En el muro del FACEBOOK del amigo de la
Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario
trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que
se titula “FELIZ
CUMPLEAÑOS JUSTO”: “…Hoy 28 de mayo es tu cumpleaños, ya ves que no me he olvidado, y al igual
que lo he hecho con los demás hermanos, hoy voy a tratar de contar parte de lo
vivido contigo; en verdad que no sé por dónde empezar.
Tal vez no sea lo más propio
comentando a cuantas bodegas y guachinches fuimos, con todos los amigos. Yo
creo que no se nos quedó ninguno porque los conocías todos ¡Cuántas veces nos
pasábamos bebiendo! Al final cantábamos, discutíamos y si la cuenta o el vino
no nos gustaba, tu eras el que dabas la cara y por eso tenías fama de
protestón. Tu tenías la fama y nosotros el provecho. Cuántas veces nos
marchabamos enfadados, y al día siguiente sonaba el teléfono y me decías: ¿Tú
me llamaste?
Eras un buen ebanista, todavía
conservo el juego de cuarto que con tanto cariño me hiciste para mi dote. Qué
bien se te daba la cocina y tu especialidad eran los conejos en salmorejos y el
bacalao encebollado.
Cómo disfrutabas cuando el
domingo de la romería nos invitabas a pasar por tu casa, que ese día se
convertía en un ventorrillo, a tomarnos un vaso de vino y probar tus almaderos.
Las papas bonitas que se las descogías al bueno de Domingo, para reservarlas
para ese día, lo mismo que con el vino que si te gustaba donde íbamos, traías
una botella, para reservarlo para ese día.
Que gracia me hacía cuando le
decías a tu hija: “Carmen vete a la bodega y trae vino”, en verdad te esmerabas
y había que ver la cara que se te ponía cuando te decíamos que nadie los
arreglaba como tú
Qué bien lo pasamos cuando
fuimos con Pepe Calzadilla, a las Fallas de Valencia, llevábamos todo pagado
con anticipación por una agencia en La Orotava. No sé cómo te las arreglabas,
todas te las encontrabas, la primera noche que pasamos en el hotel, te
levantaste el primero y te llamo el director para comunicarte, que no habían
recibido el pago por la agencia, que dicha agencia estaba en la lista negra,
pero que no nos preocupáramos, que gozáramos de las fallas que cuando
regresáramos le enviáramos el dinero, había que ver cómo te quedaste, me lo comunicaste
y en ese mismo instante yo me puse desde el hotel en contacto con la agencia y
bajo amenaza judicial, le comunique la situación y nos fuimos a dar una vuelta
y de regreso al hotel ya habían enviado el dinero.
Recuerdo como si fuera hoy
cuando eras novio de Guillermina, yo siendo un chaval iba a la casa a verla
porque era muy cariñosa conmigo, me quería mucho. Qué buena era, guapa,
trabajadora y con el tiempo una buena madre. Recuerdo en aquel patio, al pie de
los bastidores cerca del granero, entre las helechas y corales, tenía su
pequeño taller de calados. Me encantaba oírlas cantar la canción calle de
Elvira (donde habitan las manolas). Fue una mujer que amaba a la familia y
siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás, lo demostró no solo ayudando a
las hermanas, sino a mi hermana Onelia en los bailes en el camino de Chasna y a
mí en la venta. Espero en otra ocasión poderle dedicar mi baúl a ella y contar
todas sus virtudes, la pobre no merecía la fatal enfermedad, pero puedo
asegurar que no le falto los cuidados y el cariño de sus hijos quedando los
médicos asombrados con la delicadeza que la trataban.
Recién casado emigraste a
Venezuela, no te fue bien y regresaste más pronto de lo previsto, y seguiste
trabajando en tu oficio y más tarde con Guillermina de ventero.
Como son las cosas, la venta de
casa no te gustaba, estabas muy orgulloso de tus hijos: Ernesto, Enrique,
Margarita, Carmen María y Milagrosa. Tal vez a ellos no se lo demostrabas, pero
a todos nosotros y a los amigos si. Siendo más tarde tu nieta Sara, la niña de
tus ojos, (todo te parecía poco para ella) si la vieras hoy toda hecha una
señorita, con su carrera terminada.
Tu hijo Ernesto como todos
sabemos emigró a Venezuela y después de tantos años de trabajo se vio afectado
como tantos por el dichoso régimen (fue demasiado duro) y más tarde se le
declaró una maldita enfermedad, que terminó con su vida. La que a mí me la
tuvieron silenciada y (todavía me cuesta creerlo) sufriste una delicada
operación, pero, cómo la llevabas, madre mía con aquella muleta y sin poder
caminar y de repente nos sorprendiste a todos viajando con tu hija Magali y tu
Sara a Venezuela, esta vez a ver a tu hijo.
Yo no me lo podía creer de la
forma que estabas, hacer ese largo viaje. Fuisteis muy atrevidos en ir a
Canaima y coño, ¿No te picaron los mosquitos?. Magali no podrá decir lo mismo,
te montaste en las lanchas y fuisteis para todos lados, menuda fiesta cuando al
regreso me enseñaste las fotos y contándome como lo pasaste y como lo gozaste
increíble.
Se te daba bien cantar cuando
estabas entonado, recuerdo que dentro de tus canciones preferidas era La
cieguita, Lamento borincano, Amapola y Sivoney, y otras a cuantos les hacías
creer que eras músico enseñándoles la foto que te hiciste con el uniforme de
Lalo, el tapicero, en verdad que no eras músico, pero a veces te hacías. Tenías
cada ocurrencia.
Voy a terminar por hoy contando
cómo me la pegaste, fue en una Navidad, en la venta me sobraron unas cajas de
pasteles y ya pasada la Navidad a quien se los iba a vender y tú te enteraste,
me llamaron por teléfono, preguntando que si era la venta de Rocío y si
teníamos pasteles, que si teníamos cantidad que llamaban del Hotel Las Vegas,
coño yo vi los cielos abiertos, dije menos mal, yo esperando a que vinieran a
buscarlos y no aparecieron, pasada unas horas llegaste a casa y me preguntaste
si habían venido a por los pasteles y muerto de risa me dijiste que habías sido
tú quien me llamó, coño, que bien la estudiaste. Otra, cuando le dijiste a
Ángel que salías con él a por el coche que si no lo hubieras tenido te mandaba
al carajo y cuantas cosas más que las contaré en otra ocasión si todavía estoy
por aquí.
En verdad que te echo de menos
porque no solo fuiste mi hermano, sino también mi amigo.
Feliz Cumpleaños, un abrazo
Jesús…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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