El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS
remitió entonces (07/09/2019) estas notas que tituló; “ENTRE
LÍNEAS Y COLORES”:
“…Ni recordábamos la existencia de aquel texto ni que
Marían Lorenzo Ríos lo conservara. El azar ha querido que nos reencontráramos
en torno a una exposición pictórica y que aquella escritura haya recobrado
vigencia.
Releemos aquel breve texto,
escrito durante una etapa común, a principios de la década de los noventa,
en Diario de Avisos:
“Tiene Marían esa sensibilidad
femenina que cautiva a la primera. Imposible negarse a una petición suya, a una
atención que demande o precise, incluso sin explicitarla. Observadora, atenta,
sutil...
“Lo mejor es que sabe
corresponder: interpreta fielmente tanto lo que es la sinceridad como aquello
que brota desnaturalizado.
“Marían Lorenzo Ríos es el
arquetipo de la luchadora amable, de aquella que sabe sufrir y aguantar pero
que no se resigna y reacciona con elegancia, consciente de que hay un día
después y de que torres más altas han caído. Fina y delicada, pero también
tenaz.
“Es realista también, por eso
no se deslumbra ante cualquier mensaje. Las experiencias de la vida le han
enseñado que hay que obrar de forma cabal y consecuente. Por eso, es admirada y
respetada por una legión de amigos de toda condición social”.
Han transcurrido casi treinta
años desde entonces. El tiempo ha confirmado las apreciaciones que expresamos.
De aquella personalidad abierta, de la que brotaban ideas constantemente, que
desprendía una clara sensibilidad artística, a esta pintora hecha a sí misma,
interesada en todas las corrientes, identificada con el cuidado y el estímulo
creativo entre quienes se desenvuelven en la diversidad funcional, hay una
Marían Lorenzo Ríos que ha acreditado saber lo que quería y cómo hacerlo. Su
generosidad le condujo a transmitir sus conocimientos y a hacer partícipes de
ellos a quienes lo precisaban y salieran airosos de las pruebas que tenían ante
sí.
Pintar para enseñar, para hacer
artistas a quienes quizá nunca imaginaron que podían serlo. Marían aprovechó
todos los conductos a su alcance para relacionarse de forma creativa con un
mundo especial -y también onírico, por qué no- que tienen los chicos y chicas
con habilidades diferentes. La profesión escogida, la expresión artística le
llevaron a conocer a Lala, su hija adoptiva, con la que estableció una sin
igual complicidad. Han creado su universo, Entre líneas y colores, el título de esta exposición que
reúne una treintena de obras, acrílicos sobre lienzo y técnicas mixtas,
concebidas con finura y, sobre todo, con mucho amor, el derivado de cada
pincelada, de cada impacto de espátula y hasta del infinito posibilismo de las
manos.
Lala se ha integrado más en la
sociedad, ha elevado su autoestima y ha equilibrado su estado emocional. Por
eso, su madre confiesa sentirse motivada para afrontar nuevos proyectos y
perfeccionar su estilo y sus técnicas. Para sumar más personas a ese mundo
especial que no solo es accesible sino que integra la creatividad difícilmente
imaginable.
Y Marian pulió su formación con
cursos e incursiones en el maremágnum audiovisual, con proyectos para la
inserción de personas con diversidad funcional y para la participación activa
de mujeres que estuvieran dispuestas tanto a demostrar sus potencialidades y
sus recursos como a hacer efectivo el principio de igualdad. Unos cuantos
programas televisivos, coloquios, performances, series y representaciones
teatrales llevan el sello de una creadora polifacética. Sin descanso, sin
desmoralización pese a las tribulaciones de la vida, con denuedo y con
tenacidad infatigable, su trayectoria ha ido fraguándose a base de tesón,
experimentación y sensibilidad. Ha llegado a ejercer como estilista de moda y
productora publicista.
No en vano, pues, su vida ha
estado siempre vinculada al arte. Hija de una pintora y profesora de Historia
del Arte y sobrina de un pintor, la autora se educó mientras oía hablar de
exposiciones, pinceles, retratos, óleos y olores propios de un taller o una
galería. En esos ambientes fue creciendo quien ahora insiste en que se la
reconozca como mezcladora de
colores. “Los colores -dice- vienen solos; yo simplemente los visualizo
y empieza el movimiento”.
Siempre sensible, siempre
comprometida, en 2005 creó un centro de iniciativas artísticas para la
integración de personas con habilidades diferentes y personas en situación de
exclusión a través de las artes creativas visuales y no visuales con las nuevas
tecnologías. A partir de ahí surgió la “Asociación Detrás del Objetivo” que
pretende llegar a todos aquellos que quieren expresar lo que sienten y no
tienen los medios para hacerlo.
De forma autodidacta, pues, se
convirtió en pintora y aún sigue atendiendo encargos desde los talleres de la
Asociación. Y de alguna forma es lo que la trae aquí, en esta tarde que parece
amenazada por la llegada del ciclo otoñal. Son sus líneas y sus colores, que
dan vida a esta suerte de composiciones metafisicas, reflejo de su inclinación
por el abstracto cuyos valores inculca a dos chicas con diversidad que la
acompañan mientras trabajan, aprenden y se relacionan.
Entre Líneas y Colores pareciera que el
pintor ruso Vasili Kandinski, precursor del abstracto y teórico del arte,
alarga su mano en busca de algún karma. Y
así, saltamos entre títulos, entre interpretaciones que nos trasladan a la
tarde de Carnaval, entre círculos, primavera nueva, ángeles de colores, más
allá de lo físico, calma, ramas al viento... Esa aspiración permanente, la
mezcla de colores, genera una policromía singular, una fiesta que viene de
oriente, rojos y azules, dos (sin más) hasta que llega el hombre de la guitarra
azul.
Toda la creatividad de Marían
Lorenzo Ríos es también fruto de su constancia; recuerden “el arquetipo de
luchadora amable”, también cuando descubrió a Joaquín Sorolla y se apresuró a
interpretar cada gesto, cada rasgo, hasta los haces de luz que caracterizaron
la obra del pintor valenciano.
Pero es en Tierra de colores,
uno de los títulos que forman parte de esta colección, donde la luz, el color y
hasta la emoción no pueden frenar el sentimiento de la pintora, sus ansias de
volar, admítasenos la expresión. Es una obra, si se quiere, sin perspectiva, si
acaso plana, donde los colores surgen para sugerir profundidad. Sencillamente,
aparecen y Marían (que bebió en las fuentes de Jacqueline Lamba, la pintora
francesa, esposa de André Breton) los plasma hasta dotarlos de la energía
precisa para armonizarlos en un día dorado sobre la tierra de paisajes mágicos.
Para ella, es fácil, hasta el punto de “crear -según revela- poesía pictórica
que me hace sentir libre al pintar”.
Entonces, mezclar y jugar con
los colores, imaginar o trazar las líneas, resulta un ejercicio vitalista que
se convierte en una especie de danza sobre el lienzo, allí donde los giros
simples, hasta planos, revelan, por sí mismos, la imaginación inagotable de la
pintora.
Con unas palabras suyas, vamos
a finalizar: “El desarrollo de la creatividad es realmente un gran estimulo
para mí y me da grandes satisfacciones. La luz, la vida de los colores
aplicados en diferentes formas hacen surgir obras realmente increíbles y,
aunque todos puedan ver la misma imagen, todos los ven con algo diferente y con
una luz diferente”.
Aquí lo podemos comprobar.
Marían Lorenzo Ríos nos ha brindado en el Castillo San Felipe su arte y su
compromiso social, su posibilismo pictórico, su predilección por el abstracto, su
noble ambición artística.
Entre líneas y colores sirve para
reafirmar que era imposible -lo escribimos hace casi treinta años- negarse a
una petición suya -presentar esta exposición, hecha hace tres días- pues para
eso conserva la tenacidad y la delicadeza.
Cualidades, sin duda, de una
gran artista.
N. del A.- Texto leído ayer
tarde en el Castillo San Felipe, en ocasión de la inauguración de la exposición
Entre líneas y colores, de la artista Marian Lorenzo Ríos.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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