Fotografía
referente a mí colección particular tomada de mi cámara, al fondo CEIP “TOMÁS
DE IRIARTE”.
El amigo del Puerto de la
Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió entonces (08/05/2022) estas notas que
tituló; “REDESCUBRIENDO UN COLEGIO PORTUENSE”: “…Setenta y cinco años de docencia, de
enseñanza y aprendizaje. Son los que está cumpliendo el Colegio de Enseñanza
Infantil y Primaria (CEIP) ‘Tomás de Iriarte’, en la portuense plaza de la
Iglesia.
Es una larga y densa trayectoria que
marcó los primeros pasos educativos de muchas generaciones de portuenses y que
se iniciaba cuando el centro era conocido como “los grupos escolares”, dos
edificaciones que posibilitaban la separación de niños y niñas, uno de los
principios característicos de la educación del antiguo régimen.
Hasta la plaza llegaban los escolares, en
solitario o acompañados de padres, abuelos y familiares, para el primer
aprendizaje. Los alumnos, a principios de los sesenta, identificaban su nivel
con el nombre del maestro que les había sido asignado y lo asociaban en
femenino (la tercera, la quinta…) para localizar las clases. A los maestros se
les recuerda acudir a su trabajo siempre emperchados, traje y corbata,
respetables y respetados.
Entre una y otra edificación había un
espacio separado de la plaza por una cortina vegetal para el recreo y para los
juegos de alumnos y de quienes no lo eran. Daba a la trasera de la antigua sede
de Correos y Telégrafos. Junto al colegio de las niñas hicieron en su día una
pista de cemento cuyos usuarios practicaban fútbol, brylé y hasta alguien
inventó una especie de frontón rudimentario. Pero las pelotas caían con
demasiada frecuencia a la calle Agustín de Bethencourt, cuando aún era de
circulación rodada, porque el muro longitudinal de defensa era de muy escasa
altura. Desde abajo, de las oficinas del Centro de Iniciativa y Turismo (CIT)
llegaban de vez en cuando las protestas por el ruido de pateos que generaban
los escolares. Los porches y exteriores también fueron utilizados como espacios
para juegos, incluso cuando finalizaba la jornada lectiva. Entre una y otra
edificación, construyeron una caseta de madera que albergó durante varios años
la oficina de información del CIT, hasta que se incendió.
Muy cerca, había otro colegio, el de
segunda enseñanza ‘Gran Poder de Dios’, donde se cursaba el bachillerato y que
desaparecería en el tiempo hasta integrarse el edificio en una amplio complejo
que recibiría la denominación del gran fabulista portuense.
Después vinieron las reforma sucesivas.
Llegó la Enseñanza General Básica (EGB) y los escolares dejaron de estar
separados por sexo. Rejuveneció el profesorado. Maestros nativos y de otras
latitudes se integraron para dinamizar una actividad a veces frenética. Ya en
democracia, teniendo en cuenta el funcionamiento de las dependencias del CIT,
la concentración de escolares englobaba también a los turistas en determinadas
franjas horarias. Era aquella una efervescencia peculiar. El colegio intentó –y
lo logró-- abrirse al exterior y era siempre de los primeros en participar en
los nuevos esquemas y órganos educativos así como en las actividades que se
programaban desde las administraciones públicas y otras entidades. La comunidad
educativa del centro siempre estuvo predispuesta.
Pues una exposición titulada
“Redescubriendo el CEIP Tomás de Iriarte”, refleja, en abreviada síntesis
cronológica, una andadura de setenta y cinco años. Se trata de un valioso e
interesantísimo trabajo de recopilación histórica desarrollado por Ana de León
que ha diseñado una muestra que explica con detalle los tres cuartos de siglo
que condensan este patrimonio que comparte el colegio con el municipio y que se
podrá visitar hasta el 27 de mayo en horario de lunes a viernes de 10 a 13:30
horas, en la sede del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC).
En el acto de apertura, la dirección del
colegio, ejercida por Claudia Barroso, agradeció tanto a la comunidad
educativa, que hizo extensiva a la numerosa asistencia de profesorado ya
jubilado, como al Ayuntamiento y al IEHC su colaboración desinteresada para que
esta muestra que habla por sí sola de la importancia de la historia del colegio
pueda revivir la memoria muchos años más y que sea conocida por las presentes y
futuras generaciones de alumnado…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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