lunes, 21 de octubre de 2019

SANTIAGO



Cuando me disponía a apagar el ordenador, leo una nota del amigo Felipe Hernández Ruiz, en la que comunica el adió definitivo a la eternidad del amigo SANTIAGO LECHADO.
Un gran hombre con un corazón inmenso, en donde cabían todos los amigos de su grupo, de perras de vinos: Pepe Herrera, Jesús Hernández Acosta, Peña, Antonio Jesús García Ruiz, los hermanos: Isidro y Evaristo Fuentes Melián.
Nació en el Puerto de la Cruz, pero vivió casi toda su vida en la Orotava. Primero en la casa cuartel de la Guardia Civil, su padre era miembro activo de la benemérita del puesto de la Villa (Guardia Civil). Posteriormente en el anexo del Casino Orotava, conocido por el de Los Caballeros (actual biblioteca municipal), ya que su padre ocupó cargo de encargado del local.
Siempre me decía, el porqué no se le puso a su calle, Callejón de maestro “BRUNO”, siempre me lo decía. Ya que a lo largo del tiempo se le conocía así, mi abuelo Bruno Abréu Rodríguez tenía la zapatería y su tertulia literaria en él. Pero los de la Huerta del Moral rebatieron por otra denominación.
Trabajó primero en el Instituto de Previsión, que después se convertía en la Seguridad Social. Por las noches, durante una temporada le echó una mano en la administración a mi hermana Lola, en los autoservicios y gasolinera de mi padre Juan Álvarez Díaz.
Marido ejemplar, padre extraordinario, enviudó muy joven. A partir de este desenlace, solía salir por las noches a cenar con sus hijos y a veces solo.
El Liceo de Taoro, el UD. Orotava y todos los restaurantes y bares villeros y no villeros fueron sus lugares de reunión y de ocio.
Santiago, me desconsuela de verdad no poder despedirme y darte un fuerte abrazo, lo tenía en mi esencia.
Espero que en ese lugar de la tranquilidad, de la paz y de la misericordia, te reencuentre con muchos de tu peña villera, con todos tus hermanos, de ellos aquí se queda sola tu hermana María del Carmen (Carmita), además todos tus hijos que te querían de corazón y del alma.
Jamás te olvidaré, un abrazo y hasta siempre.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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