viernes, 8 de septiembre de 2017

LA VISITA DE DON TOMÁS FELIPE CAMACHO A LA CRUZ SANTA (LOS REALEJOS)



El entonces cronista oficial de la Villa de La Orotava Benjamín Afonso Padrón, publicó en el matutino tinerfeño “El Día”, en  el mes de mayo de 1955. Reproducido en la revista digital “LOS REALEJOS A TRAVÉS DEL TIEMPO”, número 17, correspondiente a julio y agosto del año 2013, publicado por el Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa de Los Realejos,  la visita que entonces realizó el señor don Tomás Camacho a la Cruz Santa (Los Realejos), cuna de su esposa doña Pilar León Toledo: “… El poeta y político palmero, casado con la hija del multimillonario realejero Domingo González,  fundó en Cuba uno de los mayores orquidiarios del mundo. El viaje que actualmente realiza por nuestras islas el doctor don Tomás Felipe Camacho, hemos tenido el honor de recibirlo en este flamante Municipio de Los Realejos. Una visita muy grata, y que en esa peregrinación que en su viaje por estas tierras, según frase certera de Luis Álvarez Cruz, ha sido, sin duda, una de las estaciones más emotivas.
Llegó el ilustre viajero a las doce del sábado, último día de abril, acompañado por los señores don Carlos González Martínez (cónsul de Cuba en Tenerife), don José Clavijo Torres, y don Antonio Perera, y fue recibido en la plaza de Viera y Clavijo por las autoridades locales y varios familiares que le acompañaron en su recorrido por San Agustín, plaza del Generalísimo Franco y subida a Icod el Alto, desde donde contemplamos el incomparable paisaje del Valle de la Orotava, que desde aquella altura ofrece un panorama «sencillamente maravilloso», según frase textual del doctor. El día fue realmente espléndido, como si la primavera, avergonzada de su hosco y brumoso semblante que nos mostró esta mañana, hubiera querido lucir todas sus galas en honor del poeta.
Desde Icod el Alto nos trasladamos a la Cruz Santa, donde el doctor Camacho visitó la vieja casa de sus padres políticos, y en la que vivió su esposa algún tiempo antes de su matrimonio, cuando ya estaban prometidos.
Después de este recorrido por el pueblo, nuestro ilustre huésped fue obsequiado con un almuerzo que se celebró en el magnífico salón de actos del Casino de la Cruz Santa. Tanto nuestra excursión por estos pueblos como la comida trascurrieron en un ambiente muy grato de cordialidad, en el que nuestro ilustre huésped nos cautivó a todos con su bondad, sencillez y simpatía.
Asistieron al almuerzo los señores don Carlos González Martínez (cónsul de Cuba), don José Clavijo Torres, don Antonio Perera, don Domingo Luis Estrada, alcalde presente; don Abraham Morales Padrón, juez comarcal; don Fernando Echague Cerragería, inspector municipal de la Sanidad; los tenientes de alcalde don Isidro Hernández y Hernández, don Alejandro González Fernández, don Rafael Yanes Pérez, don Vicente Suárez García; concejales don Manuel Lorenzo Hernández Morales, don Adolfo García león y don Aquilino González Estrada; familiares don Manuel Díaz León, don Manuel García León y don Francisco Díaz y Díaz.
Al terminar el acto, don Domingo Luis Estrada, alcalde de Los Realejos, pronunció unas palabras que, en síntesis, explicaron la significación del acto, no como homenaje a la relevante personalidad del doctor Camacho, cuyos méritos hubieran exigido algo mucho más importante, sino como ambiente íntimo y cálido, a la vez, en el que todos hemos tenido el honor de acompañarle participáramos como hermanos de sus emociones de este día. «Este acto significa –Dijo al terminar—, la expresión más honda y más sentida del afecto de este trozo de la patria Canaria, que no olvida jamás a sus hijos ilustres que en otras tierras lejanas supieron amarla y enaltecerla siempre».
Cuando se extinguió el eco de los aplausos que provocaron estas palabras, se levantó el doctor Camacho y nos habló… Habló de la Cruz Santa, de lo que este pueblo representa en su vida, de los recuerdos que tan queridos, recuerdos de la juventud ilusionada, que le sugiere; del viaje tantas veces proyectado entre su esposa y él para visitar este lugar juntos, viaje que truncó la muerte. Y nos habló de tal forma, que nos hizo recordar aquel consejo a los oradores, «Si quieres hacer llorar, llora tú primero»; que de tal manera supo transmitirnos su emoción y sus delicados sentimientos, expresados con una sencillez y una belleza incomparables.
A las cuatro de la tarde regresaron los expedicionarios a la capital de la provincia, dejándonos el recuerdo de su estancia entre nosotros como algo perdurable…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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