domingo, 11 de agosto de 2019

ANTONIO, EL CURA DE SAN JUAN


Mi compañero de docencia en el IES La Orotava Manuel González Pérez del Barrio de San Antonio de la Villa de La Orotava: AGAPITO DE CRUZ FRANCO. Remitió entonces (11/08/2019), el enlace del libro “LA OROTAVA, CURRÍCULO VITAE”, Paginas: 186, 188, y 189. En donde expone unas notas que tituló; “ANTONIO, EL CURA DE SAN JUAN”: “…El 8 de septiembre de 2006, San Juan del Farrobo estrenó nuevo párroco, siendo destinado a Guía de Isora el hasta entonces Cura de la Villa de Arriba, Antonio González León. Es de los curas que mejor me ha caído por acá. Y digo cura, porque él mismo, con esa sencillez que le caracteriza, era la expresión que empleaba con los escolares del “IES La Orotava” donde impartía clase: “Dile que te lo dijo Antonio el Cura”. Las palabras cambian y algunas toman matices raros pero, cura (médico), es una palabra espléndida. Antonio ha sido para mí un cura del pueblo. En el silencio de las enrevesadas y estrechas calles de la Villa de Arriba, ha paseado su quehacer religioso estas casi dos décadas con una discreción sublime, algo raro en otros párrocos de este valle de lágrimas, donde algunos, no todos, parecen personajes fijos en las ruedas de prensa municipales, o elementos plásticos de las romerías seglares y televisiones políticas. A las 7:30 h. de la mañana yo me lo encontraba siempre en la calle Nueva de regreso de su actividad religiosa en el convento de las Hermanas de la Cruz. Al poco, en el instituto, donde, se transformaba en un compañero más, en un trabajador más. Me lo he cruzado muchas veces en la lucha por una sociedad mejor. Y cuando la política se ponía por medio, él se retiraba sigilosamente. Ideologías aparte, nos animaba a la participación institucional en San Juan, de la misma manera que lo hacíamos en la iglesia matriz de La Concepción, dentro de esa sana rivalidad histórica que dio origen a esta parroquia de gente trabajadora. Antonio, ha sido, en La Orotava, el único párroco que, cuando lo ha creído conveniente, dijo “no” al ayuntamiento, en un municipio en que una línea invisible une ambas instituciones y donde la politización del elemento religioso es un hecho. No. Antonio ha sido, simplemente, el Cura. Y no se ha salido del guión. Y ello, no sé si por sanmiguelero –que en San Miguel ha sido el único municipio en donde he visto monjas agitando a la población para sublevarse contra el Gobierno con el fin de no dejar pasar el famoso Tendido de Vilaflor–, o porque llegó a mamar el espíritu rebelde de la Villa de Arriba. O quizás, a causa de una vida en la que ha tenido que hacerse a sí mismo en una lucha difícil por superar circunstancias adversas desde la niñez, o porque él es un chasnero de la comarca de Abona, con la sangre de aquellos viejos pastores que subían y bajaban por la soledad de las cumbres sureñas, alguno de los cuales emigrara a Guatemala para hacerse amigo de indios y de pobres. Dejaba a la gente ser ella misma. En lugar de sermonear y aprovechar cualquier circunstancia cultural del barrio para religarla –politizarla religiosamente–, desaparecía de la escena para dejar al pueblo expresarse. Así es como hemos conseguido reavivar una tradición, como las alfombras del Corpus Christi de San Juan del Farrobo, plenas de sentido social y comunitario, por ejemplo. Antonio el Cura caminó, como un hombre bueno, a través de los compases azules de la Banda de San Juan y los ritos medievales de las hermandades. Situó en su justo sitio la religión. La dirigió hacia esa intimidad irrenunciable. Recuerdo cuando se disculpó al ser invitado a un programa de TV para hablar conmigo y con el alcalde Isaac Valencia. Ya no sé si era coherencia de no salirse de su función como sacerdote o timidez. En cualquier caso, timidez en forma de dulzura comprometida. De sonrisa perfecta. La voz amable en las pérdidas de los seres queridos donde se sentía uno más en la historia familiar. El evangelio de los humildes…
El 14 de septiembre de 2006 glosé su figura de persona humilde y entregada a tiempo total a su tarea religiosa y social. Añado ahora, lo mucho que se le echa de menos en La Orotava. Como compañero de enseñanza, vuelvo a dar testimonio de su talante de hombre bueno, que sitúa en su justo sitio la religión dentro del más absoluto respeto a los demás. Así, y como fiel mensajero del evangelio de los humildes, no podía sino toparse en su destino sureño, con la sombra del Cacique.
La pelea política que, con su enfermedad y a raíz del proceso de cambio parroquial, escenificaron los partidos del ayuntamiento isorano, le hace tremendo daño. Y ello, por su sencillez y su alergia natural y sobrenatural a la política (que se apunten a esta actitud otros que no paran de hacer genuflexiones ante alcaldes y gobiernos varios). Si los partidos de Guía coinciden en que lo primero es la recuperación de su párroco, lo segundo es que hagan voto de silencio y pongan bajo clausura a la sinhueso.
El S.O. de Tenerife ha sido, en parte, uno de los últimos reductos del Señorito. Terratenientes. Sueldos miserables. Injusticias de las que dan fe el SOC y el desaparecido partido local CUT. La actual oposición apunta que la presión que desde el ayuntamiento ha soportado el párroco durante un año, está en el origen de su postración.
El grupo de gobierno lo niega. Otros ver: http://www.atan.org/energia/opinion/miedoguia.htm) hablan de miedo social. La sensibilidad de Antonio debió sufrir lo suyo, ante las suspicacias de patio de vecinos y mentidero tipo plaza del pueblo, vertidas sobre él por una hojilla local La gaceta de Isora, que edita Manuel Ballesteros, con funciones en el gabinete de prensa municipal. Cuando el periodismo no forma ni informa sino que deforma, nada tiene de periodismo. El recurso a la libertad de expresión está de más.
El Tagoror Achinech (www.tagororachinech.org), agrupación vecinal contraria a las turbinas de Chío y enfrentada al poder local, ha sufrido también sus iras. Sin embargo, el problema de fondo arranca de la Diócesis Nivariense y la gestión de su obispo Bernardo Álvarez Afonso, que sigue sin salir al paso de esta injusticia. No se entiende el porqué se cambia a los curas de las parroquias cuando funcionan bien y en comunión con la población y el engranaje social.
Era el caso de Antonio González de León en La Orotava y de Carlos y Rufino en Guía, procedentes estos del País Vasco. En La Orotava sintieron el cambio de su párroco como una especie de destierro. Tampoco, cómo a la hora de afrontar cambios no se tiene en cuenta lo que opina la Iglesia (me refiero a la asamblea, a la parroquia, que es lo que significa Iglesia). Y el perjuicio posterior de adaptabilidad a la nueva coyuntura. No vale la razón espiritual y la despreocupación por las cosas terrenales, que luego pasa lo que pasa y ante tanta despreocupación se quema hasta lo más sagrado. Tampoco el voto de obediencia.
El Cristianismo y el Cuerpo Místico de Cristo, se fundamentan en el Amor, no en la Autoridad. Imagino que las razones son políticas y de organización. En ese caso un poco de democracia y consulta popular a los feligreses vendría bien frente a la trasnochada y dictatorial jerarquía eclesiástica. Y preparar el destino al destinatario. Todo el mundo sabe en Guía que la casa del cura era inhabitable. Casa que el ayuntamiento aún está reparando y que es responsabilidad del Obispado. Antonio fue homenajeado el verano pasado en un gran acto social y municipal en la Sociedad Liceo de Taoro de La Orotava. Hubo que prepararlo en secreto ante la humildad de su protagonista. El tratamiento dado a nuestro querido sanmiguelero, ha indignado a la Villa de Arriba de La Orotava, que prepara acciones al respecto. Cuando históricamente esto ha sucedido, ésta ha puesto en su sitio al clero, a los ayuntamientos y a sus acólitos. San Juan y Guía apoyan a su párroco. El paso siguiente no tiene nada que ver con la caridad cristiana, sino con la justicia…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario