El amigo desde la infancia en la Villa de La Villa
de La Orotava; FRANCISCO SALAMANCA DE LA PEÑA, remitió entonces (16/05/2009)
estas notas que tituló; ““BODAS DE ORO” DE LA XVII PROMOCIÓN DE
LAS MILICIAS UNIVERSITARIAS”.
Publicadas en el periódico EL
DÍA, suplemento semanal LA PRENSA,
el sábado 16 de mayo de 2009: “…Inmensa alegría me produjo hace unos días una llamada
telefónica del buen amigo Pablo Pérez, compañero de correrías políticas en los
tiempos del CDS, notificándome la celebración del 50 aniversario de mi
promoción 1958-1959 de las Milicias Universitarias. Los actos conmemorativos se
celebrarán durante los días 11 al 13 de Junio próximos con un amplio programa
mediante un ciclo de conferencias a cargo del General Jefe del Mando de
Canarias, Excmo., Sr., Teniente General del Ejército, don José Luís Vega Alba,
del Sr. Pérez Rodríguez, presidente regional de UNAMU de Asturias, y del
Capitán de Fragata, don Luís García
Rebollo. Estos actos se celebrarán en la sede de la Hermandad de alférez
Provisionales de la calle Betancourt Alfonso de Santa Cruz de Tenerife. El
viernes día 12 de junio se desarrollará el acto Institucional en la “Plaza de la Milicia Universitaria”
de la Base Militar
de Hoya Fría. Asistiremos a un concierto a cargo de la Unidad de Música Militar de
la Subinspección
de Tropas del Mando de Canarias, a la Santa Misa en la Capilla de la Base, a la Renovación, Jura o
Promesa de la Bandera
de España, a la ofrenda floral y responso en memoria de los profesores y
alumnos fallecidos y como colofón una cena de confraternidad con imposición de
insignias en el Real Club Náutico de Tenerife.
Las
milicias universitarias fueron creadas en los años cuarenta para todos aquellos
alumnos de facultades universitarias y escuelas técnicas con el fin de no
interrumpir sus estudios, permitiendo hacer el servicio militar obligatorio en
dos periodos de tres meses consecutivos en verano y finalmente cuatro meses de
prácticas como sargento o alférez eventual de complemento en un destino
determinado. En mi caso me correspondió como alférez agregado al servicio de
Toco-ginecología del Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife, a las órdenes
del capitán Muíño, lo que me sirvió de
una experiencia muy gratificante bajo el punto de vista médico y militar.
Como
dijo Ricardo Melchior, presidente del Cabildo Insular de Tenerife en el acto de
presentación del libro de José Méndez “A los Rodeos voy… 5ª zona de la IPS”, Los Rodeos fue “el mejor
campamento de España, porque vivíamos en barracones y dormíamos en literas”.
Efectivamente, esto nos diferenciaba de
tantos otros repartidos por la geografía peninsular que lo hacían bajo las
lonas de las tiendas de campaña. Aquellos seis meses de convivencia, de
auténtica hermandad, estudiando, soportando el rigor del frío nocturno y
midiendo el tiempo por los metros de chusco (pieza de pan de munición) que nos
quedaban por consumir para finalizar, sirvieron para curtir nuestra fogosa
juventud aprendiendo los conceptos de obediencia, respeto y amistad. Con razón
alguien definió los campamentos de la
IPS como “auténticas universidades de verano”.
Los
actos que vamos a celebrar nos servirán sin duda como magnifico punto de
encuentro de todos los que durante aquellos años vivimos la experiencia
militar. Disfrutaremos de los viejos compañeros a muchos de los cuales se nos
hará difícil reconocer. Ya no hablaremos con la impetuosidad de antaño, de la
terminación de la carrera, de nuestras novias, de los proyectos profesionales.
Ahora lo haremos de cómo nos ha ido la vida, de nuestros hijos y nietos, de los
compañeros que se han quedado en el camino y por supuesto de enfermedades y
jaquecas que inevitablemente a todos nos afectan.
Pero
una vez superadas estas contingencias resurgirá la amistad y la alegría de
entonces. Comenzaremos el intercambio de recuerdos, de anécdotas y de
experiencias. Recordar es volver a vivir.
Rememoraremos
cientos de anécdotas: las novatadas, los manteos
(pobre
el que se dejara convencer para visitar el barracón de los sargentos: al solo
grito de ¡Compañía, “un maldito”!, ya bastaba para volar por los aires; la
carpeta en la cama: el nudo en los pantalones del mono para dificultar al toque
de diana vestirnos lo mas aprisa posible cuando nos ordenaban formar al pié de
las cama; los sonsonetes nocturnos tras
el toque de silencio: ¡Salamanca…agárr… la palanca!, ¡Santana… que buena está
tu hermana!, ¡Ramón… tócame… un co…,!. ¡Pingalisa!, sonsonetes que en muchas
ocasiones era el propio imaginaria quién los iniciaba; el vertido de un bote de
leche condensada sobre los atributos de un compañero dormilón. Recordaremos
también las clases de topografía, de Reglamento o de Instrucción premilitar; la
elegancia y señorío de nuestro jefe don Pedro Pérez Andreu: a los capitanes
Peñalver y Sanmunicio: el pánico inicial al capitán Pintado que luego resultó
ser un compañero y gran amigo de todos, los “leones de Pintado” nos llamaba; a
los tenientes Bruno (Lorencito Bruno, para los amigos), Arencibia y Calzadilla,
al alférez Palenzuela y a otros tantos cuyos nombres no recuerdo;
Evocaremos las madrugadas reptando sobre
los campos de “chochos” de la vega lagunera; los trabajos de pavimentación del
patio de armas: los ejercicios tácticos en las montañas de Los Rodeos cuando en
cierta ocasión una pobre mujer alarmada salió a nuestro encuentro gritando que
ocurría: Es la guerra señora… es la guerra, le gritaba Chicho Miranda. Ay Dios
Santo… que yo tengo a mi hijo en el cuartel; la marcha a Bajamar de acemileros
bajo la atenta mirada del teniente Cruz: ¡ No la miiire ¡, nos decía, cuando la
mula se espantaba.
Y
como estas, muchísimas anécdotas más que llenarían páginas y páginas y que creo
han sido recogidas por José Méndez en uno de sus libros ….. que por cierto, no
he tenido la ocasión de leer.
También
estoy seguro que volveremos a cantar el “Margarita se llama mi amor”, el “Sole,
Sole”, himnos oficiosos a cuyos sones desfilaron todos los campamentos de la IPS de España, volveremos a
besar la bandera y a desfilar marcialmente como lo hicimos entonces, el día de
la entrega de despachos, a finales del mes de Agosto de 1959, en las
inmediaciones de la iglesia de la
Concepción de La
Laguna.
Por
todo ello yo deseo animar a todos los compañeros de promoción a que asistan a
estos actos. Será un magnifico reencuentro tras cincuenta años de nuestras
vidas. Nos abrazaremos con la fuerza de una amistad no olvidada renovando
nuestro afecto y de seguro que en nuestros corazones volverá a surgir la
antigua jovialidad que no hemos perdido con los años.
En
esta efemérides, repito, lamentaremos profundamente la ausencia de los mandos y
compañeros fallecidos a quienes recordamos con afecto y cariño. Personalmente
dedico un recuerdo muy especial a quien fuera uno de nuestros profesores en el
primer campamento, el teniente Rovira, gran persona e íntimo amigo mío, que
incluso compartía los permisos de los sábados desplazándose a mi casa de La Orotava donde gozaba de un
especial afecto de mis padres. Su madre, doña Ernestina y la mía mantuvieron
durante muchos años una correspondencia muy cariñosa. El teniente Rovira, Juan
José Hernández Rovira, falleció en Madrid el 1 de junio de 1994, a los 58 años, siendo
general de brigada, vilmente asesinado por la banda terrorista ETA en presencia
de una de sus hijas, Dejó huérfanos a siete hijos, uno de ellos con síndrome de
Down. Su esposa había fallecido el año anterior de un proceso canceroso
irreversible. Su bonhomía quedó patente hasta el último minuto de su vida. Una
enfermera del Hospital Gregorio Marañón que fue la primera en atenderle en
plena calle, tras los cinco disparos que recibió, declaró que aún seguía vivo y
que sus últimas palabras fueron: “Que Dios me perdone”…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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