sábado, 2 de octubre de 2021

EL CANTO DEL PUEBLO (1)

Nostalgia de un grupo de jóvenes orotavenses, referente a una excursión a la ciudad de Icod de los Vinos, finales de los cuarenta del siglo XX, fotografiándose en la falda del famoso drago milenario.

 

El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS. Remitió entonces (02/10/2021) estas notas que tituló; “EL CANTO DEL PUEBLO (1)”: “…El Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de Icod de los Vinos, que preside Antonio García Fleytas, entregó anoche, en el curso de un acto que tuvo lugar en la plaza de Andrés Lorenzo Cáceres, su galardón "Drago de Honor", al grupo folklórico Los Sabandeños. Lo recogió Elfidio Alonso, uno de los creadores, periodista, escritor, investigador y musicólogo. Para la ocasión, leímos el siguiente texto: 

“Del día y del aire dueños

a través de la canción,

tirando de la atención

Los Sabandeños

nos llegan al corazón.

Llegaron Los Sabandeños…”

Son versos del poeta Agustín Millares dedicados al grupo en una actuación en el teatro ‘Pérez Galdós’ de Las Palmas de Gran Canaria.

Hoy están aquí, en efecto, para recoger su Drago de Honor, que concede el Centro de Iniciativas y Turismo de Icod de los Vinos en una fecha que conmemora el Día Mundial del Turismo. Se reconoce con esta distinción toda una trayectoria que ha tenido numerosos episodios en esta localidad, en sus barrios y en sus entidades sociales, donde la música y el canto de Los Sabandeños sonaron siempre con la frescura y la garra, con la armonía y el ensamblaje de un colectivo que empezó siendo parranda para terminar transformado, mediante una colosal obra músico-vocal, en uno de los mejores grupos de música popular de todo el mundo.

Vamos a intentar condensar sus orígenes y una trayectoria exitosa en la que no han faltado avatares, brillantez y momentos de tensión.

El que fuera bibliotecario de la sociedad ‘El museo canario’, el autor de ‘Tirma’, un romance sobre la conquista de Gran Canaria, llevado al cine en 1954, y del poemario “La flor de la Maljurada”, Juan del Río Ayala, escribió que el grupo “bucea sabiamente en las reliquias bastante dispersas de la música popular canaria para darnos unas versiones autenticadas con la impronta, recia y bravía, del sentimiento de nuestro pueblo isleño, sobre todo el del campesino tan apegado a la entraña de la tierra”.

Por eso, Los Sabandeños siempre gustaron tanto en esta “ciudad embrujada de leyenda, tallada de lirismo”, que diría el gran prosista orotavense Juan del Castillo León. Porque el icodense del campo, del monte, del litoral pesquero, de la mágica plaza de la Pila y de las bodegas tentadoras, siempre se identificó con el estilo de quienes como nadie interpretaron canciones, estrofas y coplas que, formando parte del acervo popular y de los aires típicos, o bien adaptadas de su extracción de otros géneros y de otras latitudes donde era relativamente fácil conectar con raíces isleñas, siempre atrajeron por su entrega y compromiso, por su incesante creatividad.

El origen cierto de Los Sabandeños no fue el de constituirse en la finca de Sabanda en la Punta del Hidaglo, como romáticamente siempre se ha dicho, aunque sí es veraz que la Punta fue el lugar donde casi sin querer, se fue conformando y estructurando esta agrupación que adquiriría renombre universal.

El doctor Carlos García, antiguo componente, nos refrescó estos orígenes, nombres y apellidos. Un grupo de jóvenes, casi adolescente, veraneantes laguneros en su mayoría en la zona de la Punta, entre los que estaban Manuel Luis Medina el Minuto, emparentado con la familia de los Ramos; Falo Perera, también con parentesco puntero; Juan José García el Calzones; Martín Palazón; Gonzalo Bravo; Quique Lecuona; los tres hermanos Bacallado… Todos ellos, bajo la peculiar pauta pedagógica de Quique Martín el Peta, que era, como se suele decir en nuestro habla coloquial, el más viejo.

Se fue configurando una parranda, de esas que tocaba en las casas familiares, en celebraciones y fiestas locales. Así, con Sebastián Ramos el Puntero y con su familia, se fueron “organizando” hasta convertirse en lo que la gente comenzó a llamar “La parrada de la Punta”.

También en las ventas y casas de comida, como la del ‘Abogado’, que muchos de ustedes conocerán, la venta de Tía Lala, se juntaban para hacer música y cantar con gentes de la localidad que acudían y se arrimaban al son de los acordes de guitarras, laúdes y timplillos: los Ramos, Sebastián, Celestino, Manolo, Olga…, el Bichillo, Pancho Cantarranas… todos participaron alguna vez en aquella parranda. Eran los finales de la década de los 50.

Hay que hablar de otro germen: el grupo de Coros y Danzas de la entonces denominada Sección Femenina, en el que intervenían, entre otros, Julio Fajardo, Leoncio Bacallado, Juan Oliva y el ya nombrado Quique Martín.

Incluso se conformaría una orquesta, si se nos permite la expresión, de música moderna. Se llamó ‘Los Universitarios’ y de la que formaron parte, entre otros, Paco Ucelay, Falo Perera, Julio Fajarsdo, Oliva, Domingo Luis Martín, Leoncio Bacallado, José Luis Palacios, Domingo Díaz Castro y Julio González Alonso el Cuisco. Ya en 1960.

La Capilla Palestrina fue otro nido donde los nombrados, y también Elfidio Alonso, afinaban bajo la dirección del inolvidable padre Adán, canónigo de la Santa Iglesia Catedral.

Y no puede dejar de consignarse –apunta el doctor García- la aportación de Luis Ramos Falcón, tío de el Minuto, miembro del Orfeón La Paz que aglutinó en torno a su figura una parranda folklórica que fue conocida como “La parranda de don Luis”, la cual participaba en romerías y fiestas de los municipios de la isla, especialmente en La Laguna y Güímar. A Falo, Julio, Elfidio y Kike se sumaron otros amigos de la zona de Bajamar, como Manuel Alonso el Yoli y José Antonio Arbelo el Lupi. Además de Miguel el Naripa y Juan el Calzones. Confiamos en que nadie se moleste por la mención de los nombretes o apodos, pero ya saben que muchos eran más conocidos por sus propios motes que por sus nombres.

Estamos ya en 1965. Tras la conformación de esa parranda de La Punta y la grabación del primer disco, en el Ateneo, en 1967, que se realizó por el hecho de tener un disco grabado, dado que música y voces sonaban muy bien, fue Elfidio Alonso quien tuvo una visión futurista de la creación de un grupo folklórico, idea que a nadie de los verdaderos protagonistas primigenios de aquella parranda de amigos, se la había ocurrido.

Por cierto, al grabar aquel primer disco se vieron en la necesidad de nominar al grupo. De ahí surge el topónimo de Sabanda, finca de Peraza de Ayala, localizada en la Punta del Hidalgo, lugar de origen y predilección de todos aquellos jóvenes a los que encantaba la música popular. Luego, con el tiempo, la leyenda ha transformado que el lugar elegido fue la finca de Sabanda, por ser el lugar donde se reunían los veranos. Pero la verdad es que el grupo no nació en la finca de Peraza de Ayala. En definitiva, que de Sabanda, Los Sabandeños.

Para la grabación del primer disco se agregaron, como elementos de apoyo, los hermanos Duque, Manolo el Yoli, Ramón Torres, Juan Santana… que han pasado a la historia como el grupo original o fundador de Los Sabandeños. Fueron diecinueve componentes los que mostraron por primera vez en público su rostro. Y lo hicieron portando todos y cada uno de ellos, en fotos individuales, una manta esperancera, idea de Quique, quien tenía una en su casa. Se le ocurrió que una imagen, con la manta, quedaría para uniformar a los integrantes. Desde entonces ha sido la seña de identidad visual. Aquélla dio como fruto un single con cuatro canciones, producido por el sello o compañía TamTam.

(Continuará)…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

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