Fotografía
referente a los años cincuenta del siglo XX tomada con los alumnos de su
colegio en el patio de casa de su madre doña Soledad Arbelo en la calle El
Calvario de la Villa de La Orotava por motivo de sus cumpleaños.
En la
panorámica sentado en el centro es Don Fernando Álvarez Arbelo, entre los
muchachos hay muchas caras conocidas, que me perdonen, pues me es complicado
tener que nombrarlos a todos, pero entre ellos; Juanito González, Antonio
Santos Cruz (un gran amigo y empresario de multióptica), Efrén Sacramento Álvarez,
Javier Arbelo (mítico baloncestista de la Villa), Mario “El Guagua”(fallecido),
Cándido León, Pepito Álvarez, Falo García etc.…
Aniversario de
su fallecimiento. Don Fernando Álvarez Arbelo era para mí un maestro de
maestro, antes de hablar de su colegio ilustrado, voy e explicar cómo llegué a
estudiar con este hombre que nos acaba de dejar para siempre. Un servidor tenía
8 años, estudiaba en el Colegio de la Milagrosa de Las Hermanas de la Caridad
entonces era mixto, con la recordada sor Dolores, hice la primera comunión con
la misma comunidad y por razón de espacio en el templo parroquial de Santo
Domingo de Guzmán regentado desde aquellos tiempos hasta hoy por los padres
paúles.
Al cumplir la
edad reglamentaria en el colegio de La Milagrosa, mi padre me inscribe en el
Colegio de San Isidro con los padres salesianos, donde en el curso 1958 - 1959
formo parte de la clase denominada “CHICA”, a las dos o tres semanas del
comienzo del curso escolar, abandonaba el aula llorando de tras de mi padre Juan
Álvarez Díaz, desconozco los motivos, era un niño, quizá fuesen depresiones
infantiles o quizás no me gustaba el colegio, no lo sé. Es cuando mi padre se
lo piensa, y me apunta en el colegio de San Fernando que regentaba don Fernando
Álvarez Arbelo, ubicado en la calle de San Francisco, frente a las famosas
casas de los balcones, donde hoy está la exposición de la mansión conocida por
“La Casa del Turista”. La verdad que el cambio me fue fenomenal, llegué a
cursar como alumno libre del Instituto Cabrera Pinto de la Laguna desde el
examen de Ingreso hasta segundo de bachiller. Por las tardes me sobraba tiempo
para clases de Francés en la Academia Mercantil Atlántida con el recordado Don
Félix Calzadilla Rocío, dibujo artístico en la academia de don José María
Perdigón con los profesores; Don José González (alfombrista), y don Luis García
Mesa (arquitecto), y por ultimo asistía a la academia de música de la Banda de
Música de la Agrupación Musical Orotava, con los profesores; don José Mesa, don
General Berenguer y don Teodoro Sanabria.
MI etapa como
estudiante en el colegio de San Fernando la describo como fenomenal, de muy
alto nivel, de mucho provecho, bajo las cualidades pedagógicas magnifica a
veces con mucha norma en ocasiones eran chasquidos en la punta de los dedos de
mi querido maestro don Fernando Álvarez Arbelo, con él aprendía a ser hombre, a
respetar y a ser respetado, método de altozano y libertad en el compromiso
ilustrado. En resumen buenísimos compañeros, una preparación todoterreno, una
educación de hombre de provecho y un profesor que sabía armonizar un aula mixta
en niveles escolares desde el párvulo hasta el bachillerato, pasando por la
cultura general, la mecanografía y demás.
Don Fernando
Álvarez Arbelo, al final de la década de los años cuarenta del siglo XX, en la
postrimería de la guerra civil, se gradúa a igual que su hermano Maximino en el
Magisterio, concretamente en la Escuela Normal de La Laguna.
Un día me
contó que buscando trabajo se encontró con su amigo y compañero don Marco Estévez,
el cual daba clases particulares en el lugar donde posteriormente se instaló el
aula colegio de San Fernando. Le dijo que lo iba a dejar, pues se iba a la
enseñanza oficial. Don Fernando Álvarez Arbelo, conjuntamente con su hermano
Maximino Álvarez Arbelo también maestro titular, se deciden montar en ese lugar
de la calle de San Francisco el laureado colegio de San Fernando. Daban clases
mixtas en diferentes niveles académicos desde las nueve horas a las doces y de
las catorce a las dieciséis de la tarde, se descansaba los sábados por la
tarde. No todo acababa en ese horario, por la tarde había un aula para féminas
y por la noche otra aula para los obreros y matar con esto el analfabetismo que
existía en aquellos años idos.
Al principio
de los años sesenta del siglo XX, don Fernando Álvarez Arbelo, daba sus clases
en solitario, al contraer matrimonio con doña Juana Pérez titular en el
magisterio, ella se hace cargo de las féminas en su hogar matrimonial en el
orotavense Barrio de Los Cuartos, hasta que ambos aprueban las oposiciones al
magisterio oficial y deciden por incompatibilidad cerrar el laureado colegio de
San Fernando.
Por entonces
un servido que estudiaba segundo de bachiller, tuvo un accidente en la calle de
San Agustín de La Villa de La Orotava a la altura de la mansión de don Luis
Benítez de Lugo cuando regresaba a casa por dicha vía, fui atropellado por un
automóvil marca Ford propiedad de don Rodolfo Herreros el impresor. Tras
convalecer en casa para recuperarme de las heridas sufridas en el citado
accidente, ya en el curso 1963 – 1964 había desaparecido el querido colegio,
por lo que objeté por volver al Colegio de San Isidro para terminar el
bachillerato. En el cambio noté, de una enseñanza libre, y en libertad bajo la
tutela excelente de don Fernando Álvarez Arbelo, a la acérrima disciplina de
los padres salesianos en el colegio de San Isidro. De unas jornadas para
estudiar de todo a unas jornadas totalmente totalitario del bachillerato.
A don Fernando
le debo todo, pero todo, mi voluntad por aprender, mi voluntad por ser hombre
de provecho y mi voluntad por hacer y ser lo que soy. Era un maestro de mucha
sabiduría, que también trabajó con mi hijo el mayor Juan Félix Álvarez y
González de Chaves en el Colegio Público de Nuestra Señora de la Concepción,
estoy seguro que él también le debe lo que hoy es, un caballero cabal, un
profesional de la música.
Don Fernando,
te escribo a igual que como me enseñaste a garrapatear, te escribo en tu
miramiento, no solo mío sino de los tantos y tantos discípulos que tuviste que
te querían de verdad y que te tributaron un merecido homenaje cuando te
jubilaste del magisterio. Entiendo que tu marcha al infinito has sido feliz a
tu 87 años, un adiós misericordioso, contigo seguirá aquella figurita pequeñina
del patrón de tu colegio de nuestro colegio “San Fernando”, en el otro lugar
están tus padres don Maximino y doña Soledad, tu hermanas Leídas
(extraordinaria maga con don Norberto Morales en la romería de San Isidro),
Fina, y Maximino. Están todos, e incluso muchos compañeros míos del colegio y
muchísimos alumnos y alumnas tuyas. Aquí dejas a una gran señora doña Juana
Pérez tu desconsolada esposa, que todos conocíamos por doña Juanita y a tus
hijos; Carlos, Pino, Fernando, y Tito.
Don Fernando
con tu ida al infinito, me viene el recuerdo, ver a tu madre doña Sole sentada
en sillones de mimbres por fuera de tu casa en la calle El Calvario en tiempos
estivales, por encima de casa de mis padres. A tu padre Maximino al que siempre
como chofer de la parada le daba mis estilográficas para que me las llevara a
arreglar a Santa Cruz. Tu hermano Maximino padre de mis amigos; MImi, Orlando,
Juan de Dios y Amparito, recortando y pegando las letras doradas de las coronas
de flores de su jardín. El oírte tocar el piano con tu impresionantes oídos.
Por último la remembranza que cuando nos hocicábamos por las calles de la Villa
me preguntaba por mi hijo Juan Félix (tu alumno) qué estudiaba música en
Londres, Basilea, Viena. Siempre tenía la ilusión de oírlo con su clarinete.
Decirte que te
quiero, y te seguiré queriendo, porque fuiste mi maestro de verdad, desde aquel
pequeño y laureado colegio de San Francisco villero salió todas clases de
profesionales desde artesanos, ebanistas e incluso grandes empresarios y
universitarios. ¡Hasta pronto¡.
La amiga de la
Villa de la Orotava; LOURDES HERNÁNDEZ DÍAZ remitió entonces (03/09/2012) estas
notas que tituló “DON FERNANDO ALVAREZ ARBELO “EL MAESTRO”:“…Hoy lunes 3 de septiembre de 2012, , no es un buen
día para mí ni para muchos que quisieron a don Fernando “el maestro”. Quién no
recuerda a su primer profesor, o al profesor que junto a tus padres te enseñaba
los primeros pasos para formarte como persona y como profesional. Pues eso me
paso con don Fernando.
Allá por los
años 80 comencé mis estudios en el colegio público
Nuestra Señora de la Concepción en la calle Magistrado Barreda, esquina con la
calle Viera, en La Orotava. En esos momentos y desde muchos años atrás dirigía
dicho colegio el maestro Don Fernando Álvarez Arbelo. Pasaron por sus aulas miles
de alumnos, no sólo en el colegio La Concepción sino en otros colegios donde en
su dilatada carrera impartió clases como fue el colegio San Fernando en la
calle San Francisco. Don Fernando era un hombre inteligente, justo, recto,
amable, cariñoso, atento. Un hombre que dio su vida por transmitir sus
conocimientos a los alumnos.
Cuando pase a
sexto de E.G.B él se jubiló. Así que haciendo cuentas hace aproximadamente 24
años que se había jubilado. Vivió tranquilamente todos estos años junto a su
querida y también maestra Juanita .Tuvo una larga carrera en la enseñanza, han
pasado generaciones tan distantes unas de otras (alumnos que pueden tener 65
años y alumnos de 34 años) y en periodos históricos antagónicos. Por eso estoy
segura que muchos sentirán la muerte de don Fernando “el maestro”. El sí ha
dejado huella en muchos de sus alumnos.
Siempre he
pensado que sí a alguien me quisiera parecer por su vitalidad ese era don
Fernando. Un hombre que a pesar de los años, tenía una fuerza y una actitud
ante la vida admirable. Y se ha ido como muchos sabíamos que era su mejor
despedida: tranquilo. Su alumna siempre…”
El amigo de la
Villa de La Orotava; AGUSTÍN GONZÁLEZ MARTÍN remitió entonces (03/09/2012)
estas notas: “…Tuve el honor de ser alumno de Don
Fernando en el Colegio Ntra. Sra. de La Concepción. Un Colegio muy humilde pero
que contó con un magnífico grupo de veteranos profesores, o mejor, de Maestros.
El profesor hace profesionales, pero el maestro hace personas. Entre ese grupo
destaco a Dña. Juanita (esposa de D. Fernando), Dña. Marisa (q.e.p.d), y otros
dos con los que compartí muchas más horas y con los que mantengo una cariñosa
relación aún de maestros-alumno: Dña. Nieves González y D. Tomás Méndez. No
creo que sea casualidad que todos ellos además sean ejemplares cristianos. En
el caso de D. Fernando, q.e.p.d., era un maestro de la vieja escuela, con su
rectitud, su severidad, pero al mismo tiempo un enorme cariño y respeto por sus
alumnos. Incluso cuando se enfadaba sentías una mezcla de temor, pero al mismo
tiempo de corrección paternal. Si había castigo, luego venía un guiño y podías
entender que había paz. Además D. Fernando era un maestro vocacional dentro y
fuera del aula. Ejercía de maestro en todos los ámbitos de su vida y yo me
sentía su alumno después de dejar su clase, después de salir del colegio y
también hoy. Gracias, Don Fernando…”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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