Fotografía compartida con ”InfoNorteDigital.com”
El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió
entonces (09/02/2023) estas
notas que tituló: “SE FUE EL ARTISTA; NOS QUEDA SU
HUMOR”: “…Antes de la gala de entrega de los premios Taburiente, de la Fundación
Diario de Avisos, en el teatro Guimerá –nuestra última conversación- le
confiamos parte de lo ocurrido en una reciente visita al doctor:
--¿Y usted por qué no cambia de
médico?- preguntaba a propósito de nuestros incumplimientos de sus
recomendaciones.
Nos consta que en alguna
actuación posterior hizo un gag con aquella frase. Porque él era así de
espontáneo, ocurrente, captando al vuelo e interpretando y asimilando
humorísticamente lo que pasaba a su alrededor, a sus amigos, a su gente, a los
canarios de todas las islas.
En aquella ocasión fue cuando
nos habló de su última apuesta, la gira con la que iba a decir adiós desde los
escenarios: La última y nos
vamos, era su título. Una premonición, claro, ahora que ya no
volveremos a verle. Se ha ido el artista pero se queda su humor, sano y
divertido, fresco y reluciente, de inconfundible sabor canario… Genuino, en
fin.
Le presentamos en varias ocasiones.
Manolo Vieira paseó su estilo por espectáculos, galas y festivales de todas las
islas. Exhibía con orgullo lo bien que le trataban en Tenerife.
--Pero ya se me está quitando-,
añadía sobre la marcha para redondear la ocurrencia.
Y fueron unas cuantas noches
en Chistera, durante
nuestra estancia en Las Palmas, cuando labramos la amistad, preguntando por
César Manrique y por los vinos de los guanchinches del norte de Tenerife.
--Al último que fui, en Santa
Úrsula, no me dejaban marchar…
Cualquiera sabe si ahí encendió
la chispa de esta gira inacabada.
Sus discípulos le llamaban,
respetuosa y afectivamente, maestro. Fue una referencia, desde luego, para
Darío López, Aarón Gómez, Kike Pérez, entre otros, que se fijaron en Vieira con
afecto para interpretar su espontaneidad, mejor dicho, su capacidad de
improvisar cuando le daba por no seguir los meandros de sus soliloquios y se
inventaba cualquier chiste, cualquier historia, a la que sacaba punta y cuando
veía que el público no reía o no aplaudía o no había entendido ‘el golpe’, la
sonrisa agregada o el gesto o algún gutural fonético sobre la marcha, ponía las
cosas en su sitio. A seguir riendo.
Un amigo le comparaba a menudo
con Álvarez Guedes, el actor y comediante cubano que más chistes dedicó a Fidel
Castro. Pero Manolo Vieira procuró siempre un estilo propio, impregnado de la
canariedad que le distinguía y crearía escuela porque él procedía y era parte
de la sociedad misma en la que había contrastado sus rasgos, sus arquetipos y
sus esencias.
La verdad: nos reímos mucho con
él y a quienes nos obsequió con su amistad nos quedará siempre su sonrisa.
Porque se fue el artista; nos
queda su humor…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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