El amigo de la Villa de La
Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ Graduado en Historia por la Universidad de La
Laguna, remitió entonces (17/03/2019) estas notas y fotografía que tituló; “JOSÉ SIVERIO PÉREZ Y SU FACETA COMO
ESCRITOR E INVESTIGADOR (I)”.
Publicado el día 10 de Marzo de 2019
en DIARIO DE AVISOS: “…Como escritor e investigador, el
sacerdote y periodista realejero José Siverio Pérez, conocido popularmente como
padre Siverio, ha publicado numerosas colaboraciones en diferentes diarios de
las islas e incluso en el ámbito nacional, remontándose sus primeros escritos a
su etapa de formación en el Seminario, tal y como ocurriera con el mensuario
interno Horizontes. El primer número, publicado durante el mes de enero de
1950, se podía adquirir por suscripción anual al precio de 15 pesetas;
semestral por 7,50 pesetas o trimestral al coste de 4 pesetas. Desde el primer
número localizamos un artículo firmado por el joven estudiante de 2º de Sagrada
Teología. El tema de su artículo tendría como punto principal la vivienda y los
problemas asociados a su escasez. Asociaría esa cuestión con la aparición de
espacios como ciudadelas y otras construcciones en complejas circunstancias
económicas. De esas condiciones y del futuro de las familias expondría la
necesidad de actuar con viviendas adecuadas, pues “en armonía con las
directivas pontificias, es hacer obra de religión sin duda, pero también es
hacer Patria”. En el número 3, el joven seminarista reflejaría sus primeras
aportaciones en el ámbito de la poesía. En concreto, expondría en unas pocas
líneas la vocación del sacerdocio con el título “Ven…sígueme”. En el número 4
continuaría con una nueva aportación poética bajo el título “La balada del
perdón”. En el número 5, junto a diversas colaboraciones relatarían una serie
de actos desarrollados el 28 de abril de 1950 en atención al tercer aniversario
de la designación del recordado obispo de la Diócesis Nivariense, Domingo Pérez
Cáceres. En la propuesta de actos tendría un lugar especial J. Siverio.
Recitaría diversas poesías compuestas expresamente para tal ceremonia,
“logrando apoderarse de la emoción del público con la titulada Camino del
Cementerio, dedicada a la memoria de su difunto hermano”. De nuevo, la
sensibilidad y armonía en la composición tendría como resultado en el número 6
de la revista un poema titulado “Íntima”, en el que logra unir vegetación,
agua, ilusiones y esperanzas. De la vida y el paso del tiempo expondría algunas
cuestiones en el poema “Sombras”, publicado en el número 7. Tan solo un mes
después se publicaría “Camino del Cementerio”, emotivo poema objeto de lectura
en el acto homenaje al obispo Domingo Pérez Cáceres. El poema, dedicado a la
memoria de su hermano Manolo, tendría como inicio los siguientes versos: A
través de los cristales de mi alcoba/ se divisa, allá a lo lejos,/ el camino
que se extiende ante mi vista/ serpeando hasta la falda de unos cerros,/ el
camino que recoge de las almas/ los más puros sentimientos,/ el camino de
misterio,/ el camino solitario,/ el camino de los muertos…Otras aportaciones
como “Otoño”, “A María Inmaculada”,
“Pasaron los Reyes”, “Mi campanario”, “Voces del cementerio” y “El
Juglar de la Inmaculada” se extienden hasta el mes de enero de 1952, momento en
el que localizamos su nombre como director de la revista. El joven diácono
desarrollaría tal proyecto junto a redactores de 1º, 2º y 3º de Sagrada
Teología, así como de 3º de Filosofía, además de otros que formarían parte de
la sección recreativa y auxiliares de administración. En ese mismo número
colaboraría con el poema “Calendario y Crucifijo” y un mes después con otro
poema bajo el título “Murió de amor”. En los números siguientes sería autor de
nuevas aportaciones, como por ejemplo “Me llamaste”, “Soñando…” y “Manantial
Divino”, representando el último poema elaborado por José Siverio incluido en
el número 36 de la revista correspondiente a enero de 1953.
En
1957, gana el segundo premio nacional de periodismo de las Obras Misionales
Pontificias por un artículo publicado en el periódico El Día, titulado “Cristo
roto”. También se recoge en la prensa canaria algunas colaboraciones del
sacerdote y periodista en la capital española, tal y como ocurrió en el diario Arriba,
donde llegaría a publicar aportaciones sobre Canarias, siendo una muestra el
artículo “La Palma se llena hoy de cruces”, reproducido luego en nuestro
territorio a través de Diario de Avisos.
En
1958, publicó en Madrid un relato novelado, editado por Exclusivas Cisneros
bajo el título Un pueblo cualquiera. El autor del prólogo sería A.
García-Ramos. La obra contiene veinte capítulos y 148 páginas en las que se
describe la vida de un cura recién ordenado y su llegada a una aldea llamada
Cascajales.
Durante
la última sesión del Concilio Vaticano II acompañó como teólogo-asesor al
obispo Luis Franco Cascón (1903-1984); obispo entre 1962 hasta 1983. Franco
Cascón asistió a la inauguración del Concilio Vaticano II en 1962 y participó
en la segunda etapa. Sin embargo, no pudo estar presente en la tercera por
participar en los actos de peregrinación de la Imagen de Nuestra Señora de
Candelaria a lo largo de la isla, volviendo a participar en la cuarta sesión
desarrollada entre el 14 de septiembre y el 8 de diciembre de 1965. Como
resultado de esa labor sería autor de cincuenta crónicas que aparecieron en el
periódico La Tarde entre septiembre y diciembre de tal año…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario