Al principio del siglo XX, la casa exportadora YEOWARD
instalada en el Puerto de la Cruz, construyó el muelle EL PENITENTE, desconozco
la procedencia de la denominación quizá era lugar de penitencia del
desaparecido convento dominico que habitaba en ese lugar. Los barco de vapor
hicieron presencia en el ese corto y simpático
atraque para transportar frutas sobre todo el plátano, tampoco sé si el
transporte era hasta la capital Santa Cruz de Tenerife por la decadencia de
carreteras decentes, o el embarque era directamente para Inglaterra.
Lo cierto que esta estampa nos hace pensar de
tristeza por la construcción del ansiado puerto deportivo, pesquero y
comercial, el desafío entre políticas y sobre todo de políticos de distintos
colores pero con el mismo collar, retrocedan estas esperadas obras. Ni los
portuenses, ni los villeros, ni los realejeros de a pie son culpables de este
asunto, son ellos los primeros interesados por el nuevo atraque portuario en el
Puerto de la Cruz, quizá el problema sea de la tradicional leyenda que si a los
chicharreros, no le atañe, que en su tiempo fueron apoyados por los
aristócratas del Valle de La Orotava.
El fallecido portuense Juan Francisco González que
fue compañero de trabajo en la desaparecida Cooperativa Agrícola de Tenerife,
me lo decía todos los días, con rabias en su rostro, los aristócratas fueron
los culpables que se llevaron todo para la capital.
Repetir esta escena en el Penitente, quizá con
aquellos desaparecidos vapores o con las actuales motoras lo más probable que
con alta marea atraquen en el Rancho Grande, bromas aparte…
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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