Esta fotografía presenta el recuerdo del paseo hacía la playa Martiánez del
Puerto de la Cruz. Un paseo que fue surrealista, un paseo natural donde
abundaba los celebres tarajales que hacía límite con los bajíos y la playa.
En la panorámico observamos varias personas que se dirigen hacia La Playa y
otras que vienen a la vuelta de la misma. A su izquierda las famosas casa
construida en madera noble de estilo anglosajón, que utilizaban muchas familias
portuenses para disfrutar los veranos cerca de la playa.
Este camino con el tiempo se convirtió en la actual Avenida de Colón, la
foto está tomada a la altura donde en la actualidad está el Hotel Tenerife
playa y el Lago Martiánez. Lo que se llamó progreso al final de la década de
los años cincuentas del siglo XX, se convirtió en retroceso en la actualidad.
Aquel olor a yodo marino, al mar, a los tarajales, hoy es olor a bazofia
desgraciadamente.
La Playa de Martiánez. Fue durante décadas al principio del
siglo XX, la zona más tradicional de baño del Puerto de la Cruz y centro del
boom turístico que experimentó la ciudad en la década de los 60 del siglo XX.
También llamada La Barranquera, por ser la desembocadura del barranco de Martiánez,
es una playa natural de arena negra volcánica, protegida en parte por una
escollera artificial. La denominación de este lugar emblemático de la ciudad es
una derivación popular del nombre del propietario original de estos terrenos
costeros: Martín Yanes. En 1768 se construyó en medio de la playa la batería de
San Carlos, que desapareció con el gran aluvión de 1826. En 1769 se proyectó
hacer aquí un gran puerto, pero la idea se frustró por la falta de ayuda
institucional. Entre 1912 y 1936 existió frente a la playa el 'Thermal Palace',
un curioso centro de recreo promocionado por Guillermo y Gustavo Wildpret. Era
una edificio de madera desmontable dotado de un sinfín de instalaciones y
servicios (comedor, sala de billares, gimnasio, biblioteca, salones de baños,
canchas de tenis, croquet y bolos, algunas habitaciones y, 'Petit Park'). El
salón de teatro, de estilo regio, tenía capacidad para 400 personas y estaba
brillantemente decorado por el prestigioso acuarelista tinerfeño Francisco
Bonnín. El pueblo disfrutaba allí de actuaciones, funciones y torneos
deportivos, sobre todo en las fiestas de San Juan y las del Gran Poder de Dios.
Ya desaparecido este importante centro de ocio, en los años 40 se crearon las
antiguas piscinas de Martiánez bajo las ordenes del Mando Económico. En la
actualidad, en uno de los extremos del paseo que recorre la playa, está
emplazado un busto en memoria de Isidoro Luz Carpenter, en cuya etapa como
alcalde se produjo el gran despegue turístico del Puerto de la Cruz.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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