domingo, 9 de julio de 2017

LOS AÑOS CINCUENTA DEL SIGLO XX (III)



Fotografía correspondiente a los estudio portuense BAEZA, de una bella carroza frente al desaparecido gran hotel Martiánez en la calle Valois, en la que pernoctaban bellísimas entonces señoritas del Puerto de la Cruz, década de los años cincuenta del siglo XX.

El amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS HERNÁNDEZ, remitió entonces (18/07/2012) estas notas que tituló; “LOS AÑOS CINCUENTA DEL SIGLO XX (III)· “…Esta situación ocasionaba que en la pleamar  las partículas de las algas corrompidas fueran arrastradas por las olas,  atrayendo, como consecuencia, a la orilla, para comer a multitud de peces, sobre todo, a las viejas, salemas, sargas y con el mismo objeto, también a los cangrejos, lapas, pulpos, etc. Y… ¡llegó el momento! Estos efectos los conocían muy bien los pescadores marisqueros portuenses, siendo el tiempo idóneo para empezar a pescarlos. Los aficionados a la pesca a caña ya empezaban a situar en sus pesqueros favoritos. Entre los pescadores a caña más asiduos se encontraban: Domiciano Martín (el cubano), Claudio Carballo (el herrero), Antonio Rocío (el latonero), Paco Bethencourt (electricista) y el popular <<Ramonillo>>. Todos ellos, ahora desaparecidos. Menciono a continuación algunos lugares estratégicos, donde solían ponerse a pescar los pescadores de caña: El Muelle, El Penitente, Punta de los Meros, La Cebada, El Gallinero, El Cabezo, Laja la Sal, etc. Mas el Puerto de la Cruz de los años 50 dio, como queda dicho, magníficos pescadores y marisqueros submarinistas, pioneros en las artes de sustraer a la mar  sabrosos productos.
Atrás quedó el año 1951. Nos adentramos ahora en los eventos más sobresalientes que asumió el Puerto de la Cruz el año 1952. Aquel año era yo muy joven y aunque recuerdo algunos de aquellos acontecimientos me veo en la necesidad de hacerme con el programa de las fiestas de julio para que afluyan de mi mente los hechos con la máxima exactitud. No obstante, dejo a un lado dicho programa para entrar primero a contarles  algunas vivencias,  propias vividas con un grupo de amigos amantes de la mar y de sus profundidades. Me refiero a los pescadores, tanto a caña como a los submarinistas, y además también a los marisqueros portuenses,  buceadores de nuestras costas que se sumergían en la mar  para extraer peces y mariscos. En los años 50 aún no estaban descontrolados las estaciones, el otoño, el invierno, la primavera y el verano, entraban y salían con bastante sincronismo.  El agua que caía del cielo y los olas  batiendo la costa, en invierno, propiciaban que al llegar la primavera y el verano los campos y el mar estuvieran limpios y dispuestos para beneficiar al hombre con los productos arrancados de sus entrañas. Pues bien, llegó  la tan ansiada primavera y tras ésta, el verano de 1952. El mes de junio nos brindaba unos días radiantes, a pleno sol. El mar de un azul como el del mismo cielo y el agua limpia y transparente como un cristal. Las algas y musgos desprendidos del lecho marino se amontonaban en la ribera del mar (playas y callaos). Según avanzaban los días, las algas acumuladas en las playas empezaban  a descomponerse, por efectos del sol y zarandeo del agua. Esta situación ocasionaba que en la pleamar  las partículas de las algas corrompidas fueran arrastradas por las olas,  atrayendo, como consecuencia, a la orilla, para comer a multitud de peces, sobre todo, a las viejas, salemas, sargas y con el mismo objeto, también a los cangrejos, lapas, pulpos, etc. Y… ¡llegó el momento! Estos efectos los conocían muy bien los pescadores marisqueros portuenses, siendo el tiempo idóneo para empezar a pescarlos. Los aficionados a la pesca a caña ya empezaban a situar en sus pesqueros favoritos. Entre los pescadores a caña más asiduos se encontraban: Domiciano Martín (el cubano), Claudio Carballo (el herrero), Antonio Rocío (el latonero), Paco Bethencourt (electricista) y el popular <<Ramonillo>>. Todos ellos, ahora desaparecidos. Menciono a continuación algunos lugares estratégicos, donde solían ponerse a pescar los pescadores de caña: El Muelle, El Penitente, Punta de los Meros, La Cebada, El Gallinero, El Cabezo, Laja la Sal, etc. Mas el Puerto de la Cruz de los años 50 dio, como queda dicho, magníficos pescadores y marisqueros submarinistas, pioneros en las artes de sustraer a la mar  sabrosos productos. He aquí algunos nombres de estos artífices: Pepe Martel, Sigfredo Reyes, Alfonso Rodríguez, José Armas,  Antonio García, etc. Este último padre del periodista y ex alcalde del Puerto de la Cruz Salvador García. Y dije pioneros puesto que Pepe y Sigfredo fueron  los primeros  en adquirir de unos turistas franceses los utensilios de pesca submarina traídos a la Isla de Tenerife, cuando aun aquí no se conocían. Interrumpo  ahora este preámbulo para introducirme en los acontecimientos portuenses del año 1952. El 31 de Marzo del citado año se clausura en el Círculo Iriarte  el Primer Curso  de Invierno para extranjeros,  el acto lo organizaba La Universidad de La Laguna bajo los auspicios  de los organismos estatales. 108 alumnos asistieron a este curso, entre ellos 48 extranjeros de diferentes nacionalidades. La sala de fiestas del Círculo Iriarte se hallaba completamente llena, figurando entre la selecta concurrencia, además de los alumnos al curso, las siguientes personalidades: Excelentísimo Rector de la Universidad y director del curso,  Dr. Navarro González, D. Isidoro Luz Cárpenter,  alcalde del Puerto de la Cruz que, además, ostentaba la representación del gobernador civil de la provincia, Sr. Arias Navarro y del presidente del Cabildo y Mancomunidad, Sr. Lecuona Hardisson;  prelado de la Diócesis,  doctor Pérez Cáceres; catedrático de la Universidad Central, Excmo. Sr. Doctor D.  Joaquín de Entrambasaguas, en representación del Consejo Superior  de Investigación Científica; D. Augusto Machado y Méndez Fernández de Lugo, que ostentaba la representación del capitán  general de Canarias, Sr. Duque de la Torre; vicerrector de la Universidad, Dr. José Ortega Casteles;  decano de la Facultad de Derecho y secretario general del curso, IItmo. Sr. Doctor D. Manuel Gitrama; secretario delegado D. Antonio Ruiz Álvarez; jefe del Frente de Juventudes D. Juan de Lorenzo Cáceres; director de la escuela de Artes y Oficios, D. Pedro Suárez; diversas representaciones académicas  y cónsules de Gran Bretaña y Argentina, Sr. Fax y González Álvarez. Abrió el acto el secretario general Ilmo. Sr. Doctor Gitrama, que dio lectura a la memoria reglamentaria.
Terminó el acto académico con el reparto de diplomas a los alumnos aprobados, las autoridades, representaciones, catedráticos y alumnos fueron obsequiados, en las terrazas del Círculo Iriarte, con un vino español, en el curso del cual la agrupación folklórica del barrio de la Vera interpretó música regional.
Destaquemos a continuación algunos de los principales actos que se llevaron a cabo en las fiestas de Julio de 1952. << Fiestas de mi pueblo>> es el título del artículo que D. Diego Palenzuela Pérez abre la primera página del programa de dichas fiestas. Estampan, también, su firma en sus respectivos artículos los siguientes señores: D. Joaquín de Entreambasaguas con el denominado <<El Puerto y su Cruz>>, a continuación le sigue el de D. Antonio Ruiz Álvarez sobre un trabajo de la historia portuense titulado <<El Puerto de la Cruz se fundó>>. Excelente trabajo de investigación que debe aplaudirse. Viene después el de D. Pedro García Cabrera que lleva por nombre: <<Significación del Puerto de la Cruz>>. El poeta E. Gutiérrez Albelo se deshace, en el suyo, alabando al Puerto de la Cruz y a sus gentes, en <<Loa sin principio ni fin>>. Le sigue a continuación Pedro Ahlmark con un pequeño y tierno escrito también de alabanza al Puerto de la Cruz y a sus hijos que por lo sutil y verdadero reproduciré integro al final. Remata esta serie de magníficos e interesantes artículos el conocido y apreciado letrado portuense D. Manuel López García con: <<El Puerto de la Cruz en fiestas>>. Este como todos los articulistas que componen el singular programa festero de 1952 son de una calidad excelente, y aunque me gustaría reproducir integro cado uno de ellos, no lo puedo hacer por falta de espacio; por lo tanto elijo el que creo más corto. Léanlo a continuación.
… El Puerto de la Cruz me atraía como si fuese un amante. Sentía la nostalgia del sol del mar y de las palmeras. Yo  había encontrado allí todo esto. El ruido sordo de las olas del Atlántico era una música deliciosa para mis oídos. La pequeña población era un idilio para mí, con sus habitantes que saludaban con <<buenos días>> o un <<good mornig>> cuando paseábamos por las calles.
El puertecillo es ahora pesquero y se encuentra allí al paciente marino cuyo ojo brilla de alegría cada vez que saca del agua, de un azul verdoso, un pescadillo de plata. Una calle bordea el muelle con pequeños restaurantes, donde se puede, por pocas pesetas, calmar el hambre y la sed.  Hay, sobre todo, deliciosos pescadillos de tres o cuatro centímetros que se fríen en aceite y se comen al sacarlos de la sartén. La vida es muy barata. Aún en el gran Hotel Taoro  puede vivirse por casi nada en un marco paradisiaco con flores por todas partes. Yo estaba sobre todo cautivado por la magnificencia de buganvillas de color rojo violeta que cubren los numerosos muros extendidos, por millares al sol. También hay flores sobre las cruces que jalonan la localidad y por donde nadie pasa sin persignarse.
Otras muchas cosas acaecieron en las fiestas portuenses de aquel año inolvidable. Veámoslas seguidamente: domingo 13 de julio desde primeras horas de la mañana, exposición de barquitos y efectos navales en la pila de la Plaza del Charco. A las 11 de la mañana, solemne función religiosa en honor del Gran Poder de Dios, cantando la misa la capilla de Santa Cecilia, de la Villa de la Orotava, la dirigía el maestro Sosa. La sagrada cátedra estuvo ocupada por el M.I. don Leopoldo Morales Armas. A las 4 de la tarde, concierto musical en la Plaza del Charco, a cargo de la banda de música <<Nivaria>> de la Villa de Arafo. A las 5 de la tarde, partido de fútbol entre el Real Unión y el C.D. Norte. Lunes 14 (dedicado, como el día anterior, al Gran Poder de Dios). A las 10 de la mañana, recibimiento a la entrada de la población del Ilmo. Y Rvdmo. Obispo de la Diócesis, Dr. D. Domingo Pérez Cáceres, el recibimiento corrió a cargo de las comisiones eclesiásticas y municipales, diferentes hermandades y bandas de música. Ese mismo día y en la sacristía del templo parroquial, entrega del pergamino que nombra el Excmo. Sr. Don Joaquín de Entrambasaguas Camarero Honorario de la Venerable Hermandad del Gran Poder de Dios. A las 5 de la tarde y en la Plaza del Charco concurso de autos engalanados, 1º premio 1000 ptas. 2º 500 y 3º 250. A continuación carrera de sortijas, de estos mismos automóviles, alrededor de la plaza y calles adyacentes; culminando dicho acto con batalla de flores, serpentinas y confetis. Y como remate de las fiestas de ese día, a las 10 de la noche <<gran baile de blanco y negro>> en el Teatro Topham. Amenizado por la orquesta <<Casa Blanca>> de los Realejos. ·El martes día 15 está dedicado a la Stma. Virgen del Carmen. Desde las primeras horas de la mañana aparecen engalanadas las calles de la Ranilla y muelle pesquero. Expertos pescadores preparan un artístico arco, decorado con utensilios navales y productos de la mar. En dicho trono será entronizada la Stma. Virgen del Carmen, antes y después de su paseo marítimo, para a continuación  hacer el recorrido procesional por el barrio ranillero y calles adyacentes, hasta culminar en el templo sagrado de la Peña de Francia.
Notas que aparecen en dicho programa: En la fiesta de disfraz de la noche del sábado día 12 es imprescindible la asistencia en traje de disfraz. En la fiesta de <<Blanco y Negro>> de la noche del día 14, es obligado que las Srtas. Lleven el traje blanco y los caballeros oscuros. Quedan exceptuadas de estas condiciones las Sras. Acompañantes. Sin duda eran otras fiestas que recordaremos con nostalgia.  Volveremos en otra ocasión, a destapar, para los portuenses, el baúl de los recuerdos…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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