domingo, 3 de septiembre de 2017

DON FERNANDO ÁLVAREZ ARBELO, MAESTRO DE MAESTROS. Y EL COLEGIO DE SAN FERNANDO EN EL RECUERDO.



Fotografía referente a los años cincuenta del siglo XX tomada con los alumnos de su colegio en el patio de casa de su madre doña Soledad Arbelo en la calle El Calvario de la Villa de La Orotava por motivo de sus cumpleaños.
En la panorámica sentado en el centro es Don Fernando Álvarez Arbelo, entre los muchachos hay muchas caras conocidas, que me perdonen, pues me es complicado tener que nombrarlos a todos, pero entre ellos; Juanito González, Antonio Santos Cruz (un gran amigo y empresario de multióptica), Efrén Sacramento Álvarez, Javier Arbelo (mítico baloncestista de la Villa), Mario “El Guagua”(fallecido), Cándido León, Pepito Álvarez, Falo García etc.…

Aniversario de su fallecimiento. Don Fernando Álvarez Arbelo era para mí un maestro de maestro, antes de hablar de su colegio ilustrado, voy e explicar cómo llegué a estudiar con este hombre que nos acaba de dejar para siempre. Un servidor tenía 8 años, estudiaba en el Colegio de la Milagrosa de Las Hermanas de la Caridad entonces era mixto, con la recordada sor Dolores, hice la primera comunión con la misma comunidad y por razón de espacio en el templo parroquial de Santo Domingo de Guzmán regentado desde aquellos tiempos hasta hoy por los padres paúles.
Al cumplir la edad reglamentaria en el colegio de La Milagrosa, mi padre me inscribe en el Colegio de San Isidro con los padres salesianos, donde en el curso 1958 - 1959 formo parte de la clase denominada “CHICA”, a las dos o tres semanas del comienzo del curso escolar, abandonaba el aula llorando de tras de mi padre Juan Álvarez Díaz, desconozco los motivos, era un niño, quizá fuesen depresiones infantiles o quizás no me gustaba el colegio, no lo sé. Es cuando mi padre se lo piensa, y me apunta en el colegio de San Fernando que regentaba don Fernando Álvarez Arbelo, ubicado en la calle de San Francisco, frente a las famosas casas de los balcones, donde hoy está la exposición de la mansión conocida por “La Casa del Turista”. La verdad que el cambio me fue fenomenal, llegué a cursar como alumno libre del Instituto Cabrera Pinto de la Laguna desde el examen de Ingreso hasta segundo de bachiller. Por las tardes me sobraba tiempo para clases de Francés en la Academia Mercantil Atlántida con el recordado Don Félix Calzadilla Rocío, dibujo artístico en la academia de don José María Perdigón con los profesores; Don José González (alfombrista), y don Luis García Mesa (arquitecto), y por ultimo asistía a la academia de música de la Banda de Música de la Agrupación Musical Orotava, con los profesores; don José Mesa, don General Berenguer y don Teodoro Sanabria.
MI etapa como estudiante en el colegio de San Fernando la describo como fenomenal, de muy alto nivel, de mucho provecho, bajo las cualidades pedagógicas magnifica a veces con mucha norma en ocasiones eran chasquidos en la punta de los dedos de mi querido maestro don Fernando Álvarez Arbelo, con él aprendía a ser hombre, a respetar y a ser respetado, método de altozano y libertad en el compromiso ilustrado. En resumen buenísimos compañeros, una preparación todoterreno, una educación de hombre de provecho y un profesor que sabía armonizar un aula mixta en niveles escolares desde el párvulo hasta el bachillerato, pasando por la cultura general, la mecanografía y demás.
Don Fernando Álvarez Arbelo, al final de la década de los años cuarenta del siglo XX, en la postrimería de la guerra civil, se gradúa a igual que su hermano Maximino en el Magisterio, concretamente en la Escuela Normal de La Laguna.
Un día me contó que buscando trabajo se encontró con su amigo y compañero don Marco Estévez, el cual daba clases particulares en el lugar donde posteriormente se instaló el aula colegio de San Fernando. Le dijo que lo iba a dejar, pues se iba a la enseñanza oficial. Don Fernando Álvarez Arbelo, conjuntamente con su hermano Maximino Álvarez Arbelo también maestro titular, se deciden montar en ese lugar de la calle de San Francisco el laureado colegio de San Fernando. Daban clases mixtas en diferentes niveles académicos desde las nueve horas a las doces y de las catorce a las dieciséis de la tarde, se descansaba los sábados por la tarde. No todo acababa en ese horario, por la tarde había un aula para féminas y por la noche otra aula para los obreros y matar con esto el analfabetismo que existía en aquellos años idos.
Al principio de los años sesenta del siglo XX, don Fernando Álvarez Arbelo, daba sus clases en solitario, al contraer matrimonio con doña Juana Pérez titular en el magisterio, ella se hace cargo de las féminas en su hogar matrimonial en el orotavense Barrio de Los Cuartos, hasta que ambos aprueban las oposiciones al magisterio oficial y deciden por incompatibilidad cerrar el laureado colegio de San Fernando.
Por entonces un servido que estudiaba segundo de bachiller, tuvo un accidente en la calle de San Agustín de La Villa de La Orotava a la altura de la mansión de don Luis Benítez de Lugo cuando regresaba a casa por dicha vía, fui atropellado por un automóvil marca Ford propiedad de don Rodolfo Herreros el impresor. Tras convalecer en casa para recuperarme de las heridas sufridas en el citado accidente, ya en el curso 1963 – 1964 había desaparecido el querido colegio, por lo que objeté por volver al Colegio de San Isidro para terminar el bachillerato. En el cambio noté, de una enseñanza libre, y en libertad bajo la tutela excelente de don Fernando Álvarez Arbelo, a la acérrima disciplina de los padres salesianos en el colegio de San Isidro. De unas jornadas para estudiar de todo a unas jornadas totalmente totalitario del bachillerato.
A don Fernando le debo todo, pero todo, mi voluntad por aprender, mi voluntad por ser hombre de provecho y mi voluntad por hacer y ser lo que soy. Era un maestro de mucha sabiduría, que también trabajó con mi hijo el mayor Juan Félix Álvarez y González de Chaves en el Colegio Público de Nuestra Señora de la Concepción, estoy seguro que él también le debe lo que hoy es, un caballero cabal, un profesional de la música.
Don Fernando, te escribo a igual que como me enseñaste a garrapatear, te escribo en tu miramiento, no solo mío sino de los tantos y tantos discípulos que tuviste que te querían de verdad y que te tributaron un merecido homenaje cuando te jubilaste del magisterio. Entiendo que tu marcha al infinito has sido feliz a tu 87 años, un adiós misericordioso, contigo seguirá aquella figurita pequeñina del patrón de tu colegio de nuestro colegio “San Fernando”, en el otro lugar están tus padres don Maximino y doña Soledad, tu hermanas Leídas (extraordinaria maga con don Norberto Morales en la romería de San Isidro), Fina, y Maximino. Están todos, e incluso muchos compañeros míos del colegio y muchísimos alumnos y alumnas tuyas. Aquí dejas a una gran señora doña Juana Pérez tu desconsolada esposa, que todos conocíamos por doña Juanita y a tus hijos; Carlos, Pino, Fernando, y Tito.
Don Fernando con tu ida al infinito, me viene el recuerdo, ver a tu madre doña Sole sentada en sillones de mimbres por fuera de tu casa en la calle El Calvario en tiempos estivales, por encima de casa de mis padres. A tu padre Maximino al que siempre como chofer de la parada le daba mis estilográficas para que me las llevara a arreglar a Santa Cruz. Tu hermano Maximino padre de mis amigos; MImi, Orlando, Juan de Dios y Amparito, recortando y pegando las letras doradas de las coronas de flores de su jardín. El oírte tocar el piano con tu impresionantes oídos. Por último la remembranza que cuando nos hocicábamos por las calles de la Villa me preguntaba por mi hijo Juan Félix (tu alumno) qué estudiaba música en Londres, Basilea, Viena. Siempre tenía la ilusión de oírlo con su clarinete.
Decirte que te quiero, y te seguiré queriendo, porque fuiste mi maestro de verdad, desde aquel pequeño y laureado colegio de San Francisco villero salió todas clases de profesionales desde artesanos, ebanistas e incluso grandes empresarios y universitarios. ¡Hasta pronto¡.
La amiga de la Villa de la Orotava; LOURDES HERNÁNDEZ DÍAZ remitió entonces (03/09/2012) estas notas que tituló “DON FERNANDO ALVAREZ ARBELO “EL MAESTRO”:“…Hoy lunes 3 de septiembre de 2012, , no es un buen día para mí ni para muchos que quisieron a don Fernando “el maestro”. Quién no recuerda a su primer profesor, o al profesor que junto a tus padres te enseñaba los primeros pasos para formarte como persona y como profesional. Pues eso me paso con don Fernando.
Allá por los años 80 comencé mis estudios en el colegio público Nuestra Señora de la Concepción en la calle Magistrado Barreda, esquina con la calle Viera, en La Orotava. En esos momentos y desde muchos años atrás dirigía dicho colegio el maestro Don Fernando Álvarez Arbelo. Pasaron por sus aulas miles de alumnos, no sólo en el colegio La Concepción sino en otros colegios donde en su dilatada carrera impartió clases como fue el colegio San Fernando en la calle San Francisco. Don Fernando era un hombre inteligente, justo, recto, amable, cariñoso, atento. Un hombre que dio su vida por transmitir sus conocimientos a los alumnos.
Cuando pase a sexto de E.G.B él se jubiló. Así que haciendo cuentas hace aproximadamente 24 años que se había jubilado. Vivió tranquilamente todos estos años junto a su querida y también maestra Juanita .Tuvo una larga carrera en la enseñanza, han pasado generaciones tan distantes unas de otras (alumnos que pueden tener 65 años y alumnos de 34 años) y en periodos históricos antagónicos. Por eso estoy segura que muchos sentirán la muerte de don Fernando “el maestro”. El sí ha dejado huella en muchos de sus alumnos.
Siempre he pensado que sí a alguien me quisiera parecer por su vitalidad ese era don Fernando. Un hombre que a pesar de los años, tenía una fuerza y una actitud ante la vida admirable. Y se ha ido como muchos sabíamos que era su mejor despedida: tranquilo. Su alumna siempre…”
El amigo de la Villa de La Orotava; AGUSTÍN GONZÁLEZ MARTÍN remitió entonces (03/09/2012) estas notas: “…Tuve el honor de ser alumno de Don Fernando en el Colegio Ntra. Sra. de La Concepción. Un Colegio muy humilde pero que contó con un magnífico grupo de veteranos profesores, o mejor, de Maestros. El profesor hace profesionales, pero el maestro hace personas. Entre ese grupo destaco a Dña. Juanita (esposa de D. Fernando), Dña. Marisa (q.e.p.d), y otros dos con los que compartí muchas más horas y con los que mantengo una cariñosa relación aún de maestros-alumno: Dña. Nieves González y D. Tomás Méndez. No creo que sea casualidad que todos ellos además sean ejemplares cristianos. En el caso de D. Fernando, q.e.p.d., era un maestro de la vieja escuela, con su rectitud, su severidad, pero al mismo tiempo un enorme cariño y respeto por sus alumnos. Incluso cuando se enfadaba sentías una mezcla de temor, pero al mismo tiempo de corrección paternal. Si había castigo, luego venía un guiño y podías entender que había paz. Además D. Fernando era un maestro vocacional dentro y fuera del aula. Ejercía de maestro en todos los ámbitos de su vida y yo me sentía su alumno después de dejar su clase, después de salir del colegio y también hoy. Gracias, Don Fernando…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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