poco espacio, también fue una maniobra costosa, pero lo desesperante me sucedió al entrar a la Iglesia, recuerdo golpear con el carro a unos agentes de policía que acudían a la procesión para escoltar el paso del Señor Difunto, y estos, de espaldas, y en la puerta, no se percataron que yo entraba rápidamente, y yo, también de espaldas, y con las prisas para meter el carro cuanto antes, no los vi, ni ellos a mi tampoco, con lo cual los golpee, y cayeron hacia adelante; posteriormente entendieron mis disculpas por lo sucedido, pero les vuelvo a repetir que ese mal trago tampoco no se lo deseo a nadie.
Y por último, un momento imborrable y que guardo con gran cariño y devoción, también sucedió otro Viernes Santo, en el que me prestaba a sacar, un año más, la imagen de San Pedro, algo habitual en mí, pero en esta ocasión acudí trajeado, con vestimenta oscura y corbata negra, y como al parecer faltaba gente colaboradora para sacar otros pasos, recuerdo que a petición de la Hermandad del Santísimo, me destinaron a sacar el paso del Señor Difunto en la Urna. Un verdadero privilegio que está al alcance de poca gente, y que guardo con cariño, por mi perseverancia y dedicación con los actos de Semana Santa. Sencillamente porque es un paso muy venerado, que me tocó a mi llevarlo solo, y que además, en aquella época iba escoltado por agentes de policía, lo que daba aún más un aire de solemnidad.
Dejando atrás estas anécdotas de las que un servidor ha sido protagonista principal, llegamos a un momento importante, trascendental diría yo, en la historia reciente de la Semana Santa del Puerto de la Cruz, y que ha venido a significar, el inicio, de una brillante etapa posterior que ha dado realce a las procesiones que tendrán lugar estos días.
Hablamos del año 1994, en el que se va a producir un giro total y deseado, principalmente en el culto de las sagradas imágenes que procesionan durante la Semana Santa portuense, al iniciarse a partir de esa fecha, la formación de novedosas Cofradías y Hermandades que, legalmente establecidas como agrupaciones religiosas van a colaborar con la Parroquia, asumiendo al propio tiempo, la responsabilidad de las actividades que conllevan el culto, cuidado y representación de la imagen a la que profesan su fe.
Un dato que no puede pasar desapercibido y que, aprovechamos este momento,  para tener unas palabras de reconocimiento a 3 jóvenes católicos portuenses, que tuvieron a bien tras muchas gestiones y reuniones, la feliz idea de promover las bases para realzar como se merece los actos litúrgicos de la Semana Santa de nuestra Ciudad.
Y así pues, estamos ahora en un momento importante, conmemorando ese impulso que hace justamente 25 años, es decir, estamos de aniversario, con la celebración de un cuarto de siglo, en el que estos jóvenes: Ricardo Ritcher, Emilio Zamora y Carlos Rodríguez, iniciaron el camino y dejaron sentadas las bases para que años después, se viese favorecida la aparición de un elevado número de Hermandades que se unian a las ya existentes.
Y es a ellos, a Carlos, a Emilio y a Rijard, como principales protagonistas los que tenemos que agradecer esa iniciativa, sin olvidar tampoco a los distintos párrocos de nuestra Parroquia, especialmente los fallecidos y recodados: Padre Benigno Gómez y Padre Ángel Castro; quienes también se implicaron en esta labor y aportaron su valioso granito de arena, y que tras el paso de los años ha venido a significar lo que hoy ya es una auténtica realidad, con la formación de un total de once Cofradías y Hermandades que colaboran para dar el prestigio que merece la SEMANA SANTA del Puerto de la Cruz.
Se cumplen 25 años de aquel inicio, de muchas horas de reuniones, conversaciones con la autoridad eclesiástica y que por fin, ya en 1995 fundaron la Cofradía de la Vera Cruz y Misericordia, cuya iniciativa sirvió como primera piedra para la posterior creación de otras Hermandades y Cofradías.
Tenemos también que reconocer el enorme compromiso de Rikjar, Primer Hermano Mayor de la creada Cofradía de la Vera Cruz y Misericordia, y cuyos Hermanos y Hermanas con su hábito blanco y negro de capuchinos salieron por vez primera a la calle en la Semana Santa de 1995. Hoy, a pesar del tiempo transcurrido le tenemos felizmente prestando las labores de Presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías del Puerto de la Cruz denominada “Santo Madero”, además de la de Hermano Mayor de la Penitencial Hermandad de Caballeros Esclavos del Santísimo Cristo de la Salud y Cofradía de la Sagrada Entrada de Jesús en Jerusalén y María Santísima de la Esperanza.
Emilio Zamora, es otro destacado personaje del quehacer diario de nuestra ciudad, funcionario del Ayuntamiento portuense y que posteriormente desde el año 1995, hasta 1998 ejerció como Hermano Mayor de la anteriormente indicada Hermandad; habiendo tenido gran protagonismo también dentro de la Junta de Hermandades, e incluso haber ejercido brillantemente como Pregonero de nuestra Semana Santa.
Y por último, reconocemos asimismo, la labor importante de Carlos Rodríguez, otro claro ejemplo de buen ciudadano local, muy vinculado junto a su familia, a la Parroquia de la Peña de Francia; y que un año después de ese esfuerzo en común, es decir en 1995, fundó la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, promoviendo la creación, hoy tristemente desaparecida, de la Banda de Cornetas y Tambores de dicha Cofradía.
Sirvan pues estas breves líneas para no dejar en el olvido la importante y ardua tarea de reconducir la Semana Santa de nuestra ciudad, en la que precisamente, en este año 2019, conmemoramos 25 años del acontecer más próximo, y que va unido a la auténtica realidad actual, en la que año tras año, vuelve a coger auténtico protagonismo con el resto de Hermandades surgidas desde aquel inicio.
Ante la proliferación de de estas Hermandades, surge en 1997 la Junta de Hermandades y Cofradías del Puerto de la Cruz, reconocida por el Obispado de Tenerife en 2011 y que, con posterioridad, en el año 2016, fue reconvertida en la actual AGRUPACIÓN DE HERMANDADES Y COFRADÍAS "SANTO MADERO" DEL PUERTO DE LA CRUZ, teniendo como ámbito de actuación las Parroquias de Ntra. Sra. de la Peña de Francia, la de Ntra. Sra. de la Peñita y la Capellanía de la Iglesia de San Francisco.
Concluyo así con esta etapa que he denominado Vivencias Personales, adentrándonos en la segunda parte de este Pregón que denomino
Semana Santa Portuense, Importante y Diferente.-
La Semana Santa de Puerto de la Cruz, al igual que en en el resto del territorio canario y peninsular viene a significar un momento muy especial y esperado para muchos portuenses. Las diversas procesiones que transcurren a lo largo de los días de pasión por nuestras calles, nos sumergen en momentos de recogimiento y de interiorización de una conmemoración de gran arraigo y tradición popular, quedando patente el fervor que inunda a los portuenses durante estos días.
Aquí no hay tronos tan exhuberantes como los existentes en algunas ciudades peninsulares, pero el fervor, el silencio y el acompañamiento de nuestros vecinos a Jesús de Nazaret, en su pasión por las calles portuenses hacen de nuestra Semana Santa diferente, y una de las características que la hace especial, radica, precisamente, en la que las procesiones de nuestra ciudad, los pasos salen, no a hombros de costaleros, como sucede en otros lugares, sino sobre carros de ruedas, los cuales portan un trono con su imagen, gratamente decorado y reluciente para la ocasión.
A pesar de los tiempos modernistas en los que nos encontramos en pleno Siglo XXI, la Semana Santa de Puerto de la Cruz ha sabido ganar el pulso con el paso del tiempo y también a la introducción de la fuerza del turismo, por ser nuestra ciudad un referente importante en el panorama turístico mundial, habiendo sabido ganarse el respeto y admiración de nuestros visitantes que, con interés contemplan respetuosamente en silencio el paso de las distintas procesiones.
Como cada año y con el exquisito trabajo realizado por las diferentes Cofradías y Hermandades que se afanan por tener todo previsto para continuar con la tradición de sacar en procesión a los diversos pasos de la Pasión del Señor, a los que representan, que destacan por su belleza y colorido, y que asimismo sirve para conocer la enorme riqueza patrimonial que atesoran todos y cada uno de los pasos de conforman la Semana Santa del Puerto de la Cruz. Nuestra ciudad cuenta en su mayoría con pasos de mucho valor ya no sólo sentimental y espiritual sino también artístico, y que ahora veremos en un breve resumen de los mismos.
Sin duda alguna, el JUEVES SANTO y el VIERNES SANTO son los dos grandes días marcados como especiales o importantes de la Semana Santa, pero en la nuestra hay un momento especial y sublime cuando llega el MIERCOLES SANTO y la venerable imagen del GRAN PODER DE DIOS se dispone a recorrer por primera vez en el año, las calles de su pueblo que le admira y le profesa una fe indescriptible.
El JUEVES SANTO, además de una procesión que cada año se ve acompañado por mucho público, sucede un momento muy especial, un breve paréntesis en las procesiones  y toma fuerza cada va a más, la exposición de los Monumentos en todos las Iglesias de nuestra Ciudad, en algunos casos auténticas obras de arte floral y de composición artística, queriendo dar a través de la belleza ornamental y floral un valor inmenso al Cuerpo de Cristo.
Al Al término de la Misa de Jueves Santo, que conmemora la institución de la Sagrada Eucaristía y del sacerdocio de la Iglesia, el tabernáculo queda vacío en memoria de la muerte de Jesús. Se hace entonces la reserva del Santísimo Sacramento en un lugar especial, tradicionalmente denominado «Monumento». 
La tradición marca marca visitar siete Monumentos, en memoria de los siete recorridos que hizo Nuestro Señor Jesucristo, desde el Cenáculo, pasando por el Huerto de Getsemaní, Palacio de Anás, Tribunal de Caifás, Pretorio de Pilatos, Palacio del Rey Herodes, Pretorio de Pilatos nuevamente y finalmente el Monte Calvario; y cuya ruta cada vez tiene mayor arraigo, en la visita de todas las Parroquias e Iglesias del Puerto de la Cruz, para apreciar la exquisitez del trabajo realizado en cada una de ellas, donde se muestran las mejores piezas de orfebrería en honor al Cuerpo consagrado de Cristo, incluyendo asimismo andas, sagrarios, frontales, cantoneras o columnas, además de los cirios encendidos y las flores que decoran los espacios otorgando al conjunto en general una imagen bellísima.
Y llegado el Viernes Santo en el que se producen tres momentos de verdadero interés para los portuenses, el primero tiene lugar con la procesión del Crucificado en la madrugada de dicho Viernes; le seguirá a primeras horas de la tarde la procesión del Santísimo Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Piedad que desde su Capilla del Calvario, en la Calle San Felipe, acudirá a la Iglesia de la Peña de Francia para unirse al resto de pasos de la Procesión Magna, siendo este el  tercer momento grande este día, al contemplar como un total de quince pasos rememoran la Pasión y Muerte de Jesús.
Les invito a adentrarnos en nuestra Semana Santa recordando la importancia y significado que tiene cada día y cada imagen de las que en su recorrido por las calles del Puerto de la Cruz intentan poner de manifiesto le enorme crueldad y violencia a que fue sometido Jesús de Nazaret durante sus días de Pasión.
VIERNES DE DOLORES.
El significado del Viernes de Dolores o también denominado Viernes de Pasión no se limita simplemente a ser el viernes anterior al Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa. La fecha encierra como su nombre indica el dolor de una mujer, la Virgen María, que desde el alumbramiento de su hijo en un establo, comenzó a padecer en carne propia el sacrificio que debía de asumir por ser la madre del Hijo de Dios.
Las escrituras afirman que son siete sus dolores. Los siete dolores de la Virgen son descritos en la Biblia y muestran los momentos claves del camino de Jesús, su hijo, hacia la inevitable crucifixión y resurrección, estos son:
El primer dolor es cuando conoce la profecía de Simeón;
El segundo, la huida a Egipto;
El tercero es cuando pierde a Jesús a los 12 años;
El cuarto es cuando encuentra a Jesús en la calle de la Amargura;
El quinto, la crucifixión;
El sexto, cuando descienden a Jesús de la cruz y,
El séptimo, el duelo por la sepultura y la soledad.
La Virgen de Dolores, de Los Dolores o la Dolorosa, es una advocación de la Virgen María, que también es conocida como La Soledad, aunque tradicionalmente la llamamos Dolorosa a la que va camino al Calvario y Soledad a partir de la muerte de Jesús hasta el Sábado Santo.
Solo ver el rostro compungido y desfallecido de este paso que representa a esta gran mujer, nos podemos hacer una idea del inmenso dolor que pasó, pues como todos conocemos, no hay nada que supere el amor de una madre hacia un hijo, es único, grandioso, y encima nos regalan la vida. Sin contar a su hijo Jesús, María es la gran protagonista de la Semana Santa; es la Madre de Jesús, es la que sigue a su hijo, pese a que otros lo abandonan o huyen, ella siempre estuvo cerca de él; es la que sufre en silencio su tremendo dolor al no poder hacer nada y evitar el padecimiento de su hijo. Y sólo con observar su rostro de angustia, tristeza y amargura, comprenderemos claramente su auténtico sufrimiento.
En nuestra Semana Santa, las procesiones se inician precisamente con la salida de la imagen de la Virgen de los Dolores y que antiguamente se le conocía por la Virgen del Retiro. Es una preciosa imagen del famoso imaginero grancanario José Luján Pérez, perteneciente al Siglo XVIII, y que desde muchos años atrás, contaba con gran devoción por esta maravillosa imagen, como lo demuestra la siguiente estrofa que cantaba la devoción popular:
         “El Puerto de La Orotava
            tiene muy buenos padrinos,
            que lo es el Poder de Dios
            y la Virgen del Retiro.”
Pocas representaciones de la Madre Dolorosa en la riquísima imaginería hispánica tienen la fuerza patética de la imagen de vestir del Puerto de la Cruz en Tenerife, y quiero destacar un comentario aparecido en la Revista Geográfica Española, en relación con un trabajo denominado “Los grandes imagineros españoles”, en el que se dice que “(...) si la Dolorosa de Salzillo, en la cual la expresión de amargura viene a acentuar las cualidades de una belleza perfecta, tiene en tierras hispánicas algún rival, será la Dolorosa de Lujan Pérez, en la iglesia del Puerto de la Cruz, en el paisaje paradisíaco del Valle de la Orotava”.
Esta última referencia nos da una clara respuesta del importante patrimonio religioso que durante los próximos días saldrá a la calle en procesión para cumplimentar como cada año la Semana Santa Portuense.
A esta imagen de la Virgen de los Dolores, que procesionará el Viernes de Pasión y con posterioridad, cada día de la Semana Santa, siempre al final del cortejo procesional, acompañando a su hijo, vendrá acompañada por su Hermandad que fue fundada en 2014, cumpliendo actualmente un lustro desde su fundación.
DOMINGO DE RAMOS.-
El Domingo de Ramos es el día en que los cristianos conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén y su aclamación como Hijo de Dios. El Domingo de Ramos es el acontecimiento que marca el fin de la Cuaresma y el inicio de la Semana Santa, tiempo en que se celebra la pasión, crucifixión, muerte y resurrección de Cristo.
De este importante hecho histórico el Sagrado Evangelio según San Mateo, Capítulo 21, nos dice: “(...) Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver en seguida». (...) Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús se montó. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas. La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba: «¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas! Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, y preguntaban: «¿Quién es este?». Y la gente respondía: «Es Jesús, el profeta de Nazaret en Galilea».
Esta Procesión, conocida popularmente como la del “burrito”, suele ser muy concurrida por familias enteras, portando en sus manos los clásicos palmitos y ramas de olivo. La imagen que procesiona en la mañana del domingo, denominada “Jesús entrando en Jerusalén”, es un grupo escultórico, formado por Jesús de Nazaret, montado sobre un burro, obra del escultor canario Florencio González, habiendo participado por primera vez en la Semana Santa del año 2003, y se ve acompañado por la Penitencial Hermandad de Caballeros Esclavos del Santísimo Cristo de la Salud y Cofradía de la Sagrada Entrada de Jesús en Jerusalén y María Santísima de la Esperanza.
En la tarde del Domingo de Ramos, nos prestamos a recordar otro momento importante de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo, se trata de la Oración en el Huerto, hecho que sucede justamente cuando comenzó la noche, después de que Jesús y sus discípulos habían celebrado la Pascua, y tras la última cena.
El Apóstol San Mateo, dice en el Capítulo 26 de su Evangelio: “Entonces vino Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo: Sentaos aquí mientras yo voy allá a orar. Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse. Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Y adelantándose un poco, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tú. Y viniendo a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para no caer en la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca. De nuevo, por segunda vez, fue a orar, diciendo: Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. Y volviendo otra vez, los encontró dormidos; tenían los ojos cargados. Dejándolos, de nuevo se fue a orar por tercera vez, diciendo aún las mismas palabras. Luego vino a los discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad, que se acerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos, vamos; ya llega el que va a entregarme”.
La representación de este paso viene dada desde la Iglesia de San Francisco, con una imagen realizada en el año 2002 por el imaginero murciano José Antonio Hernández Navarro que irá acompañada por la Hermandad de Nuestro Señor de la Oración en el Huerto, fundada en 2014.
LUNES DE PASIÓN
Este día conmemoramos una escena evangélica y un tema iconográfico muy frecuente en el arte cristiano dentro de la Pasión, la escena transcurre en el Pretorio de Jerusalén, que era el centro del poder romano, dirigido por Poncio Pilatos, a donde Jesucristo ha llegado por segunda vez, después de su paso por Anás, Caifás y Herodes; y como en el día de fiesta soltaban un preso, el gentío solicitó la libertad de Barrabás y que crucificaran a Jesús.
El Evangelio según San Marcos en su Capítulo 15 dice: “¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?. Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale!. Mas Pilato les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos daban más voces: ¡Crucifícale!. Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.”
Para hacernos una idea de este martirio y sufrimiento que padeció Nuestro Señor Jesucrito, y tras consultas de varios libros especializados, podemos asegurar que por estudios médico-científicos realizados sobre la Sábana Santa de Turín, esta ofrece hasta los más mínimos detalles de los Evangelios y han sido confirmados por los estudios científicos de la misma, número de azotes, tamaño y situación de los clavos, herida del costado, etc; y de este minucioso estudio se desprende que Pilatos que no quería complicaciones con los Judios, y quizás pensando en salvarlo ordena que lo azoten, y Jesús es desvestido, le atan las manos a una columna y uno o varios individuos le azotan desde atrás con un látigo llamado “flagrum”, que era un preámbulo legal romano a toda ejecución.
El látigo constaba de un mango del que partía una doble correa en cuyos extremos pendían trozos de hueso o plomo para desgarrar profundamente la carne. En aquella época la Ley Judía prohibía aplicar más de 40 latigazos y los Fariseos habían reducido el número a 39, pero los romanos daban muchos más y Jesús de Nazaret, según este estudio científico realizado, recibió al menos 60 azotes repartidos por los hombros, espaldas, región lumbar, muslos, piernas, etc.; si bien los verdugos, temiendo su muerte cesan el castigo.
En nuestra Semana Santa este día de Lunes Santo, se ve reflejado en la preciosa Imagen  del Cristo de la Columna, de realización industrial, regalada por Don José de Arroyo y Chaves a principios de la segunda mitad del Siglo XX, y que sale en procesión por las calles de nuestra ciudad, acompañado por la Cofradía del Cristo de la Columna, fundada en 2008.
Debemos de tener en cuenta, asimismo, que durante todos los días de la Semana Santa Portuense, encabezando la comitiva procesional, aparece la imagen del discípulo amado, San Juan Evangelista, y que viene a significar, una de las figuras destacadas de la Semana de Pasión que padeció Jesús de Nazaret, en la que aparece siempre acompañando a la madre de Jesús, en este momento muy doloroso y que tendrá su recompensa final con el mensaje enviado desde la misma Cruz por su Maestro, y que lo recoge el sagrado Evangelio según San Juan, en su Capítulo 19, que dice: “Y estaban junto a la Cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena. Y como vio Jesús a la madre, y al discípulo que Él amaba, que estaba presente, dice a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dice al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió consigo.”
La imagen de San Juan Evangelista, que procesiona la Semana Santa portuense, fue ejecutada a principios del Siglo XVIII, de autor anónimo, pero próximo al Círculo de imagineros de José Luján Pérez, y que, como patrón de las Hermandades y Cofradías, en cada procesión lo acompaña una de las Hermandades adscritas a la Parroquia Matriz.
MARTES DE PASION
Y continúa la representación del martirio de nuestro Señor Jesucristo, con la escena de la flagelación y colocación de la corona de espinas. Jesús es despojado de sus ropas, vestido con un rico manto y le colocaron una corona de espinas sobre su cabeza, siendo objeto de todo tipo de burlas y torturas por los soldados romanos.
Esto queda reflejado en el Evangelio según San Mateo: “Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, a saber, al Pretorio, y convocaron a toda la tropa. Y le vistieron de púrpura y, poniéndole una corona tejida de espinas, comenzaron a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos! Y le golpeaban la cabeza con una caña, y le escupían y, puestos de rodillas, le hacían reverencias. Y después de haberle escarnecido, le quitaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos y le sacaron para crucificarle”.
Esta escena de la Pasión, también es conocida por Ecce Homo, en clara referencia, según detalla el Evangelio según San Marcos, a lo mencionado por el Procurador Romano: “Y salió Jesús fuera, llevando la corona de espinas y la ropa de grana. Y díceles Pilato: He aquí el hombre”. 
La talla del Señor de la Humildad y Paciencia que procesiona el Martes Santo, es de autor anónimo, datada en el Siglo XVII, pertenecía al antiguo Convento de Santo Domingo y que luego pasó a la Iglesia de San Francisco donde se venera actualmente, desde el año 2013 le acompaña un Angelito Borlonero, que le sostiene el cordón y que fue realizado y donado por el escultor portuense Ángel Acosta Martín, que fue su última obra. Junto a la imagen, a su izquierda se sitúa la Cruz del Martirio, obra del Hermano José Correa Fernández, perteneciente a la Cofradía de la Vera Cruz y Misericordia, que acompaña a este paso, y recordamos fue fundada en 1995. 
Esta Cofradía también es la encargada también del culto y cuidado de la imagen de “Nuestra Señora de los Siete Dolores”, obra del escultor murciano Francisco Liza, realizada en el año 1996, y que lleva en su mano un rosario de plata de filigrana donado por un fiel de esta imagen; la Cofradía de la Vera Cruz y Misericordia la saca en procesión en la Magna del Viernes Santo.
MIERCOLES DE PASION
Y llegamos al ecuador de la Semana de Pasión, y que viene a suponer, sin duda alguna, uno de los momentos más esperados durante todo un año, no solo por nuestros paisanos portuenses sino también por infinidad de personas de otros lugares, expectantes de poder ver y acompañar por las calles de esta ciudad, como fieles devotos a la venerada y Sagrada Imagen del Gran Poder de Dios.
El Viejito”, como cariñosamente le hemos apodado, sale por vez primera, de las cuatro ocasiones que lo hará a lo largo del año, en esta noche del Miércoles Santo, y como tradicionalmente suele ocurrir, es una de las procesiones que más público congrega a lo largo del recorrido procesional, salvando las diferencias con la Procesión Magna del Viernes Santo.
Esta Sagrada Imagen del Gran Poder de Dios, que tanta devoción despierta entre los fieles creyentes, viene a constituir uno de los momentos más especiales de la Semana Santa en Tenerife, y así pues, tiene tanto protagonismo o más del que sucede en otros lugares de nuestra geografía isleña como por ejemplo en Santa Cruz de Tenerife, con la imagen del Señor de las Tribulaciones, también conocido por “Señor de Santa Cruz”; o la del Santísimo Cristo de La Laguna, en la madrugada del Viernes Santo; y aquí, en el Valle, un poco más próximo y cercano a nuestra ciudad, la imponente y preciosa imagen del Cristo atado a la Columna, en la Villa de Arriba en la noche del Jueves Santo, en la vecina Orotava.
Esta preciosa imagen del Gran Poder de Dios, Alcalde Honorario y Perpetuo de Puerto de la Cruz, está representado pensante al pie de la cruz mientras espera su crucifixión, y aparece vestida con la túnica nazarena de color morado con orlas doradas, y posee además cabello natural cuyos mechones acaban en rulos, y de la cual tenemos conocimiento que llegó a esta ciudad a finales del Siglo XVII, de autor anónimo, pero traída de Sevilla por el capitán de artillería Pedro Martínez Francisco, natural de Las Breñas, en la Isla de La Palma.
Este esperado día, que está marcado como muy importante en nuestra Semana Santa, cobra principal protagonismo la Venerable Hermandad del Gran Poder de Dios y de las Lágrimas de San Pedro, de la que este Cristo es titular; y cuyos hermanos y hermanas en gran número les acompañaran en su recorrido. Dicha Hermandad de la que un servidor es miembro, y de lo cual como cualquier portuense nos sentimos muy orgullosos por la tremenda devoción que depositamos en el Gran Poder de Dios, fue erigida pocos años después de su llegada a la ciudad turística, si bien se refundó en el año 1864.
A todos los aquí presentes y a los que tengan oportunidad de leer este Pregón, les animo a que prueben a realizar la siguiente acción de fe: al paso del Gran Poder de Dios durante la procesión o visitándolo en su hornacina en la Parroquia Nuestra Señora de la Peña de Francia, deténgase ante esta inigualable imagen de Jesucristo, y mírenle fijamente a sus ojos, verán como él, con esa mirada profunda y maravillosa, con sus ojos cristalinos, les transmitirá esa fuerza interior que todo cristiano desea recibir y quedar confortados por ello.
Este Miércoles Santo, verá también la presencia en nuestras calles, y precediendo a la imagen del Gran Poder de Dios, la representación iconográfica de otro de los personajes importantes en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, su fiel escudero, el Apóstol San Pedro, representada en este municipio por la imagen de las Lágrimas de San Pedro, cuyo momento crucial de las acciones que desempeño este galileo, es recogido por el Evangelio según San Lucas, en su Capítulo 22, que señala: “Y apresándole, le llevaron y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. Y habiendo encendido fuego en medio del patio, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre ellos. Y cuando una criada le vio que estaba sentado al fuego, se fijó en él y dijo: Este estaba con él. Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco. Y un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. Y como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también este estaba con él, porque es galileo. Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y enseguida, mientras él aún hablaba, el gallo cantó. Entonces, se volvió el Señor y miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente”.
Escena culminante de las negaciones de San Pedro, que está representado por esta preciosa talla que se ha venido atribuyendo, sin mucho fundamento, al escultor Fernando Estévez del Sacramento y que, sin embargo, su fecha de ejecución es bastante anterior por lo que se puede afirmar que se trata de una pieza anónima de principios del siglo XVIII, y que saldrá acompañada por la Venerable Hermandad del Gran Poder de Dios.
JUEVES DE PASIÓN       
En este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus Apóstoles, y es aquí  cuando el Hijo de Dios instituyó dos Sacramentos de enorme importancia: La Eucaristía y el Orden Sacerdotal, al partir el pan durante la última cena y diciéndoles a los apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”. Así mismo hoy se abre el Triduo Pascual que culminará con la Vigilia Pascual que conmemora en la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua, la Resurrección de Cristo. En la celebración eucarística de este día tan importante, tiene lugar además, otra acción que protagonizó Jesús a sus discípulos: el lavatorio de pies.
Asimismo y una vez se ha repartido la Comunión como de costumbre, el Santísimo Sacramento se traslada desde el Altar donde se ha celebrado la Misa en procesión por el interior de la iglesia, al llamado “Monumento", y una vez llegada allí la procesión, el sacerdote depositará el Santísimo Sacramento, dentro del Sagrario de la Reserva. Durante la noche, se mantiene la adoración del Santísimo en el "Monumento", de la cual participan los Hermanos y Hermanas de la Venerable Hermandad del Santísimo Sacramento, y se celebra la llamada "Hora Santa" en torno a la medianoche, quedando el Santísimo allí hasta la celebración del Viernes Santo, esta reserva recuerda la agonía y oración de Jesucristo en Getsemaní y su posterior prendimiento y sufrimiento de su Pasión.
Hoy tiene lugar la procesión del paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Simón de Cirene, acompañado por San Juan Evangelista, la Santa Verónica y la Dolorosa que al recorrer las calles de nuestra ciudad, recuerdan el Vía Crucis o Camino de la Cruz, es decir, los pasos que dio Jesús por la calles de Jerusalen caminando y cargando con la Cruz, que lo llevó desde el Pretorio Romano hasta las afueras de la ciudad, es decir, hasta el lugar denominado de la Calavera, que en Hebreo se conocía por Gólgota o Monte Calvario, donde sería crucificado, y que a lo largo de ese trayecto, Jesús cayó por primera vez, se encuentra a su madre, y obligan a Simón de Cirene que le ayude a cargar la cruz, y tiene lugar asimismo la acción de la Verónica que limpia el rostro de Jesús, Jesús cae por segunda y tercera vez, consiguiendo llegar a duras penas al lugar elegido para su muerte.
Así lo recoge el Santo Evangelio según San Mateo, en su Capítulo 27, que señala:  "Cuando terminaron de burlarse de él, le quitaron la capa de soldado, le pusieron de nuevo sus ropas y lo llevaron a crucificar. Por el camino se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús"
Como miembro de su Hermandad, no puedo negar mi especial devoción hacia Nuestro Padre Jesús Nazareno, quien después de haber sufrido un auténtico martirio y cruel castigo, lo obligan a portar un pesado madero para instantes después ser crucificado. Quizá sea la imagen de mayor dolor, y la representación más clarividente del enorme sufrimiento que padeció Cristo por todos nosotros de todas las representaciones de la Semana Santa.
El paso que veremos este Jueves Santo, el de mayor peso y tamaño de los que componen la Semana Santa portuense, se le atribuye a Fray José Fernández a mediados del siglo XVIII y pertenecía al antiguo Convento de Santo Domingo, va acompañado de la Imagen de Simón de Cirene, este paso que se encuentra bajo al advocación de la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, fundada en 1995, habiendo sido restaurado tanto la imagen del Cristo Nazareno como la de Simón de Cirene por los prestigiosos artistas-restauradores locales, Lucía Irma Pérez y Silvano Acosta.
Esta destacada procesión del Jueves de Pasión recibe también la excelente colaboración de un importante grupo de mujeres que, manteniendo la tradición de muchos años, van ataviadas de traje negro, en señal de luto y conmemorando la pasión y muerte de Cristo, portando asimismo las siempre llamativas mantillas.
Finalmente, cabe destacar que a lo largo del recorrido de esta procesión y con la organización de la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y dedicado a la imagen del sufriente Nazareno, tienen lugar la interpretación de sentidas malagueñas al paso de la procesión, momento culminante cuando desde el balcón del Hotel Monopol, justo al inicio de la procesión, Don Valentín Israel López Pérez y Doña María Candelaria González Hernández, efctuan sus cantares con un sentimiento sobrecogedor, tradición que comenzó hace ya más de 20 años, y que tiene continuidad un poco después desde el balcón de los Hermanos de la Cruz Blanca en la que también han actuado Doña  Margarita Hernández Morales y Don Carmelo Encinoso Dorta.
En este cortejo procesional, aparece la imagen de la Santa Verónica, en honor de aquella mujer que durante el Viacrucis tendió a Cristo un velo, para enjugar su sudor y sangre, quedando milagrosamente impregnado el Santo Rostro en dicha tela, y cuyo paso es de confección anónima, aunque pertenece a la Escuela Canaria, relacionada con el Círculo del Imaginero José Luján Pérez, y data de finales del Siglo XVIII, imagen que va acompañada por la Hermandad de Nuestra Señora de la Peña de Francia.
VIERNES DE PASIÓN
Muy temprano, en la madrugada del Viernes Santo, las oscuras calles portuenses acogen la primera de las cuatro procesiones que se celebran durante este día, con el paso del Santísimo Cristo de la Salud, popularmente denominado Crucificado, acompañado por la Penitencial Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud, fundada en 1996.
El Santo Evangelio según San Lucas, recoge el impresionante momento de la crucifixión de Cristo, en su Capítulo 23: “LLegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen». Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido». También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el rey de los judíos, ¡sálvate!». Había encima de él una inscripción: «Este es el rey de los judíos».
Nuestra Ciudad acoge esta procesión muy apreciada entre los portuenses, dada la gran devoción y fervor popular que tiene este Cristo, y que, durante mucho tiempo fue una de las imágenes principales del Puerto de la Cruz, por lo que suele ir acompañado por muchos fieles, a pesar de celebrarse muy temprano, con la primera luz del alba; pero el silencio entrecortado por los acordes de la marcha procesional y el recogimiento de las calles de nuestro pueblo hacen de esta comitiva un momento especial, participativo y querido en nuestra ciudad. Además, debemos destacar que en el presente año la imagen del Santísimo Cristo de la Salud, cumple nada más y nada menos que 400 años de su realización y llegada a la Parroquia Matriz de la Peña de Francia, lo que da de sí la enorme importancia de esta preciosa imagen.
Al propio tiempo debemos recordar una tradición de antaño, protagonizada por muchos de los asistentes, y que una vez finalizada la procesión acudían rápidos a coger la guagua que les trasladaría hacia La Orotava, para presenciar allí el popular Encuentro que tiene lugar esa misma mañana, en las proximidades de la Iglesia de La Concepción.
Otras de las costumbres arraigadas entre todos los católicos, consiste en que durante esta mañana del Viernes Santo, se visitan los diversos Monumentos que con esmero y gran brillantez, se realizan en los distintos templos  de nuestra ciudad.
Luego ya, en horas de la tarde y un poco antes de la Procesión Magna, tiene lugar otra procesión de gran arraigo entre la vecindad, se trata, evidentemente, del paso del Santísimo Cristo del Calvario y Virgen de la Piedad, que perteneciente a la Parroquia de Nuestra Señora de La Peñita acude fiel a su cita hacia la Parroquia Matriz de la Peña de Francia para participar en la Procesión Magna del Viernes Santo Portuense; una costumbre que se celebra desde 1956, es decir se cumplen 63 años de forma ininterrumpida y que aún hoy, pese al tiempo transcurrido sigue manteniendo los valores de siempre, pues no obstante fue la Primera Hermandad con hábito penitencial, lo que evidentemente causa una grata impresión entre las personas que acuden a acompañarla y contemplarla.
Esta preciosa imagen, de realización industrial, fue encargada en 1949 por Don Juan Hernández Estévez, en la Casa Bochaga de Barcelona, por lo que se conmemoran 70 años de dicho encargo, si bien llegó a nuestra ciudad un año después, en 1950. Este espectacular paso de indudable belleza, refleja el enorme dolor de la madre manifestado en la expresión de su rostro y el gesto de sus manos y que, sentada al pie de la Cruz, acoge en su regazo el cuerpo sin vida de su hijo.
Esta imagen es custodiada, desde 1955, por la Hermandad del Santísimo Cristo del Calvario y Virgen de la Piedad que desde entonces, se encarga de su culto, como también de las imágenes de Santa María Magdalena y San Juan Evangelista y las tres cruces del Calvario, así como del cuidado y mantenimiento de la Capilla. 
Como cuentan las Sagradas Escrituras, al pie de la Cruz, una vez desclavado el Cuerpo sin vida de Jesús, se encuentran su Madre, la Virgen María, acompañada por San Juan y la Magdalena, razón por la que en esta procesión también se hace partícipe el paso de Santa María Magdalena y San Juan Evangelista junto a la Cruz, cuya ejecución corresponde al Siglo XVII, siendo atribuida a Luján Pérez, la imagen de la Magdalena, mientras que la de San Juan es de autor anónimo.
Y con el atardecer llegamos a un momento no sólo importante sino muy esperado por todos, al llevarse a cabo la puesta en escena de la procesión Magna del Santo Sepulcro, en este Viernes Santo y que cuenta con la participación de todos y cada uno de los pasos que han participado a lo largo de toda la Semana Santa.
Este impresionante momento que refleja toda la Pasión y Muerte de Nuestro Seor Jesucristo, estará representada por un total de 15 pasos,  que a su vez irán acompañados por sus respectivas Hermandades y Cofradías, es, sin duda, un momento especial para apreciar la vertiente religiosa y artística de las imágenes que participan en esta Procesión Magna.
Cabe destacar el paso del Cristo de la Misericordia o Santo Sepulcro, que acompañada de la Venerable Hermandad del Santísimo Sacramento, luce con orgullo esta talla, que fue confeccionada en 1646 por  el escultor lagunero Domingo Pérez Dónis, siendo la única pieza documentada que se conoce de este artista, la cual posee brazos articulados, y va cubierto por un maravilloso paño obra de las monjas del Ex Convento de las Nieves, y que procesiona dentro de una urna de plata.
Aquí debemos destacar el tremendo papel que juega la organización de tan magno desfile procesional, como su nombre indica, porque no resulta nada fácil coordinar todos y cada uno de los pasos que toman parte en el mismo, con sus correspondientes hermandades, y en el que tiene un papel primordial, y que suele pasar totalmente desapercibido, corriendo a cargo de la Agrupación de Hermandades y Cofradías “Santo Madero” del Puerto de la Cruz, cuyo Presidente, Rijard Richter, como cada año, asume con total acierto y eficacia, esa enorme responsabilidad, y que concluye felizmente.
La última procesión de este Viernes Santo, a la que hacíamos referencia al principio, de los cuatro desfiles que se celebran hoy, la protagoniza la denominada Procesión del Silencio, en la que la imagen de la Virgen de los Dolores, o de La Soledad, saldrá nuevamente desde la Parroquia Matríz para realizar un breve recorrido por las calles adyacentes a la Parroquia Matriz, acompañada por su Venerable Hermandad de la Virgen de los Dolores y de un buen número de fieles, que intenta calmar la amargura y dolor de la Madre de Cristo por el fallecimiento de su Hijo.
SABADO SANTO
Al día siguiente, SABADO SANTO representa para los creyentes otro día de luto, se recuerda el paso de Jesucristo entre la muerte y la resurrección. “Jesús yace en su tumba y los apóstoles creen que todo se acabó. Todo el día del sábado su cuerpo descansa en el sepulcro pero su madre, María, se acuerda de lo que dijo su hijo : “Al tercer día resucitaré”. Los Apóstoles van llegando a su lado, y Ella les consuela”. “El Sábado santo es un día de luto inmenso, de silencio y de espera vigilante de la Resurrección”.
Aquel sábado los discípulos de Jesús lloraron su muerte. El evangelista San Lucas dice que las mujeres volvieron a casa “y regresando prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron según la ley” (Lc23, 56). Y Junto al sepulcro, la guardia romana que habían colocado allí vigilaba el lugar para asegurarse de que nadie robara el cuerpo de Jesús.
El Sábado Santo es el tercer día del Triduo Pascual, por tanto es un día de silencio y reflexión en el cual los cristianos conmemoran a Jesús de Nazaret en el sepulcro y su descenso al Abismo. El Sábado Santo concluye con la celebración de la Vigilia Pascual, que es una celebración litúrgica que se realiza en la víspera del Domingo de Resurrección, y es la más importante de todas las celebraciones cristianas, porque conmemora la resurrección de Jesucristo.
La Vigilia, que significa pasar “una noche en vela”, cobra un sentido especial en la víspera pascual porque recuerda el pasaje bíblico del Evangelio según San Marcos en el que un grupo de mujeres llegan al sepulcro para terminar de embalsamar a Jesús, pero no encuentran su cuerpo. Luego, un ángel se aparece y les dice: “¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán”.
DOMINGO DE RESURRECCION
Y llegamos al esperado DOMINGO DE PASCUA O DE RESURRECCION, que es el día más importante y alegre para todos nosotros, los católicos, al conmemorar que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida.
Esta celebración viene a ser la fiesta más grande del Cristianismo pues conmemora la Resurrección  de Jesús al tercer día de haber sido crucificado. Es además la fiesta más antigua de la Iglesia Cristiana. En este día culmina la Cuaresma y, con ella, comienzan los sucesos de los últimos días de Cristo hasta su Ascensión. Así lo relata el Santo Evangelio según San Mateo en su Capítulo 28: “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro. Y he aquí, se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendiendo del cielo, y acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve; y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos. Y hablando el ángel, dijo a las mujeres: Vosotras, no temáis; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, tal como dijo. Venid, ved el lugar donde yacía. E id pronto, y decid a sus discípulos que Él ha resucitado de entre los muertos…”.
En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría, al ser  la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.
La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles. Se celebra con una Misa solemne en la cual se enciende el cirio pascual, que simboliza a Cristo resucitado, luz de todas las gentes.
Y en nuestra Semana Santa este día, a partir del mediodía la Solemne Procesión del Santísimo recorrerá las calles del Puerto de la Cruz bendiciendo cada rincón, y en cuyo desfile procesional estará acompañado por todas las Hermandades y Cofradías de nuestra Ciudad.
Y concluyo mi Pregón con la tercera y última parte que denomino
DE SUMA IMPORTANCIA
Hay aspectos muy importantes que, en la mayoría de las ocasiones pasan desapercibidos, y que ahora, aprovechando este Pregón, un servidor de ustedes desea dejar constancia de los mismos por su destacada aportación a esta Semana Santa.
IMPORTANCIA DE LA MUSICA EN SEMANA SANTA
Destaquemos en primer lugar la importancia de la música que va unida con la celebración de la Semana Santa. La música con sus destacadas marchas procesionales  es fundamental en el acompañamiento de las procesiones que durante estos días se celebran.
Principalmente hablamos de Agrupaciones Musicales, popularmente denominadas Bandas de Música, que de manera brillante suelen interpretar en el transcurso de las procesiones diversas marchas procesionales creadas para la ocasión por importantes compositores.
No hay procesión sin pasos, costaleros o nazarenos, como tampoco hay procesión sin su marcha. Mientras los pasos atraviesan las calles de nuestros pueblos, la Semana Santa se escucha en cualquier rincón con infinidad de marchas diferentes y que para catalogación de estas nació la Asociación para la recuperación de la música procesional y que tiene catalogadas más de veinte mil obras.
Así tenemos que en el desarrollo de una procesión la Banda de Música que suele acompañar al cortejo procesional interpreta con gran acierto obras tan destacadas y preparadas para este momento como: “La Madrugá”, de Abel Moreno, es la más escuchada en toda España durante la Semana Santa y también exportada al mundo entero. Y otras destacadas piezas musicales que son ampliamente reconocidas por los acompañante en las procesiones, de estas tenemos: “Triunfal”; “Hosanna in Excelsis”; “Solemnidad”; “Mektub”; “Jesús Preso”; “La Saeta”; “Mesopotamia”; o “Jesús Nazareno”, entre otras.
Sin duda alguna el acompañamiento musical acapara la atención de las distintas procesiones que se celebran en Semana Santa y que casi siempre viene dado por las impagables marchas procesionales que con autentica sabiduría y destreza musical interpretan las afamadas bandas de música, y que aquí en nuestra ciudad estamos de enhorabuena pues a la recordada y añorada Banda de Música Municipal, ya desaparecida y que fue brillantemente dirigida por el Maestro Chano Miranda, y en la cual mi querido padre formó parte de la misma, después de un largo período sin este importante colectivo musical en nuestra ciudad, fue en 1997, cuando se formó la Banda de Música del Puerto de la Cruz, integrada por numerosos jóvenes, y que siguen actualmente y participan de lleno en la Semana Santa.
También acapara la atención y no debemos olvidar la importante aportación de las Bandas de Cornetas y Tambores que, con esos redobles de tambor y el sonido potente de las cornetas, cornetines, trompetas o fliscornos, sobrecogen muchos corazones de los portuenses que en silencio aguardan al paso de su imagen predilecta de la Semana Santa.
Años atrás la única agrupación de estas características era la de la desaparecida Banda de Cornetas y Tambores de la Cruz Roja; y también reseñar la que por unos años también tuvo muchísimo protagonismo como fue la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Nazareno, hoy también desaparecida.
Afortunadamente, actualmente, el Puerto de la Cruz dispone de varias agrupaciones musicales de esta familia, como son los casos de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora de la Peña de Francia, la Banda de Cornetas, Gaitas y Tambores de Nuestra Señora de la Salud del Barrio de San Antonio y la Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía Gran Poder de Dios de Puerto de la Cruz, cuyos miembros participan activamente en los actos de la Semana Santa.
Desde hace unos años a esta fecha actual, al igual que sucede en municipios como San Cristóbal de La Laguna, con las Malagueñas al Cristo lagunero; o en la Villa de La Orotava con las malagueñas al Cristo de la Columna; aquí en el Puerto de la Cruz, como ya recordamos con anterioridad, son ya más de veinte años, los que se lleva a cabo cada Jueves Santo, al paso de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la interpretación de las Malagueñas al Nazareno, canto triste, dulce, manso y hasta melancólico, y que con toda brillantez, voces tan potentes y extraordinarias como las de  Margarita Hernández; Candelaria González; Carmelo Encinoso y Valentín López, han dedicado a lo largo de estos años, sus malagueñas al Cristo Nazareno, que son seguidas con total atención, respeto y silencio, pese a la gran cantidad de público que, conocedor de estas interpretaciones, abarrota las proximidades.
Y aquí les recito dos de estas malagueñas tan emotivas que solemos escuchar en la Semana Santa del Puerto de la Cruz, las cuales dicen así:
            Me miró desde el altar
            el Señor del Nazareno
            fue tan grande mi pesar
            que no pude levantar
            mis tristes ojos del suelo.

            Miren todos la cara
            de este hombre inocente
            que por salvar al mundo entero
            lo condenaron a muerte
            ¡Oh, Señor del Nazareno!

Y en alguna que otra ocasión, creo recordar que de manera esporádica, observar a un turista andaluz, cantar con gran sentimiento de fe, una Saeta al paso de la procesión del Gran Poder de Dios por la Plaza del Charco.
A lo largo de la historia de nuestra Semana Santa también ha tenido lugar, como muestra de índole musical, Conciertos de Música Sacra o de Marchas Procesionales, y sería bueno rescatar estos acontecimientos para un futuro inmediato.
IMPORTANCIA DE LA MUJER
Otro de los aspectos a tener en cuenta y que posiblemente no se le haya dado el valor que merece es el destacado papel que la mujer tiene en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y que merece ser destacado por la enorme importancia que tuvieron sus acciones durante ese momento trascendental de la Humanidad.
Y es ahora, en pleno Siglo XXI, cuando se habla con insistencia de tiempo de igualdades, y de destacar el legítimo papel de la mujer en la historia de la humanidad, no deja de ser cierto y no podemos obviar tampoco, a pesar de las difíciles circunstancias que envolvían a las mujeres en aquella época, el destacado papel que en la Pasión de Nuestro Señor Jesucrísto tuvieron algunas mujeres.
Para corroborar lo que estamos indicando nos vale con leer el Evangelio según San Mateo que en su Capítulo 27, dice: “Había allí muchas mujeres que miraban de lejos: eran las mismas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo. Entre ellas estaban María Magdalena, María —la madre de Santiago y de José— y la madre de los hijos de Zebedeo”.
Por su parte también hay clara referencia clara a la mujer en el Evangelio según San Juan, Capítulo 19: “Junto a la Cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena”. 
De la misma manera se habla de la importancia que adquirieron otras mujeres, como son los casos de: Juana mujer de Chuza, mayordomo de Herodes, también le acompañó desde los tiempos felices de los milagros hasta el dolor del sepulcro tras la muerte de Cristo. Era una persona importante en la ciudad. Una de esas santas mujeres que sabían estar, al mismo tiempo, entre la alta sociedad de la época y entre los pobres que escuchaban las palabras del Mesías.
También Susana ejerció un papel importante. Ella colaboraba con sus bienes para que el Señor y sus discípulos pudiesen dedicarse a lo importante: la predicación del Reino de los Cielos.
Son mujeres de actualidad, con un testimonio muy vivo. Son el reflejo del amor a toda prueba, de la fidelidad y de la ayuda a la obra de Cristo.
Destacado pues el papel de la mujer, como hemos relatado, pero cuando la situación empeoró y las cosas vinieron mal dadas con el prendimiento y pasión de Nuestro Señor Jesucristo, y llegó la hora de dar la cara, solo estuvieron las mujeres y el joven Juan. Mientras los apóstoles huyen, las mujeres que lloraban pero no por ello dejaron de acompañar a Jesús durante el camino del Calvario, le acompañaron en su agonía y le cuidaron y limpiaron antes de darle sepultura.
Y bajo la paciente influencia del Maestro, las mujeres, sin siquiera proponérselo, llegaron a convertirse en importantes testigos de al menos, cinco momentos cruciales en el ministerio del Señor:
1.- Se convirtieron en testigos de su ministerio en Galilea. Viajaron con él “por todas las ciudades y aldeas” de Galilea, le recomendaron, le sirvieron, contemplaron sus milagros y fueron escuchas directas de sus enseñanzas.
2.- Se convirtieron en testigos de su crucifixión. Estuvieron presentes, ya sea en el camino al Gólgota, ya sea mirando desde lejos la crucifixión o bien al pie mismo de la Cruz, desde donde Cristo les dedicó algunas de sus últimas palabras.
3.- Se convirtieron en testigos de su sepultura. Acompañaron al comité masculino para la preparación previa del cuerpo y la sepultura, a fin de ubicar con precisión el lugar donde sería sepultado, pensando en regresar a los dos días para culminar el cuidado del cuerpo.
4.- Se convirtieron en testigos de su resurrección. Creyendo aún en la muerte como una realidad inevitable fueron las primeras en enfrentar la ruptura del paradigma universal al contemplar con sus ojos la tumba vacía, a los ángeles y al Salvador resucitado, quien les comisionó para ser las primeras en anunciar la realidad de su resurrección.
5.- Dieron testimonio a los apóstoles. Fueron testigos a los testigos, mensajeras a los mensajeros, ángeles a los ángeles, honradas como las primeras en dar el más majestuoso de todos los testimonios que se han revelado al hombre sobre la tierra: el testimonio de un evento sin precedentes y de repercusiones inconmesurables.
Por todo esto y queriendo destacar el enorme papel de la mujer y conociendo que hay seguramente muchas más, deseo destacar las acciones de tres grandes mujeres que asumen protagonismo principal para la historia de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo y por ende en la Semana Santa: María la Madre de Jesús, la Santa Verónica y María Magdalena.
Cierto es que la Virgen María aparece poco, pero cada vez que aparece tiene gran relevancia. El protagonista del Evangelio es Jesús. Ella sólo aparece para reforzar su misión, para conducir a los demás hacia Jesús.
La Biblia le da a María un puesto importante al lado de Jesús. Los Evangelios nos la presentan como activa colaboradora en la misión de su Hijo. Una extraordinaria mujer que, aun con riesgo de su vida, sin duda le apoyó durante toda su formación y que le acompañó con amor y con fidelidad hasta la muerte.
María es consciente de lo que le espera, gracias a su profundo conocimiento de los Sagradas Escrituras, y sabe también los sufrimientos que padecerá el Mesías, el Salvador.
Cuando María vuelve a Nazareth se tiene que enfrentar con la dolorosa experiencia de la duda de José, su esposo, debido a su maternidad, éste la repudia en secreto y piensa en abandonarla. María sufre y calla, y espera a que Dios venga en su ayuda. En efecto, un ángel disipa en un sueño los temores de José, quien presuroso adelanta la ceremonia de la fiesta de entrada en la casa del esposo.
Más tarde en Belén, los esposos no encuentran lugar para alojarse y María da a luz a su Hijo primogénito en un pesebre, en el campo en Belén, y algunos pastores acuden para adorar al Niño Jesús recién nacido. Posteriormente, llegan los Magos de Oriente que buscan al "Rey de los judíos" recién nacido. Al oír esto Herodes se llena de espanto. Cuando Los Magos encuentran al Niño, le ofrecen sus regalos, aliviando la situación de la Sagrada Familia.
Los Magos se marchan y el Ángel del Señor se aparece en sueños a José, indicándole que huya con la familia a Egipto, porque Herodes busca al Niño para matarlo. El viaje es de 500 Km, y tienen que atravesar el desierto. En Egipto, Jesús, María y José pasan por la penosa experiencia de llevar una vida nómada y de prófugos.
Después, Jesús deja a su madre, ya viuda, y empieza su misión de predicador.
Encontramos después a María en las bodas de Caná, donde obtiene de Jesús su primer milagro en favor de los esposos.
María de vez en cuando veía a Jesús, y lo seguía en sus peregrinaciones apostólicas. Seguramente, durante la pasión de Jesús, María siguió de cerca la conspiración del Sanedrín, los acontecimientos del Jueves Santo por la noche y la condena a muerte de Jesús, su flagelación y crucifixión. María está debajo de la cruz del Hijo moribundo, quien le dirige las últimas palabras para encomendarla a su discípulo predilecto.
Como hemos visto un sufrimiento constante el de esta gran mujer, Madre de Jesús del cual simboliza como nadie la lucha de la mujer por los suyos y, en este caso, por su querido hijo, hasta el momento final de su muerte.
Aparte de María, una figura esencial en la Semana Santa la constituye Santa María Magdalena pasó a la historia por ser la primera persona que vio a Cristo resucitado. Todos recordamos esa escena: ella, llorando junto al sepulcro; el Señor que se le aparece como si fuera el hortelano. Luego el encuentro y el anuncio a los apóstoles. María Magdalena, la apasionada discípula que está junto a la Cruz en el Calvario, junto a la Virgen y San Juan.
Además, de acuerdo con los Evangelios de Marcos, Mateo y Juan, María Magdalena estuvo presente durante la crucifixión de Jesús y cuando su cuerpo fue puesto en la sepultura provista por José de Arimatea.
Y, lo más importante, fue la primera persona en ver resucitado al Nazareno, comunicándole posteriormente la fabulosa noticia a Pedro y a los demás apóstoles, tal como se consigna en el Evangelio según San Juan, Capítulo 20: “Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿Por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Rabboni! (Maestro)”.
María Magdalena se retiró a Éfeso junto a la Virgen María y el apóstol Juan. Y en ese lugar murió años después. En el año 886 sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla, donde se conservarían en la actualidad.
En 1988, el Papa Juan Pablo II, en la carta “Mulieris Dignitatem” se refirió a María Magdalena como la “apóstol de los apóstoles” y señaló que en “la prueba más difícil de fe y fidelidad” de los cristianos, la Crucifixión, “las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles”.
Sirva este recuerdo para SANTA MARIA MAGDALENA puesto que ella era la más fiel, la más creyente, la más sincera y comprometida servidora de lo que Jesucristo representaba, tanto es así que fue capaz de aparecer en el difícil y crucial momento en que los otros compañeros, acobardados, en el momento de la Pasión, se retiran, porque fue una devota seguidora de Jesucristo capaz de estar junto a Él en los momentos más duros.
Otra de las mujeres que tiene su destacado papel en la Semana Santa además de María la Madre de Jesús y de María Magdalena, fue la mujer que durante el Vía Crucis, tendió a Cristo un velo o paño para que enjugara el sudor y la sangre, y conocida como LA VERONICA.
En Estaciones de Cristo, concretamente en la octava titulada: “La Verónica enjuga el rostro de Jesús”, debemos señalar que:  Una de las mujeres, conmovida al ver el rostro del Señor lleno de sangre, tierra y salivazos, sorteó valientemente a los soldados y llegó hasta Él. Se quitó el pañuelo y limpió la cara suavemente. Un soldado la apartó con violencia, pero, al mirar el pañuelo, vio que llevaba plasmado el rostro ensangrentado y doliente de Cristo”.
Precisamente el Santo Padre Juan Pablo II escribió a este propósito: “«El velo, sobre el que queda impreso el rostro de Cristo, es un mensaje para nosotros. En cierto modo nos dice: “He aquí cómo todo acto bueno, todo gesto de verdadero amor hacia el prójimo, aumenta en quien lo realiza la semejanza con el Redentor del mundo”.
Respecto de este acontecimiento histórico destacan los versos del afamado poeta y escrito español Gerardo Diego, perteneciente a la llamada Generación del 27 y que fue Premio Nacional de Literatura, el cual nos narra dicha escena, relacionada con La Verónica, en su primera décima:
Fluye sangre de tus sienes
hasta cegarte los ojos.
Cubierto de hilillos rojos
el morado rostro tienes.
Y al contemplar cómo vienes
una mujer se atraviesa,
te enjuga el rostro y te besa.
La llamaban la Verónica.
Y exacta tu faz agónica
en el lienzo queda impresa”.(…)
Sirva estas reflexiones acerca de estas tres grandes protagonistas de la Pasión de Cristo, para apoyar a las mujeres que, en la Semana Santa desde sus inicios como en la sociedad, han estado en un segundo plano: en el del cuidado; en el de preparar las casas, las túnicas y las aceitadas; en el de bordar mantos y adornar con flores y más recientemente, en el de desfilar y cargar como hombres.
Y concluyo este apartado dedicado a la importancia de la mujer, con una meditación del Santo Padre, el Papa Francisco, realizada en una de sus Audiencias, el 15 de abril de 2015: “Es indudable que debemos hacer mucho más a favor de la mujer, si queremos dar más fuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. Es necesario de hecho, que la mujer no solamente sea más escuchada, sino que su voz tenga un peso real, un prestigio reconocido en la sociedad y en la iglesia”.
AGRADECIMIENTOS
La Semana Santa del Puerto de la Cruz hoy en día luce en todo su esplendor pero no debemos olvidar que a lo largo de los años, muchas mujeres y hombres portuenses han trabajado con esfuerzo, y continúan trabajando y a plena dedicación, sin recibir nada a cambio para lograr lo que es hoy.
Vaya pues ese agradecimiento para todas aquellas personas que sabemos quienes son, que las tenemos presentes en nuestra memoria y que cada año, en esta época se multiplican para ofrecer desinteresadamente todo su conocimiento adquirido a lo largo de tantos y tantos años de dedicación, a fin de poner en práctica ese enorme saber con su destacado trabajo personal en el arreglo de los tronos procesionales, arreglos florales, y demás actividades propias de la Semana Santa.
Muchas de estas personas ya no están con nosotros, han pasado a mejor vida al lado del Padre, y desde aquí les enviamos un beso al cielo en su memoria. Y no quiero caer en el error de nombrar a nadie, sólo dejar abierto el pensamiento de cada uno de nosotros para acoger los nombres de esas y esos protagonistas.
Pero si ustedes me lo permiten, aquí debo de hacer mención especial para una extraordinaria persona de enorme corazón, un hombre de Dios, una buena persona, un ser maravilloso, educado y que en esta época, a pesar de su gran voluntad de colaboración, los y las hermanos de cada Cofradía le comprometemos demasiado para pedir atención a nuestro paso procesional; y él, sin rechistar y a su debido tiempo cumple con su noble cometido. Por eso, por esas molestias, quebraderos de cabeza y por estar siempre ahí cuando nos hace falta, deseo recordar y felicitar a Jesús Hernández Carrillo, Sacristán de la Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia.
REFLEXION FINAL
Estamos a punto de participar un año más en la Semana Santa de Puerto de la Cruz, y es por ello que animo a todos los aquí presentes y al resto de católicos a asistir en familia a los oficios y ceremonias propios de la Semana Santa porque la vivencia cristiana de estos misterios debe ser comunitaria.
Y pese a haber transcurrido dos mil años, todavía hoy en día, la humanidad a través del testimonio de todos nosotros como católicos seguimos recordando la grandeza de un ser humano que padeció y murió por nosotros: JESUS DE NAZARET.
Y deseo reproducir las palabras de nuestro Obispo de Tenerife, Don Bernardo Álvarez Afonso, y que aparece insertadas en el Programa de la Semana Santa de San Cristóbal de La Laguna: La Semana Santa no es una representación o aniversario de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, ni siquiera celebramos simplemente los hechos del pasado. En Semana Santa Cristo en persona está presente en medio de nosotros con toda su fuerza salvadora y nosotros nos acercamos a Él como quien va a una fuente en busca de agua para saciar la sed. Si nos encontramos con Cristo, si nos empapamos y absorbemos el agua viva que es Cristo, la salvación acontece en nuestra vida. Al participar en los actos de la Semana Santa, damos culto a Dios, ciertamente, pero es mucho más lo que recibimos de Él, que no deja de recordarnos: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn. 10,10). Cristo quiere encontrarse personalmente con cada uno de nosotros. El Señor está cerca y nos dice: “No he venido a ser servido, sino a servir y dar la vida en rescate por muchos» (Mc. 10.45). No dejemos pasar la oportunidad de “contactar con él” para que en esta Semana Santa tengamos un encuentro profundo con Cristo y Él pueda hacer cosas grandes en nuestra vida personal y, por medio nuestro, hacer cosas grandes por los demás.
Agradeciendo vuestra atención y esperando que este Pregón y su Pregonero hayan sido de su agrado, finalizo con un recuerdo muy importante dirigido a todos ustedes:
Como católico y creyente en la enorme fuerza que cada día nos imprime Nuestro Señor Jesucristo para seguir disfrutando de la hermosura de la vida, quiero hacerles partícipes de aquellas sabias palabras del Maestro dirigidas a sus discípulos, antes de ser arrestado y sufrir su tremenda pasión, y cuyo testimonio lo recoge el Evangelio según San Juan (El Discípulo Amado), quien en su Capítulo 13, dice: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros;
como yo os he amado, (...)”. Ojalá estas palabras de Cristo queden prendadas en cada uno de nosotros y las pongamos siempre en práctica con los demás.
GRACIAS, BUENAS NOCHES Y FELIZ SEMANA SANTA…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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