El
amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió entonces (09/09/2019)
estas notas que tituló; “PULSERA ENTRA EN EL
TERRITORIO DE LA MEMORIA”: “…El Juan Cruz
Ruiz más intimista es el que explica ante el público que llenó el Castillo San
Felipe (Puerto de la Cruz), para asistir a la presentación de En la huerta de Pulsera (Diego
Pun Ediciones), una nueva entrega de esta firma editorial que dirigen y
coordinan Ernesto Rodríguez Abad y Cayetano Cordovés Dorta.
El último libro del infatigable
autor portuense fue escrito mientras acompañaba a su hermana Candelaria, en su
casa y en el hospital, “cuando ella aún soñaba con volver a la huerta de su
vida”. En el dolor de las horas difíciles y amargas, escribiendo temprano, a
primera hora, antes de que envuelva el trajín del día, Juan hizo otro ejercicio
de generosidad. No es que se lo debiera a Candelaria; es que la bondad de ésta,
su leal y fraternal compañía, merecían la ternura de unas páginas salidas de la
fecunda memoria del escritor, de su alma sensible y aperturista.
“Un homenaje a la vida que ella quiso tanto y que tan pronto le fue
arrebatada”, dijo Cruz después de las interpretaciones musicales de Alexis
Rodríguez y Patricia Grace y de la lectura de fragmentos, cuidadosamente
seleccionados para entender el sentido de la obra, a cargo de Valeria Mall,
Elena García y Fabiola García, vinculados al barrio y al colegio que lleva su
nombre, leyeran unos fragmentos que envolvieron una atmósfera emotiva en la que
el recuerdo de Candelaria se hizo patente para dar sentido a Pulsera, el nombre
que recibió de Tamara, la niña sueca convertida en gran pintora, cuando compartían
andanzas y juegos de infancia.
La huerta de Pulsera forma
parte, por tanto, del fértil territorio de la memoria de Juan Cruz Ruiz, por
donde tanto le gusta adentrarse y en donde se ha inspirado para bordar su
escritura. El niño que ha contado los sueños de su hermana y de la familia y de
la huerta sigue cautivando, ahora con una edición de cuentos a la que incorpora
las ilustraciones de Tamara de Laval y de su nieto Oliver Arenas Cruz, haciendo
honor al deseo de la madre que quería “que nosotros fuéramos tranquilos y
felices, que no tuviéramos otras historias en la cabeza que cuentos de niños
humildes y heroicos. Su mente reclamaba y retenía cosas sencillas y hermosas,
lo cual explica una literatura tan sugerente a la que Rodríguez Abad dedicó los
naturales elogios que justificarían su inclusión en ese proyecto que tiene para
Los Silos, su localidad natal, “El callejón de los literatos”.
Si el libro, como dice su
autor, es la prueba de que la vida se hace contando cuentos, el acto, de una
lograda sencilla amenidad, sirvió para “seguir escuchando el silencio de los
que nos dejan”. Palabra de Juan Cruz Ruiz…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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