Fotografía
correspondiente a los estudio portuense BAEZA, de una bella carroza frente al
desaparecido gran hotel Martiánez en la calle Valois, en la que pernoctaban
bellísimas entonces señoritas del Puerto de la Cruz, década de los años
cincuenta del siglo XX.
El amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS
HERNÁNDEZ, remitió entonces (18/07/2012) estas notas que tituló; “LOS AÑOS CINCUENTA DEL SIGLO XX
(III)· “…Esta situación ocasionaba que en la pleamar las partículas de las
algas corrompidas fueran arrastradas por las olas, atrayendo, como
consecuencia, a la orilla, para comer a multitud de peces, sobre todo, a las
viejas, salemas, sargas y con el mismo objeto, también a los cangrejos, lapas,
pulpos, etc. Y… ¡llegó el momento! Estos efectos los conocían muy bien los
pescadores marisqueros portuenses, siendo el tiempo idóneo para empezar a
pescarlos. Los aficionados a la pesca a caña ya empezaban a situar en sus
pesqueros favoritos. Entre los pescadores a caña más asiduos se encontraban:
Domiciano Martín (el cubano), Claudio Carballo (el herrero), Antonio Rocío (el
latonero), Paco Bethencourt (electricista) y el popular
<<Ramonillo>>. Todos ellos, ahora desaparecidos. Menciono a
continuación algunos lugares estratégicos, donde solían ponerse a pescar los
pescadores de caña: El Muelle, El Penitente, Punta de los Meros, La Cebada, El
Gallinero, El Cabezo, Laja la Sal, etc. Mas el Puerto de la Cruz de los años 50
dio, como queda dicho, magníficos pescadores y marisqueros submarinistas,
pioneros en las artes de sustraer a la mar sabrosos productos.
Atrás quedó el año 1951. Nos adentramos ahora en los eventos más sobresalientes
que asumió el Puerto de la Cruz el año 1952. Aquel año era yo muy joven y
aunque recuerdo algunos de aquellos acontecimientos me veo en la necesidad de
hacerme con el programa de las fiestas de julio para que afluyan de mi mente
los hechos con la máxima exactitud. No obstante, dejo a un lado dicho programa
para entrar primero a contarles algunas vivencias, propias vividas
con un grupo de amigos amantes de la mar y de sus profundidades. Me refiero a
los pescadores, tanto a caña como a los submarinistas, y además también a los
marisqueros portuenses, buceadores de nuestras costas que se sumergían en
la mar para extraer peces y mariscos. En los años 50 aún no estaban
descontrolados las estaciones, el otoño, el invierno, la primavera y el verano,
entraban y salían con bastante sincronismo. El agua que caía del cielo y
los olas batiendo la costa, en invierno, propiciaban que al llegar la
primavera y el verano los campos y el mar estuvieran limpios y dispuestos para
beneficiar al hombre con los productos arrancados de sus entrañas. Pues bien,
llegó la tan ansiada primavera y tras ésta, el verano de 1952. El mes de
junio nos brindaba unos días radiantes, a pleno sol. El mar de un azul como el
del mismo cielo y el agua limpia y transparente como un cristal. Las algas y
musgos desprendidos del lecho marino se amontonaban en la ribera del mar
(playas y callaos). Según avanzaban los días, las algas acumuladas en las
playas empezaban a descomponerse, por efectos del sol y zarandeo del
agua. Esta situación ocasionaba que en la pleamar las partículas de las
algas corrompidas fueran arrastradas por las olas, atrayendo, como
consecuencia, a la orilla, para comer a multitud de peces, sobre todo, a las
viejas, salemas, sargas y con el mismo objeto, también a los cangrejos, lapas,
pulpos, etc. Y… ¡llegó el momento! Estos efectos los conocían muy bien los
pescadores marisqueros portuenses, siendo el tiempo idóneo para empezar a
pescarlos. Los aficionados a la pesca a caña ya empezaban a situar en sus
pesqueros favoritos. Entre los pescadores a caña más asiduos se encontraban:
Domiciano Martín (el cubano), Claudio Carballo (el herrero), Antonio Rocío (el
latonero), Paco Bethencourt (electricista) y el popular
<<Ramonillo>>. Todos ellos, ahora desaparecidos. Menciono a
continuación algunos lugares estratégicos, donde solían ponerse a pescar los
pescadores de caña: El Muelle, El Penitente, Punta de los Meros, La Cebada, El
Gallinero, El Cabezo, Laja la Sal, etc. Mas el Puerto de la Cruz de los años 50
dio, como queda dicho, magníficos pescadores y marisqueros submarinistas,
pioneros en las artes de sustraer a la mar sabrosos productos. He aquí
algunos nombres de estos artífices: Pepe Martel, Sigfredo Reyes, Alfonso
Rodríguez, José Armas, Antonio García, etc. Este último padre del
periodista y ex alcalde del Puerto de la Cruz Salvador García. Y dije pioneros
puesto que Pepe y Sigfredo fueron los primeros en adquirir de unos
turistas franceses los utensilios de pesca submarina traídos a la Isla de Tenerife,
cuando aun aquí no se conocían. Interrumpo ahora este preámbulo para
introducirme en los acontecimientos portuenses del año 1952. El 31 de Marzo del
citado año se clausura en el Círculo Iriarte el Primer Curso de
Invierno para extranjeros, el acto lo organizaba La Universidad de La
Laguna bajo los auspicios de los organismos estatales. 108 alumnos
asistieron a este curso, entre ellos 48 extranjeros de diferentes
nacionalidades. La sala de fiestas del Círculo Iriarte se hallaba completamente
llena, figurando entre la selecta concurrencia, además de los alumnos al curso,
las siguientes personalidades: Excelentísimo Rector de la Universidad y
director del curso, Dr. Navarro González, D. Isidoro Luz Cárpenter,
alcalde del Puerto de la Cruz que, además, ostentaba la representación del
gobernador civil de la provincia, Sr. Arias Navarro y del presidente del
Cabildo y Mancomunidad, Sr. Lecuona Hardisson; prelado de la Diócesis,
doctor Pérez Cáceres; catedrático de la Universidad Central, Excmo. Sr.
Doctor D. Joaquín de Entrambasaguas, en representación del Consejo
Superior de Investigación Científica; D. Augusto Machado y Méndez
Fernández de Lugo, que ostentaba la representación del capitán general de
Canarias, Sr. Duque de la Torre; vicerrector de la Universidad, Dr. José Ortega
Casteles; decano de la Facultad de Derecho y secretario general del
curso, IItmo. Sr. Doctor D. Manuel Gitrama; secretario delegado D. Antonio Ruiz
Álvarez; jefe del Frente de Juventudes D. Juan de Lorenzo Cáceres; director de
la escuela de Artes y Oficios, D. Pedro Suárez; diversas representaciones
académicas y cónsules de Gran Bretaña y Argentina, Sr. Fax y González
Álvarez. Abrió el acto el secretario general Ilmo. Sr. Doctor Gitrama, que dio
lectura a la memoria reglamentaria.
Terminó el
acto académico con el reparto de diplomas a los alumnos aprobados, las
autoridades, representaciones, catedráticos y alumnos fueron obsequiados, en
las terrazas del Círculo Iriarte, con un vino español, en el curso del cual la
agrupación folklórica del barrio de la Vera interpretó música regional.
Destaquemos a
continuación algunos de los principales actos que se llevaron a cabo en las
fiestas de Julio de 1952. << Fiestas de mi pueblo>> es el título
del artículo que D. Diego Palenzuela Pérez abre la primera página del programa
de dichas fiestas. Estampan, también, su firma en sus respectivos artículos los
siguientes señores: D. Joaquín de Entreambasaguas con el denominado <<El
Puerto y su Cruz>>, a continuación le sigue el de D. Antonio Ruiz Álvarez
sobre un trabajo de la historia portuense titulado <<El Puerto de la Cruz
se fundó>>. Excelente trabajo de investigación que debe aplaudirse. Viene
después el de D. Pedro García Cabrera que lleva por nombre:
<<Significación del Puerto de la Cruz>>. El poeta E. Gutiérrez
Albelo se deshace, en el suyo, alabando al Puerto de la Cruz y a sus gentes, en
<<Loa sin principio ni fin>>. Le sigue a continuación Pedro Ahlmark
con un pequeño y tierno escrito también de alabanza al Puerto de la Cruz y a
sus hijos que por lo sutil y verdadero reproduciré integro al final. Remata
esta serie de magníficos e interesantes artículos el conocido y apreciado
letrado portuense D. Manuel López García con: <<El Puerto de la Cruz en
fiestas>>. Este como todos los articulistas que componen el singular
programa festero de 1952 son de una calidad excelente, y aunque me gustaría
reproducir integro cado uno de ellos, no lo puedo hacer por falta de espacio;
por lo tanto elijo el que creo más corto. Léanlo a continuación.
… El Puerto de
la Cruz me atraía como si fuese un amante. Sentía la nostalgia del sol del mar
y de las palmeras. Yo había encontrado allí todo esto. El ruido sordo de
las olas del Atlántico era una música deliciosa para mis oídos. La pequeña
población era un idilio para mí, con sus habitantes que saludaban con
<<buenos días>> o un <<good mornig>> cuando paseábamos
por las calles.
El puertecillo
es ahora pesquero y se encuentra allí al paciente marino cuyo ojo brilla de
alegría cada vez que saca del agua, de un azul verdoso, un pescadillo de plata.
Una calle bordea el muelle con pequeños restaurantes, donde se puede, por pocas
pesetas, calmar el hambre y la sed. Hay, sobre todo, deliciosos
pescadillos de tres o cuatro centímetros que se fríen en aceite y se comen al
sacarlos de la sartén. La vida es muy barata. Aún en el gran Hotel Taoro
puede vivirse por casi nada en un marco paradisiaco con flores por todas
partes. Yo estaba sobre todo cautivado por la magnificencia de buganvillas de
color rojo violeta que cubren los numerosos muros extendidos, por millares al
sol. También hay flores sobre las cruces que jalonan la localidad y por donde
nadie pasa sin persignarse.
Otras muchas
cosas acaecieron en las fiestas portuenses de aquel año inolvidable. Veámoslas
seguidamente: domingo 13 de julio desde primeras horas de la mañana, exposición
de barquitos y efectos navales en la pila de la Plaza del Charco. A las 11 de
la mañana, solemne función religiosa en honor del Gran Poder de Dios, cantando
la misa la capilla de Santa Cecilia, de la Villa de la Orotava, la dirigía el
maestro Sosa. La sagrada cátedra estuvo ocupada por el M.I. don Leopoldo
Morales Armas. A las 4 de la tarde, concierto musical en la Plaza del Charco, a
cargo de la banda de música <<Nivaria>> de la Villa de Arafo. A las
5 de la tarde, partido de fútbol entre el Real Unión y el C.D. Norte. Lunes 14
(dedicado, como el día anterior, al Gran Poder de Dios). A las 10 de la mañana,
recibimiento a la entrada de la población del Ilmo. Y Rvdmo. Obispo de la
Diócesis, Dr. D. Domingo Pérez Cáceres, el recibimiento corrió a cargo de las
comisiones eclesiásticas y municipales, diferentes hermandades y bandas de
música. Ese mismo día y en la sacristía del templo parroquial, entrega del
pergamino que nombra el Excmo. Sr. Don Joaquín de Entrambasaguas Camarero
Honorario de la Venerable Hermandad del Gran Poder de Dios. A las 5 de la tarde
y en la Plaza del Charco concurso de autos engalanados, 1º premio 1000 ptas. 2º
500 y 3º 250. A continuación carrera de sortijas, de estos mismos automóviles,
alrededor de la plaza y calles adyacentes; culminando dicho acto con batalla de
flores, serpentinas y confetis. Y como remate de las fiestas de ese día, a las
10 de la noche <<gran baile de blanco y negro>> en el Teatro
Topham. Amenizado por la orquesta <<Casa Blanca>> de los Realejos.
·El martes día 15 está dedicado a la Stma. Virgen del Carmen. Desde las
primeras horas de la mañana aparecen engalanadas las calles de la Ranilla y
muelle pesquero. Expertos pescadores preparan un artístico arco, decorado con
utensilios navales y productos de la mar. En dicho trono será entronizada la
Stma. Virgen del Carmen, antes y después de su paseo marítimo, para a
continuación hacer el recorrido procesional por el barrio ranillero y
calles adyacentes, hasta culminar en el templo sagrado de la Peña de Francia.
Notas que
aparecen en dicho programa: En la fiesta de disfraz de la noche del sábado día
12 es imprescindible la asistencia en traje de disfraz. En la fiesta de
<<Blanco y Negro>> de la noche del día 14, es obligado que las
Srtas. Lleven el traje blanco y los caballeros oscuros. Quedan exceptuadas de
estas condiciones las Sras. Acompañantes. Sin duda eran otras fiestas que
recordaremos con nostalgia. Volveremos en otra ocasión, a destapar, para
los portuenses, el baúl de los recuerdos…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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